Vuelvo a la cabaña después de dejar a mis dos pervertidas durmiendo. Las chicas se lanzan sobre mí cuando las llamo. Acabamos todos en el suelo.
–Ja, ja, no aguanta nada– se burla Song.
–Es un blandengue– la apoya Yi.
Las dos suelen aliarse contra mí. Las otras también, aunque no tanto. Por ahora, ríen. Liang y Shi me besan una en cada mejilla. Con suavidad. Con cariño. Yu y Lang me cogen de la mano. Shun nos mira, sin saber muy bien qué hacer. Wan se ha sentado en la cama y también nos mira con curiosidad.
–¡Eh! ¡No os adelantéis! ¡Me toca primero!– protesta Song.
Todas se ríen de nuevo. Yi la empuja. Shi y Liang se había medio levantado. Le hacen la trabanqueta. Cae en mis brazos.
–Toda tuya– ríe Liang.
–¡Traido…! Mmmmmm– las acusa Song, antes de ser acallada por un beso.
No se resiste. Ninguna lo hace esta mañana. Apasionadas. A pesar de que unas cuantas ya no pueden mejorar su cultivación, ninguna ha querido dejar de tener sexo. Me violaron salvajemente cuando insinué la posibilidad. ¿Quizás debería insinuarlo de nuevo? Fue excitante.
Por ahora, me concentro en los labios, pechos, culo, muslos y vagina de Song. Luego en Yu. Liang, Wan, Shi, Yi, Shun y Lang vienen después. Son todas deliciosas. No pararía de follarlas todo el día. Pero me obligan a contenerme.
—————
Hoy he copiado tres hojas más. Me quedo mirando una de ellas. Lo he visto cientos de veces, pero me sigue pareciendo increíble. Y más por haberlo hecho yo, aunque sea copiando.
La imagen de un hombre está en la página. Se mueve cuando aplicas qi. Siguiendo las invisibles e intrincadas líneas de qi que he trazado alrededor del dibujo. De hecho, no hay un solo dibujo. Hay cinco. Cada uno en una posición. Solo se ve uno. La transición de uno al otro muestra una parte de la técnica. Las líneas de qi moderan, entre otras cosas, la velocidad. También muestran la cantidad de qi. O cómo y dónde aplicarlo.
Es una obra de arte, aunque está mal que lo diga. Claro que solo lo he copiado. No acabo de entender cómo funciona. Sería imposible para mí escribir una técnica desde cero. Aunque la conozca y domine. Quizás algún día sea capaz.
Vuelvo a mi cabaña. No tengo nada que hacer hoy. Excepto practicar. Tendría que encontrar una muy buena excusa para librarme. La última vez me amenazaron con atarme. Sé que lo hacen porque se preocupan por mí. Son adorables. Y, tengo que reconocer que, gracias a sus "ánimos", he mejorado mucho.
La técnica de Yin Yang la domino bastante bien. Y he avanzado más que ellas. Claro que tengo más Yin a mi servicio. Ellas solo tienen el suyo. Yo el de todas las que no practican la técnica. Ahora que empiezo a poder aprovechar más Yang, tengo ventaja.
Unida a Armadura interior, debería acabar teniendo un cuerpo muy resistente. Ahora, "Armadura" ya puedo recubrirme todo el cuerpo, todos los órganos internos. Endurece los músculos alrededor. Estoy empezando a practicar con endurecer los propios órganos.
Antes de llegar, veo que hay alguien. Oh. ¿Está otra vez aquí esperando? Es la esclava que me dio el mensaje de Sai. No sé cuál es su nombre.
Tiene el cabello verde claro, similar a Meixiu. Lo lleva atado con una sencilla cola. Le llega un poco por debajo de los hombros. De hecho, se parecen un poco las dos. Sus ojos son verde intenso. Su nariz ligeramente prominente. Su rostro algo alargado. Su culo más bien discreto. Igual que sus pechos. Quizás como los de Shi.
