Mientras Aleksander salía volando y aterrizaba de hocico contra los arbustos Ruidjerd me habló.
—Rudeus, eres el Dios de la Lucha,— me dijo , y por su tono de voz noté algo de temor. (Así es de temible el Dios de la Lucha).
— No. Esta es la armadura dorada de Géminis. Yo la creé (plagíe) y no es tan poderosa como la de la Segunda Gran Guerra, aunque me hace muy poderoso,— le dije.
— Diablos, chico, me sorprendes. Pero ese casco con caras a tu lados y ese visor negro que oculta tus ojos es aterrador. Pareces villano, —me dijo Ruidjerd.
— No soy villano, y esta armadura no cobrará vida propia, tranquilo Ruidjerd , —le dije.
En eso, Alex Kalman II se acercó a mí y me dijo: — La reina estaría muy(...) ¿eee, cómo decirlo? "complacida de verlo en esos ropajes", —me dijo sonriendo.
— Shiii, cállate. Ya tengo suficiente peleando con tu hijo. ¿Ahora quieres que Eris me ataque también?
— Lo siento, Wuajajajaja.
En ese momento, de entre los árboles, Aleksander salió dando un gran salto, mientras una gran cantidad de energía cubría su cuerpo y me atacó de manera demencial. Pero esta armadura me hace muy veloz, así que lo esquivé fácilmente. Sin embargo, Aleksander estaba como loco y a cada instante sus ataques se volvían más y más rápidos y más fuertes. Cortaba los árboles y rocas como mantequilla solo con la onda expansiva, pero estaba tan pendiente de mí que no vio los ataques de Eris, Ruidjerd y Alex. Este último le hirió la espalda, lo que provocó que Kalman III volviera a usar Fractura de Gravedad, aunque esta vez logré alejar a mis aliados y recibí de lleno el ataque, que me lanzó al bosque, dejando un sendero de destrucción.
— Jaja, jaja, ja, wuajajaja maldito Dios de la Lucha. Maldito Reidar, hijo de perra. Lo maté, ¿VIERON ESO? YO ALEKSANDER RYBACK MATE AL DIOS DE LA LUCHA, MATE A REIDAR, — pero en eso, casi le cortan la cabeza. Eris le lanzó una furiosa Espada de Luz, seguido de un ataque de Alex que lo hicieron perder su posición, aunque volvió a recuperarla con gravedad, solo para rechazar el ataque de Ruidjerd.
— Idiotas, acabo de matar al Dios de la Lucha. Soy invencible.
— Esa no es la armadura del Dios de la Lucha, Aleksander. Dios, hijo, realmente saliste idiota. Ni mi madre es tan idiota. Esa era una armadura mágica, pero no es la del Dios de la lucha .
— Sí, y además ni siquiera rasguñaste a Rudeus, imbécil, —le dijo Eris.
— Imposible,— dijo Kalman, que de pronto sintió un fuerte golpe en la espalda que lo hizo estrellarse con un árbol.— ¿Qué demonios?, —dijo Aleksander, cuando vio una figura dorada lanzándole electricidad, que esquivó gracias a su espada.— ¿No vas a pelear con tus espadas, Dios del Cauce?, —me dijo.
— Antes de ser espadachín, soy mago.
— Entonces estás perdido. Un mago jamás ha derrotado a un espadachín,— me dijo sonriendo.
— Veamos qué piensas de esto, ¡EXPLOSIÓN GALACTICA!, grité, lanzando dos esferas de plasma del tamaño de unos balones de fútbol que se desviaron y pasaron por los lados de Aleksander.
— Jajajaja, estúpido, no puedes derrotarme con hechizos. Viste cómo los desvíe con facilidad. Toma esto, Técnica Secreta del Dios del Norte, Fractura de Grave(...) ¡BUUUM! 💥💥 Una gran EXPLOSIÓN se produjo tras la espalda de Aleksander. Era las esferas de plasma que chocaron entre ellas, generando una gran onda de choque que lanzó a Alexander hacia mí, donde le di cientos de puñetazos a gran velocidad, destrozándole su armadura y lanzándolo contra una roca.
