Bronceada vuelve a pujar. Inquieta.
–¡91 para la dama embarazada! ¿¡Quién da más!? ¡Por ese precio, es una ganga!– anima Guo Bo.
–Quizás sería mejor una subida más firme quien quiera ganar– comenta Shi.
–Miran un poco mal si siempre se puja el mínimo– añade Song.
Hablan entre ellas. Pero es para mí. Supongo que tienen razón. Así que le digo a Bronceada que me pase la señal. Ella está demasiado nerviosa.
–¡100!– puja nuestro competidor.
–¡120!– pujo yo inmediatamente.
Intento poner una voz grave. No sea que alguien me reconozca. Aunque no creo. Además, intento parecer seguro de mí mismo. No sé si lo consigo. Lo sabré por la noche. No dudo ni por un momento de que se burlarán de mí.
Nuestro rival me mira con el ceño fruncido. Se lo piensa y vuelve a pujar.
–¡130!
–¡150!– lo supero inmediatamente.
Es un precio un poco caro. Aunque no desorbitado. Demuestra que la quiero comprar como sea.
Parece dudar. Al final decide no seguir. Aunque me mira con rencor. En serio. Es una subasta. Si pierdes, lo asumes. Habla con su acompañante. Este se levanta. No me gusta. He oído historias.
Viene una mujer joven a cobrarme. También con la ropa muy ceñida. Su escote a la vista. Muy sensual. Ideal para subir las pulsaciones de los compradores masculinos. Para que pujen con más ganas.
Me da una llave con un número. Dejarán a la esclava allí. Puedo ir a buscarla cuando quiera. Puedo incluso probarla o inspeccionarla. Me ha asegurado que es insonorizada.
Espero un par de subastas más. Me ha dejado de prestar atención. Me levanto con Bronceada. Nos dirigimos a la habitación. Ella está muy nerviosa.
–Mi señor. Mi señora– se arrodilla Hong cuando abrimos la puerta.
No decimos nada hasta que se cierra la puerta. Entonces le doy permiso a Bronceada.
–¡Tata!– exclama.
Se quita el velo y la capucha. La abraza. La hace levantarse. Mirarla.
Hong la mira confusa. Incrédula. Sus ojos se humedecen. Hasta ahora, había actuado totalmente sumisa. Como una esclava profesional.
–¿Mi princesa? ¿Zhu'er?– la reconoce con voz entrecortada.
La envuelve en sus brazos. La aprieta contra ella. Con sus ojos derramando lágrimas. Los de Bronceada también. Parece que eran todavía más cercanas de lo que creía. Las dejo llorar un buen rato. Hasta que se calman.
–Amo, ella es mi tata. Hong– la presenta finalmente Bronceada.
Su barriga se ha caído. Algo que Hong mira confundida. De repente me mira nerviosa. Se vuelve a arrodillar.
–Mi señor. Disculpe a esta esclava por actuar tan negligente. No volverá a pasar– asegura.
Me acerco y le pongo la mano sobre el hombro. Es evidente lo que piensa. No entiende del todo la situación. Pero sí que yo soy quien manda. Y ella debería actuar solo bajo mis órdenes. No puede permitirse ponerse a llorar. Es una esclava veterana. Ha debido de ser disciplinada más de una vez. Por la más leve indiscreción. Incluso sin ellas. Como todos.
–Levántate y mírame– le ordeno.
Ella obedece. Asustada. Con los ojos húmedos. Me debe de ver borroso. Bronceada nos mira desde el lado.
–No es momento de explicaciones. Solo necesito que entiendas que eres mía– sentencio.
Es lo más fácil. El resto puede esperar.
–Por supuesto, mi señor. Soy suya. Obedeceré lo que me ordene– responde.
Es una lealtad más firme de lo que esperaba. Supongo que está acostumbrada a obedecer.
–No te asustes de lo que veas. Te lo explicarán todo– le aseguro con una sonrisa.
Al cabo de un momento desaparece. Con Bronceada. Las he enviado con Liang. Su rostro desconcertado es evidente. Liang sonríe. Las gemelas se ríen a unos metros. Bronceada parece feliz. Se lo dejo a ellas.
