—Sebastian Frost, ¿estás sintiendo celos? —Olivia le dijo en tono de broma, una chispa juguetona en sus ojos mientras observaba a Seb, que estaba repartiendo con alegría las flores que ella había recibido de James justo el día anterior. A pesar de su apariencia prístina, Seb insistía en que estaban marchitándose y deberían regalarse en lugar de llevarlas a casa. No pudo resistirse a burlarse de él, especialmente cuando él parecía tan preocupado por esas flores.
Seb le lanzó una mirada a eso y, finalmente, cuando las flores habían sido distribuidas entre el último del personal de enfermería, levantó la vista y le dio una sonrisa tensa —Vamos, Olivia. Nuestras maletas ya están en el coche. Vamos.