— Aghhhh, te voy a matar, maldito, —gritó Aleksander, saliendo de entre los escombros al más puro estilo del Hombre Araña, como cuando Octopus empuja a Peter Parker contra la pared en Spiderman 2.
Aleksander se lanzó furioso sobre mí, sin prestar atención a Eris y los demás, a los que sacó volando con gravedad. Lanzándome un golpe que apenas evité, ya que usó gravedad multiplicado por 5, haciendo más lentos mis movimientos.
A medida que Alek me atacaba, se hacía más rápido y mis movimientos se hacían más lentos, ya que Kajakut ejercía gravedad sobre mí, haciendo mi cuerpo pesado. Era como estar en el planeta de Kaiosama.
Aunque si bien Alexander era veloz, no lo era tanto como Gal Farion, lo que le valía certeros ataques de Eris, Alex y Ruidjerd, que poco a poco lo estaban fatigando. Sentía que estaba llegando al límite, pero también yo había ocupado gran cantidad de maná. No tanto como con Orsted, pero aún así pelear con este sujeto es agotador.
De pronto, Alek se dio cuenta de algo y sonrió. Se dio vuelta y miró a Eris, mientras levantaba su espada. Eris trató de lanzarle la espada de luz pero quedo flotando frente a el apenas a un par de metros .
— Te mataré, perra loca. Técnica Secreta del Dios del Norte, Fractura de Gravedad, dijo, bajando su espada.
Sin pensar, me puse en frente de Eris, la abracé y la cubrí con mi cuerpo recibiendo el ataque directamente. Salimos volando varios metros, mientras Ruidjerd y Alex aprovecharon para atacar las piernas y brazos de Aleksander.
— Uhhhjg, eso dolió. Gracias por salvarme amor, pensé que iba a morir. ¿Rudeus?¿Rudeus? ¿Amor? —Pero Rudeus no respondía. La armadura estaba ilesa, sin embargo, al retirar el casco, sangre salía por la nariz y la boca de Rudeus, estaba inconsciente y respiraba con dificultad . Eris entró en pánico y rápidamente usó un círculo de magia real y lo curó. Sin embargo, Rudeus estaba aún estaba inconsciente.
— ¡Voy a matar a ese hijo de puta!,— gritó Eris, que salió a gran velocidad del bosque, donde encontró a Kalman y Ruidjerd tratando de contener a Aleksander, que los abrumaba con Kajakut.
Eris le lanzó la Espada de Luz, que Aleksander apenas rechazó, pero no del todo, ya que le hirió el abdomen y le clavó una daga en el hombro.
— Aghh, maldita perra, deberías estar muerta. Espera, ¿dónde está el Dios del Cauce?¿Esta muerto?, pregunto Aleksander con una retorcida sonrisa.
—Pffff el jamas perdería contigo. Él ya vendrá, —dijo Eris, sosteniendo la espada sobre su cabeza.
— Ríndete, hijo. Somos cuatro. Tú no podrás contra nosotros. Baja tu arma y se tendrá clemencia si te rindes, —le dijo Alex.
— Cállate padre. Soy el Dios del Norte Aleksander Ryback, Kalman III . Los mataré a todos, —dijo agitado. Aleksander ya estaba poniéndose nervioso.
En ese momento, una figura plateada se estrelló contra un árbol cerca de Eris, y tras él llegó Zanoba, que estaba desnudo de la cintura para arriba. Su armadura estaba hecha trizas.
Doga se puso de pie con su hacha, su armadura estaba magullada y su casco destruido. De entre los árboles llegó Malta, que quedó mirando la situación.
— ¡Dios Ogro Malta! Qué gusto verte, —dijo Aleksander con alegría .— Jajaja, el destino me sonríe. Ven, juntos podremos ganar. Jajaja, creo que estás perdido, papá. No podrás con nosotros dos. El Dios del Cauce está inconsciente o muerto, y Malta los aplastará como papilla.
— Yo matarlos, —rugió Malta, que se abalanzó sobre Alex y compañía. Pero de pronto, algo detuvo su ataque en seco.
