Anastasia sentía que su vida se derrumbaba, alcanzando un nivel de desesperación que superaba cualquier cosa que hubiera experimentado antes.
Cada noticia que llegaba a sus oídos no ofrecía beneficios, sino que la llevaba hacia la vida que despreciaba. Había visto de lejos cómo su hermana había sido quebrada y luego reconstruida, pero no de la manera en que había sido originalmente, sino como la gente del palacio quería que fuera.
—Aiden, vayamos a buscar a la Abuela. Anna, deberías descansar hoy. Mandaré que lleven comida a tu habitación —dijo la Princesa Emily, enganchando su brazo con el del Príncipe Aiden.
El Príncipe Aiden quería hablar con Anna, pero parecía que había otros asuntos apremiantes a los que tenía que atender. Mientras era llevado hacia la salida de la habitación, dijo:
—Te veré mañana, Anna —y levantó su mano con una sonrisa antes de que él y su hermana desaparecieran del salón real.