He llamado a Lang y Rui. Totalmente cubiertas. Pueden pasar por esclavas o por compradoras. Sustituyen a las otras dos. Yo me cambio de ropa. Las de ellas son holgadas. No dejan ver si están embarazadas o no.
Salimos los tres. Tan solo nos miran salir. No nos preguntan nada. Es lo normal.
Nos alejamos y nos separamos poco después. Cada uno por su lado. Cuando lo han planeado antes, me parecía exagerado. ¿Qué problemas puede tener comprar una esclava?
Ahora les doy la razón. El que estaba hablando con el otro comprador nos ha mirado. No estaba solo. Ha hecho intención de seguirnos. Hasta que nos hemos separado. Ellas se han puesto las manos en la cintura. Apretado el vestido. Demostrado que no tienen barriga.
Evidentemente, nadie dejaría a su recién comprada esclava irse sola. Y ninguna está embarazada. Así que nos han dejado estar.
Nos reunimos un par de calles después. Las envió de vuelta. Al cabo de un rato, aparecen Shi y Song. Habíamos planeado dar un paseo por el mercado. Pero preferimos volver. Después de que les he contado que vigilaban.
Me pongo la ropa de la secta y las envío de vuelta. Mientras lo hago, puedo verlas a hablar con Hong. Ya me explicarán.
—————
–Bronceada no es descendiente directa de Wu Ye. Él las adoptó después de que su padre muriera. Era un subordinado. Hong sospecha que Wu Ye podría haber sido el responsable– empieza Liang.
–Esa escoria apenas esperó para violar a su madre. Estaba tan desesperada, que Hong la oyó decir que se mataría, hablando a su hija bebé. Que se la llevaría con ella para evitar que sufriera igual. Que haría saber a todos lo que había pasado. Ese maldito cerdo– maldice Yu.
–No sabe que pasó después. La vendieron cuando Bronceada no tenía aún los diez. Aunque es posible que matara a todos los sirvientes y esclavos para evitar que corriera la voz. Puede que se suicidara o que la matara Wu Ye. Presta luego atención a Bronceada. Ha llorado mucho– me pide Liang
Ahora mismo, Bronceada está en su cama. Abrazada a su tata.
–A Hong le ha costado creerse lo que le hemos contado. También creía que tú no querrías tener sexo con ella. Que eres demasiado guapo. ¡Tiene un problema de vista!– ríe Shi –Dice que hará lo que le ordenes. Trátala con cuidado. Ha sufrido mucho.
Hablamos un rato más de Wu Ye. Pero es evidente que no podemos hacer nada. Es demasiado poderoso. No somos más que insectos para él.
Así que acabamos follando. Absorbo su qi. Su yin. Les doy yang. Ayudo un poco en su cultivación. Aunque muchas están al límite de la nueve. Luego sigo con mis esclavas. Por la noche iré a ver a Pen y Fen Huan. Así que ninguna se queda conmigo.
Cuando acabo con Ning. Veo que Bronceada se ha levantado y ha salido de su habitación. Así que la llamo. Me mira. Se arrodilla.
–Amo. Gracias. Por mi dao, prometo serte siempre fiel. Incluso si me envías a la muerte. Solo te pido que, si hay la oportunidad en el futuro, me ayudes a vengarme de Wu Ye. Sé que ahora es demasiado fuerte, pero estoy segura de que no siempre será así.
Me ha hecho un juramento solemne. Además, puedo percibir que su lealtad es absoluta. Sin ningún resquicio. Sigue arrodillada.
–Levanta. Bésame– le ordeno.
Ella obedece. Me abraza. Me besa con pasión. Entregada. Me mira esperando mis órdenes cuando nuestros labios se separan. Mientras mis manos la agarran por sus nalgas.
–No te lo puedo asegurar, pero lo intentaremos cuando seamos suficientemente fuertes– le aseguro –. Ya es hora de subirte de etapa.
–Amo…– dice con pasión.
Sus ojos brillan. Su expresión es de felicidad. Sobre todo tras la última frase. Sabía que la mantenía una etapa por detrás de las demás.
La suelto. Se deja caer en la cama. Boca arriba. Me mira con ardor en sus ojos. Con deseo. Es totalmente mía. Se entrega a mí en cada embestida. Grita mi nombre a cada orgasmo. Siendo mi nombre "Amo". La subo de nivel fluidamente. Me deja ir reacia. Queriendo abrazarme más. Otro día.
Lo más curioso es que me ha preguntado si la follaría también dos veces. Como a las demás. Hasta ahora, era suficiente con una. Dado que la he subido de nivel, la aprovecho mejor con dos. Parecía contenta.
A Hong no la llamo. Está durmiendo. Supongo que agotada. Lo dejaré para mañana. Así que me voy a ver a Huan y Pen. A disfrutar de ellas. A azotar a mi masoquista. A absorber su qi más denso. A satisfacerlas a las dos.
—————
Al día siguiente, después de una sesión matutina con Pen y Huan, vuelvo a la cabaña. Para otra sesión matutina con las chicas. Después de gastar qi con una técnica de bastón. Solo la practico por las mañanas. Requiere mucho qi. Consiste en imbuir de qi el bastón y expulsarlo en el momento de impacto. "Explosión de qi" se llama.
Es un golpe terrible. Pero gasta mucho qi. Me he pasado un momento por el campo de entrenamiento para ejecutarlo. No había nadie. Aún no es de día.
Abuso de las chicas que se dejan. Hoy solo Lang. Las gemelas abusan de mí. Se han divertido bastante. Las demás se portan bien. Con muchos mimos para ellas y para mí.
Llamo a Hong. Al principio está desorientada. Luego me saluda con una reverencia.
–Mi señor.
–Puedes llamarme Kong.
–Mi señor Kong– vuelve a hacer otra reverencia.
Suspiro. Ya se acostumbrará con el tiempo.
–Ya te lo han explicado todo. ¿Algo que decir?– le pregunto.
–Yo… No creo que lo merezca. Ya no soy joven. Incluso me faltan algunos dientes– se ningunea a sí misma.
–Todo eso ya lo arreglaremos. ¿Algo más?– la refuto.
–Yo… Soy una esclava… Haré lo que el señor diga…– se muestra sumisa –¡Iiiih!
La cojo en brazos por sorpresa. Parece incrédula. Dado que es obediente, será mejor demostrarlo con actos.
La dejo sobre la cama. La desnudo. No opone resistencia. Ni siquiera se sonroja. Tampoco hay pasión.
Me acerco entre sus piernas. Con mis manos y mi boca juego con su entrepierna. Ella no se resiste. Quizás está un poco tensa al principio. Pero pronto el placer la invade. Noto como se estremece. Como sus fluidos vaginales empiezan a surgir. Como ahoga sus gemidos. Como se acaba corriendo.
Me levanto. La miro. Jadea. Me mira con una expresión extraña. Entre incrédula y anhelante.
–¿Estás bien?– le pregunto.
–Sí… Aah… Mi señor Kong… Hacía tanto… Aaah…
Las chicas me han contado que la han usado a menudo. Sin muchas contemplaciones. A veces con insultos. O denigrándola.
–¿Seguimos?– le pregunto.
Ella asiente. La penetro despacio. Ella se tensa. No es nada estrecha. Aunque eso no me impide frotar mi miembro contra una de sus paredes. Añadiendo qi.
Ella se estremece. Salgo y entro de ella unas pocas veces con delicadeza. Puedo observar como sus pechos se mueven con suavidad. Por mucho que diga, me parecen sensuales. No son muy grandes.
Me inclino para chupar sus pezones negros. Contrastan con su piel más bien clara. Saboreo su leche. Es similar a la de Shun. Lo único que le falta es qi.
–¿Tienes problemas de espalda?– le pregunto.
–Un… ¡Aaaah! Un poco… Si hago movimientos bruscos o… ¡Aaaah! …cargo peso– confiesa.
Lo he percibido tras penetrarla. Diría que tiene unas vértebras desgastadas. Es fácil de solucionar. Pero no ahora.
–Pasaré un poco de qi. Si te duele, díselo a las chicas. Así disminuirá el dolor. Esperaremos a que seas cultivadora para arreglarlo del todo– explico.
Ella me mira con los ojos muy abiertos. Parece sorprendida.
–Gra… Gracias… ¡¡HHhhaaahhhHH!! Pero ya soy muy mayor para cultivar… ¡¡¡Aaaaaahhhh!!!– se muestra escéptica. Parece que no se lo han explicado todo.
–En unos días hablamos de eso. Ahora, vamos a ver como besas– la amenazo.
Su técnica es buena. Aunque un poco fría al principio. La follo poco a poco. Con dulzura. Con sumo cuidado. Añadiendo qi muy poco a poco. Es una mortal. No puedo sobrepasarme.
No dudo en acariciar su piel. Jugar con sus pechos. No importa que diga que ya no es joven. Además, pronto cambiará. Cuando empiece su cultivación.
No sé muy bien por qué dicen que no se puede cultivar cuando se llega a cierta edad. Puedo percibir que es perfectamente posible. Quizás pierden la esperanza. Aunque también es cierto que, si se tarda tanto en empezar, es probable que se tarde igual en continuar. Que el aumento de la esperanza de vida no sea suficiente para llegar a la siguiente etapa.
De todas formas, no veo un problema de aptitud. Más bien, de falta de qi en su entorno. De falta de tiempo y técnicas.
La lleno al siguiente orgasmo. No quiero extenuarla. Es mortal. Y más bien débil físicamente. Quizás por su edad. Quizás por sus condiciones de vida.
Me he asegurado de pasar qi por varios músculos. Zonas que veía inflamadas. Rasguños recientes. De las cicatrices antiguas ya me encargaré cuando ella tenga un poco de qi. Estoy convencido de poder hacerle crecer los dientes que le faltan. Quizás renovar todos. Me servirá como práctica. Mejor no mencionar esto último.
Por lo demás, noto que su lealtad ha mejorado. Cambiado. Ya antes de traerla. Y más después de nuestra sesión de sexo. Supongo que no está acostumbrada a que la traten como algo más que un objeto. Incluso ha tomado la iniciativa de besarme. De darme las gracias. Me ha parecido sincera.
Sigue siendo un tanto distante. Comportándose como esclava ante su señor. Confío en que irá cambiando. Las chicas sin duda me ayudarán. Y Bronceada.
De hecho, cuando la devuelvo, Bronceada la abraza. Se abrazan las dos. Algo se dicen. La veo sonrojarse. No lo ha hecho cuando estaba conmigo.
Cuando llamo a Bronceada al día siguiente, a media mañana, vuelve a darme las gracias. Incluso derrama lágrimas. Vuelve a prometer que hará lo que yo quiera. Recuperar a Hong ha sido un regalo que no esperaba.
–¿Lo que quiera? Bien, entonces dime, ¿cuál es tu posición favorita?– le pregunto.
Ella se queda medio paralizada, con la boca abierta, sin saber qué decir. Tarda unos momentos en sonrojarse.
–Amo…– me pide suplicante.
Curioso. Eso la avergüenza. Y alimenta mi curiosidad. No la voy a dejar escapar.
–¿No has dicho lo que quisiera? No es una pregunta tan difícil– insisto. No puedo evitar sonreír.
–Amo es muy…– se queja en voz baja, para seguir en un murmullo y confesar –Contra la mesa…
–¿Contra la mesa? ¿Cómo? A ver, ponte.
Ella me mira queriendo quejarse. No llega a decir nada. Se muerde el labio antes de girarse. De ponerse al borde de la mesa. Curva su cuerpo. Apoya su pecho sobre la mesa. Sus pies en el suelo. Su culo expuesto. Seductor.
Me acerco. No se mueve. Puedo notar que su respiración se acelera. Mientras contemplo su cuerpo atlético. Su línea de bronceado es perfectamente visible en su espalda. Seductora en sus nalgas. Bordeando su entrepierna.
Acaricio suavemente la apertura cerrada que protege su entrepierna. Un dedo la separa suavemente. Roza su clítoris. Sube hasta el agujero de su vagina.
–Oh, ¿ya estás mojada?– me sorprendo un poco.
–Amo…– protesta entre suplicante y seductora –¡Aaaah!
La penetro un poco con el dedo y añado qi. Luego salgo. Subo hasta su ano. También lo penetro con un dedo. Lubricado con su líquido. Añado qi. Mientras con la otra mano masajeo su nalga. Ella gime de nuevo.
–¿Prefieres este agujero o el otro?– le pregunto.
–El… ¡Aaah! El otro– asegura.
Ya se ha rendido. Sabe que no tiene opción. Así que confiesa. Cada vez más excitada.
–¿Y cómo lo quieres?– vuelvo a interrogarla.
–Su… Aaah Suave al principio. Fuerte… ¡Ah! Fuerte al final.
Así lo hago. Mientras cojo sus dos nalgas, la penetro. Poco a poco hasta el fondo. Luego salgo despacio. Vuelvo a entrar. Y salir. Acelerando poco a poco.
Es deliciosa la sensación de haberla conquistado del todo. De tenerla totalmente a mi merced. De sentirla disfrutar sin inhibiciones. Totalmente entregada. A mí. Al placer.
Estoy con ella un poco más de lo normal. Saboreándola. Llevándola al límite. Disfrutando de su cuerpo. De su estrechez. Llenándola.
–¿Cómo ha sido?– le pregunto, tras hacerle darse la vuelta.
Lo hago para molestarla un poco. Queriendo avergonzarla de nuevo. Lo consigo. Me mira satisfecha. Pero también casi haciendo pucheros.
–Amo ya lo sabe– responde, desviando la mirada.
–Quiero oírlo– sigo provocando.
No puedo evitarlo. Quiero ver más de esa parte de ella.
–Ha sido… increíble– reconoce al final, apartando la mirada.
–Entonces me merezco un premio– reclamo.
Me vuelve a mirar. Extrañada. Hasta que lo entiende. Abre la boca para decir algo. Pero no lo hace. Se acerca a mí. Incluso sonríe. Me besa. Larga y apasionadamente. Nunca lo había hecho así. Su cuerpo apretado al mío. Seductor. Firme. Suave.
–Deberías sonreír más. Estás preciosa cuando lo haces– la halago cuando nos separamos.
–Ah… Amo debería devolverme ya. Las demás están esperando– desvía la mirada.
Sonrío. Supongo que ya la he molestado suficiente por hoy.
–Hasta luego, mi Bronceada– me despido, dándole un beso en la mejilla y agarrando su nalga derecha.
La devuelvo. Puedo ver que se toca la mejilla con la mano. Sonríe. Se queda un rato sentada sobre la cama y descansando. Aunque no tarda mucho en levantarse. Algo habla con Hong. Luego se pone a practicar.
No sé de qué han hablado. Pero Hong sonríe cuando la ve practicar. Se la queda mirando. Y me da las gracias también cuando la llamo por la noche. Lo más curioso es que me pide que se lo haga como a Bronceada. Entre risas.
Es la tercera vez que la follo. Se ha familiarizado rápido con la rutina. También con las chicas. En especial con Shun. En cierta forma, Hong es también un regalo para ella. Es una matrona experta. Con mucha experiencia cuidando niños.
Creo que todas las chicas la han interrogado al respecto. Antes, ella cogía a Wei de diferentes formas. Y señalaba. Siempre con mucha ternura.
Lo que no esperaba es que se integrara tanto. A la mañana siguiente, no ha tenido ningún reparo en ayudar a atarme. En cabalgarme. Song, Shi y Yi eran las que más la animaban. Como si lo necesitara.
Me vengo más tarde en su ahijada. Lo más curioso ha sido ver a ella y Rui hablar y practicar juntas. Creía que Rui le tenía manía. Así que le pregunto en el descanso. Mientras recupero qi para copiar más páginas. Penetrándola. Yo de pie. Ella alzada. De cara. Abrazándome con pies y manos. Besándome.
Creo que es su posición favorita. Se moja incluso un poco más. Cuando le pregunté, me aseguró que le gustan todas. Que la penetre y use como quiera. Fue imposible sacarle más. Me parece que se lo creía.
–¡Por fin ha entendido que Amo es el mejor! ¡Mira que le ha costado! ¡Ha dejado de ser una idiota! ¡No como Rong!– me explica.
Vaya. Así que estaba enfadada con ella porque no era totalmente leal a mí. Y cuando se ha sometido del todo, la ha perdonado. Ahora la considera una compañera. Creo que la lealtad de Rui es insuperable. Incluso un poco abrumadora.
—————
Por la tarde, continúo los entrenamientos con el bastón. Lo hago fuera. En el bosque. Los hermanos salieron ayer. Fueron en una misión. No deberían volver en varios días. No nos molestarán. Aunque a pesar de eso, tengo a Bronceada y Rui vigilando.
Hong nos observa con curiosidad. Shun se ha enfrentado un momento a mí. Es muy torpe aún. La he desarmado con facilidad. La he rozado en la cabeza con el bastón. Dándole un golpecito suave.
–¡Buuuu! ¡Abusón!– me critica Yi.
El resto ríe. Shun saca la lengua. Quería probar. Sabe que no está preparada aún. Se va hacia Hong a recuperar a Wei.
He estado toda la tarde practicando con la ayuda de las chicas. Enlazando movimientos. No es tan sencillo como hacer un movimiento tras otro. Se trata de enlazar el qi. De que el qi de un movimiento se aproveche para el siguiente. Se canalize. Puede servir para ahorrar qi. Para no gastar tanto. O para hacer más explosivo el siguiente movimiento, al poder reunir más.
Hasta ahora, creía que lo tenía más o menos controlado. Song se ha encargado de resquebrajar mi confianza. Shi la ha acabado de romper. Las gemelas me han rematado. Sumamente crueles. Y nadie me ha apoyado. Hasta Shun y Hong reían. Lang creo que también. Miraba hacia otro lado.
Combinar dos movimientos seguidos no es muy difícil, aunque necesito concentración. Tres me cuesta más. Enlazar una serie de movimientos sin parar está todavía lejos. El problema es que al menos dos lo creía dominar. Hasta que ellas han empezado a interrumpirme.
A veces un ataque en el momento adecuado. Otras apartándose para no dejarme enlazarlos. Suspiro. Una cosa es practicar solo, y otra en una pelea real. En estos momentos, no estoy en condiciones de usarlos en combate.
Está claro lo que necesito. Practicar más. Enlazarlos sin pensar. Y luego volver a practicar con ellas. Hasta que pueda hacerlo fluidamente. Si me interrumpen tan fácilmente, no me será útil.
Lo más humillante es que lo sabían y no me lo han dicho. Me han dejado creerme que podía hacerlo, para reírse a mi costa. Ahora empiezo a entender un poco algunas de sus prácticas. En su momento, no las entendía. Ahora sé que se interrumpían las unas a las otras continuamente.
–¿Ya os habéis reído bastante?– las acuso.
–Ja, ja. No estoy segura– se burla Song.
–Pfffftt– intenta disimular Liang.
Suspiro de nuevo. Siempre encuentran algo para hacerme la vida difícil en las prácticas con ellas. Sé que lo hacen por mi bien. Pero era innecesario aprovechar para reírse. Las odio. Aunque las quiero aún más.
Me hacen practicar un rato más, con ellas interrumpiendo. Luego hacemos algunos combates. Y sexo para recuperar qi y volver a practicar. No todo tiene que ser malo.
En los combates, puedo notar que he mejorado. Claro que ellas también. Y han estado preparando nuevos trucos contra mí. No me queda más remedio que aprender a marchas forzadas. Por lo menos, para intentar no hacer el ridículo.
Esta vez, me enfrento a las gemelas individualmente. Son ágiles, rápidas y letales. Aunque muchísimo menos que cuando van juntas. Me fuerzan a bloquear muy rápido. A mover el qi por el bastón constantemente para contrarrestar sus ataques. Después de los primeros desastrosos cinco minutos, me empiezo a acostumbrar a su ritmo. Pero exige toda mi concentración.
Casi no me han dejado atacar. Ninguna de las dos. Si logro mantenerlas un poco lejos, tengo ventaja. De cerca, son muy peligrosas. Tengo el cuerpo lleno de pintura. De sus dagas sin filo.
Shi me deja atacarla. Ella bloquea. No hay ninguna abertura. Me cuesta diez minutos conseguir golpearla. Me da un beso para felicitarme. No estoy seguro de si no se está burlando por tardar tanto. Pero el beso es muy dulce. Muy intenso.
Song coge un bastón y luchamos bastón contra bastón. El suyo más delgado. Quiere practicar conmigo esa faceta. Por una vez, tengo ventaja. Aunque se nota que va mejorando a lo largo del combate. Me alegra realmente poder ayudarla. ¿Quizás ellas se sienten también así cuando me ayudan?
Liang solo prueba un rato a acribillarme con flechas. Resulta incluso divertido bloquearlas. Un pequeño desafío. Aunque no pone mucho qi. Tiene miedo de hacerme daño. Es demasiado dulce.
A Lang la fuerzan a atacarme. Le han dicho que si no me da ni una vez, no la dejarán tener sexo hoy. Creo que lo decían en broma. Pero ella se ha puesto muy seria.
–¡Tramposo! ¡Te has dejado!– me acusa Shi, riendo.
–¡Eso no vale!– ríe también Liang.
Lang me da un beso suave en los labios. Muy roja. Me sonríe. Supongo que se ha notado. No le pone tanto empeño en los entrenamientos. Se nota que está por detrás del resto. Le gusta más ayudar en otros aspectos. Ser nuestra "sirvienta".
A Bronceada y Rui también las hacen luchar contra mí. Se las nota indecisas. Hasta que las chicas les prometen tiempo extra conmigo si me sobrepasan. Y se ponen mucho más serias. ¡Traidoras! ¡Luego aprenderán quien manda! Por ahora, tengo que defenderme.
—————
–¡Aaaaah! Amooo ¡He sido mala! ¡Castígame! ¡Aaaaah!– pide Rui entre embestida y embestida.
Bronceada no ha sido mucho mejor. Al final, las dos están exhaustas. Llenas de mí. Con rostro de satisfacción. Al final, les he tenido que dar lo que las chicas les han prometido. Sin mi consentimiento. Aunque no voy a decir que no haya sido excitante.
Las chicas hoy reclaman sus premios. Incluida Shun, por intentarlo. O Hong, por ayudar a recoger. Aún se siente ansiosa por su cuerpo. Por su edad. Bronceada me lo ha recordado. Está preocupada por su tata. Creo que he conseguido tranquilizarla.
Es la misma verdad que le conté a Hong. Aunque supongo que cuesta de asumir. Tampoco importa mucho. Solo hace falta tiempo. Cuando empiece a cultivar, lo verá. Irá rejuveneciendo. Y yo me encargaré de echarle una mano.
Las chicas se muestran hoy muy activas. Shun está mimosa. Diciendo que tengo que cuidarla por el golpe con el bastón. Apenas la he tocado. Pero puedo mimarla. Y también a Hong.
Liang se deja hacer. Como penitencia por sus flechas. Es adorable. Wan también se deja. Aunque más pervertida.
Song y Shi se alían contra mí. Aunque son muy tiernas. Más que las gemelas. Tengo que satisfacer a Yi con la boca mientras Yu me cabalga. Luego Yu me besa apasionadamente mientras me ocupo de su hermana.
Lang pasa la noche conmigo. Me sirve primero con su boca. Luego se pone a cuatro patas. La hago moverse durante un buen rato. Hasta que me pide que se lo haga más fuerte. Que la penetre hasta el fondo. Otra que quiere hacer penitencia. Mientras mis manos agarran sus mullidos senos. Disfrutando de su textura. De su suavidad. De cómo mis dedos se hunden en ellos. Mientras no deja de gemir.
Me besa apasionadamente antes de dormirse en mis brazos. Le he pedido un beso de buenas noches. Ha más que cumplido. Me la quedo mirando, consciente de sus pechos apretados contra mí. Mejor dejo de pensar en ello. Si no, me costará dormirme.
Es curioso. Fue nuestra enemiga sin quererlo durante un breve tiempo. Luego se ha convertido en una de nosotros. Las chicas la aprecian mucho. Si no, no hubieran bromeado con ella así. El destino es a veces extraño.
Paragraph comment
Paragraph comment feature is now on the Web! Move mouse over any paragraph and click the icon to add your comment.
Also, you can always turn it off/on in Settings.
GOT IT