— Wuajajajaja, jajajaja, jajajaja, jajajaja.
— ¿Esa risa? No puede ser, dijo Aleksander, mirando hacia los arbustos de adonde se dirigía.
De ahí, una figura en armadura negra apareció: piel azul, cabello blanco atado en una cola de caballo, alas de murciélagos, un hermoso par de tetas y un redondo culito. Era Atoferatofe Ryback, que había llegado a la batalla.
— Wuajajajaja, mis extensiones me dijeron que estabas en peligro, así que vine a apoyarte, Rudeus,— dijo la mujer demonio , mirando tras su hombro, de donde un hombre en armadura dorada apareció.
— Gusto en volver a verla, majestad, —le dije con una sonrisa.
Aproveché esa pausa para curar a Zanoba y Doga. Estos rápidamente se pusieron de pie y Zanoba arrancó un árbol y atacó a Malta junto con Doga. Pero este se los sacó como mosquitos a gran velocidad y les dio tremendos golpes, haciéndolos estrellar contra el suelo.
— Wuajajajaja, interesante, me gustan esos dos. Ese gigante del hacha, y a ese lo conozco, es 4 ojos, Wuajajajaja, esto es divertido, dijo Atofe, lanzándose como una lunática contra Malta, a quien le rompió una espada en un brazo, con el que Malta trató de cubrirse, dejándolo herido. Luego de eso, Atofe le dio un puñetazo en el estómago, mientras Malta caía de rodillas del dolor, pero contraatacó y le dio un puñetazo a Atofe que la sacó volando, pero extendió sus alas y aterrizó suavemente en el suelo.
— Wuajajajaja, jaja, esto es interesante. El Dios Ogro y Alek, jajajaja.
Aleksander la miraba desconcertado. Creo que su cerebro había salido de su cuerpo y lo había dejado abandonado.
— Yo, la Reina Demonio Inmortal Atoferatofe Ryback , los mataré a todos y los borraré de la faz de la tierra, Wuajajajaja.
Tú, Dios Ogro Malta, —gritó Atofe.
— ¿Debo luchar con usted? , majestad, —dijo el Dios Ogro en lengua demoníaca, de manera muy fluida.
— Tu lamentable isla fue tomada por mi guardia personal. Vete de aquí, o ordenaré que los maten a todos. No matarlos es una mejor opción, si eso haré, los mataré a todos, es más divertido matarlos Wuajajajaja. Ahora pelea, —dijo Atofe, tomando posición de combate.
El Dios Ogro la miró atónito, para después saltar hacia un árbol.
— Espera, Dios Ogro, ¿qué haces?,— le gritó Aleksander.
— Isla en peligro, mi deber es proteger a ogros, —dijo en idioma humano, y se fue saltando de árbol en árbol como un orangután.
— No, Dios Ogro, espera. No te vayas, —gritó Aleksander, mientras Ruidjerd y Alex miraban atónitos como la batalla daba un gran giro.
— Abuela, ¿qué haces?, gritó Alexander, —pero antes de Atofe le. Dijera algo, Eris aprovechó su abertura y le lanzó la Espada de Luz. Alek trató de activar Kajakut, pero era tarde. Su brazo izquierdo salió volando, tal como se fue el Dios Ogro Malta.
— Aaaagh, maldita perra, —gritó Alek.
— Esto es por tratar de matar a mi esposa, imbécil,— dije, lanzando Excalibur, que apenas repelió, solo para ser atacado por Alex y Ruidjerd. Con una mano menos, Aleksander no podía hacer nada y el pánico lo invadió, al punto que la batalla se volvió una persecución. Aleksander, por primera vez en su vida, tenía miedo.
A medio camino, Zanoba y Doga colapsaron por el cansancio, así que solo cinco lo seguíamos. Luego de casi una hora, lo acorralamos en el abismo, en una parte donde no podría saltar. Eran unos 300 metros al otro lado.
Alek estaba agitado y respiraba con dificultad.
— Ya ríndete hijo,— le dijo Alex.
— Sí, acepta tu muerte, wuajajaj(…), decía Atofe pero Alex la interrumpió.
