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—Por las reglas de la fortaleza, como asistente de un señor dragón —Lord Decaron le comunicó a Neveah mientras la escoltaba fuera del salón—, no serás sentenciada a tortura ni a ningún método extremo de interrogatorio hasta que Mi Señor diga lo contrario.
—Es un poco tarde para jugar a ser misericordioso, ¿no crees? —Neveah preguntó, mirando puntiagudamente a las esposas de plata que le quemaban la piel.
—Todo lo que se hace es por orden de Mi Señor, no tengo respuesta a tus preguntas —Lord Decaron respondió honestamente.
—Bueno, está bien —Neveah aceptó su explicación, las palabras de Lord Decaron parecían lo suficientemente honestas.
—¿A dónde me llevas? —Neveah preguntó después de un momento de silencio.
De todas las salas ascendentes, Neveah notó que había solo una que bajaba hasta la entrada de las mazmorras.