En Nueva York, Erika estaba en el apartamento de Ethan, limpiando el lugar ya que él no estaba. Cuando acabó, el cansancio la abrumó, haciéndola desplomarse en el sofá, agotada.
Después de conseguir fuerzas para levantarse, se dirigió al baño para tomar una ducha relajante. Después de 20 minutos, salió del baño, vistiendo una bata blanca con una toalla en su mano que usó para secar su cabello mojado.
De repente, su teléfono sonó. Caminó hacia él y cogió la llamada.
—Buen día, señora, pero Adrian Hart vino a la empresa a buscarla —dijo Eve desde el otro lado. La recepcionista ya le había informado acerca del desconocido que buscaba a su jefe.
—Cuando vuelva a aparecer, échale —instruyó y Eve obedeció.
Erika colgó el teléfono y sonrió. —Debe estar devastado al descubrir que su esposa le engañaba —dijo para sí misma. Abrió su teléfono y desplazó su lista de contactos para ver si podía encontrar el número de teléfono de la comisaría de nuevo.