— Mamá, ¿podrías quedarte callada un momento y dejarme hablar con mi hijo?, le dijo Alex, muy serio, e increíblemente Atofe le hizo caso y guardó silencio. Wow, eso sí que me sorprendió.
— Alek, perdiste. Perdiste por guardar tu poder para derrotar a Orsted y perdiste el brazo. Y aún así Rudeus, con esa armadura, te habría derrotado. ¿Cuántas veces te dije que siempre debes ir con todo en la batalla? Subestimaste a tu enemigo y perdiste. Ríndete ahora. Soy tu padre. Si te rindes, me aseguraré que nada te pase, lo juro.
— No me rendiré. Tuvieron suerte. Sin esa armadura, habría matado al Dios del Cauce fácilmente y a todos ustedes. Y lo del brazo fue solo una distracción. Además, Malta se fue, maldito cobarde.
— No culpes a tus aliados, Alek.
— Mira quién habla. Hay cinco de ustedes, y tu abuela. ¿Por qué peleas por ellos?
— Él me derrotó en batalla justa,— dijo mirándome . —Como Reina Demonio, tenemos un trato de por vida, Wuajajajaja.
— Alek perdiste, porque no atacaste con todo desde un principio, y cuando lo hiciste, fue cuando ya era tarde. Cuando te viste en problemas, debiste retirarte con tiempo para reagruparte y luego (...).
— Cállate, no he perdido,— dijo, levantando su espada.— Mataré al Dios del Cauce, mataré a los Superd y luego a Orsted, y seré un Héroe, —dijo sonriendo.
En ese momento, dio un golpe en la ladera y mi ojo de visión distante lo vio caer al abismo, pero una perturbadora sonrisa se dibujaba en su rostro.
— ¿Se suicidó?, —dijo Eris.
— No. Huyó. No puedo dejarlo irse, —dije, lanzándome tras él.
— ¡Nooo, Rudeus!,— gritó Eris, mientras corría tras su esposo, solo para que Atofe se interpusiera.
— Sal de mi camino, o te mato dijo Eris sacando su espada.
— No puedes seguirlos. El héroe va tras el enemigo, y tendrán su duelo final, dijo Atofe.
Eris miró a Alex, que miraba triste al abismo.
— ¿Y qué hacemos?, pregunto Ruidjerd
— Rudeus volverá. Aleksander no podrá derrotarlo en su estado, dijo Alex, sentándose cerca de un árbol mientras cerraba los ojos y se cruzaba de brazos.
Mientras Rudeus caía por el desfiladero, veía como Alek atenuaba su caída con Kajakut, de pronto, Aleksander se dio cuenta de su presencia e intentó atacarlo.
— Distorsión Mágica, —dije, haciendo que su caída se acelerara nuevamente, y le di un puñetazo en el rostro. Aleksander trató de cortarme, pero las gemas de la Hidra en el guantelete de mi armadura disiparon la magia y lo volví a golpear, tomándolo del cuello y arrastrando su rostro contra la ladera de la montaña.
Aleksander me dio un golpe en el estómago, lanzándome al otro lado de la ladera. Pero con gravedad, recuperé mi postura, mientras Alek trataba de ralentizar su caída.
— Eres un tramposo, Reidar. Esa armadura es hacer trampa. Eso No es de héroe.
— ¿Y con qué cara me dices eso, desgraciado? Si ocupas Kajakut, infeliz bastardo, hijo de puta,— decía mientras lo golpeaba y evitaba que usara Kajakut.
— ¡Te mataré, y mataré a todos!, —me gritaba Aleksander con el rostro ensangrentado, lanzándome un veloz golpe con Kajakut, el cual me dio de lleno, cortándome la pierna a la altura de la canilla. Tuve que parar mi caída para recuperar la pierna y con magia de curación me la pegaba.
Alexander ralentizó su caída nuevamente, pero aproveché su distracción y le corté ambas piernas con Hornet y le lancé Excalibur a quemarropa, cortándole la otra mano. Aleksander dio un feo golpe en el fondo del abismo, quedando en un charco de su propia sangre y con los ojos abiertos. Estaba muerto.
