—Relájate —susurró él, persuadiéndola con una voz seductora que invadía sus pensamientos. Apenas podía entender lo que estaba sucediendo, su cuerpo ansiaba más de su contacto y cuando él no se movió, casi lo reprendió por retirar su mano de ella.
Afortunadamente, ese pequeño retiro le permitió recuperar sus sentidos. Finalmente, pudo expresar su preocupación:
—Deberíamos parar antes de... Interrumpiéndola, él de repente besó la suave esquina de su cuello, causándole perder el equilibrio, sin esperarlo.
Damien fue rápido en agarrarla, su mano rozando momentáneamente contra sus pechos, antes de aterrizar en su busto.
—¿Antes de que te rindas, eh? —preguntó él, burlándose de ella con su cálido aliento, sabiendo perfectamente que le afectaba de la manera en que el de ella lo hacía.
—No, ¿no querías que fuéramos juntos a las Colinas Fantasma? —preguntó ella, distrayendo su atención y francamente, sí lo distrajo.