Alex seguía de pie en la misma posición en la que Abigail lo dejó cuando Zeke entró en la casa. Sus ojos estaban vacíos, oscuros y fríos como el hielo.
Zeke lo miró pero el hombre ni siquiera parecía notarlo. No fue hasta que Zeke le habló que él volvió al presente.
—¿De verdad no vas a ir tras ella? —preguntó Zeke, tan compuesto y tan carente de emociones como siempre.
Finalmente, Alex se movió y levantó la cabeza para mirar a Zeke. Luego miró el anillo en su palma por un largo rato, pareciendo caer nuevamente en el abismo. Aclaró su garganta y negó con la cabeza, y parecía haber vuelto finalmente a la realidad, pero su primera reacción fue una risa sarcástica forzada.