—¿Vas a arrodillarte o no? —dijo.
Su cabeza estaba zumbando, sabiendo muy bien que su hermana se sentiría aún peor si él lo hiciera. Si pudiera conseguir la medicina de alguna otra manera...
¡BANG!
Sus ojos se abrieron de par en par cuando un joven—un adolescente de no más de 13 años—tuvo la cabeza destrozada durante su momento de duda.
—¡¡TÚ!! —gritó, pero sus rodillas ya se habían debilitado desde hacía mucho. Con este catalizador, cedieron completamente y se desplomó de rodillas en el suelo.
—Déjalos ir. Por favor. —dijo, apretando los dientes de rabia, humillación y preocupación por su hermana y su gente.
Inesperadamente, Higson se rió. —¡Nyahahah! ¿Por qué lo haría? —dijo—. ¿Crees que soy tan estúpido? ¿No viste que estabas planeando hacer algo antes? ¿Qué? ¿Echarme?
Mateo palideció y los ojos de Higson se pusieron rojos al ver que su reacción confirmaba su teoría.
—Yo...