El manual detalla movimientos y técnicas básicas. Explica cómo circular los cinco qis para defender un punto concreto. O cómo distribuirlo para atacar y defender a la vez. Cómo coger el bastón para impulsarlo hacia delante en línea recta, a la vez que se añade qis a la punta. Cómo bloquear con qi en un punto, a la vez que se voltea sobre ese punto. Y otros tantos movimientos con sus múltiples variaciones.
Algunos movimientos ya los había leído en un manual más básico. Aunque combinándolo con qi, hay más posibilidades. Más recursos que usar en combate. Resulta excitante la idea de tenerlos a mi disposición. Aunque primero tengo que controlarlos. Por experiencia, sé que no es fácil.
Necesitaré practicarlos una y otra vez. Algunos puedo practicarlos en la cabaña sin problemas. Otros, solo parcialmente. Necesitaré algo contra lo que golpear. Mejor si tiene formas o posiciones específicas. Lo mejor será ir a la zona de entrenamiento.
Preferiría no ir. Es más que probable que encuentre problemas. Respiro hondo y me maldigo. No puedo dejar de ir por lo que otros puedan hacer. No puedo limitar mis movimientos. Mi libertad. Ya no soy un esclavo. A veces tengo que recordármelo.
Si me buscan problemas, ya lidiaré con ellos. Además, dentro de la secta no pueden hacerme nada. Puedo simplemente ignorarlos. Como sea, no puedo permitir que me restrinjan, consciente o inconscientemente. Ya no.
De todas formas, por ahora leeré el manual. No tengo prisa por devolverlo. Tengo puntos de sobra. Quizás me lo quede. Todos ellos. Podrían ser útiles.
Miro de reojo a las chicas. Shi está cuidando el huerto. Es sorprendentemente abundante. Dice que crece mejor que en la secta. Shun le estaba echando una mano, hasta que Wei se ha despertado.
Wan está como siempre con sus plantas. Song esquivando y bloqueando las flechas de Liang. Ambas practicando con algo de qi. Aunque las flechas no tienen punta.
Lang está en el suelo, sin poder dejar de reír. Terror le hace cosquillas en los pies. Rayitas le lame la cara. Sus pechos vibran eróticamente. Y no son los únicos. Los de Song rebotan obscenamente. Las posturas de Shi mientras trabaja desnuda son de lo más provocativas.
Las gemelas están practicando con su qi. Una frente a la otra. Sus frentes tocándose. Sus manos juntas. Al coordinarlo, les resulta más difícil. Aunque les sirve para practicar juntas e individualmente. Tan concentradas y serias me resultan extrañamente adorables.
Suspiro. Ninguna está disponible para traerla un rato. Para besarla. Ni tampoco mis esclavas. Están practicando diligentemente. Rui las vigila y pone firmes si es necesario.
No me queda más remedio que practicar. Los movimientos que puedo hacer aquí. Aunque primero guardo todos los muebles en el almacén.
Primero practico todos los movimientos una vez. Para asegurarme que los entiendo. Despacio. Añadiendo qi. Resulta fácil hacerlo así. Hacia delante. Paralelo al suelo. En diagonal. Frente a mí para parar un presunto golpe. Moviéndolo detrás de mi espalda para pasarlo al otro lado. Ops. Se me ha caído. Y eso que iba lento. Otra vez.
Lo hago rotar frente a mí. Alternando la mano con la que lo agarro. Añadiendo qi. Se supone que así se pueden detener proyectiles o varios ataques de qi. Ahora golpear y rotarlo. Mmm. Necesito algo contra lo que golpear. Ya lo practicaré mejor en el campo de entrenamiento. O podría pedir ayuda a las chicas.
Después de probarlos todos, me centro en uno sencillo. Una y otra vez, muevo el bastón hacia adelante, en diagonal. Coordinando con el qi en la punta en el momento adecuado. Hasta que pueda hacerlo sin pensar. Cuando lo consiga, pasaré a los siguientes. Luego tendré que encadenarlos. Y luego probarlos en combate real. Ahí sufriré. Ellas se asegurarán de ello.
El instructor explicó que era fundamental dominar todos los movimientos. Que aprender las técnicas antes era una pérdida de tiempo. Me llevará tiempo. Mi única ventaja es que puedo recargar qi con facilidad. Además de que es placentero.
—————
A la hora de comer, estamos un poco más serios de lo normal. Ellas ojeando los manuales que les he traído. O hablando de nuestras experiencias con qi. De cómo creemos que podemos mejorar. Aunque las gemelas están pegadas a mí. Sus cuerpos desnudos apretándose al mío.
