La punta de la lanza está cubierta por unas ropas para que no haga daño. Y por pintura, para saber si acierta. También los extremos del bastón. Deberíamos hacernos con armas de entrenamiento. ¿Serán muy caras?
No tengo tiempo para pensar en ello. Song se abalanza hacia mí. No parece que vaya a dejarme respirar. Usa un movimiento de lanza directo. Supongo que está probándome. ¿Será el movimiento Ensartar?
No he tenido la oportunidad de luchar contra ella. Pero sí la he visto varias veces. Entrenando sola y contra las otras chicas. Así que desvío su ataque como se lo he visto hacer a Shi. O algo parecido. Quizás menos preciso.
Golpeo la lanza desde arriba con el bastón. Con la parte del impacto imbuido en qi. Provocando que cambie de dirección. La miro. Ella sonríe.
–Me hubieras decepcionado si hubiera sido tan fácil– me sigue retando.
Tras ello, vuelve a atacar. Ahora su lanza se mueve más rápido. Parece querer agujerearme con varias punzadas. Debes de ser el movimiento Mil Picaduras, dentro de las habilidades básicas de lanza. Por ahora, solo había conseguido un dominio menor. Lo que equivale a diez simultáneas. Con mil, debe de ser terrible.
Me veo forzado a retroceder. Mientras bloqueo y esquivo como puedo. Ella no para en su ofensiva.
–¡Asalto para Song!– anuncia de repente Yi.
Mierda. He salido del círculo que habíamos marcado. Ella me mira arrogante. Con cierto aire de superioridad. Volvemos al centro.
–Segundo asalto empieza, ¡YA!– anuncia Shi de nuevo.
Song vuelve a atacarme igual que antes. Con Mil Picaduras. Sonríe confiada. Yo vuelvo a retroceder. Si no hago nada, volveré a perder. Y estará inaguantable.
En uno de los bloqueos, no me limito a pararla. Golpeo con fuerza la lanza. Justo he añadido más qi al bastón. Eso rompe su ritmo, la ejecución del movimiento. Al fin y al cabo, su dominio es aún precario. No se lo esperaba. Tarda un instante en reaccionar. Cuando lo hace, está en el suelo.
He golpeado su pierna con el otro extremo del bastón. Con algo de qi. Pero no demasiado. No quería hacerle dañó. He conseguido que perdiera el equilibrio. He golpeado su frente con la punta del bastón. Más bien, acariciado.
–¡Asalto para Kong!– anuncia Yu. Parece que me apoya. A diferencia de su hermana.
Song acepta mi mano para levantarse. Se pega a mí al hacerlo. Noto sus pechos contra mí. Su aliento en mi oreja.
–Me has pillado por sorpresa. No volverá a pasar– me advierte.
–Lo mismo digo. ¡Ay!– me quejo. Me ha mordido la oreja.
–Ataques fuera de tiempo no son válidos. Si vuelve a suceder, la contrincante pelo zanahoria serás descalificada– amenaza Shi, intentado parecer seria.
Pero la risita se le escapa. Y no es la única. Song la mira y le saca la lengua.
–¿¡Falta de respeto al árbitro!? ¡Será sancionada después del combate!– vuelve a amenazar Shi, aunque nadie le hace caso.
Nos volvemos a poner en posición. Nos miramos. Nos retamos.
–Tercer asalto empieza, ¡YA!
Esta vez ataca con Ensartar primero. Luego vuelve a Mil Picaduras. Logro romperle el ritmo, pero no pillarla desprevenida. Salta para evitar mi golpe. Contrataca con el extremo sin punta de la lanza. Bloqueo con el bastón. Retrocede y vuelve a atacarme con Ensartar.
Sus recursos son pocos. Tampoco es que yo tenga muchos. No obstante, resulta divertido. Esquivar, bloquear, contratacar. Una par de veces me ha rozado. Serían pequeños cortes. Una par de veces la he golpeado, aunque no de lleno. Hubiera sido un ligero golpe si le hubiera añadido qi.
Estamos bastante igualados. Aunque ella tiene ventaja. No lo voy a reconocer. Al menos, no fácilmente. Por una parte, tiene lógica. Ella ha tenido la oportunidad de entrenar con las otras. Por la otra, ha estado mucho tiempo sin poder usar la pierna.
–¡Tiempo!– anuncia Liang.
–¿Ya?– se queja Song.
–La arena ha caído. Míralo si no te lo crees– se encoge Liang de hombros.
–Vale, vale. Ahora que lo tenía…– presume.
–Estabas justo cayendo en mi trampa– la contradigo.
El resto ríen. Saben que los dos nos jactamos sin motivo. Ella se acerca, clava la lanza en el suelo y me besa. Luego separa los labios y me mira.
–La próxima vez ganaré yo– asegura, apretando sus manos en mi culo.
–Eso habrá que verlo– replico, haciendo lo propio.
–¡Eh! ¡Dejad el flirteo para luego! ¡Me toca!– protesta Liang.
