"¿Estás segura de que quieres conocerla? ¿Estás segura de eso? ¿Y si trata de hacerte daño? Creo que no deberías ir, Erika—la voz de Ethan continuaba llenando los oídos de Erika y esta no pudo evitar suspirar impotente.
Desde que daba la espalda a Ethan, se giró para mirarlo y pudo ver sus ojos preocupados, su frente arrugada y su postura inquieta.
No sabía qué hacer con sus manos que estaban en sus caderas mientras él se paraba como una mujer casada que esperaba que su esposo le diera dinero para ir de compras después de que él se negara a darle algo. Esa postura hizo que Ethan provocara una risa en ella y su ya arrugada frente se arrugó aún más.
—¿Por qué te ríes? —preguntó Él. Y ella rió aún más fuerte esta vez, abriendo su boca ampliamente mientras su tono de risa se hacía eco en la habitación.
Ethan miró el espejo para ver si tenía algo en su cara pero desafortunadamente, no había nada. También revisó su ropa pero aún así terminó con el mismo resultado.