Hoy no había mucha gente, así que he estado hablando un rato con Gan Ren. Está unas cuantas etapas por encima de mí, aunque eso no la hace arrogante. Se le ha escapado que tiene un problema con la cultivación. Pero ha cambiado de tema enseguida:
–La gente me desprecia por estar gorda. Como si quisiera estarlo. Pero mi cultivación… Bueno, no importa…– es todo lo que ha dicho.
La verdad es que me gustaría saber más. Pero está claro que no quiere hablar de ello. Es triste que al final incluso me haya agradecido que charlara un rato con ella. Muchos chicos la evitan. Incluso se burlan de ella.
Me cae bien. Puede parecer un poco distante, pero no lo es en absoluto. Es más bien un mecanismo de defensa. No ha querido entrar en detalle, pero ha sufrido muchos insultos. Lo sé por los esclavos.
Ahora suele sonreír cuando me ve. Me reconoce incluso tapado. Bueno, suelo llevar el mismo disfraz. Creo que le caigo bien. Puede que solo sea por ser un buen cliente, aunque su sonrisa me parece sincera.
Además, es muy honesta. Nunca nos ha intentado dar hierbas defectuosas mezcladas con las otras. Wan dice que incluso son mejores de lo que debieran.
En parte, me da un poco de pena. Su expresión es similar a la de Guo Xua. Se la ve un poco sola. Aunque ayer la madre de Hai estaba muy sensual. Y me dejó follar otra vez a Lin Tao.
Esta vez, la tenía en la cama. También atada, vendada y amordazada. Mientras era follada, tenía que servir a su ama con la lengua. Diría que no era la primera vez. Quizás la ha estado usando estos últimos días.
Ha asegurado que la semana que viene estará lista. Se la veía entusiasmada. Más mimosa de lo habitual. Aunque algo agresiva con Lin Tao. La ha sacudido unas cuantas veces. Aún está enfadada con ella. Ya se le pasará. Supongo.
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Hong está más activa. Su cuerpo va mejorando con el qi. Y ya no le duele la espalda. Me ha costado un poco, pero sus vértebras parecen ya curadas. Incluso voy haciendo desaparecer las cicatrices externas.
Solo se queja de los dientes. Le duelen un poco al crecer. Está siendo sorprendentemente fácil. Las chicas se burlan de ella. Que parece una niña pequeña. Que Wei se porta mejor. Aunque a veces la niña le clave sus dientecitos a Shun cuando mama. No sé por qué se queja de que duele. Cuando se los clavo yo, gime de placer.
Quizás, lo que más le ha ilusionado a Hong es que una arruga ha desaparecido. O eso dice. No estoy seguro. Las chicas me han aconsejado que diga que sí. Quizás sea verdad. Si no, lo será pronto. Ahora también la ayudo un poco en eso. En hacer sus pechos algo más firmes. Su vagina aún más estrecha. Lleva su tiempo.
Lo mejor es que se puede mover sin dolor. Y eso sin duda es un cambio sustancial. El otro día, la vi corriendo por la Residencia. Lo hacía simplemente porque podía hacerlo otra vez. La veía reír mientras corría. Incluso alguna lágrima le caía.
Ahora mismo, sigo practicando encadenar movimientos, enlazar qi. Los que puedo encadenar dentro de la cabaña. Va siendo más fluido. Aunque no es suficiente. No superaría la prueba de las chicas. Pero probablemente lo haría algo mejor. Me gustaría probar. Ya veremos cuando puedo entrenar con ellas.
¿Quizás podría pedirle a Fen Huan en el campo de entrenamiento? Mejor no. Llamaría la atención. De hecho, ni siquiera voy solo allí. Aunque quizás vaya en unos días. El maestro de bastón estará entonces.
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–Mmm, preguntan qué sabemos de nuestras primas. Así, de forma genérica. Es la primera vez que nos escriben, y solo les preocupa esa zorra. Mencionan también a Wan para no quedar mal– explica Yi.
Han recogido una carta dirigida a ellas. De parte de su familia, aunque no sus padres.
–Lo disimulan preguntando por nosotras, cómo estamos… ¡Hipócritas!– se enfada Yu.
Están las dos leyendo la carta. A la vez. Supongo que es cosa de gemelas. ¿Quizás solo de hermanas?
–Pues dadles largas– sugiere Song, mosqueada también con dicha familia.
Sabe como han ninguneado a las gemelas. Como enviaban los recursos a su prima. Para que los distribuyera. Sabiendo que, si lo hacía, se quedaría la mayoría. Hay pocos que les caigan bien a las gemelas aparte de sus padres. Al menos, de entre los dirigentes.
–Supongo que podemos hacer eso. Se admiten sugerencias– pide Yi, sacando papel del Almacén.
–Yo les contestaría muy educadamente que estáis bien, practicando duro. Si ellos dan rodeos, pues les seguís el juego– propone Hong.
Supongo que tiene algo más de experiencia en estas cosas. Habiendo cuidado bebés de sus amos, debe haberlos oído muchas veces. Algunas, maquinando vete a saber qué.
–¿Y qué les decimos de nuestras primas?– pregunta Yu.
Es la parte importante. Algo tienen que decir, aunque sea vago.
–Decidles que no sabéis nada–propone Song.
–Sí, pero más sutil, que dé lugar a confusión– propone Hong.
–Muy malvada– ríe Shi.
–Podríais decir que no las veis mucho. Es como no decir nada– propone Lang.
Todos la miramos. Sorprendidos. Ella entra un momento en pánico. Se esconde detrás de mí.
–Eso estaría bien. ¿Qué tal así?: "Apenas tenemos oportunidad de encontrarnos con Wai'er o Xuan'er, estamos muy ocupadas"– propone Yi, casi escupiendo al decir "Xuan'er".
–¡Perfecto!– acepta Yu –Eso los obligará a ser más claros. Y ganamos tiempo sin que nos molesten.
–Tampoco mucho. No más de un mes hasta que llegue la respuesta– se muestra un poco menos entusiasta su hermana
–Súmale medio hasta que veamos la carta– saca Yu la lengua.
La idea es ganar tiempo. Que no las molesten con problemas de la familia. Y esperar que, con suerte, hagan la preguntas adecuadas. Para poder decir que no recibían nada. Y así poner en apuros a su tío. El último culpable de todo. Quizás incluso de lo que les pasó a sus padres.
Hay varios paquetes para su prima. Podrían reclamarlos, pero sería reconocer que lo saben. Tampoco les importan mucho los recursos que pueda haber dentro. Han dicho muy dulces que "solo me necesitan a mí". Las demás se han burlado por hacerme la pelota. O se han quejado de que no se les ha ocurrido a ellas. Han conseguido que se pusieran rojas. Quizás yo también un poco.
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Me he enterado de que a un par de estudiantes les han hecho descubrir el rostro cuando salían de la secta. Les han pedido disculpas. Que buscaban a un criminal. Al menos dos de ellos tenían estatura similar a la mía. Los otros, no lo sé. Todos iban solos. Me temo que se puedan estar impacientando. Hai dice que sería propio "del idiota de Dai Fen". Aunque podrían estar buscando a otro.
Por ello, salgo esta vez del mercado con Song y Shi. Las dos con el rostro tapado. Y me han puesto una peluca verde. Sale el pelo por detrás. Por lo menos, no me han hecho poner falda y tetas postizas. Aunque me han amenazado con hacerlo la próxima vez.
De hecho, vemos un par de siluetas sospechosas cuando nos acercamos a la ciudad. No sé si serán ellos. Sean o no, nos ignoran.
Ha pasado otra semana. Me siento un poco nervioso. Un poco extraño. Hoy tengo que intentar dejar embarazada a Guo Xua.
Como siempre, vendo leche y compro carne. A Lin Tao se la ve un poco irritada. Su ama me mira más de lo normal. Se la ve también nerviosa.
Luego espero fuera a que cierren. Hoy sí que sale Lin Tao. Mira un par de veces atrás. Hacia la tienda. No parece de buen humor.
–Has venido…– me recibe con dulzura Guo Xua.
–¿Cómo no iba a hacerlo?– le pregunto, besándola.
Está más nerviosa que yo. Es me tranquiliza un poco. Resulta extraño. Verla indecisa. Sin saber muy bien qué hacer. Yo tampoco. Así que la cojo en brazos.
–¡Iiiiihh! ¡Tonto!– se queja, aunque me abraza cariñosamente.
No quiero pensar mucho en ello. Así que simplemente la llevo hasta la cama. La acaricio. La desnudo. Aunque me detengo a mitad. No puedo evitar sentirme irritado.
–¿Qué ha pasado?– la interrogo.
Ella sonríe dulcemente. Quizás también traviesa.
–Nada. Me lo hice yo. Para que ese estúpido creyera que me había pegado. Lo más desagradable fue hacerle eyacular con la mano mientras dormía. Se lo ha creído. Incluso me ha regalado unas joyas como disculpas– explica medio riendo.
–¿Se sentía culpable?– me extraño.
No coincide con lo que había dicho de él.
–¡Qué va! Lo que pasa es que las demás concubinas aún están irritables. Enfadadas con él por haber favorecido a la otra en el pasado. Incluso quiso defenderla después de todo lo que hizo. Tenía miedo que les dijera que me había pegado y violado. Quería comprar mi silencio– se burla ella.
–Muy astuto por tu parte– le digo seductoramente.
No le dejo responder. Sello sus labios. La desvisto poco a poco. Incluso paso qi por un par de moratones. Se ha esforzado en su actuación. Le ha debido doler.
–¿Quieres algo especial?– le pregunto.
–Solo a ti– me responde, seductora.
Así que la vuelvo a besar. La acaricio suavemente. De su mejilla a sus piernas. Entreteniéndome en sus pechos un buen rato. Sin dejar de besarla. Con mi miembro frotando su entrada.
Me mira con pasión. Con expectación. Mientras se recupera de su primer orgasmo. Mientras me la quedo también mirando. Mientras acaricio su cabello morado. Totalmente extendido sobre la cama. Se lo ha soltado antes. Se muerde el labio seductora.
–Hazme tuya del todo– me susurra apasionadamente –. ¡Mmm! ¡¡AAAaaaaahhh!!
Gime cuando la penetro. La vuelvo a besar. Sin dejar de moverme despacio. Noto sus pezones erectos pinchándome delicadamente. Mi cuerpo apoyado en sus mullidos senos. Su lengua enroscada en la mía.
Mientras disfruto de su interior, compruebo que está casi curada del veneno. Limpio los últimos restos. Y aprovecho para abrir un poco sus meridianos. No sería extraño que fuera un efecto lateral del veneno. O de la cura.
Puedo sentir un leve qi en su útero. Preparado para ser fertilizado. Pero tampoco hay que darse prisa. Hay tiempo para disfrutar del momento. De su cuerpo. De su pasión. De como me aprieta cuando se corre.
–Lo siento– se disculpa entre risas.
Me ha mordido la lengua. Culpa mía por estar entretenido. Es peligroso tenerla dentro de su boca cuando se corre.
–No es suficiente con sentirlo. Vas a tener que compensarme– la amenazo.
–Hazme lo que quieras– se somete seductora.
Así que acelero. Y acelera su respiración. Sus gemidos. Sus jadeos. Espero otro orgasmo antes de llenarla. De provocarle otro.
Me quedo dentro de ella. Besándola. Sin que oponga resistencia. Sintiendo los qis en su útero. Como mi esencia llega. Con más yang de lo normal. Eso debería provocar que fuera niño. Siento como entra en el yin. Como interactúan. Como el qi se transforma. Se combina. Empieza a fluctuar. Muy débilmente. ¿Se ha quedado embarazada?
Salgo de ella. Sin dejar de mirarla. Ella se pone la mano en el estómago. Me mira.
–Tendremos que hacerlo otra vez para asegurarnos– le digo, queriendo parecer serio.
–Si tú lo dices– acepta ella, queriendo parecer inocente. Se ríe. Me besa
–Lo intentaremos tantas veces como quieras– le aseguro.
Creo que ha funcionado. Pero no estoy seguro. No me importa repetirlo.
–Vale– asiente ella dulcemente –. Oye, exactamente, ¿qué le has hecho a Lin Tao?
La miro extrañado. No sé qué quiere decir.
–Tú estabas la última vez… ¿Qué ha pasado?
–Ha estado malhumorada desde que le he dicho que hoy se iba a casa. Parece que más que un castigo, para ella es un premio que abuses de ella– responde, no sé si contrariada o divertida.
–¿Será que es tan pervertida como su ama? ¡Ay!– me quejo.
Me ha pellizcado. Me saca la lengua. Se pone sobre mí. Mirándome.
–Sabes. Me cuesta seguir enfadada con ella. Se portó mal y me decepcionó mucho, pero también es una víctima. Ha llorado mucho. ¿Te puedo compartir con ella un poco más?– me pide.
Cómo negarme a esa mirada suplicante. Y a follarme a una bonita asistenta.
–Siempre y cuando tú no te escapes– acepto.
Ella sonríe. Se incorpora. Se sienta sobre mi entrepierna. Frota mi miembro contra su entrepierna. Mirándome lasciva.
–¿Qué estás haciendo?– intento hacer ver que estoy escandalizado.
–Has dicho que teníamos que asegurarnos…– responde sensualmente –¡Aaaaah!
Se ha levantado ligeramente y me ha introducido dentro de ella. Luego se mueve despacio. Inclinándose para besarme a ratos. Abrazados. A veces se queda a media distancia, tentándome. Dejándome jugar con sus pechos. Si no, acaricio sus piernas. Sus caderas. Dejando una sutil estela de qi al paso de mis dedos.
Otras veces está alzada. Dejándome contemplar su sensual y madura figura. Sus pechos vibrando despacio. Sugerentes. Prometedores. Su vagina mojada. Apretándome. Dándome placer.
La dejo dominarme. Mimarme. Con sus manos sobre mi pecho. Moviéndolas lujuriosamente. Llegando a mi rostro cuando se acerca. Para besarme otra vez. Para unir nuestros labios y lenguas.
Lo hace lento. Por una vez, sin prisa. Disfrutándome despacio. Disfrutándola yo a ella.
Cuando la vuelvo a llenar, se queda sobre mí. Abrazada. Agotada. Satisfecha.
No me voy hasta que está profundamente dormida. Me duele un poco dejarla. Pero no puedo quedarme. Podría ser arriesgado para ella. Quizás para mí.
La tapo con cuidado. La beso suavemente en los labios. Está adorable cuando duermen. Todas lo están. A veces, me quedo un buen rato mirándolas. A veces, las pillo mirándome por la mañana.
–Hasta la semana que viene– susurro. Quizás pueda oírme en sus sueños.
Hace días que quiero empezar con las técnicas de bastón reales. Es cierto que aún me queda mucho por practicar combinando movimientos. Pero el instructor de bastón nos dijo que podíamos empezar después de los básicos. Nos recomendó que habláramos con él cuando estuviéramos listos. Hoy es el día que iba a venir a la zona de entrenamiento. Así que voy hacia allá, con el bastón en la espalda.
Las chicas me han hecho una especie de funda sencilla que se ata a la espalda. Resulta útil para llevarlo. Podría usar un anillo de carga. O el Almacén directamente. Pero es mejor que no se sepa que poseo ninguno de los dos.
Noto miradas hacia mí en la zona de entrenamiento. Como siempre. Hay dos especialmente intensas. Me lo temía. Ha sido sospechoso cuando las gemelas han dicho que tenían cosas que hacer. Ahí están. Entrenando. Y mirándome de reojo. Diría que incluso sonríen.
Como la última vez, no son muchos los que están esperando al instructor. A algunos los reconozco de la última vez. Incluso hay quienes me saludan con una leve inclinación de cabeza. Les devuelvo el saludo. Supongo que al usar la misma arma, hay cierta cercanía. Aunque otros me ignoran. Una incluso me mira con desdén. Ni que le hubiera hecho algo. Tampoco importa mucho.
El instructor llega a la hora exacta. Empieza con una charla igual a la ocasión anterior. Los que ya la escuchamos, nos quedamos entrenando.
–¿Quieres practicar?– me ofrece un estudiante pelirrojo.
Su pelo, cejas, pestañas e incluso ojos son anaranjados. Su nariz es algo grande. También está en la primera etapa. Lleva un bastón de entrenamiento.
–Claro. Soy Kong– acepto.
–Dai Quon– se presenta él.
Cojo también un bastón de entrenamiento. No sería razonable que yo luchara con mi bastón. Es mucho mejor que el de entrenamiento. En circulación de qi y dureza.
Intercambiamos golpes con el bastón. Sin ninguna técnica especial. En cada golpe, protegemos el bastón con qi. Y reforzamos el golpe. Pronto, queda claro que tengo mucha ventaja. Él apenas controla dos puntos de qi a la vez. Yo estoy en cinco. Y podía hacerlo con más.
Después del último choque, baja el bastón. Está sudando. Sus brazos le tiemblan un poco. Al no poder competir con qi, su cuerpo ha sufrido más.
–Realmente eres bueno. Joder, ¿cómo lo haces? Ya dominas cinco. Yo dos, y gracias– me pregunta, quejándose.
No parece enfadado. Quizás un poco decepcionado. Con él mismo.
–Con mucha práctica– reconozco.
–Ya, ya lo imagino. ¿Pero cómo tienes tiempo? Aún tengo que hacer misiones para conseguir un bastón decente, y tú ya tienes uno. De verdad, ¿de dónde sacas el tiempo?
No noto malicia en su voz. Parece genuino su interés. Me temo que solo puedo decepcionarlo. Tengo dos ventajas. Una son las chicas. Puedo entrenar con ellas y absorberles qi. Aunque no puedo hablar de ello. La otra es mi "trabajo".
–Tengo suerte de tener un poco de habilidad copiando manuales. Eso da bastantes puntos– confieso.
–¡Eso es trampa! Ains… Bien por ti. Me das bastante envidia. Ja, ja– se acaba riendo, dándome unas palmadas amistosas en la espalda.
No parece mal tipo. Es amigable. Supongo que si no, no me hubiera ofrecido practicar con él. No me hubiera ni dirigido la palabra. Me recuerda un poco a Xu Siyu. También se me puso a hablar. En la cola para el interrogatorio. Y luego ha venido a los combates.
Está un rato quejándose de lo poco que pagan las misiones. La mayoría son de eliminar algunas bestias. Y traer carne, pieles y núcleos. Esto último si lo tienen. Han de estar en el equivalente de Alma. No sería fácil hacerlo solo. Por eso van en grupo. Quizás sería interesante coger alguna misión. Puedo ir con las chicas. Y conseguir carne para nuestras mascotas. Aunque comprarla es cómodo.
No se calla hasta que sale el instructor de la charla. Ahora nos va a evaluar uno a uno. A darnos consejos. Para eso hemos venido muchos. Es muy útil tener a alguien que te guíe. Aunque las chicas a mí me han ayudado bastante. Sus experiencias al controlar qi con sus armas me han resultado muy útiles. Sus problemas y los míos. Discutirlos. Compararlos.
–No vas mal. Lo que te hace falta es práctica. Deberías llevar siempre un bastón, aunque no sea de gran calidad. Cuando tengas qi de sobras, practica. Estés donde estés. No te preocupes si las condiciones no son las mejores. Cuando tengas que usarlo en combate, nunca lo serán– le explica a Dai Quon.
Me cae bien. Muchos instructores son bastante arrogantes. Incluso déspotas. O gruñones. Parece que dar un consejo les cueste un ojo de la cara. Él, en cambio, es bastante atento. Da la impresión de que realmente se preocupe de que aprendamos. Al menos, no te hace sentir culpable por no ser perfecto.
Cuando acaba con Dai Quon viene hacia mí. Bueno, estábamos al lado. Me pide que demuestre mi control de qi. Veo que abre bastante los ojos.
–Bien, bien. Realmente me has sorprendido, muchacho. Has debido entrenar mucho. ¿Qué tal los movimientos básicos?– me pregunta.
Parece entusiasmado. Por mí. Resulta extraño. Y extrañamente reconfortante.
–He practicado todos los movimientos básicos, aunque me falta acabar de dominar algunos– reconozco. Sobre todo me falta en los que no puedo probar en la cabaña.
–Oh. Bien, bien. Muéstramelos. Usa tu bastón, deja el de entrenamiento. El resto observad. Es instructivo aprender de los errores de otros.
Oh, vaya. Ahora van a estar todos mirándome. Bueno, no puedo negarme. Supongo que no será peor que cuando las chicas se ríen de mí. Aunque sé que en ellas no hay mala intención.
El instructor coge un bastón de entrenamiento. En eso está en desventaja. Aunque ni mucho menos suficiente para compensar la diferencia de cultivación y habilidad. Se pone en una posición básica de defensa.
Yo saco el mío. Lo miro algo indeciso.
–Solo usa los movimientos. No te preocupes de nada más. Ni de defenderte. No te preocupes, no puedes hacerme daño– me insta, con una sonrisa desafiante al final.
Respiro hondo y ataco. Cogiendo el bastón por un extremo, de arriba abajo. Añadiendo qi en el punto de contacto. Él lo bloquea con facilidad. Su qi es abundante. El bastón de entrenamiento es sin duda más que suficiente. Me da la sensación de que incluso podría usar una ramita en lugar de un bastón.
–El movimiento es bueno, pero un poco brusco. Usas demasiada fuerza y qi al principio. Debes ir añadiendo más mientras cae y menos al inicio. Eso además te permitirá cambiar la dirección con más facilidad. Prueba otra vez– me alecciona.
Eso hago. La verdad es que resulta más natural.
–Bien. Mejor. Un poco de qi más al final, en una pequeña explosión. Debes practicar con varios niveles de qi en todas las fases. Incluso variarlo. Eso te ayudará a comprender los efectos. Con el tiempo, conocer las variaciones te será tan fácil como caminar. Muchas veces, tendrás que adaptarte a la situación y al oponente, así que es fundamental estar familiarizado– me explica a mí, pero también al resto –. Otro movimiento.
Supongo que tendré que meditar con calma sus palabras. Ahora no tengo tiempo. Cambio a un ataque horizontal. Como si quisiera ensartarlo con una lanza. Añado qi en la punta, para lo que tiene que ser un golpe seco y contundente. El instructor coloca su bastón en perpendicular al mío. Añade qi en el punto del impacto. No sé muy bien cómo lo hace. El qi para el golpe como si fuera un cojín. Como si estuviera acolchado. No sé cómo de difícil será bloquear así. Tener ese dominio de qi.
–Se nota que has practicado. Aquí el qi tiene que ser muy explosivo al final. Y al principio para ayudar en el impulso. Además, te falta práctica en situaciones concretas. Debería haber sido aún más potente la explosión final en este caso, para lidiar con un bloqueo con bastón. Pero en general, no está mal. Prueba otro– me medio elogia esta vez.
Voy probando todos los golpes explicados en el manual básico. Nos lleva un rato. En ningún momento pierde la paciencia. No deja de dar consejos. Parece incluso disfrutarlo.
La mayoría de los estudiantes de bastón se han quedado mirando. Parecen interesados. Supongo que por los comentarios del instructor. Me pone un poco nervioso. Algunos se han ido. Han sido pocos.
–Mucho mejor de lo que esperaba. Bien. Eres bastante prometedor– me alaba –. ¿Qué tal combinados?
Hubiera preferido que no lo hubiera hecho. Un par me miran con mala cara. Ya no les gustaba que estuviera practicando así con el instructor. ¿Envidia? Puede ser. Tampoco hay para tanto. Parecen niños.
–He practicado un poco, pero aún me queda mucho.– soy honesto.
–Déjame verlos– prácticamente me ordena.
Se pone de nuevo en posición defensiva. Diría que hay incluso pasión. Nah. Me los estoy imaginando. ¿Quién se va a fijar en un ex-esclavo? Aun gracias que se toma la molestia de enseñarme.
Ataco de arriba a abajo. Cuando bloquea, roto el bastón sobre el punto de impacto, para intentar alcanzarlo en el estómago. Lo evita dando un paso atrás. Estoy seguro de que podía haber incluso evitado que hiciera el segundo movimiento. Sonríe. No parece que se esté burlando. ¿Le divierte? Me indica que continúe.
Pruebo con el horizontal, seguido de un golpe en la pierna. Claro que no le doy. Pruebo a chocar bastones, y rotar para darle en la mano. Incluso intento enlazarlo con una patada. Aunque no es muy fluido. El qi no pasa con facilidad de un movimiento a otro. Eso me hace gastar más qi. Los hace más lento. Menos poderosos.
–Bien. Suficiente. Te falta practicar, pero vas por buen camino. Creo que te has dado cuenta cuando el qi no fluía, ¿verdad?– confirma.
–Sí– reconozco.
–Bien. No practiques los básicos, excepto si quieres comprobar algo. Practícalos combinando. Así aprovechas mejor el qi, y entrenas dos conceptos a la vez. También te iría bien elegir una par de técnicas avanzadas de bastón. ¿Has pensado en alguna? Es mejor ir alternando, no obcecarse en solo una faceta. Pero tampoco demasiadas a la vez. Bien, veo también que has practicado una técnica de movimiento. Eso siempre es bueno– me evalúa.
Me sorprende que sea tan preciso. Supongo que ha visto a muchos estudiantes. Que para él es fácil descubrirlo. La verdad es que no tengo ni idea de cómo se ha dado cuenta de la técnica de movimiento. No la he usado. ¿O sí? Al menos, no lo he hecho conscientemente.
–Aún no me he decidido por ninguna. Era una de las razones por las que he venido hoy– admito.
–Bien, bien. No eres demasiado impaciente y sabes escuchar. Eso está bien. Lo mejor sería una defensiva y otra ofensiva. Debes tener al menos una de cada. Una vez tengas un mínimo dominio de ellas, verás más claro qué te falta. Con qué te adaptas mejor. Como ofensiva… Mmmm… Bien… Quizás Bastón fantasma, o Golpe estremecedor. Échales un vistazo, creo que se te ajustarán bien, pero no dudes en coger otra si te llama la atención. Lo importante es que te sientas cómodo– me sugiere.
Le gusta repetir "bien". Resulta curioso. La verdad es que agradezco sus sugerencias. Aunque no hay tantas técnicas de bastón como de otras, tampoco son pocas. Me hubiera costado decidirme.
–En cuanto a defensivas, quizás Rotación suprema. Extensión de qi también estaría bien. No es exclusiva de bastón, pero se adapta bien– sigue hablando.
Aún no las he visto, pero me atrae mucho más Extensión de qi. Con suerte, podría compartirla con las chicas.
–Muchas gracias por su tutelaje– le agradezco, haciéndole una reverencia.
–Ja, ja. Bien, bien. También eres respetuoso. Eso está bien. Siempre es bueno dar algunos consejos a estudiantes prometedores. Estoy deseando ver hasta dónde puedes llegar. Bien, bien.
Parece contento. No sé si es bueno que tenga expectativas sobre mí. Espero eso que no me cause problemas. Sin contar los golpes que me ha dado en el hombro, claro. Duelen un poco.
–Ja, ja, no va a tener mucho futuro. No solo es un esclavo, sino que usa un arma inferior– se burla un estudiante.
Si antes lo pienso… Me giro. Quien habla está en la misma etapa que yo. Usa una espada. Todos mis "compañeros" de bastón lo miran hostiles. Incluso los que me miraban mal a mí. Lo del enemigo común funciona.
–¿Qué miras? ¿Crees que podrías siquiera aguantar treinta segundos contra mí?– me reta.
Sí, lo estaba mirando. Aunque más por curiosidad. Me parece una provocación infantil. Mejor lo ignoro.
–Oh, eso parece una buena idea. ¿Por qué no comparáis movimientos?– sugiere el instructor.
Sonríe como si nada. Aunque su puño se aprieta un poco. ¿Estará enfadado? Lo miro entre sorprendido y frustrado. ¿Por qué me mete en esto? ¿No podría simplemente haberlo ignorado?
–Es una buena oportunidad para ganar experiencia. Y también para ganar algunos puntos con tus camaradas de bastón. Síguele el juego– oigo una voz en mi mente.
Es el instructor. No sé cómo lo ha hecho. Aunque he oído hablar de ello. Suspiro resignado. Mis "camaradas" me miran expectantes. Y furiosos con ese estudiante y su camarilla. Están burlándose de nosotros. Parece que no tengo opción.
Miro al estudiante. ¿Cómo debería aceptar el reto? Quizás poniéndole un poco de presión.
–Si es lo que quieres, a mí me está bien. Espero que estés a la altura de tus palabras. Sería un tanto ridículo no dar la talla contra un ex-esclavo– lo provoco.
Él frunce el ceño. No sé si no se esperaba que aceptara. Sus compañeros me miran con hostilidad. Definitivamente, me he metido en un pequeño lío.
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