—Parece que todo lo que necesitamos es tu sangre. Si necesitamos que otras personas nos ayuden a recoger las piezas, simplemente les daré uno de los frascos que me quedan y estará bien —rió Shiro mientras Yin levantaba una ceja.
—¿No sería mejor que yo estuviera allí? —preguntó Yin inclinando ligeramente la cabeza.
—Cierto, no haré eso a menos que sea necesario, por supuesto. Quién sabe, podrías obtener alguna información importante dejada por tu ancestro —rió Shiro.
—¿Qué hiciste incluso en la misión? Estas representaciones son... bastante interesantes —preguntó Nan Tian con una risita. Podía ver algunos grabados que hacían que la tierra se abriera paso para ella junto con los ejércitos en retirada.
—No mucho. Solo aniquilé a uno de los países y maté a su rey para hacer que los otros países me sometieran. Funcionó y obtuve a Yin de ello —respondió Shiro con despreocupación mientras Nan Tian reprimía una risa que casi se le escapa de los labios.