Le resultaba difícil tragar por un momento. ¡Esas palabras que acababan de salir de sus labios eran increíblemente excitantes que realmente la hicieron salivar! Al darse cuenta de eso, un rubor avergonzado se extendió desde su cara hasta sus pechos. Sin embargo, al mismo tiempo estaba increíblemente excitada.
—Sí. Por favor... —respiró, sintiendo ya la intensa y familiar pulsación entre sus piernas. Él ni siquiera la había tocado aún y aquí estaba ella sintiendo como si hubiera pasado una eternidad desde la última vez que él estuvo dentro de ella. ¡Aunque en realidad habían hecho el amor justo anoche!
Él la inclinó sobre el sofá junto a la gran ventana como si ya no pudiera perder ni un milisegundo más en llevarlos a ambos a esa enorme cama que estaba literalmente a solo unos pasos del costoso sofá antiguo.