Shi y Song dominan cuatro. Pronto llegarán al cinco. Son bastante competitivas entre ellas. A Liang le cuesta un poco más. También es cierto que su cultivación es menor. Tiene menos qi a su disposición. En cuanto a Lang, está como Liang. Porque no le pone tanto empeño. Está siempre más atenta a ayudar. A traer un poco de agua. Un té frío. Aunque no tiene más remedio que ir avanzando.
–Vamos primero– declara Yi.
–Si necesitas más, Lang va después– interviene Liang.
Necesito recargar qi. Así que han decidido que algunas no esperarán hasta la noche. Parece impacientes por empezar.
Después, tengo que ir a ver a Guo Xua. Así que puede que lo dejemos para la noche con Lang. O no. Su mirada tímida y anhelante me resulta difícil de resistir.
Así que, cuando se van, las gemelas se quedan. Esta vez intercambiamos posturas. Me gusta de vez en cuando poder abrazar y besar a Yi. Recorrer su espalda con mis manos. Su boca con mi lengua. Su vagina con mi miembro. Sentir su piel apretada a la mía. Sentada sobre mí.
Pongo a Yu a cuatro patas. La penetro desde atrás. Sus firmes nalgas vibrando a cada embestida. Su pelo rubio cayendo sobre la cama. Su rostro apretado a la almohada. Ahogando sus gemidos. Sus orejas están rojas.
Quizás sus cuerpos sean prácticamente idénticos, pero cada una es especial. No es lo mismo follar a Yi a cuatro patas que a Yu. O besar a una o a otra. Cada una tiene un sabor diferente. Una sensación especial. Maravillosas las dos.
Después de abrazarnos y mimarnos un rato, las tengo que enviar de vuelta. Practico un rato más. Una y otra vez el mismo movimiento. Es más entretenido de lo que creía. A pesar de ser repetitivo. Exige mucha concentración en el qi y el movimiento a la vez. Me ha salido bien una vez. Solo una.
Llamo a Lang. Podría estar sin su qi. Pero también puedo absorberlo. Y parecía estar esperándolo.
Así que la abrazo por sorpresa. Cogiéndola por detrás. Besando su cuello. Jugando con sus abundantes pechos.
–Aaahhhh… Kong…– se deja ella llevar.
La acabo follando de pie. Ella inclinada hacia adelante. Con sus manos apoyadas en la pared. Sus pechos rebotan libremente. La penetro con dulzura. Acelerando poco a poco a medida que siento que lo pide. A media que su orgasmo avanza. A medida que también me abruma el placer.
Puedo notar breves estallidos de qi dentro de ella. Dándome placer a la vez que yo se lo doy. Todas las chicas están mejorando. Quieren darme placer como yo se lo doy a ellas. O quieren competir, no estoy seguro. Quizás ambos. Aunque no tienen mi capacidad, sin duda lo consiguen. No pueden competir con mi aguante. Con mi yang
–¿Quieres un té? ¿Quizás un masaje?– se ofrece.
–Solo sentirte a ti un rato– le aseguro.
Al mismo tiempo, la aprieto un poco más contra mí. Estamos los dos acostados en la cama. Acurrucados el uno en el otro. Se sonroja cuando se lo digo. Me besa en la mejilla. Noto sus mullidos pechos apretándome. Se lo haría otra vez. ¡Mierda! Me pongo sobre ella.
–¡Ah! ¡Espera Kong! ¡No podemos…!– quiere protestar ella.
–Entonces, ¿no quieres?– le pregunto, expresando mi decepción exageradamente.
–¡Eso no es justo!– se queja.
A pesar de ello, abre las piernas. Sus manos que estaban sobre mi pecho, empujándome, me envuelven. Sus labios me dan la bienvenida. Así que volvemos a tener sexo. No para recuperar qi. No para ayudarle en su cultivación. Solo por el placer de tenerlo. Por el placer de penetrarla. De jugar con sus pechos. De verla gemir extasiada. De unir nuestros cuerpos. De amarla.
—————
–Te quiero– declaro, cuando llega el momento de devolverla.
–Tonto… Yo también te quiero…– responde con timidez –. No sé cómo se lo voy a explicar.
–No lo hagas– me río.
–Es imposible. Lo sabrán– suspira ella.
–No te preocupes. Yo seré la principal víctima– le aseguro, besándola en la frente.
–¡De eso no hay duda!– ríe ella.
La devuelvo a su habitación. Aunque eso solo es retrasar lo inevitable. Al cabo de un rato la están interrogando. Estoy seguro de que está confesando. Está bastante roja. No las oigo, pero aseguraría que Song me está amenazando. Shi ríe. Las gemelas se sonríen la una a la otra. Liang y Shun siguen jugando con Wei, Rayitas y Terror.
Mientras, me visto y me preparo para salir. Les hago una señal a Rui y Hai para que estén preparadas.
Como de costumbre, salgo disfrazado. Voy al mercado y me cambio el disfraz. Luego bajo a la ciudad.
Ahora tengo que buscar a uno de los sirvientes de la familia Guo. Oh. Ahí hay uno. Ha sido más rápido de lo que esperaba. Creía que tendría que esperar bastante más. Incluso que podía no encontrar ninguno hoy. Supongo que he tenido suerte.
Me adelanto a él. Dejo a Rui y Hai en un pasaje. Sigo mi camino. De reojo, veo como Rui se acerca a él. Le hace entrar en el pasaje. Está aterrado. Sale poco después. Aún un tanto pálido. Mira hacia el pasaje asustado o confuso. O ambos. Pero va hacia la tienda de Guo Xua, la madre de Hai.
Yo doy un rodeo para llegar al otro lado del pasaje. Allí me esperan. Hai me mira, expectante.
–Ha ido hacia la tienda de tu madre– le aseguro.
–Gracias, Amo.
Es sincera. Puedo verlo en sus ojos. Empiezan a humedecerse.
–Luego lo agradeces– le insinúo.
Ella sonríe y se pasa la lengua por el labio lascivamente. Rui me mira.
–Elige hoy– le digo.
–¡Sí Amo!– exclama en un susurro.
Las devuelvo. Era una misión fácil, pero siempre podría haber peligro. Lo que no sé es qué hacer ahora. Tengo tiempo libre. Así que escribo una nota:
Todo ha ido más rápido de lo previsto. Tengo tiempo libre. ¿Alguna sugerencia?
La nota le cae a Shun en las manos. Es la única que estaba quieta. Vigilando a su hija. Lee la nota y sonríe. Llama a las chicas. Se reúnen todas. Parecen animadas. Quizás me perdonen por lo de antes.
Al cabo de un rato, han escrito algo. Lo dejan para que lo coja. Hay varias líneas:
Dulces y postres. Con Song y Yi.
Telas. Con Shi y Liang.
Hierbas. Con Wan. Que no se entretenga.
Ingredientes y cocina. Yu y Shun. Bueno, también Lang.
Tu castigo aún está en discusión.
Parece que no me han perdonado. Esperaba que me dijeran de comprar algo. Aunque me gusta la idea de que sean ellas. Puedo ver que se están vistiendo. Ocultan su rostro con un velo. Veo una confitería cerca. Supongo que es una buena primera opción.
Es entonces cuando descubro al exestudiante Dai Fen. Está tomando algo con dos chicos más de su edad. Sus guardaespaldas están cerca. Los mismos de la otra vez. No debería ser arriesgado.
Mando a Rui vestirse. Mmm. No podrá hacerlo sola. Mejor que vayan dos. Que la acompañe Ning. Sería muy peligroso que vieran a Hai. Se visten con ropa de la secta. Hacerse pasar por estudiantes las protegerá. Con la cara cubierta. Es algo habitual.
Las llamo. Les doy dinero. Y armas, por si acaso. Las miro muy serio. Ning está confundida. Rui también seria.
–Quiero que vayáis allí. Intentad escuchad lo que dicen esos, en especial el pelirrojo. Podéis tomar algo, pero no llaméis la atención. Haz caso a Rui– le exijo a Ning.
–Sí Amo– acepta las órdenes Rui.
–Sí… Amo…– acepta algo más reticente Ning, mirando a Rui.
Tiene las mejillas algo infladas. No le gusta que sea Rui la que mande. Pero es de la que más me puedo fiar.
–Puedes dejar que tome lo que quiera. Tú también. Solo sed discretas– le susurro a Rui al oído.
Asiente. Puedo intuir una sonrisa tras el velo. Salen del escondite y van para allá. Llamo a Song y Yi. Van vestidas elegantes. O me lo parece.
–Tú eres el guardaespaldas– declara Song.
–Así que pórtate con respeto– ríe Yi.
Suspiro. No puedo sino acceder. ¿Ha comenzado mi castigo? Así que ellas caminan delante. Yo unos pasos atrás. Con dos espadas en el cinto. Ellas están simplemente preciosas. No dejo de mirar sus caderas. Parecen excitadas. Normalmente solo pueden salir a comprar al mercado. Y allí no venden muchos dulces. A las dos les encantan. Más incluso que al resto.
Creo que les brillan los ojos cuando ven el escaparate. Me temo que nuestro oro va a sufrir.