–¡Hola! ¿Otra vez por aquí?– la saludo.
Ella se vuelve de golpe. Creo que la he asustado. Me mira sorprendida. Ligeramente roja
–Estudiante Kong, tengo un mensaje para usted– me entrega la carta educadamente.
Se ha repuesto rápido. Esta vez no se va. Puedo sentir que me está observando mientras la leo. La otra vez no me miraba tanto. Es de Dandan:
"¡Hola Kong! ¡An y yo estamos listas! Puedes venir cuando quieras a por cualquiera de las dos. Bueno, también a por las dos a la vez, je, je. ¡Era broma! Estaría bien, pero sería demasiado. ¿O no? No nos hagas esperar mucho. ¡Sai nos ha dado mucha envidia! ¡Te echamos de menos!"
No puedo evitar sonreír al leerla. Me imagino su cara diciéndolo. Hay una segunda carta. Es curioso. Había espacio suficiente en la anterior.
"Se llama Jiao. La que te ha traído la carta. Es guapa, ¿verdad? Sabes, en la sección ilusoria tratan bien a los esclavos. Entre otras cosas, no tienen que acostarse con nadie. Pueden si quieren, pero Jiao nunca lo ha hecho. Antes de venir aquí, lo pasó mal. Como todas. Hasta ahora, no había mostrado interés en nadie. Hasta ahora. Le hemos hablado mucho de ti. Cuando te conoció, le diste una buena impresión. Le gustas, pero es un poco tímida. Y está interesada en el sexo de verdad. En un sexo que no es tan cruel como lo que ha tenido hasta ahora. Si puedes, trátala bien, ¿vale? Es una buena amiga. Le he dicho que esperara a que respondieras la carta."
Suspiro. No sé muy bien qué hacer. Con las otras esclavas era fácil. Las conocía. Y preguntarles si querían sexo no era violento. Simplemente, podían decir que no y no pasaba nada. Con las pervertidas, fueron ellas las que casi me violaron la primera vez. Con Fen Huan, fueron sus amigas la que la trajeron.
Realmente, no sé como abordarla. Aunque me lo hayan pedido. La miro. Me encuentro con sus ojos verdes. Los aparta con timidez. Se sonroja ligeramente. La verdad es que es mona.
–Jiao, ¿verdad?– le pregunto.
–¡Eh! Sí… ¿Cómo lo sabes?– me pregunta un tanto sorprendida.
Suspiro y le doy la segunda carta. No sé si es la mejor idea. Pero es cuanto se me ocurre.
Ella se pone más y más roja cuando la va leyendo. Levanta la mirada, pero inmediatamente la devuelve a la carta. Aún más avergonzada. ¿Quizás no debería mirarla? Estira el brazo y me la devuelve. Mirando al suelo. Roja.
–¿Quieres pasar?– le pregunto.
Ella levanta la cabeza y me mira con los ojos muy abiertos. No tarda en volver a mirar al suelo. Asiente con la cabeza.
Abro la protección y la puerta. La invito y entra. Se queda de pie, mirando alrededor, sin saber qué hacer. Me siento en la cama. Le indico que se siente a mi lado. Se acerca no muy convencida. Se sienta sin mirarme. Roja aún.
–No te tienes que sentir obligada a nada. Si quieres hablar, me está bien. Tengo curiosidad por saber cómo os va a todas allí. Si lo prefieres, podemos empezar con un beso. No tengas prisa. Podemos seguir otro día– la intento tranquilizar.
–Normalmente, no podemos salir con tanta libertad– dice en un susurro, como si se hablara a sí misma.
Me la quedo mirando. No sé muy bien qué decir. Pongo mi mano sobre la suya. Intento ser amable. Ella se pone rígida. ¿No ha sido una buena idea?
–Lo siento, no quería molestarte– me disculpo.
–¡No es eso! ¡Solo me ha sorprendido!– exclama en pánico.
Sonrío y vuelvo a poner la mano sobre la suya. Se sonroja. Vuelve a bajar la cabeza.
–¿Pro… Probamos con un beso?– me pide en otro susurro.
Sonrió. Pongo un dedo en su barbilla. La hago mirarme. Me acerco a ella. Tiembla. Nuestros labios se juntan por un instante. Ella se separa enseguida. Vuelve a apartar la mirada. Se pone un dedo en los labios.
–Ja, ja. No voy a morderte.
No puedo evitar reírme. Ella me mira con timidez. Infla un poco sus mejillas. Es adorablemente seductora.
–Lo siento… Yo…– quiere disculparse.
–Está bien. ¿Quieres probar otra vez? Quizás es muy pronto para hacerlo con lengua.
–Con lengua… An dice que… ¿Cómo se hace?– mi mira con curiosidad.
–Como ahora, pero más rato. Abres un poco la boca para dejar pasar a mi lengua. O llevas la tuya a la mía. Buscas entonces mi lengua y yo la tuya. Dejas que se toquen. Que se acaricien. Que jueguen. Solo hay que explorar, sin reglas– intento explicar.
Se muerde el labio, como luchando consigo misma. Luego me mira. Se le nota el esfuerzo de no apartar la mirada.
–Probemos con… lengua– me pide.
Vuelvo a acercar mis labios a los suyos. Pongo una mano en su costado. Se tensa un poco. Aunque dudando, ella acerca los suyos. Abre un poco la boca, pero muy poco. Así que fuerzo mi lengua a entrar, abriéndola más.
Puedo notar que se tensa. Aunque no se aparta. Tímidamente, me busca con su lengua. Yo la acepto y juego con ella. Añado una pizca de qi. Al mismo tiempo que mi mano llega a su espalda. Poco a poco. La otra, estaba en su mejilla. Ahora acaricia el cabello en su nuca. Con mucha suavidad. Ambas con un muy ligero qi. Es agradable acariciarla.
Me separo de ella al poco. Muy despacio. Ella se me queda mirando. Hay algo más de intensidad. Quizás también sorpresa.
–¿Seguimos un poco más?– le pregunto.
Ella asiente. Incluso toma la iniciativa de acercarse. Con torpeza. Mueve una mano a mi espalda. Otra a mi nuca. Copiándome.
Esta vez estamos más rato. Con más pasión. Con más qi. La empujo contra la cama mientras nos besamos. Gentilmente. Poco a poco. Cuando nos separamos, me la quedo mirando. Ella respira más aceleradamente. Puedo notar que su corazón late más rápido. Sus ojos me miran. Pidiéndome más.
Me inclino sobre ella. Vuelvo a besarla. Poco a poco, mi cuerpo aprieta el suyo. Una de mis manos ha vuelto a su costado. Se mueve poco a poco a su estómago. Luego sube. Despacio. Dejando que ella sepa hacia donde va.
Cuando llega a su pecho, ya lo esperaba. Su corazón está desbocado. Acaricio su pecho sobre su ropa. Aprieto un poco su pezón, aunque me cuesta encontrarlo. Añado más y más qi. La llevo a un pequeño orgasmo.
Cuando nos separamos, llevo mis manos a sus muslos. Hasta la parte inferior de su túnica. La levanto poco a poco. Sin dejar de mirarla. Ella se deja hacer. Roja. Su pecho sube y baja.
No tardo en descubrir su cuerpo desnudo. A diferencia de otras esclavas, lleva sostén. Es sencillo. Supongo que funcional.
Saco la túnica por su cabeza. Pero la dejo allí. Con sus brazos atrapados. Me inclino a besarla. Sin que ella pueda defenderse. Medio minuto más tarde, su lengua me acompaña cuando me alejo, cuando me separo.
Acabo de sacar la túnica. Bajo mis manos por sus brazos. Acariciándolos. Por su costado. Hasta llegar a sus caderas. Allí sujeto sus bragas. La miro. Ella asiente. Nerviosa. Roja. Expectante.
Las deslizo por sus piernas. Poco a poco. Asegurándome de rozar sus muslos. De añadir algo de qi. Ella ahoga un gemido.
Cuando las saco, beso sus tobillos. Subo poco a poco por el interior de sus piernas. De sus rodillas. De sus muslos. Lo hago despacio. Besándola. Dejándola que ella decida separar sus piernas. Mostrarme la seductora ranura que esconden. A la que me acerco. También la beso. Con la lengua la abro un poco. Acercándome a su inicio. A su clítoris.
No puede seguir ahogando sus gemidos cuando mis labios se apoderan de él. Cuando añado qi. Mientras mis dedos abren el resto de la ranura. Buscando el agujero que se esconde al otro lado. Que ya se está humedeciendo. Que empiezan a inspeccionar.
Ella respira cada vez más fuerte. Sus gemidos suena casi desesperados. Mientras va llegando al orgasmo. Entonces, toda ella se tensa. Convulsiona varias veces. Al principio cada vez más fuerte. Luego se va ralentizando. Dejándole recuperar la respiración.
–¿Cómo estás?– le pregunto.
–Aaaah… Ha… ha sido increíble. Aah.
–¿Quieres continuar?
Ella mira su entrepierna. Mi miembro está acariciando su entrada. Amenazante. Ella traga saliva.
–¿No dolerá?– duda.
–Todo lo contrario– aseguro.
Entre reluctante y expectante, asiente.
–¡Aaaah!– gime cuando introduzco la punta y un poco de qi.
Se tensa. Espero a que se relaje. Entonces salgo y vuelvo a entrar. Un poco más profundo. Y un poco más. Despacio. Dejando que se acostumbre. Voy llenando toda su extensión. A la vez que masajeo sus muslos. Que la miro. Que ella me mira.
Continuo entrando y saliendo de ella. Subo poco a poco la velocidad. Poco a poco el qi. Ella no se mueve. Solo me mira. Gime. Sumisa. Dejándome toda la iniciativa. Llegando de nuevo al orgasmo
Entonces le hago abrir más las piernas. Me inclino sobre ella. La beso. Le quito el sostén. Acaricio sus modestos pechos. Y vuelvo a moverme dentro de ella. Despacio. Íntimo. Sin dejar de besarla. Excitándola una vez más. Llevándola de nuevo al límite. Llenándola de mí.
Mientras se recupera, me acuesto a su lado. Acaricio su pelo. La miro. Le sonrío.
Ella se vuelve hacia mí. Me sonríe. Es resplandeciente.
–Gracias– me dice.
–No me des las gracias. Hemos disfrutado los dos. Es un placer hacerlo con una preciosidad como tú.
Ella se sonroja. Vuelve a apartar la mirada. Le beso el pelo. La mejilla. Hasta que me deja de nuevo acceder a sus labios.
Estoy un rato acariciándola. Mimándola. Hasta que finalmente se tiene que ir.
Cuando está a punto de marcharse, se vuelve. Me besa. Se muerde el labio. Seductora. Me mira. Sonríe.
–Adiós. Ha sido maravilloso– se despide.
–Lo mismo digo. Vuelve cuando quieras.
La veo irse. Es preciosa. Supongo que me valdrá como excusa para no haber estado practicando. Además, he obtenido algo más de Yin. Y una chica adorable.
Después del sexo dulce y suave con Jiao, resulta excitante violar el culo de Rui. Bocarriba. Sujetándose las piernas abiertas. O el de Rong. Con sus enormes pechos y cabeza contra la cama. Su enorme culo levantado. Vibrando con cada azote. O el de Hai. De espaldas. Empotrada contra la pared.
A Ning la penetro vaginalmente. Le he levantado el castigo. Pero no hay anal hasta que lo haga perfecto. Ha mejorado mucho en un día. Pero aún le falta. Al menos dejará de llorar. Gime casi con desesperación. Y miraba con envidia como violaba al resto.
A la hora de comer, las chicas me perdonan por no haber entrenado mucho. Jiao es una buena excusa. Yu susurra que quiere sexo así. Liang, Shi, Lang y Shun se apuntan. Las demás parecen que tienen otras ideas en mente.
Por la tarde, Shu me trae algunas novedades. La actitud de Zhi Mu y su hermano hacen creer que no se han rendido. Chun Hua parece que no será un problema por un tiempo. Se está preparando para intentar subir de etapa. Ha conseguido que un par de sus pretendientes le regalen unas píldoras.
Me lo cuenta mientras está sentada sobre mí. Dándome la espalda. Sus pies sobre la cama. Los míos en el suelo. Mis labios tienen al alcance su cuello y su oreja. Mis manos tienen sus nalgas cerca. O sus pechos. No son tan enormes como los de su amiga, pero sí suaves y mullidos. Sus tersos muslos también puedo acariciarlos. O jugar con su entrepierna.
Ella es quien se mueve. Sus manos a veces sobre las mías. Moviéndolas a donde quiere que la acaricie. Sensualmente. Tentadoramente. Dirigiendo nuestros movimientos. Disfrutándolo. Aunque no es la única.
Cuando se va, sigo con mis esclavas. Ning vuelve a mostrarme sus progresos. Aunque sabe que no es suficiente. Se tiene que conformar con sexo normal. A las demás vuelvo a follarlas analmente. Para darle envidia. Para que aprenda y espabile.
Con las chicas, también tengo que hacerlo antes. A las que quieren, las follo despacio. Las demás, me follan a mí. Para mi sorpresa, también despacio. Y me dan ánimos para luego. Parecen encontrarlo divertido.
—————
Diría que las miradas de los estudiantes masculinos son peores que la última vez. Mejor no pensar en ello e ignorarlo. Meixiu se ríe mientras me acompaña. Aunque me mira varias veces de reojo.
También me miran extraño las estudiantes que guardan la entrada del edificio. Por lo menos, no parecen querer matarme con la mirada. Finalmente, llegamos frente a la habitación de Dandan.
–Dandan, soy Meixiu, traigo a Kong– anuncia la esclava.
Me pilla totalmente por sorpresa que la puerta se abra de inmediato. Una figura se lanza sobre mí. Me abraza. Me besa.
–Ji, ji. No pongas esa cara. Te he echado de menos– me mira Dandan, traviesa.
–Yo también– le aseguro, agarrándole el culo con ambas manos.
–Pervertido– me acusa con una voz demasiado dulce como para ser reproche.
–¿Llamamos a An o vamos a buscarla?– pregunto.
Ella me mira. Abre más los ojos. Su sonrisa se expande en su rostro, resplandeciente.
–¡Vamos!– exclama.
No tenemos que ir muy lejos. De hecho, es la puerta de al lado. Diría que la de Sai es la siguiente. Dandan abre la puerta y entra.
–¡Hola An!– saluda
–¡Dandan! ¿¡Cuántas veces te he dicho que no entres sin llamar?– protesta su hermana, más bien resignada.
–¡No te quejes! ¡Te he traído un regalo!
–¿Un regalo? ¡Kong!
Se levanta y corre hacia mí. Tengo que cogerla cuando se salta. Cuando me abraza. Cuando me besa. Aprovecho para estrujar su culo. Es parecido al de su hermana. Ambos firmes, aunque suaves.
–¿Vas a poder con las dos?– me pregunta An, mirándome entre preocupada, desafiante y apasionada.
–Estoy deseando comprobarlo– le respondo sugerente.
Dandan entonces me coge del brazo. Su hermana me coge del otro. Entre risas, me llevan a la cama.
–Meixiu, quédate. Necesitaremos tu ayuda– le pide An.
No sé. Tengo la sensación de que hay algo más en sus palabras. Bueno, ellas sabrán. Yo estoy ocupado. Intentando defenderme. Me atacan las dos a la vez. Me acaban desnudando por completo.
Se arrodillan entonces frente a mí. Sus lenguas empiezan a lamer mi miembro. De abajo a arriba. Una a cada lado. Se turnan en ponerlo en sus bocas. Entre risas. Lascivas.
–Yo creo que ya está suficientemente grande– juzga An, con la voz entrecortada.
–Pues empieza ya– la apremia su hermana.
An se sienta encima de mí. Me mira con pasión. Coge mi miembro con la mano. Lo dirige a su entrada. Está mojada. No lleva bragas. Mmm, están el suelo. Hay dos. No sé exactamente cuando se las han quitado.
–¡Aaaahh! ¡Por fin está otra vez en casa! ¡¡Aaaaah!!– exclama An traviesamente.
–Eres una pervertida– se ríe Dandan.
Llega a mi lado. Me besa. Mientras su hermana empieza a moverse. No tarda mucho en tomar una velocidad bastante alta. Se adivina el movimiento de sus pechos bajo sus ropas. Que ya de por sí son más bien atrevidas. Yo las beso alternativamente. Agarro una nalga de cada una. Acariciándolas. Estrujándolas. Masajeándolas. Añadiendo qi.
An acelera. Ansiosa. Es fácil notar que su cuerpo está cerca del orgasmo. Me aprieta toda ella cuando llega. Provocando que la llene
–¡¡¡¡Aaaaaaaahhhh!!!! ¡Kong!
La tengo un rato abrazada. Luego la dejo caer suavemente sobre la cama. Dandan me mira. Expectante.
La tumbo sobre la cama. Sin quitarle la ropa. Compruebo que también está mojada.
–Pervertida– la acuso.
Ella me saca la lengua. Sonriendo seductora. Expectante. Abriendo las piernas. Cogiéndoselas con las manos en sus muslos. Erótica.
No la hago esperar. La penetro. Poco a poco, pero sin parar hasta el fondo. Aprovecho su posición que lo facilita. Ella abre más y más la boca mientras gime.
–¡¡Aaaah!! Como he echado de menos tu polla– dice obscenamente.
–Pervertida malhablada…– la critica su hermana, medio riéndose.
–Tú cultiva y calla… ¡¡¡Aaaaaah!!! ¡Kong! ¡Más!– pide Dandan.
La cojo de las piernas mientras embisto. Ella tira la cabeza hacia atrás. La boca abierta. Incluso saca un poco la lengua. Embisto con fuerza. Con qi. Llevándola al orgasmo. Llenándola.
Quizás he ido un poco rápido. Pero estaban ansiosas. Y tenemos toda la noche. Ya tendremos tiempo para más.
Ella sonríe. Se va junto a su hermana. A cultivar. Aunque antes mira detrás de mí.
–Meixiu, entretenlo un rato, vale– le pide, sugerente.
–Pero…– protesta ella.
Está muy roja. Nos ha estado observando. Sus piernas muy juntas. Apretadas.
–¿Ahora te vas a echar atrás?– interviene An –. Quizás no tengas otra oportunidad. Hasta tu hermana…
–Es que… Las dos mirándome… Yo…
–Ves a mi habitación si quieres. Kong, trátala bien, ¿vale?– ofrece Dandan
Meixiu me mira, tímida, insegura. Ya empiezo a entender de qué va a esto. Pero no quiero presionarla.
–No tienes que forzarte a hacer nada que no quieras– sugiero.
–Yo… Ya veo… No soy muy guapa…– se lamenta. En sus ojos asoman lágrimas.
Aunque están a mi espalda, noto que ambas hermanas me atraviesan con la mirada. Como si se clavaran. En serio, no quería decir eso.
–¿Cómo vas a ser fea? Eres preciosa. Y tienes un cuerpo increíble. Pero no quiero que hagas nada que no quieras hacer– le aseguro.
Ella me mira abriendo más los ojos. Bastante roja. Se muerde el labio. Sus dedos se mueven nerviosos.
–¿Y si quisiera?– pregunta con una voz apenas audible pero muy dulce.
Me levanto y me acerco. Me quedo frente a ella. Le cojo las manos. Acaricio sus palmas con mis pulgares.
–Solo tienen que decirlo. Sería más que un placer.
De repente, ella se tambalea. La cojo para evitar que se caiga. La aprieto contra mi pecho.
–Lo siento… Estoy muy nerviosa… Mis piernas me tiemblan…– confiesa en un susurro.
–Está bien. Puedes apoyarte en mí todo lo que quieras– le aseguro.
Está casi un minuto así, sin moverse. Hasta que sus labios llegan a mi oído y me susurra.
–No creo que pueda caminar. ¿Me llevarías a la otra habitación?– pide en voz muy baja.
Me agacho entonces para cogerla en brazos. Para alzarla. Ella emite un gritito. Luego esconde su rostro contra mi pecho. Muy roja. Ahora que recuerdo, estoy desnudo.
–La puerta está abierta– me asegura Dandan, riendo por lo bajo.
–Siempre he sabido que era un seductor– añade An.
–Bueno, es bastante guapo. Y muy bueno en la cama– comenta su hermana, como si yo no estuviera.
Meixiu se pone más roja. Noto que el corazón se le acelera cuando camino hacia la puerta. Salgo con cuidado que no haya nadie. Entro en la habitación de al lado. La dejo con suavidad en la cama. Ella me mira y aparta la mirada. Lo hace dos o tres veces. Tampoco sabe donde poner las manos. Qué hacer. Está bastante nerviosa.
–¿Jiao es tu hermana? Os parecéis un poco– le pregunto, intentando romper un poco el hielo.
–Sí… Ella siempre me ha protegido… Gracias por lo que has hecho por ella. Siempre había sufrido tanto… Gracias a ella yo nunca tuve…
–No lo hice para que me diera las gracias. Fue más que un placer. ¿Qué quieres hacer?– le pregunto.
Lo que no me esperaba es que me bese. Con pasión. Con torpeza. Nuestros dientes chocan. A su lengua le cuesta entrar. Encontrar la mía. Parece indecisa a la vez que decidida. La dejo hacer. Hasta que se separa.
–Lo siento… No debería… Sin permiso… Yo… No sé sí…
Sonrío. No la dejo hablar más. La beso. Despacio, ataco sus labios. Su lengua. Acaricio su muslo. Subiéndole la túnica. Añadiendo qi mientras recorro su piel.
Se puede escuchar perfectamente su respiración cuando nos separamos. Me mira fijamente. Con la boca entreabierta.
–Yo tampoco he pedido permiso. Parece que ya no es necesario– le digo, sugerente.
Ella se acerca. Despacio esta vez. Dejo que me bese. Que explore mis labios. Espero su lengua. Aún torpe. Pero más decidida. Explorando. Con menos miedo.
Cuando se separa, he subido su túnica hasta casi sus pechos. Ella se mira. Se sonroja. Se muerde el labio inferior. Y se desnuda ella misma. Quedándose en ropa interior. Blanca. De encaje
–Bonita ropa interior. No sabía que aquí las esclavas llevaban ese tipo de ropa.
–Es… Ta Ding me la dio hace tiempo– aclara ella, avergonzada.
–Dale las gracias de mi parte– digo antes de volverla a besar.
Mientras lo hago, con una mano acaricio su pecho. Con la otra, libero su sostén. Dejo sus labios entonces para lamer sus pezones. Para succionarlos. Para morderlos. Ella me pone las manos sobre mi cabeza. Agarra mi pelo con fuerza, para alguien sin cultivación.
Estoy un minuto jugando con sus pechos. Son algo más grandes que los de su hermana. Luego bajo. Hasta su entrepierna.
–Están mojadas. Será mejor quitarlas.
Ella quiere decir algo. Se calla. Sigue roja. Quizás más. Me deja hacer.
–Ya me habían advertido que a veces era malo. No tenía que decirlo– se queja en voz casi inaudible, como hablando sola –. ¡¡AAAAAAaaahhh!!
Ataco su clítoris como represalia. Compruebo su vagina. Oh. Así que eso quería decir que su hermana la protegía. Es virgen. Tendré que ir con cuidado. Aunque ya está bastante mojada.
Sus manos vuelven a estar agarrando mi pelo. Apretándome contra su entrepierna mientras gime. Supongo que cegada por la pasión. No tarda mucho en correrse.
Espero a que se recupere. Acariciando sus muslos y caderas. Como con su hermana, pongo mi miembro frente a su entrada. Ella lo mira. Parece asustada.
–¿Continúo?– pregunto.
–¿No es muy grande…? ¿Va a doler?– pregunta temerosa.
–No debería, al menos no mucho. Pronto te sentirás bien– le aseguro.
–Yo…– mira indecisa.
Me aparto. Me siento a su lado. La cojo y la siento sobre mí. Mirándome. Ella no se resiste. Aunque está nerviosa.
–Hazlo tú. Así puedes decidir– le propongo.
Ella me mira. Indecisa.
–Cógelo, no muerde– me río.
Ella se sonroja más. Finalmente lo intenta. Mi miembro se desliza por fuera. Me río. Me mira molesta. Vuelve a intentarlo. Esta vez casi entra. Nerviosa, lo ha soltado un momento antes. Me aguanto la risa. Irritada, lo coge y se sienta de golpe. Metiéndolo hasta el fondo.
–¡¡Aaaaauu!! ¡Duele!– se queja. Una lágrima asoma por su ojo izquierdo.
–Tonta, no tan bestia– la regaño con suavidad.
La abrazo. Muevo el qi para reducir el dolor. Hasta que parece que está mejor.
–Muévete despacio. Con suavidad. Ves acelerando poco a poco. Siempre que no te duela– le explico.
Ella asiente. Con la cabeza baja. Necesita un beso. Con lengua. Hasta el fondo. Con su culo siendo acariciado.
–Vamos, preciosa– la animo.
Ella empieza a moverse. Me aseguro de ir añadiendo qi. De que vaya sintiendo placer. No tarda en empezar a gemir. En mirarme con pasión. En pedirme que la bese de nuevo. En acelerar. En ganar confianza. Sus pechos no dejan de rozar contra mi cuerpo. Lascivos. Su interior apretado, contra mi miembro.
Cuando se corre, se queda abrazada a mí por un par de minutos. Luego se deja caer hacia atrás. Arrastrándome. Dejándome la iniciativa. Sonriendo. Preciosa.
La penetro despacio primero. Pero veo en sus ojos que quiere más. Al final, acabo entrando y saliendo en ella con más intensidad de la que esperaba. Era virgen apenas hace unos minutos.
La hago correrse cuatro veces, antes de dejarla tumbada sobre la cama. Jadeando. Llena de mí. Has sido intenso. Delicioso.
–Ha sido increíble, gracias– me dice con voz entrecortada.
–También para mí– la beso.
–Ves con ellas, te estarán esperando. Déjame descansar– me pide.
Asiento. Aunque antes le doy un beso más. Luego salgo con cuidado. Sigo desnudo. Mi ropa está en la otra habitación
Paragraph comment
Paragraph comment feature is now on the Web! Move mouse over any paragraph and click the icon to add your comment.
Also, you can always turn it off/on in Settings.
GOT IT