—Maddox gimió cuando cada movimiento de Tatiana tiraba de sus terminaciones nerviosas y lo acercaba más al éxtasis en el que realmente quería sumergirse, pero no antes de que ella lo hiciera.
—Necesitaba desviar su atención o realmente llegaría demasiado pronto.
—Con ese pensamiento —dijo Maddox—, enterró su cara en el regazo de los muslos de Tatiana, y comenzó a lamer su coño infusionado de fresa.
—Ella estaba mojada, caliente y suave, y definitivamente sabía mucho mejor de lo que él pensaba. Todo en Tatiana era perfecto y él gimió en su carne, las vibraciones de su voz disparándose directamente en sus centros de placer.
—En la repentina invasión —respondió Tatiana—, gimió con el pene de Maddox en su boca.
—Estaba acariciando con poderosos golpes de su lengua su clítoris y su nariz estaba pinchándola en la entrada y Tatiana no podía creer lo rápido que se estaba acumulando su orgasmo.