Qiao Xi se dio la vuelta. El hombre parecía subyugarla con cada paso que daba, y ella no pudo esquivarlo a tiempo. Fue empujada instantáneamente hacia un rincón estrecho. Levantó lentamente la mirada y observó los profundos ojos color marrón claro del hombre.
Las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa significativa. Bajó la cabeza y la miró con cariño.
El corazón de Qiao Xi tembló mientras una sensación conocida se apoderaba de su corazón. Bajó la cabeza en un pánico, pero la aura abrasadora llegó a su cuerpo y le impidió ignorarla.
Gu Zheng entrecerró los ojos y presionó su brazo contra la pared junto a ella, reduciendo la distancia entre ambos. Su voz era ronca y gentil. —¿Señorita Bai?
La respiración de Qiao Xi casi se detuvo y su mente quedó en blanco. —Gu... ¿Gu Zheng?