Cuando aterricé con mi espada ropera en mi mano, me saqué el casco y miré su cadáver, o eso creía. El desgraciado estaba sin piernas y sin brazos, y desangrándose, pero estaba vivo.
— Eres un hijo de puta muy fuerte,— le dije.
— Tú no me ganaste, Dios del Agua. Tuviste suerte. Esa armadura te ayudó. No peleas como hombre, no deberías ser Dios de nada. Eres un fraude.
— Me importan 25 años luz de verga lo que pienses, payaso,— le dije.
— Eres fuerte, Reidar, te lo reconozco. Derrotaste a Gal Farion, pero no eres nada comparado conmigo. Si fuera una pelea solo los dos con espadas, te ganaría fácilmente.
— Usas Kajakut eso es ya una ventaja, así que ya cállate.
— Y tú usas tu magia. Estamos a mano. La armadura estaba de más. Soy mejor que tú.
— No podría importarme menos. Ya ríndete, Alek. No quiero matarte.
— No lo harás. No puedes. Eres un cobarde. Pensé que eras un héroe, pero eres una gallina que no sabe pelear solo. Jajajajaja, no vales nada, Rudeus Greyrat.
Lo mire en silencio y le lancé Magia Imperial de Curación, reponiendo todo su cuerpo. Él me miró atónito y dio una sonrisa siniestra.
— Wuajajajaja, eres un imbécil, dijo, recuperando Kajakut. El hecho de que me curarás no hará que te muestre clemencia por ti . Te voy a cortar en mil pedazos, y luego mataré a todos. Seré el. Héroe más grande de la historia, los bardos cantarán sobre mi, los poetas y bates escribirán odas sobre mis triunfos y (...).
Blablabla ya callate estúpido . Es de lo único que hablas, imbécil. Sabes, creo que eres así porque no eres más que un pusilánime e inseguro niño idiota, que tiene tan poca autoestima que busca la aprobación de los demás, solo porque papi no quiso enseñarle sus técnicas, pero sabes que, Entiendo a Alex su hijo es demasiado idiota y un mocoso Despreciable . ¿Porque no te buscas una chica y le pides que te quite la virginidad? o ¿tal vez te gusten los tipos? .
— Grrrrr no soy Gay, me gustan las mujeres, te mataré imbecil, Fractura de (...).
No alcanzó a decir nada, cuando le di un puñetazo en el estómago haciéndolo estrellarse contra la ladera del abismo.
— Aaah, esa armadura, maldita sea. Eres como el Dios de la Lucha. La armadura te da el poder. Tú no lo tienes. Solo lo usas.
— No, te equivocas. Esta armadura debo darle poder. Es como una aura de batalla extra. La armadura del Dios de la Lucha tiene vida propia e incrementa tus habilidades con el poder que esta ya posee. Esta es solo una armadura mágica, solo que más fuerte.
— Sin ella no eres nada, —me dijo el soquete con una sonrisa de burla y triunfo.
Lo miré y me saqué mi armadura, que volvió a su forma de objeto, dejando impresionado a Aleksander.
Luego tomé mis espadas y me las puse en la cintura.
— Jajajajaja, eres el Dios del Cauce y caíste en mis provocaciones. Jajaja, qué idiota eres. Esa es una técnica de tu escuela y caíste en eso. Jajaja, y logre hacerte sacar la armadura. Estás perdido, —dijo, mientras levantaba la espada para destruir la armadura dorada, pero lo lancé con gravedad cientos de metros más allá.
— Estás muerto, —dijo, saliendo de entre los escombros, mientras tomaba Kajakut con ambas manos y empezaba a tomar postura para lanzar Fractura de Gravedad. Rápidamente, conjure Muro de Cristal y aumenté la gravedad frente a mí, logrando bajarle un poco el poder al ataque, pero aún así fue tan fuerte que me lanzó varios metros, mientras varios wyrm de tierra caían hechos pedazos alrededor. La mayoría de Wyrms se elevaron alejándose de la batalla.
