Download App
68.23% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 174: Cita tímida (I)

Chapter 174: Cita tímida (I)

Cuando llego al punto de reunión, Ya Xiulan está esperando. Me mira un instante, luego baja la cabeza. Tímida. Un poco roja. No sé si es porque va a estar a solas conmigo. O por el vestido que lleva. Más atrevido de lo habitual. Bueno, tampoco puede realmente decirse que sea atrevido. Solo un poco menos tapado. Un poco más ajustado. Está incluso maquillada.

–Hola, ¿te he hecho esperar?– la saludo.

–N… No. Aún es pronto… Ho… Hola– responde.

–Oh. Veo que te has maquillado. Te queda bien. ¿Han sido Liu'er y Lang'er? Para otra cosa son muy perezosas, pero para esto…

–No me han dejado decir que no, no me han dado opción– se queja, sin mirarme.

–Ja, ja. Son así. ¿Vamos?– propongo.

–Va… mos– acepta.

Se pone a mi lado. Un poco más atrás. Me mira, a no ser que me gire hacia ella. Al menos, lo estaba haciendo las dos veces que me he girado. Ha apartado la mirada en cada una de ellas.

–¿Hay algo que quieras visitar, aparte de joyas o materiales? ¿Quizás ropa?– le pregunto.

–Esto… Lo que tú quieras– vuelve a responder con timidez.

Me detengo y la miro. Ella se para en seco. ¿Está asustada? No estoy seguro. Quizás me he puesto muy serio. Bien, por un momento, lo estaré.

–Esto no funciona así. Si hay algo que yo quiera, vamos. Si hay algo que tú quieras, vamos. Me enfadaré si no me lo dices– amenazo.

Aunque lo cierto es que no creo que sea muy convincente. Me es imposible enfadarme con ella.

–Va… Vale– responde.

Oh. ¿Ha sonreído? Aunque tímidamente, diría que sí. 

–Vamos– la cojo de la mano.

–Eeh…

Parece que la he sorprendido cogiéndola. Ha sido un tanto inconsciente. Con las otras chicas, lo solemos hacer. Aunque no con ella.

–Lo siento, ¿te molesta que lo haga? Ha sido sin pensar– le pregunto, señalando a su mano con la mirada.

–Es… Está bien– responde ella.

Ahora sí que está roja. Parece nerviosa. Solo nos hemos cogido de la mano. Quizás debería hablar con ella de algo con lo que se sienta a gusto. Está demasiado tensa.

–¿Qué diferencia hay ahora que puedes grabar nueve runas?– le pregunto.

–Ah… Bueno… Puedo hacer los encantamientos un poco más fuertes. El tuyo, por ejemplo, almacenaría menos qi si fuera de ocho. Además, con cada runa nueva, se pueden hacer encantamientos más difíciles– me explica.

Se ha relajado un poco. Hablar de lo que le gusta la ayuda a ganar confianza.

–¿Entonces después vienen diez, once, doce…?– me intereso.

Parece que es tan sencillo como añadir más runas.

–No exactamente. Nueve es el número para completar un símbolo. Pueden colocarse varios símbolos consecutivos, o incluso runas sueltas, pero eso puedo hacerlo ya, si caben. El siguiente paso es superponer runas. Así, se pueden hace símbolos más complejos. O entramados de símbolos. Cada combinación es diferente, y no todas funcionan. Algunas oponen resistencia, se necesita más cultivación para grabarlas– me sigue explicando.

–¿Runas unas encima de las otras? ¿No se estropean las de debajo?– le pregunto, extrañado. No lo acabo de comprender.

–Ji, Ji. ¡Claro que no! ¿¡Cómo puedes pensar eso!? ¡Las runas se inscriben en diferentes capas! Se hacen un nivel, se tapa con el metal, y se añade el siguiente. También puede ser necesario hacer canales para que se comuniquen entre ellas– se ríe, antes de hacerme un curso acelerado de inscripción de runas.

–Parece complicado. Realmente eres increíble. Y deberías reír más. Estás preciosa cuando lo haces– la alabo.

Ella aparta de nuevo la mirada. Su rostro, que había ido recobrando su color habitual, vuelve a enrojecer. Quizás no se lo debería haber dicho. Ahora que se había relajado… Bueno, ya es tarde. Me aprieta un poco más fuerte la mano.

–¿Cómo te interesaste por la joyería? ¿Hiciste las pruebas y te gustó?– vuelvo a preguntar.

–No… Bueno, sí… Hice las pruebas, pero ya quería entrar…– confiesa.

–Oh, ¿y eso?

–Bueno, mis padres son joyeros. Siempre los veía hacerlo, y me interesé de niña– responde sin mirarme.

Ya veo. Me pregunto que se debe sentir teniendo padres.

–¿Tus padres? ¿Están en la ciudad? – le pregunto, antes de darme cuenta de que quizás no quiera hablar de ello –Perdona si te he preguntado algo muy personal. Olvida la pregunta.

–No, no. Está bien. No es ningún secreto. Viven en una ciudad a unos 100 Km al sur. Shangan. Están contentos de que haya llegado a Alma. Ellos apenas están en las primeras etapas de Génesis. Claro que allí el qi no es muy denso– me explica.

Hay nostalgia en su voz. Su mano vuelve a apretarme.

–Los debes de echar de menos. Al menos, no está tan lejos. Puedes ir a verlos de vez en cuando– presupongo.

–No puedo…– responde, deteniéndose, su voz quebrada.

Me giro sorprendido. Sus ojos se han humedecido. ¿Qué ha pasado?

–Xiulan'er… ¿Estás bien?

Nunca la había visto así. Ha sido de repente.

–Es culpa de ese idiota mujeriego dictador. Sob… Si no fuera por él, podría verlos…– empieza a sollozar. Me coge de la ropa. Tiembla.

La abrazo. Sus lágrimas humedecen mi ropa. Acaricio suavemente su cabello por detrás. No le pregunto. Ya hablará si quiere.

–Si ve una chica que le gusta, hace lo posible para seducirla. Si no lo consigue, la rapta. Y sus matones también lo hacen si al jefe no le interesa. Mis padres me han prohibido volver. Si me ve, con mi cultivación pero más débil que él, correría peligro. Por eso, me mandaron aquí. Para que estudiara y tuviera futuro. Lejos de él. Si no entraba en la secta, tenía que quedarme en la ciudad. ¡Lo odio! ¡Lo odio! ¡Lo odio!– se desahoga.

Me golpea un poco. Aunque sin fuerza. Parece que todos tenemos nuestros problemas. Incluso una chica tan adorable como ella. Lo único que puedo hacer es dejarle llorar hasta que se calme.

–Lo… Lo siento– se disculpa al cabo de un rato, con los ojos rojos.

–Está bien. Es también difícil para ti. Cuando sea suficientemente fuerte, te acompañaré a verlos. Si alguien te molesta, le daré una buena lección– le aseguro, sonriéndole, secándole las lágrimas.

–Vale– ella asiente, forzando una sonrisa.

—————

Un poco más tarde, llegamos al mercado. Parece un poco más relajada tras desahogarse. Aunque no me ha dirigido palabra desde entonces. Creo que está avergonzada. Mmmm. Huele bien.

–Mira, han montado un puesto de crepes. ¿Te apetece uno?– le pregunto.

–Eh… Yo…

No acaba de responder. La arrastro hasta el puesto.

–Uno de queso con carne de oso– pido.

Es el crep del día. Supongo que han conseguido barata esa carne.

–¿De chocolate? La última vez lo pediste y pareció gustarte– le pregunto a Yan Xiulan.

Ella asiente. De nuevo, roja.

Nos sentamos en un banco cercano. Comiendo nuestros crepes. En silencio. El mío está bueno. La carne es crujiente. La miro morder el suyo. Me tengo que contener. No puedo.

–Ja, ja, ja.

Ella me mira extrañada. Tiene la boca toda manchada de chocolate. Incluso un poco en su mejilla.

Señalo mi boca alrededor. Luego a ella. Ella enrojece. Se pasa la lengua por los labios. Como una niña pequeña. Está muy graciosa. Se limpia apresuradamente con un pañuelo.

–No te rías…– se queja.

–Te queda un poco aquí– le limpio con el dedo un poco que quedaba en la mejilla.

Me lo llevo a la boca. Es dulce. Oh. Me está mirando muy fijamente. Con los ojos bastante abiertos. Roja como un tomate. ¿Por qué?

–¿Pasa algo?– le pregunto.

–¿Cómo puedes hacer eso?– me acusa.

–¿El qué?

No tengo ni idea de qué habla. Ella va a decir algo, pero se calla. Un par de veces.

–Era mi chocolate…– se queja al final, girándose.

No sé. Tengo la sensación de que no era eso lo que quería decir. Estoy bastante seguro de eso. ¿Le ha avergonzado que le quitara el chocolate de la cara, o que me lo comiera? Supongo que no puedo preguntárselo.

–Pues muerde un poco del mío como compensación– le ofrezco, acercándoselo, intentando no reírme.

Ella lo muerde de golpe. Como enfadada. Puede que le moleste que me haya reído. Luego vuelve a girarse. Como indignada. Aunque de repente hace algo raro. Se pone la mano en la boca. Y vuelve a ponerse roja. ¿Cuántas veces lleva hoy?

Lo cierto es que se come el resto del su crep en silencio. Sin mirarme. Por lo menos, no dice nada cuando la cojo de la mano para ayudarla a levantarse.

—————

Recorremos los puestos sin prisa. Cuando hay algunos de materiales o joyas, nos detenemos más rato. Luego, a veces es ella quien me vuelve a coger de la mano. La primera vez que lo ha hecho, casi me suelta. Y se ha puesto muy roja. Las siguientes, parecía avergonzarse, pero menos.

A medida que vamos mirando, sonríe más. Esa sonrisa en su rostro claro ligeramente pecoso es preciosa. Estoy tentado de acariciar los tirabuzones que se forman en su cabello. Son adorables. Pero no quiero que esos ojos marrones me miren enfadados. Como con el crep. Ha estado muy graciosa.

–¿Cuánto por esta piedra?– pregunta.

–100.000 puntos. O 50 de oro– responde.

No sé si es cara. Pero se pasa con el oro. Con 5 oros podrían comprarse 250.000 puntos. Es exagerar un poco.

Noto como su mano me aprieta sin darse cuenta. Parece que está muy interesada. Pero debe de ser caro para ella. Parece un poco decepcionada. Hace intención de irse.

–¿100.000 puntos por una piedra? ¿No es demasiado?– pregunto.

–No tienes ni idea. Por dentro puede tener cristales de gran valor. Estas rocas forman cavidades, como una caverna llena de ellos– explica el vendedor.

–¿Puede? ¿Ni siquiera estás seguro? ¿100.000 puntos por una posibilidad? ¿En serio?– respondo con cierto desdén.

Ella me mira con los ojos muy abiertos. Queriéndome decir algo. Entiendo que puede valer eso. Pero eso no quiere decir que no pueda regatear.

Con el pulgar, acaricio el reverso de su mano. Para tranquilizarla. Queriéndole decir que he entendido. Ella se tensa un poco por un momento. Me sigue mirando.

–¿¡Qué vas a saber!? En la pedrería, lo venden a ese precio, es lo normal– intenta convencernos.

La pedrería es el nombre coloquial para una de las secciones del Gran Hall de Comercio. Es la zona en la que se venden gemas. Y supongo que este tipo de piedras.

–Pues, por ese precio, iría a comprarlo allí. Tendría alguna garantía, tienen una reputación que mantener. ¿Con qué reputación cuentas para pedir el mismo precio? ¿De dónde la has sacado? ¿No la habrás recogido por la montaña solo por tener un aspecto parecido?– pregunto, intentando aparentar desconfianza

Él me mira apretando los dientes. Sabe que tengo razón. No puede venderme al mismo precio que la "pedrería" sin garantías. Creo que lo ha pedido porque la ha visto interesada. Y algo inocente. Bastante, más bien. No está acostumbrada a regatear. La última vez, las demás chicas lo hicieron por ella.

–Te puedo bajar a 90.000 puntos, es mi límite– finalmente cede.

–Ja, ja. ¿Es una broma? 1.000, y ya me parece mucho– contraoferto.

Tengo experiencia. Aquí cogen a esclavos de la secta para limpiar. Ahora mismo, hay al menos tres. Yo había venido unas cuantas veces. Sé cómo va esto. Los había oído burlarse de los clientes por haber vendido algo por la mitad de lo pedido. Con el cliente creyendo que había hecho un gran trato.

–Al menos ofrece un precio razonable. Por ese, no te lo dejo ni mirarla– protesta.

Sin duda, el precio que he ofrecido es demasiado bajo. Lo sé.

–¿Y 90.000 qué es? Seguro que hay rocas por ese precio en el Gran Hall– refuto.

–Mira, 85.000, y es mi última oferta.

Al cabo de un rato, ha bajado a 40.000. No quiere bajar más. Pero yo me niego a subir de 10.000. Por su reacción, creo que puede venderlo a ese precio. Ha cambiado el lápiz de sitio. Creo que es un tic. Los hay que se muerden las uñas. O que aprietan los puños. Que mueven los dedos. Que se tocan el pelo. Una vez, los oí hablar de ello, cuando se reían de los clientes. Desde entonces, empecé a fijarme. Y muchos lo tenían. Lo vi repetir varias veces. Hablando con otros esclavos, me explicaron situaciones parecidas.

–Es demasiado. 10.000 es el límite que voy a pagar. No hace falta que hagas otras ofertas– aseguro.

–No es suficiente– se niega.

–Vámonos– cojo a Yan Xiulan de la mano.

Ella me mira reacia, pero me hace caso. Nos alejamos unos pasos mientras le susurro.

–¿Te parece bien ese precio? Puede ser totalmente falso.

–No creo que sea falso. Tienen la textura adecuada. Por el peso y el sonido, está hueco. Por ese precio, vale la pena arriesgarse, creo– responde, indecisa.

Aunque no me lo dice, creo que son bastantes puntos para ella. De todas formas, parece decidida.

–Si no dice nada, podemos hacer ver que discutimos. Así puedes ir y comprarlo– le propongo.

–Eres casi peor que Lang'er y Liu'er– me mira con los ojos muy abiertos, casi escandalizada.

¿Casi? ¿Qué hicieron ellas? No sé si quiero saberlo.

–Está bien, 10.000. Solo por esta vez– se resigna una voz a nuestra espalda.

Me mira sorprendida. Me dedica una enorme sonrisa. Solamente por eso, ha valido la pena. Es preciosa.


Chapter 175: Cita tímida (II)

Entre risas y avergonzada, me cuenta lo que hicieron mis pervertidas. Regateaban enseñando bastante escote. O casi enseñando su ropa interior. Quejándose de que era mucho. Seductoramente. Haciendo al vendedor seguir bajando. Para que se quedaran más. Queriendo acabar de ver bajo su falda. Que se agacharan un poco más y mostraran sus pechos. No es que me sorprenda. Suspiro.

Está encantada con la roca. La ha estado abrazando durante un rato. Hasta que la he puesto en mi anillo de carga cuando se ha cansado. Ha querido pagármela. Pero le he asegurado que era un adelanto. Que tengo trabajo para ella.

–¿Qué quieres que haga?– pregunta con curiosidad. No ha dudado de mi palabra ni por un instante.

–¿Has hecho alguna vez piercings?– le pregunto.

–No. ¿Cómo son?– se interesa.

–Luego vamos a ver a esas negociantas pervertidas. Dijeron que tenían, aunque ya no los llevan– le propongo.

–Ji, Ji. No las llames así– me regaña.

–¿Por qué? ¿No son negociantas?– me hago el sorprendido.

–Ji, ji. Malo– me acusa.

Al menos, está más relajada. Ya me coge la mano con naturalidad. Aunque a veces aún se sonroja. No ha querido ir a probarse ropa. Ha dicho que ya compró bastante. Y se ha avergonzado.

Supongo que estar conmigo a solas en la habitación con probador es demasiado para ella. No es que le vaya a hacer nada. Al menos, no sin su permiso.

No se ha dado cuenta de que he dejado salir a Rui. Con la orden de comprar unos cuantos crepes. Sorpresa para las chicas. Yo estaba junto a un árbol. Mi joyera ensimismada en el diseño de un anillo. He dejado a mi mascota que comprara el que quisiera para ella. Ahora está saboreándolo en su habitación. No sé de qué es. Algo azul.

De lejos, he visto que el vendedor ponía una cara muy sorprendida. Aunque pronto se ha puesto a hacerlos. Hemos comprado muchos de todo tipo.

Cuando llega la hora, Yan Xiulan incluso parece reticente a irse. Se para a media subida. Mira alrededor.

–Cierra los ojos un momento– me pide.

No sé qué quiere. Pero le hago caso. Noto unos suaves labios en mi mejilla. Cuando los abro, está muy roja. A pesar de ello, me mira.

–Gracias por todo– me dice.

La miro. Sonrió. Esto no puede quedar así.

–Cierra los ojos un momento– le pido yo.

Ella quiere decir algo. Pero los cierra. Se la ve nervioso. Sus labios parecen deliciosos. Su cuerpo tentador. No sé si algún día podré acariciarlo. Por ahora, considero que me ha dado permiso para un beso en la mejilla. Suave. Me permito añadir un muy ligero qi. Para que sea simplemente agradable.

–Gracias a ti. Ha sido muy divertido– le aseguro.

Ella se toca la mejilla tras abrir los ojos. Ya no me mira. Aunque me coge con la otra mano. Y me lleva hacia la secta. Deprisa. Muy roja.

Sin decirme nada, me arrastra por las calles de la secta. Yo la miro sonriendo. Aunque no esperaba que se parara indecisa. Frente a su cabaña.

Le he preguntado antes cuando abriría la roca. Me ha dicho que lo haría en su habitación, cuando volviera. Cuando le he preguntado si podía verlo, ha aceptado, muy avergonzada. No me he dado cuenta de que le he pedido entrar en su habitación. Y no hay vuelta atrás. Sería peor. 

Respira hondo y me deja pasar. Es una habitación ordenada. Predomina el rosa. En sus sábanas. Parece una cama cómoda. También en las cortinas. Mmm. Yo no tengo cortinas.

Ella intenta no mirarme. Se dirige a una mesa de trabajo. Me ha llamado la atención. Parece muy sólida. Muy estable. Tiene varios cajones. Y varias herramientas colgadas en la pared. Cogidas por clavos. Todo muy ordenado.

Coge un pequeño martillo y una pieza de metal. Parece nerviosa. Creo que más porque esté yo allí que por lo que tiene que hacer

–¿Me das la roca?– me pide.

–Una habitación muy bonita– la halago. A la vez, saco y la dejo sobre la mesa

Ella se sonroja ligeramente. Mira la roca para no mirarme a mí. ¿No está demasiado nerviosa como para cortarla? Bueno, tampoco sé si es difícil.

Me ha dicho que podía abrirse de muchas formas. Pero se podían estropear más gemas de lo necesario si no se hace con cuidado. La veo respirar hondo. Su respiración se estabiliza. Su vista se centra en la roca. En el martillo. Oh. Nunca la había visto así. Tan concentrada. Su aura ha cambiado de golpe. Debe de estar así siempre que trabaja.

Está inclinada sobre la mesa. Muestra ligeramente su escote. Me da ganas de cogerla en brazos. Llevarla a la cama. Desnudarla. Desvirgarla. Follarla hasta agotarla de placer.

Me muerdo el labio. En silencio. Maldiciéndome. ¿En qué estoy pensando? No puedo dejarme ir así. Y menos con ella. No sé qué pensaría de mí si me leyera el pensamiento. Hasta yo quiero golpearme.

Veo que tantea con la pieza de metal varios puntos. Golpea la roca en todos ellos. Escuchando. A veces, golpea muy débilmente con ayuda del martillo. Y cambia de lugar. Finalmente, se decide. Golpea varias veces con el martillo la pieza de metal. No muy fuerte.

La roca se va agrietando a cada golpe. La grieta acaba rodeándola. Ella mete el metal dentro de la grieta. Vuelve a golpear el metal. Haciendo que se separe. Ella la sujeta. Deja que se abra poco a poco.

Oh. Es sorprendente. Realmente está hueca por dentro. Hay cristales en las paredes. Aunque ella parece un poco decepcionada.

–¿No está bien?– le pregunto –Es bonita.

–Ah. No. Soy yo que deseaba que fuera aún mejor. Para el precio que pedía, se queda un poco corto. Pero para el que has conseguido, es una ganga. Podré hacer muchas joyas con estas gemas. He sido un poco codiciosa– se disculpa.

–Ja, ja. Está bien. Todos siempre queremos más. Realmente me has impresionado. Cambias totalmente cuando te concentras en el trabajo– la halago.

–No puedo evitarlo…– se sonroja.

–No, no. Si es admirable. Y mira el cuarto. Un lugar de trabajo perfecto. La cama, la mesita. Aprovechando el espacio y encima con gusto. ¡Tendré que contratarte para que decores la mía! Bueno, quizás tendrías que empezar por dos que yo me sé– critico a mis pervertidas.

–No te metas con ellas… Mira que me chivo– me regaña, aunque medio riéndose, intentando ocultar su sonrojo.

–No hace falta, ya se lo he dicho yo muchas veces. No me hacen ni caso. Con un poco de suerte, estarán durmiendo– las sigo criticando.

–Imposible. Han venido esta mañana– niega ella

–Xiulan'er, las estás subestimando– me rio –. Ven, vamos a ver si están o no durmiendo.

Ella me mira con incredulidad. La verdad es que estoy casi seguro de que están durmiendo. O eso, o han tenido que salir.

—————

Se deja coger de la mano. Aunque me suelta avergonzada cuando nos cruzamos con otras chicas. ¿Las conoce? Me sigue hasta la cabaña de Bei Liu.

–Espera un momento– le pido.

Entro y salgo enseguida.

–No están aquí. A ver si en la otra.

–¿Puedes entrar?– pregunta sorprendida.

–Sí, me dieron permiso– respondo sin darle importancia.

–Pero… Y si están…

No acaba la frase. Se sonroja. ¿Si están desnudas? No les importaría. Como si no se desnudaran delante de mí.

Cuando salgo de la otra, sonrío triunfante.

–Están dormidas. Ven, ayúdame a despertarlas– le propongo.

–¿Estará bien?– pregunta, no muy convencida.

–Claro. Si no, dormirían todo el día.

La llevo dentro. Mis dos pervertidas están tumbadas de cualquier forma sobre la cama. El camisón semitransparente de Bi Lang medio subido. Bei Liu está bocarriba. Sus pechos apreciables a través de la tela. Yan Xiulan totalmente roja. ¿Quizás no ha sido una buena idea?

Me siento junto a Bei Liu. Sacó dos trozos de hielo. Había un vendedor antes. No le he dicho a mi joyera para qué los quería.

–Pónselo en la espalda– le pido con una sonrisa.

Ella abre mucho los ojos. Duda. Pero lo coge.

–Está frío.

–Esa es la idea.

–Eso es ser muy malo– me regaña.

–¿No quieres vengarte por obligarte a maquillarte? Seguro que tenían ideas peores– aseguro. Las conozco.

Ella se sonroja. Pero asiente. Sonríe un poco. Su mirada es algo más traviesa.

–¡Iiiiiiihhhh! ¡Está frío! ¡Kong!

–¡Iiiiiiihhhh! ¡Está helado! ¡Xiulan'er!

Nos reímos los dos. Ellas se quejan un rato más. En especial a Yan Xiulan.

–No me esperaba esto de ti. ¿Cómo te dejas convencer por él?– la regaña Bei Liu.

–¡Pensábamos que éramos amigas!– protesta Bi Lang.

Ella se ríe. Yo me río. Al final, tengo que besarlas para que me perdonen. Yan Xiulan enrojece de nuevo. Y más cuando le exigen que me bese para que la perdonen. Al final, no insisten. Verla tan roja es su venganza.

–No deberíais poneros algo– sugiere nuestra joyera.

–Supongo que sí– acepta Bi Lang.

Avergüenzan a Yan Xiulan otra vez. Las dos se desnudan completamente delante de nosotros. Sus preciosos pechos a la vista. Sus movimientos sensuales. Sus suculentas nalgas. Su suave piel. Sus largas piernas que se acarician eróticamente al ponerse las medias. Si estuviéramos solos, quizás habrían tardado bastante más en vestirse.

Un poco de qi desvanece todo sudor. Aunque a pesar de ello, prefieren bañarse cuando tienen tiempo.

–¿Y ahora nos vais a decir para qué habéis venido? ¿Qué tal la cita? ¿Os habéis divertido?– pregunta Bei Liu,

–Yo creo que sí. Mira que roja está– señala Bi Lang.

Y claro. Se pone más roja. Se están vengando por el hielo. O simplemente les gusta avergonzarla.

–Me dijisteis que hace tiempo llevabais piercings, ¿verdad?– les pregunto.

–Sí. Si quieres, nos los ponemos para ti. Hay sitios muy eróticos– sugiere sensualmente Bi Lang, mirando de reojo a Yan Xiulan.

Intento no reírme. Son un poco malvadas. Aunque no remolonean en sacarlos y enseñarlos.

–Tengo más en mi cabaña. Si quieres, voy a buscarlos– ofrece Bei Liu.

–No, por ahora es suficiente. ¿Pueden ponerse escondidos? Cómo en la boca– pregunto –. He oído algo así. Pero nunca lo he visto.

–Sí, aunque nunca los he llevado así. Me gusta que se vean. Los más pequeños serían mejores para eso– sugiere Bi Lang.

–Xiulan'er, ¿qué opinas? ¿Podrías grabar runas en algo tan pequeño?– pregunto.

–Creo que sí, aunque sería mejor saber dónde y cómo irían. ¿Qué quieres exactamente?– pregunta.

Parece tan confundida como curiosa. Mis dos pervertidas también me miran inquisitivas.

–Había pensado que hicieras joyas para guardar qi. Si los esclavos las llevan a escondidas, pueden ir almacenando mientras están en sitios donde abunda. Suelen trabajar en algunos de ellos. Así, podrían utilizar el qi para cultivar más tarde. A los estudiantes normales, no les hace falta, pero donde duermen los esclavos el qi es muy poco denso. Podríais consultarlo con Pen. O con Ken, si está disponible. ¿Qué pensáis?– les pregunto.

Las tres se me quedan mirando muy fijamente. Con los ojos bastante abiertos.

–¿No os parece buena idea?– me preocupo.

¿Quizás hay algo en lo que no he pensado? Igual no funcionaría. Tendría que haberlo consultado con las chicas antes.

–¿Quién eres tú y qué has hecho con Kong?– inquiere Bei Liu.

–No puede ser que se te haya ocurrido a ti esa idea. Es demasiado buena– duda Bi Lang.

–Quién lo hubiera dicho– las apoya Yan Xiulan, divertida.

–Xiulan'er, traidora– la acuso.

–¡Es una de las nuestras!– ríe Bei Liu.

–¡Bienvenida!

–Sois odiosas– las critico mientras la abrazan.

Aunque no puedo dejar de sonreír. Son muy divertidas. Incluso han conseguido que Yan Xiulan colabore. Y muy sensuales. Sobre todo cuando me besan apasionadamente en los labios. Entre risas, le dicen a nuestra joyera que ella también. Se niega. Aunque consiguen un tímido beso en la mejilla. Ella no las ha visto. Pero han chocado las palmas cuando lo hacía. Muy roja.

—————

Las tres se van a ver a Pen. Suelen ser un poco perezosas. Pero cuando quieren hacer algo, no hay quien la pare. Y parece que la idea les ha gustado. La pobre Yan Xiulan ha sido arrastrada por ellas. Y amenazada con interrogarla acerca de la cita. Sé fuerte.

Yo me voy a hacer las copias que no he hecho antes. Hago una pausa como siempre. Empotro a Rui contra la pared. Lo disfruta. Por mucho que no tenga piedad. Estoy un poco excitado. En parte culpa de mis pervertidas. Aunque Xiulan'er también es muy sexy.

Incluso después de absorber el qi, continúo penetrándola un rato. Con su boca tapada. Con su pecho presionado por mi mano. Con sus piernas abiertas. Con su espalda chocando una y otra vez contra la pared. Con su vagina siendo perforada sin parar. Apretándome. Vibrando de sus orgasmos. Llena de mi semen.

–A… mo…– me llama, agotada y satisfecha.

Estoy tentado de salir de ella y penetrar su culo. Pero ya llevo demasiado rato fuera. Quizás esta noche.

Tengo que probar un poco más la joya para guardar qi. Así, no necesitaré follarlas para recuperarlo. Las podré disfrutar con más tranquilidad.


Load failed, please RETRY

Weekly Power Status

Batch unlock chapters

Table of Contents

Display Options

Background

Font

Size

Chapter comments

Write a review Reading Status: C174
Fail to post. Please try again
  • Writing Quality
  • Stability of Updates
  • Story Development
  • Character Design
  • World Background

The total score 0.0

Review posted successfully! Read more reviews
Vote with Power Stone
Rank 200+ Power Ranking
Stone 3 Power Stone
Report inappropriate content
error Tip

Report abuse

Paragraph comments

Login

tip Paragraph comment

Paragraph comment feature is now on the Web! Move mouse over any paragraph and click the icon to add your comment.

Also, you can always turn it off/on in Settings.

GOT IT