Jian despertó al crepitar de las últimas brasas de fuego y los primeros rayos de luz del día que se colaban en la cueva a través de la pequeña entrada.
Sus ojos se abrieron lentamente, para descubrir que se sentía refrescado y bien descansado por primera vez en mucho más tiempo del que podía recordar.
—¿Yo... dormí? —murmuró Jian en voz alta, perplejo.
Jian apenas podía creerlo, había dormido con aún más facilidad que hace un año, mucho antes de que vinieran las pesadillas, cuando aún estaba afectado por el insomnio.
Jian no tenía tiempo para reflexionar sobre ello, no cuando finalmente notó el peso sobre su muslo y bajó la vista.
Las cejas del Rey Jian se fruncieron cuando sus ojos encontraron a Neveah, dormida profundamente, con su cabeza apoyada en su muslo.
Fue entonces cuando regresó un recuerdo borroso de la noche anterior... el recuerdo de cómo sus pesadillas se disipaban en el mismo momento en que alguien lo tocaba.