Cuando el polvo se disipó, Aleksander corría hacia mí a toda velocidad para lanzarme un ataque, que bloqueé con Muros de Tierra que cortaba como mantequilla mientras corría tras de mí. Mientras, yo me alejaba con magia de viento, cuando destruyó la última muralla, me vio con las manos empuñadas sobre mi cabeza, y le lancé Ejecución Auro (...), quiero decir, Cero Absoluto. Aleksander paró su avance: tomó su espada, y esta desvió el ataque por los lados, dejando ambas laderas congeladas, junto con algunos wyrm de tierra e insectos.
Con gravedad, elevé cientos de piedras que se las lancé a toda velocidad, mientras Aleksander las destruía sin tocarlas, con la gravedad producida por Kajakut.
Mientras en la quebrada, Eris miraba preocupada, y estaba por bajar.
— Eris, debes dejarlo,— le dijo Alex.
— Pero no puedo, Debo protegerlo iré, —dijo lista para saltar.
— Eris, Rudeus no peleará tranquilo si tú estás ahí con él,— le dijo Ruidjerd, momento en que el cielo se oscureció de pronto, formando densas nubes negras que crepitaban en electricidad, y la temperatura hizo que todo se congelara.
— Oh, mierda, salgamos de aquí, ¡Ahora!, —gritó Alex.
— ¿Qué sucede?, —dijo Eris, que no quería salir de la ladera del abismo.
— ¡Rápido, Ruidjerd! Debemos salir de aquí,— le dijo Alex, mientras Ruidjerd tomó a Eris, que pataleaba, mientras huían al bosque.
— ¡Rápido, madre, vámonos !, —le dijo Alex a Atofe, quien siguió a su hijo.
— Suéltame Ruidjerd ¿Qué mierda está pasando?, —preguntó Eris, enfurecida.
— Ese maldito me mintió, —dijo Alex con una sonrisa.
— ¿Quién tu hijo?, —preguntó Eris.
— Jaja, tu esposo, —le dijo, mientras se refugiaban en un agujero que dejó la gran batalla.
Mientras en el abismo, Alex estaba frente a Rudeus, que sostenía la espada Hornet.
— Es hora de terminar con esto, Rudeus. En mi mano derecha, una espada. En mi mano Izquierda una espada, con estas manos co(...).
Pero de pronto vio como la electricidad cubría el cuerpo de Rudeus, y el cielo se volvía negro de extrañas nubes que lanzaban rayos y ventiscas que congelaran todo casi de inmediato. Cuando Alek miró a Rudeus, este tenía su espada por sobre su cabeza tomada con dos manos y estaba flotando varios metros , mientras electricidad chisporroteaba por todo el ambiente. Alek sintió cómo su cabello y los bellos de sus brazos se ponían de punta, mientras todo se oscurecía y no se podía ver nada, todo estaba negro como una noche sin luna.
De pronto,mucho silencio, no se escucha el crepitar de la electricidad . Un silencio incómodo, cuando de pronto Rudeus brillaba de electricidad como si se hubiese vuelto un ser eléctrico.
— ¡Técnica Secreta del Dios del Norte, Fractura de Gravedad!,— Grito Aleksander.
— ¡Quinta Técnica Secreta del Dios del Cauce, Espada del Dios del Agua!,— gritó Rudeus, mientras el ambiente se congelaba y una gran cantidad de electricidad salía de él mientras bajaba su espada . Ese ataque chocó con Fractura de Gravedad, provocando una tremenda explosión que hizo derrumbarse gran parte de las laderas del abismo, después de la exosion hubo un largo silencio, que se rompió cuando alguien salía de los escombros.
—Busqué mis espadas, qué encontré a mi lado, no les había pasado nada. Eso es bueno, una ventaja de tener una espada mágica. Mi vieja espada de dos filos y mi sable se habían hecho mil pedazos cuando los usé para atacar a Alek. ¡Mierda, dónde está ese idiota!, dije, pero tenía las piernas rotas y varias costillas también, así que me lance magia de curación, para luego ponerme de pie y disipando el polvo con magia de viento, preparándome para un ataque de Kalman III.
