Tan pronto como las dos brujas llegaron al Bosque Negro, Alicia se dirigió apresuradamente a la cueva de cristal. Ella había planeado hablar con Zeres en cuanto regresaran, pero en ese momento, Alicia tenía que lidiar con el caos en su cabeza. Necesitaba calmarse y tranquilizar su mente antes que nada, o de lo contrario Zeres también comenzaría a cuestionar qué le estaba sucediendo y qué era lo que había visto.
Sin embargo, antes de que Alicia pudiera comenzar el cántico para abrir la puerta secreta hacia la cueva de cristal, Zeres capturó su muñeca.
—Suéltame, Zeres. Hablaremos cuando salga. Sólo dame un momento, por favor —dijo ella, y afortunadamente, aunque Zeres estaba reticente, soltó su mano.