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Escuchando las quejas de Lu Cheng, Chu Tianye retorció la boca y replicó:
—Tío Cheng, ¿tu motivo por no casarte no será por esto, verdad? Después de todo, este rumor acaba de comenzar a difundirse. ¡Pero tú no te has casado en quince años!
Lu Cheng:
!!
Tiró de su boca:
—No tienes que decir toda la verdad.
¡Demasiado cercano a casa!
Chu Tianye sonrió:
—Está bien, iré a casa y explicaré por ti. ¡La tía Ye Lü debe estar en casa de mi madre!
La expresión de Lu Cheng cambió instantáneamente, y él personalmente acompañó a Chu Tianye a la puerta, diciendo:
—Pequeño Ye, pequeño joven maestro, he estado manejando la empresa para ti todos estos años. Hasta la Corporación Chu ha sido descuidada. Por favor ayúdame a manejarlo. ¡Mi futura felicidad depende de ti!
De repente, Chu Tianye soltó una risita: