Los únicos sonidos que se podían escuchar en el baño justo ahora era el golpeteo del agua cayendo como gotas de lluvia sobre ellos, su respiración agitada y las de él, calmadas y controladas. Ezequiel no se movía ni hablaba. Su brazo se mantenía laxamente envuelto alrededor de su cintura y su mano descansaba en la parte baja de su espalda.
El tiempo transcurría y el calor que los había conducido a ambos a un frenesí había disminuido. La respiración de Alicia finalmente se había estabilizado también. Luego, emociones oscuras chocaron contra ella como olas gigantescas.
Comenzó a darse cuenta de que si no hubieran parado a tiempo... si no hubiera dicho esas palabras en voz alta accidentalmente y hubieran terminado huyendo...