Pero no era necesario. Lo encontré unos 50 metros más allá. Tenía quemaduras de tercer grado, sus piernas estaban hechas trizas y no tenía brazos. Kajakut estaba a su lado, su pelo había desaparecido y estaba chamuscado. Para que se hagan una idea, estaba en peores condiciones de como Palpatine encontró a Anakin luego de la pelea con Obi-Wan.
— Esa fue la espada mágica del Dios del Agua, jajajaja. ¡Increíble! Ni siquiera mi padre vio esa técnica. Reidar Reí nunca la utilizaba. Decía que era muy poderosa. ¿Cómo te volviste electricidad?,— me preguntó Alek.
— No lo hice. Comprimi electricidad y esta cubrió mi cuerpo sin tocarlo, en una especie de aura de batalla extra. Y cuando bajé la espada, todo ese poder va dirigido al oponente, junto con Cero Absoluto, que congela todo tras ellos. Es una técnica abrumadora. Por eso no la usé. No quería dañar a mis amigos allá arriba.
— Jajaja, desgraciado.
— Ríndete, Aleksander. Te llevaré arriba y te curaré.
— No. Soy un héroe, y no has ganado aún. Te mataré, mataré a los Superd, y mataré al Dios Dragón.
— Ya basta, lunático de mierda. Perdiste, te gané sin armadura, sin nada. Ya ríndete. ¿Tanto para ti es ser un héroe?
— No eres más poderoso que yo. Solo tuviste suerte. Me quedé viendo esa técnica y me desconcentré. Debí atacarte de inmediato.
— ¿Eres un apóstol, Aleksander? ¿El hombre dios apareció en tus sueños?
— Sí, hace mucho tiempo, pero no lo tomé en cuenta. No confío en él.
— ¿Y por qué me atacas, idiota?
— Ya te lo dije. Si te mato a ti y a los Superd, seré un héroe. Ese es mi destino.
— Cállate. No tocarás a los Superd.
— Jajaja, los mataré a todos. Y sobre todo a ese amigo tuyo, Ruidjerd. Lo mataré y lo crucificaré. Y también a todos los amantes de esas bestias: a ti, a tu esposa, a Cliff y a esa elfa, a Doga y a esa chica rubia que estaba con ellos, tu hermana. Los mataré a todos, jajajajajaja, jaja.
— Cállate, te mataré, grité mientras le lanzaba magia de gravedad.
— Aaaaaagh, gritó Aleksander, antes de que reventara en mil pedazos, dejando un charco de sangre, huesos y tripas. El Dios del Norte estaba muerto.
— Eso te pasa por intentar matar a los que amo, imbécil bastardo, —dije, mientras tomaba a Kajakut.
La espada era inmensa, pero muy ligera. Ahora entiendo por qué este tipo la dominaba tan bien. ¡Mierda, qué le digo a Alex?, pensé. Aleksander Era un idiota, pero era su hijo. No, Atofe habló con él, Alex habló con él, y yo le pedí que se rindiera y no hizo caso. Este tarado era un peligro. Será mejor sepultarlo, dije, mientras conjuraba una tumba y con magia de viento empujaba sus restos ahí. Puse una tapa, dije una oración y me volví a poner la armadura dorada, con Kajakut subí usando la gravedad de esta.
Cuando llegué a la cima del abismo, ya era de noche. Mientras regresaba, me topé con dos soldados de Bieheril perdidos, así que los tomé como prisioneros. Resultaron ser un capitán y un soldado. Cuando me vieron con Kajakut y la armadura dorada, entraron en pánico, pero no les hice nada y no trataron de defenderse. Rápidamente se rindieron y los llevé a la aldea. La Batalla del Bosque del No Retorno había terminado.
Un poco más allá sin que Rudeus se diera cuenta había un monumento a las 7 grandes potencias, y el símbolo del lugar séptimo había cambiado, ahora eran tres lanzas entrelazadas, era el símbolo de la tribu Migurd, el mismo símbolo que Rudeus tenía en su collar, el cual Roxy le había regalado cuando tenía 5 años.