La pecho de Shen Yan sintió un dolor leve. Suspiró tranquilamente y dijo:
—¡Por favor agradece a Lu Yan en mi nombre!
—Sí —respondió la señorita Na y salió.
Shen Yan fue la única que quedó en la oficina. Miró la caja térmica y estaba a punto de beberla. Cuando su mano tocó la caja aislante, recordó la historia aterradora que Lu Yan le contó cuando la llevó a su casa a comer hotpot. Cuando pensó en los ojos oscuros de Lu Yan, Shen Yan no pudo evitar estremecerse.
Shen Yan cogió la propuesta y se echó en el sofá para volver a leerla.
Shen Yan la miró y se durmió sin darse cuenta.
Después de una cantidad desconocida de tiempo, Shen Yan oyó un golpe en la puerta. Recogió la propuesta que cubría su cara confusa y la puso a un lado. Se levantó con sueño y dijo:
—¡Entra!
Esta vez, no fue la señorita Na quien entró, sino Fu Hang.