—Felicia se vistió y se preparó para salir, pero los guardias de seguridad la detuvieron y dijeron:
—Lo siento, pero el jefe Adrián instruyó que ninguno de ustedes salga de este lugar hasta que él regrese.
—Felicia resopló. —¿Y cuándo va a pasar eso? No lo hemos visto durante tres buenos días. ¿Cuándo va a aparecer? —cuestionó.
—No lo sabemos, señora, pero hasta que él regrese, tendrá que quedarse aquí —respondió el guardaespaldas.
Felicia se burló antes de volver a entrar en la mansión con una mueca en su cara. Han pasado días y Adrián todavía no ha regresado. Esto comenzaba a molestarla.
—¿Dónde podría estar? —se preguntó en voz alta mientras sus tacones chocaban con el suelo al regresar al interior. En el camino, se topó con Erika que parecía estar paseando.
—Felicia, ¿a dónde vas? —Erika preguntó a la última mientras estudiaba su vestido. Al notar que Felicia se vestía más moderadamente de lo que normalmente hacía cuando salía, comentó: