–Creo que vas por buen camino. Estas técnicas son bastante importantes, tu instructor te aconsejó bien. Son útiles de por sí, y también facilitan aprender otras que siguen el mismo principio– valora Fen Huan.
Es la única que conozco de mayor nivel y con conocimiento sobre combate. Quizás Di Tao está en la misma etapa, pero sus conocimientos están por debajo de Fen Huan. No en vano, viene de una familia de cultivadores. Muchas de las técnicas que usa son de su familia.
De hecho, Di Tao también viene de una familia de cultivadores. Aunque diría que menos poderosa. Sobre todo, no tiene el mismo rango que Fen Huan en su familia. Tiene que casarse quiera o no para establecer una alianza. Quizás por ello, no ha recibido muchas de las técnicas más importantes, pues ha de irse a la casa de su marido. Temerán que las filtre. Tampoco la han entrenado mucho.
Se quejaba ayer. Mientras la abrazaba. Después de follarla analmente. Y absorber su qi.
La verdad es que la compadezco. Su novio quiere a otra. Y ha intentado matarla, si no ha sido un malentendido. Además, a su familia solo le importa como moneda de cambio. Comparado con ella, Ye Bi tiene suerte. No sé. Quizás en el futuro podría llevármela. Ya veremos.
En cuanto a Fen Huan, es la hija del jefe de su clan. Su propio padre la ha entrenado. Y, si bien la habían prometido, ella misma canceló el compromiso, tenía ese derecho. Incluso me aseguró que no había dicho nada de que su exnovio tuviera ahora una pareja del mismo sexo. A ella ya le da igual, pero quién sabe cuál sería la reacción de la familia de su ex.
Al haber sido entrenada y enseñada por su padre, tiene bastantes conocimientos. Además, es una fanática de las peleas, aparte de ser masoquista. Pen me ha contado más de una vez que se suele pasar horas entrenando. Y reta a quien quiera luchar con ella. Si son más fuertes, mejor.
Últimamente, se contiene, no le queda otra. Solo peleas rápidas. No tiene mucho qi disponible. Ha transformado la mayoría, pronto subirá de etapa.
–Gracias, quería una opinión experta– le agradezco.
–Bueno, si quieres, podemos hacer una pelea de entrenamiento un día. Así practicamos los dos y nos corregimos errores. Y quizás puedo ver si te falta algo– propone.
–Ja, ja. Ya tardaba la adicta a los combates– se ríe Pen, que estaba arreglando una especie de tela con pinchos. Mejor no pregunto para qué es.
–No soy adicta…– protesta Fen Huan.
–De todas formas, tendrás que esperar a que suba de etapa. Y buscar un sitio discreto– sugiere Pen.
–Ah, cierto, casi no tengo qi. No podría practicar mucho– se decepciona Fen Huan.
–Está bien. Ya veremos lo que hacemos en el futuro– le aseguro.
Al mismo tiempo, pongo mi mano en su mejilla. Con los dedos, la acaricio ligeramente. Me acerco a ella. La beso suavemente. La voy empujando poco a poco hacia atrás. Sobre la cama.
Pen me ha pedido que hoy sea suave con ella. Nos mira sonriente. Pero sigue ocupada con lo suyo. O lo hace ver. Con esa ropa con pinchos para Fen Huan. Ha dicho algo de que era para el refinamiento del cuerpo que hace Fen Huan, basado en el dolor.
Su pelo rosa se queda extendido sobre la cama. Sus ojos también rosas me miran con pasión. Sus ropas no tardan en aflojarse. En mostrarme su cuerpo desnudo. Ya veo. No llevaba ropa interior. Tiene malas influencias. O buenas.
De aflojadas pasan a totalmente abiertas. Su precioso y poderoso cuerpo queda expuesto. Uno de sus más que decentes pechos es en breve succionado por mi boca. Su clítoris es estimulado con caricias y qi.
Mi mano a veces deja su entrepierna. Sube y baja por su muslo. Disfrutando de su tersa piel. A veces, sube un poco más y se entretiene con su nalga. La acaricia. La estruja. La separa brevemente.
La otra mano acaricia su cabello. Baja hasta su mejilla con suavidad. Luego llega y se recrea en su pecho. Sin dejas de besarla.
Mi pierna entre las suyas ya nota su líquido vaginal. Me muevo para posicionarme entre sus piernas. Ella las abre. Me mira con pasión. Expectante. Su respiración acelerada. Con la boca entreabierta. Sus labios humedecidos.
Me acerco poco a poco a su ingle. Provocándola. Sin acabar de entrar. Mi miembro frotando varias veces sobre la abertura. Sin llegar a penetrarla.
No se queja. Parece disfrutar del momento. Sin dejar de mirarme fijamente. Sin dejar yo de mirarla. Ni cuando finalmente la penetro. Despacio. Como si temiera hacerle daño. Precisamente a ella. Quien va abriendo más la boca a medida que entro. Hasta que emite un gemido de placer y satisfacción.
Lo hacemos despacio. Dulce. Íntimo. Disfrutando el uno del otro. De nuestro contacto. De estar dentro de ella. De ella tenerme dentro. De nuestras caricias. Miradas. Besos. Tiene una bonita sonrisa.
Normalmente, lo hacemos bastante más salvaje. Con la inestimable ayuda de Pen. Hoy ha decidido apartarse. Dejarnos follar solos. Aunque sin duda, está mirando.
No hay prisa. Me quedo toda la noche. Así que, después de acabar, nos quedamos abrazados. Besándonos. Disfrutamos del calor de nuestros cuerpos. Del contacto de nuestra piel.
Con Pen, lo hacemos parecido un rato después. En la misma cama. Solo tienen una. Duermen juntas. Bueno, muchas veces Fen Huan duerme en el suelo. Incluso atada. O medio torturada. Refinando su cuerpo. O eso dicen.
Fen Huan ha sido muy dulce. Pen es más apasionada. Y quería tener el control. Quizás porque no ha podido abusar de "su esclava". Aunque tener el control solo significa que está encima. Los dos sentados. Frente a frente. Boca a boca. Cuerpo contra cuerpo. Moviéndose ella. Moviéndome yo en sincronía.
Luego nos quedamos durmiendo los tres en la cama. Abrazados. Aunque mañana será diferente. He prometido a Pen ayudar a torturar a Fen Huan. La víctima parecía excitada.
—————
Pasa rápido el tiempo. Entre entrenamiento, sexo y demás. Como dejar a una mujer casada embarazada. O subir a Hong a dos y a Shun a cinco. Están entusiasmadas.
Ya es de nuevo mi cita con Sai y sus hermanas. Y las dos sirvientas de Da Ting. De hecho, me recibe Meixiu. Cuando uno de los vigilantes quería ponerme las cosas difíciles.
Ella lo mira con el ceño fruncido. Él desvía la mirada y me deja pasar. No dice nada. Ella tampoco. Es una esclava y no puede pegarle la bronca que querría. Él no se atreve a hacer nada ante ella, por miedo a que se entere Da Ting.
–Malditos idiotas– masculla cuando nos alejamos.
–Has venido enseguida. ¿Estabas esperando?– me intereso.
–Claro. Sabíamos quiénes estaban en la puerta y qué intentarían. Solo están celosos– suspira.
–Gracias– la beso en la mejilla.
Ella se sonroja por un simple beso. Cuando hemos tenido sexo. Mucho. Y lo tendremos en breve. ¿Quizás porque estamos en público?
–Eres tú el que viene por ellas. Qué menos– rechaza el cumplido, aunque débilmente.
–Por todas vosotras. Y no será que no lo disfruto– aseguro.
–Tonto…
–Que una esclava sea tan irrespetuosa con un estudiante podría causarle problemas– amenazó, sugerente.
–Oh, ¿qué tipo de problemas?– se interesa ella.
–Algo se me ocurrirá– le aseguró, guiñándole un ojo.
Ella sonríe. Mientras me guía. Me lleva hasta delante de la puerta de Da Ting. Y se detiene. Me la quedo mirando.
–Da Ting quería hablar contigo. Solo será un momento– me informa.
Podría haberme avisado antes. La verdad es que tampoco pasa nada. Aunque le manoseo el culo como venganza. Cuando entra para avisar a su ama. Se tensa un momento.
No tarda en salir. Me mira acusadora por lo de antes.
–Ya puedes pasar. Te espero fuera.
–Ya te he dicho antes que podía ocasionarte problemas– le susurro, volviéndole a manosear su trasero.
Ella abre la boca para quejarse. Al final, me saca la lengua. Y manosea mi culo cuando entro. A traición. Bueno, supongo que no puedo quejarme.
–Hola, Kong. Siéntate, por favor. ¿Un poco de té?– me invita.
–Sí, gracias. ¿En qué puedo ayudarte?– le pregunto.
–Sai, An y Dandan querían ir de compras. Su posición hace que sea un poco complicado que vayan solas. Me preguntaba si podrías acompañarlas al mercado que hay a las afueras de la secta algún día. Meixiu y Jiao también irían. Puede que vaya alguien más, aunque iría de incógnito– me pide.
La última parte resulta un tanto extraña. La verdad es que preferiría ir con ellas sin nadie más. De todas formas, es una buena ocasión para acompañarlas. No puedo negarme. Y menos si me lo pide Da Ting. Le estoy agradecido por cómo las trata.
–Claro. ¿Cuándo sería?– le pregunto.
–Bueno… Ellas estarán unos días que no es conveniente que salgan– dice, ocultando su rostro tras la taza de té –. Meixiu o Jiao hablarán contigo para programarlo, si te está bien.
–Por supuesto. Ah. Una pregunta. Tengo una amiga que hace joyas con encantamientos. Su nivel no es muy alto, pero es suficiente para las cinco. ¿Sería un problema regalárselas?– le pregunto.
Quiero pedírselo a Yan Xiulan. Pero no puedo regalárselas a unas esclavas sin más. Necesito el permiso de Da Ting.
–Ah… Claro. Sí alguien las ve, pensarán que he sido yo– asegura ella. Se ha recuperado rápido de la sorpresa inicial.
–Muchas gracias, de verdad. Tienen mucha suerte de tenerte– la alabo.
–Eh… Es solo normal…– responde ella.
Vaya, se ha puesto un poco nerviosa. Supongo que no esperaba que la alabara. Aunque es la verdad.
–¿Podrías guardarlo en secreto? Me gustaría que fuera una sorpresa– le pido.
–Claro. No hay problema– asegura. Se le escapa por un instante una sonrisa quizás traviesa.
Luego se hace un silencio un tanto incómodo. Hasta que le pregunto cómo están. Y Da Ting se pone a alabar y hablar de las tres hermanas con orgullo en su voz. Parece que realmente las aprecia. Incluso a Meixiu y Jiao.
—————
–Has tardado mucho. ¿Qué habéis estado haciendo?– pregunta Meixiu, suspicaz.
Me mira un tanto acusadora. No sé qué se imagina que he estado haciendo.
–Ella hablaba y yo escuchaba– me encojo de hombros.
–Qué raro, no suele hablar mucho– se extraña.
Por suerte, no me pregunta más. No puedo decirle que Da Ting estaba hablando de ellas. Me mataría si se enterara. Se ha puesto un poco nerviosa cuando se ha dado cuenta de que llevaba tanto rato hablando. Supongo es como ellas dicen. No tiene amigas. Bueno, quizás debería decir que no tenía. Al menos ella las considera así. Aunque la relación es un poco complicada. Son esclavas.
No tardamos mucho en llegar a la habitación de Sai. Parece que es el lugar de reunión oficial. Me abre la puerta y entro despacio. Precavido.
–¡Qué desconfiado! ¡Ni que te fuéramos a atacar!– se burla Dandan.
–No sería la primera vez– me defiendo.
Ellas se ríen. Meixiu me abraza por detrás.
–¿Un ataque así?– me amenaza seductora –¡IIIiiiih! ¡¡Espera!!
Solo está en la etapa uno. Así que no puede resistirse cuando la cojo en brazos. La llevo hasta la cama. La beso. Las demás se tiran sobre nosotros. Entre risas y besos. No sé muy bien cómo, pero Meixiu y yo acabamos desnudos.
–¡La primera pareja decidida!– exclama An, riendo.
Meixiu me mira. Sonríe con cierta timidez. Estira sus brazos hacia mí. Nos fundimos en un largo beso. Entrelazamos nuestros cuerpos. La penetro cuando está mojada. No puedo recrearme demasiado. Otras cuatro están esperando. Ya desnudas. Añadiendo sensualidad a nuestro acto. Nos acarician la piel. Nos la besan. Nos apremian entre risas.
Poco después, cada una de ellas sufre el mismo "acoso". En las siguientes rondas, las demás casi siempre descansan mientras tengo sexo con una. Unas veces dulce. Otras, salvaje. Apasionados siempre.
He perdido la cuenta de cuántas veces hemos tenido sexo. Estamos los seis descansando. Sobre la cama. Jiao y Meixiu totalmente agotadas. Lo he hecho menos con ellas. Pero su cultivación no les permite más. Las otras tres han vuelto a acumular suficiente Yang. Eso las debería llevar cerca de la siguiente etapa. Al borde de subir antes de nuestro siguiente encuentro.
Sai está en cuatro y sus hermanas en tres. Su velocidad está siendo muy alta. Cuando llegue a Alma, supuestamente se frenará. Aunque previsiblemente será más alta de lo habitual.
Jiao y Meixiu no tienen esa suerte. Su velocidad es normal. Dan gracias de estar en la uno. No sé si les tienen envidia. Raro sería que no tuvieran un poco. De hecho, la mayoría tendrían envidia de esa velocidad.
Me han abrazado y agradecido más de lo normal cuando les he dicho que las acompañaría. La verdad es que no me cuesta nada. Incluso lo estoy deseando. Prevén que a partir de veinte días, y antes de treinta. Cuando hayan procesado el Yang y estén acumulando Yin. Tiene que ser antes de nuestro siguiente encuentro.
Se las ve felices. En paz. Son adorables mientras duermen. Sai está de acuerdo.
–No me mires mucho– se despide con una sonrisa.
Se acomoda en el hueco que le han dejado. Sobre mí. Se deja acariciar el cabello. Hasta que también se acaba durmiendo. Puedo notar su respiración más pausada. Más lenta. La de todas ellas.
Resulta tranquilizante. Siento como si me acunara. Me voy durmiendo yo también.
Al día siguiente, es nuestro evento mensual de combates. Para que los estudiantes cumplan con el cupo del mes. Ya han llegado las seis. Como siempre, antes de tiempo. Fen Huan, Pen, Bi Lang, Bei Liu, Ken y Yan Xiulan.
Me confesaron que a esta última la arrastran con ellas. Aunque también dijeron que no se resistía mucho. Nuestras miradas se encuentran, y aparta la suya con timidez. Mis pervertidas se ríen. Ella se sonroja. No sé qué dicen. Aún estoy lejos.
–Hola, habéis llegado… ¡Mmm!– las saludo al llegar, pero Bi Lang se lanza y me besa en la boca.
Le sigue Bei Liu. Las demás se contienen. Estamos en público. Bueno, Ken porque está limpiando. No muy lejos de allí. Me sonríe. Me lanza un beso.
–Hola Kong– me saluda Pen, medio riendo.
–Ho… Hola– me saluda también Yan Xiulan.
Fen Huan me saluda con una leve reverencia. Se suele mostrar más distante en público. Bueno, ya acordamos que mejor no mostrar demasiado nuestra relación. No es un secreto, pero es mejor no darle publicidad.
–Hola de nuevo, ahora que me dejan hablar– me quejo, mirando acusadoramente a las responsables.
Ellas no parecen sentirse culpables. Todo lo contrario. Bueno, no es que no lo disfrute. Miro a Yan Xiulan.
–Xiulan'er, ¿puedo pedirte algunas joyas más?– le pregunto.
–Cla… Claro– responde ella, sonrojándose –. ¿Qué clase de joyas? ¿Para cuándo?
La última vez accedió a que la llamara así. Bueno, mis pervertidas insistieron bastante. Diciendo que todos éramos amigos. Pen también las apoyó. Se sigue avergonzando
–Necesitaré seis. Son para unas amigas. Para Sai, sus hermanas y unas chicas que están con ellas– la última frase la digo mirando a Pen y Ken.
Ellas asienten. Siempre quieren saber de Sai, An y Dandan. Le regalaría también una a Ken, pero su situación es más complicada.
Le explico lo que quiero. El tipo de joyas que me gustaría. Preferencias de color. Una de ellas especialmente. También le aseguro que no hay prisa. No las veré en unas semanas. Y tampoco pasa nada si se retrasa. Sería para el siguiente mes.
Esta vez, simplemente acepta el pago. Sabe que no la dejaré negarse. Y me da de nuevo las gracias. Yo a ella. Las demás se ríen.
Es cierto que a ella le hago un favor. Le pago por adelantado para que pueda comprar materiales. Y puede practicar. Es lo que más necesita. En cierta forma, la patrocino.
También es cierto que ella hace las joyas a mi gusto. No me sería tan fácil pedírselas a ningún otro. No podría hacerle todas las peticiones que quisiera. Además, sé que ella las hará con sumo esmero.
La jornada transcurre sin muchos incidentes. Bueno, un matón ha venido a crear problemas. Le ha molestado que alguna de sus víctimas no estuvieran disponibles. Y se ha enterado de que estarían aquí. Fen Huan lo ha echado de mala manera. Ha salido corriendo.
–Su fama es útil– ríe Pen.
–Sin duda. "La maníaca de los combates"– se burla Bi Lang.
–Odio ese apodo– se queja Fen Huan.
–Je, je. La verdad es que nos has ayudado más de una vez– la abraza Bei Liu.
Se la ve incómoda cuando es abrazada. Aunque se le escapa una media sonrisa. Mis pervertidas la aprecian mucho. Y siempre gusta sentirse querido. De repente, Bi Lang me abraza.
–¡Para que no tengas envidia!– se ríe.
–Sabes que nos están mirando, ¿verdad?– me quejo.
Ella me guiña el ojo tras soltarme. Saca la lengua, queriendo parecer inocente. Demasiado tarde me he dado cuenta de que se me escapaba una sonrisa. Ahora no puedo regañarla.
Bi Lang también quiere abrazarme por la espalda. No la dejo. La cojo de una mano. Y con la otra agarro a su amiga. No estaba muy lejos.
–Merecéis un castigo– las amenazo.
–Socorro.
–Ayuda.
Sus gritos son más bien murmullos. Las otras tres las miran. Xiulan'er sonrojada. En realidad, no voy a hacer lo que quizás se imagina. Solo las llevo unos metros más allá. Podría hablar con ellas en otro momento, pero ya aprovecho.
–Os lo explicaré con más detalle otro día. En resumen. Ye Bi seguramente quiere ir al mercado, y le vendría bien vuestra compañía. Consejos de ropa. Vuestra colaboración para dar esquinazo a su sombra. ¿Qué os parece?– le pregunto.
–Parece divertido. ¿Tú también vendrás?– me pregunta Bi Lang, sus preciosos ojos verdes fijos en mí
–Sí, alguien tiene que vigilaros– intento parecer serio.
–Je, je. Claro que iremos. ¿Y las demás?– me pregunta Bei Liu.
–Ye Bi quería que fuera un secreto. Pen y Fen Huan no serán un problema. ¿Puede guardarlo Xiulan'er?
La verdad es que no la conozco tan bien para saberlo. Aunque no tiene pinta de ir cotilleando. Demasiado tímida.
–Ji, ji. Te has acostumbrado a llamarla así. Me encanta como se sonroja cada vez que lo dices. Es tímida, pero guardará el secreto– me asegura Bi Lang.
–Entonces, por mí no hay problema, Lang'er. Pero habrá que hablarlo con Ye Bi– les advierto.
–Déjanoslo a nosotras– me asegura Bei Liu –. ¿Y nuestro castigo?
Me está provocando. Lo sabe. Tiene suerte de que hay demasiada gente.
–Ya pensaré algo– le aseguro.
Entre risas, volvemos. Y me encuentro con varios estudiantes hablando con Pen y Fen Huan. Xiulan'er está un paso más atrás.
–Cuando acabemos. Hablaré con él– alcanzo a oír.
Varios me miran. Me saludan. Veo más respeto en sus ojos. ¿De qué va esto? Miro a Pen mientras ellos se van. Ella se encoge de hombros.
–Todos quieren saber sobre los rumores de tu pelea con Ga Gui. No te vas a poder escapar. Lo mejor es que lo cuentes una vez a todos al final– me sugiere Pen.
Ellas ya lo han oído de mi boca. Bueno, Xiulan'er no. También parece interesada. Cierto, no tengo escapatoria.
–No hay tanto que contar, es todo una exageración…– me quejo –. Está bien, que vengan todos los que quieran oírlo.
No tengo más remedio que aceptar. De hecho, ya me han preguntado un par de veces. Les he dado largas. Ya no puedo demorarlo más.
Curiosamente, más de los habituales han querido luchar conmigo. Me han pedido que sea un poco serio. Durante un rato. Parando sus golpes.
Lo cierto es que ninguno domina lo básico. A pesar de que los hay cerca de la etapa dos. El problema es que son artesanos. Dedican mucho esfuerzo a su profesión. Les queda poco tiempo y qi para invertir en el arte del combate. Si tienen la mitad de la obsesión que Wan, no me extraña nada. Incluso la mitad de la mitad. Wan ni siquiera ha mirado las armas.
Así que, cuando acabamos, se reúnen todos a nuestro alrededor. TODOS. Xiulan'er se esconde tras mis pervertidas. Incluso yo me siento un poco intimidado.
No me queda más remedio que contarles lo que pasó. Intento quitarle importancia. No tiene tanta. Y desmiento algunos de los exagerados rumores. La verdad es que no sé hasta qué punto los he convencido.
–Algunos ya te admiraban antes. Ahora te admiran todos– concluye Bi Lang cuando se han dispersado.
–No hay para tanto…– protesto.
Me resulta un poco incómodo. Lo único que hice es ejecutar lo más básico.
–Muchos no lo acaban de dominar ni cuando suben a la segunda etapa. A ellos, aún les es más difícil, no tienen mucho tiempo de entrenar. Y tú lo has conseguido solo unos meses después de convertirte en estudiante. No sé si es extraordinario, pero es bastante notable– me alaba Fen Huan.
Ya lo había mencionado anteriormente. Aunque sigue resultando embarazoso.
–Más te vale aceptar el cumplido. Huan'er no los da muy a menudo. Es bastante tacaña– se burla Bei Liu.
–¡No es cierto!– se queja.
Mis pervertidas y Pen se ríen. Fen Huan les da la espalda, ofendida. A veces se comporta un poco infantil. Yan Xiulan lleva un rato mirándome con los ojos muy abiertos. Aunque aparta la mirada cuando se encuentra con los míos. Ni que la fuera a morder…
—————
Las gemelas vienen luego por primera vez con buenas noticias. El instructor de dagas las ignora. La de espada no deja acercarse a nadie que no sea de su facción. El de lanza es bastante antipático. Habla en voz baja para que solo le oiga con quien está hablando. Por suerte, la de arco es más accesible.
–No solo no le molesta que haya gente cerca. Lo promueve– explica Yu.
–Es la más lista. Así puede conseguir más para su facción. Hay más de uno que aprende una segunda arma. Si les deja mirar, lo considerarán más seriamente. Una con tanto rango es muy atractiva como auxiliar– añade Yi.
–Además, ni que fuera un secreto. Son los fundamentos. Miles de discípulos los han estudiado– se queja Yu.
–La verdad es que es interesante. El qi que se aplica al arco tiene diferentes funciones. Se puede usar para defenderse de un ataque directo. Incluso para contratatacar cuerpo a cuerpo. En eso, es similar a otras armas. Pero el principal uso es para ayudar a tensarlo. Y traspasar el qi a las flechas.
–¡Ah! ¡Traspasar el qi! ¡Eso es!– exclama Liang –¡Gracias chicas! Esa es una de las cosas que no acababa de entender. ¡No había pensado que se solucionaba así!
Liang las abraza. Ellas no se resisten. Incluso sonríen. Sé que están felices de serle útil. Liang es muy dulce con todos.
–Espera un poco, aún no hemos acabado– ríe Yi.
–Lo siento, lo siento. Me he emocionado– las suelta Liang, sin dejar de sonreír.
Entiendo que se sienta así. No todo se explica en detalle en los manuales. Deducirlo a veces cuesta. Sobre todo, si nunca has podido observar a nadie usar tu arma. Tendríamos que conseguir algunas grabaciones. Para todas.
–A las flechas se les suele aplicar un qi más potente en la punta. Ese qi puede moldearse con técnicas– sigue Yi.
–Se pueden usar qis más pequeños para controlar la flecha. La instructora dice que con una cultivación baja solo pueden desviarse un poco. Luego ha hecho una demostración de lo que puede llegar a ser. La flecha parecía volar como un pájaro– explica Yu, asombrada.
–Me gustaría haberlo visto– se lamenta Liang.
Es posible que haya sido testigo de algo así cuando era esclava. Pero dudo que entonces prestara atención. Además, sin cultivación, hay mucho que no podía percibir. Ni siquiera sabía que usaría un arco.
–También recomienda experimentar con diferentes tipos de flechas. Ha dicho que no importa si están desgastadas o torcidas. Lo importante es la sensación– cuenta Yi.
–Podemos ir a comprar algunas al mercado. Tienen material usado– sugiere Shi.
–¡Buena idea! Podemos ir nosotras mientras Kong está haciendo dibujitos– sugiere Yi, burlona. Aunque pronto su tono cambia –. ¡Kong! ¡Ma Lang! ¡Traidores!
Lástima, se ha girado. Nos ha descubierto.
–¡Mírala! Tan calladita y es la peor– la critica Song.
–¿Por qué no se me ha ocurrido a mí?– se lamenta Hong.
–Eso digo yo– la acompaña Shun.
–¡Aahhh! Solo adelanto trabajo para… ¡¡Aaaaahhh!! Daros más tiempo ¡¡Aaaaahh!!– se defiende Ma Lang.
–Ja, ja. Buena excusa– ríe Liang.
–No cuela– niega Shi, aunque riendo.
Ma Lang está sentada sobre mí. Dándome la espalda. Los dos sentados sobre la cama. Nuestros pies en el suelo. Moviéndose sensualmente. Una mano jugando con su pecho. Recorriendo su forma. Acariciándolo. Comprobando su textura. Su suavidad. Sosteniéndolo. Estrujándolo.
La otra en su entrepierna. Estimulando sobre todo su sensible clítoris. Mientras mi miembro saborea su vagina. Mientras mis labios besan su cuello.
Su propia mano está en su pecho libre. Apretándolo. Excitada. La otra, apoyándose sobre mi pierna.
Hasta hace un momento, contenía sus gemidos. Se movía despacio para no hacer ruido. Ahora ha acelerado. Excitada por haber sido pillada in fraganti. Es tímida, pero también puede ser un poco pervertida a veces.
Todo ha empezado cuando se ha apoyado en mí. Luego me ha besado. Me ha hecho una felación. Mientras yo jugaba con su pecho y nalga. Luego me ha mirado excitada. Suplicante. No he podido negarme. Tampoco es que hubiera motivo para ello.
Se ha sentado sobre mí. Ha restregado el miembro en su entrepierna. A la vez, lo acariciaba con sus dedos. Hasta que lo ha metido dentro. Y ha empezado a moverse. Despacio. Hasta que nos han descubierto.
No obstante, no nos detienen. De hecho, es parte de nuestro juego. Todas tienen la oportunidad de adelantarse en algún momento. Estoy casi seguro de que alguna se había dado cuenta. Simplemente, han hecho como si no lo vieran. Prefieren pillarnos a mitad. Reírse. Y usarlo como referencia a lo que tiene que seguir.
La mitad lo han hecho igual que Ma Lang. Las otras querían algo diferente. Hong sigue queriendo probar nuevas posturas. Así que hoy lo hemos hecho contra la pared. Ella de espaldas a mí. De pie. Pegada contra la pared.
A Shi le ha parecido divertido hacer algo parecido. Pero cambiando los papeles. Los dos de pie. Mirándonos. Yo contra la pared. Ella empujándome contra esta. Moviéndose. Dominando. Besándome mucho.
–Podríamos probarlo mañana– se apunta Hong.
–Envidiosa– ríe Song.
–Ja, ja. Solo un poco. ¿Tú no?
–¡Nunca lo reconocería!
Bueno, mientras ellas ríen, Shi y yo seguimos follando. Solo lamento que sea la última por hoy. Me encanta sentir sus cuerpos contra el mío. Sus labios en los míos. Su interior frotando contra mi miembro. Escuchar sus gemidos. Sus palabras apasionadas. Sentir que disfrutan tanto como yo. Y no menos, sentir que me desean. Que quieren estar conmigo.
Ella se queda abrazada a mí. Llena de mí. Los dos de pie. Ella apoyada sobre mi hombro. Yo cogiéndola de la cintura. Susurrándonos.
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