Los labios de Alex se contrajeron, definitivamente no quería estar de acuerdo con Zeke aunque entendió lo que Zeke estaba tratando de decir.
—¡Maldición! —maldijo Alex. Las cosas problemáticas seguían llegando como fichas de dominó que caen. ¡Todos venían a él al mismo tiempo! No le estaban dando un momento para resolver un problema antes de que llegara otro. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Estaba el mundo tan malditamente en su contra?! Era como si todos los dioses que solían favorecerlo ahora estuvieran en su contra.
—Abigail lloraría de nuevo si yo hiciera eso. Ella huyó y yo solo hablé de la posibilidad de casarme con otra persona. ¿Qué haría ella si yo hiciera esto también? —Alex sacudió su cabeza.
—Entonces, ¿qué tal si pides su sangre en su lugar? La razón por la que ninguna de las mujeres puede satisfacerte más podría ser por culpa de ella —le sugirió Zeke.
La mirada de Alex hacia él se volvió aguda. Parecía impactado por esta sugerencia y su cara se volvió dura.