–Suerte. Va a ser divertido verte sufrir– se burla Song de mí.
La miro esperando una explicación. Solo consigo que su sonrisa se haga más pronunciada. ¿Qué están tramando?
–Las… Las reglas son las siguientes– anuncia Ma Lang.
Parece que le ha tocado explicarlas. Todos la miramos. Fijamente. Muy fijamente. Se pone nerviosa.
–¡Dejad de mirarme así! ¡Lo hacéis queriendo!– finalmente se da cuenta.
Ella está roja y con las mejillas infladas mientras nos reímos. Está adorable. Aunque no por ello vamos a tener piedad. Todo lo contrario. Así que no tiene más remedio que continuar.
–Liang disparará y K… Kong tiene que bloquear o escavar… digo… esquivar. Las flechas no tienen punta pero… pueden hacer daño– explica.
Miro a Liang. Pidiendo que sea buena. Sus ojos y sonrisa amenazadora me dicen que la dulce Liang habitual no está.
–¡Suerte Kong! ¡Más te vale estar atento!– me anima cuando está preparada para dispararme.
–Empieza, ¡Ya!– anuncia Song. No disimula que lo está disfrutando.
Liang tarda unos segundos en disparar. Se asegura que esté preparado. Sigue siendo considerada. Pero a partir de allí, no tiene piedad.
Primero espera que bloquee para disparar la siguiente. Las primeras tres. Luego acelera. Disparando una tras otra. No es difícil bloquearlas. Menos mal. Pensaba que sería peor. Bloqueo una más con soltura. Y otra me da en el brazo. Duele un poco.
Miro a Liang. Sonríe traviesa. Ha disparado dos seguidas. La segunda oculta tras la primera. No lo había hecho hasta entonces. Nunca me había fijado que lo hiciera antes. Ha esperado a que estuviera confiado. Me conoce bien. Me ha pillado.
–¡Punto para Liang!– exclama Yi.
La miro, aparentando rencor. Ella me saca la lengua. Lo cierto es que, si hubiera sido una pelea de verdad, podría haber incluso muerto. Me he confiado demasiado.
–¡Segunda ronda! Tresdosuno, ¡Ya!– exclama de nuevo Song.
Esta vez consigo pararlas casi todas. Algunas me rozan, pero ningún impacto directo. Podría hacerlo mejor. Va a ser cierto que me falta entrenamiento. A pesar de que la cultivación de Liang es baja. Me queda claro lo peligrosas que son sus flechas. Y que serán.
–¡Empate en la segunda! Ningún golpe claro, pero algunos arañazos. ¡Liang gana el combate!– anuncia Song.
No estoy seguro de si las reglas son muy justas. Sé que si me quejo será peor. Así que asumo mi derrota. Liang alza los brazos en señal de victoria. Luego se acerca y me abraza. Me besa.
–¿Qué quiera la ganadora de premio?– le susurro.
Ella me mira. Me sonríe. Me responde con otro beso.
Luego me hacen combatir con las gemelas a la vez. Por lo menos, solo atacan de cara. Su objetivo es que me acostumbre a pelear contra dos a la vez. O eso dicen. Es realmente difícil. Aunque no se esfuerzan mucho, me acaban avasallando.
No me atacan a la vez, sino una tras otra. Y siempre de cara. No tengo la menor duda de que lo harían a la vez si pudiera contenerlas. O desde ambos lados. Pero es imposible.
A veces consigo aguantar un poco, pero siempre acaba igual.
–¡Muerto!– anuncia Yu divertida tras clavarme su daga.
La cojo y del culo y la beso. Su hermana chasquea la lengua. Esta vez ha perdido. Bueno, he perdido yo. Pero eso lo dan por sentado. Compiten en ver quien es la primera. Y me exigen que las bese.
Shi y Lang hacen lo mismo un rato después. Es algo más fácil contra ellas. Quizás debería decir algo menos imposible. Las espadas tienen mayor alcance, pero son algo más lentas. Dado que me era imposible no dejar acercase a las gemelas, la ventaja del alcance casi no se nota.
–Shi y Lang 23, Kong 0– anuncia Song. Lo está disfrutando.
Sin duda, han abusado de mí. Se han divertido a mi costa. Pero no puedo negar que ha sido un buen entrenamiento. Y que me harán repetirlo. Puede que con variaciones. Todo lo que se les ocurra. Y yo de víctima.
Nos quedamos un rato más por el bosque. Vigilando a Rayitas y Terror. Sin duda, disfrutan del paseo. Y aterrorizan a las débiles bestias de los alrededores. Van creciendo en tamaño y fuerza.
Por alguna razón, acabo en el suelo. Con Rayitas encima. Miro a las chicas acusadoramente. Ellas desvían la mirada. Suspiro. Acaricio a la tigresa mientras ella me lame son su áspera lengua. Y Terror la imita.
Acabamos adelantando trabajo. Follando en el bosque. Quizás no es lo ideal. Es mejor separarlo un poco más. Pero no podemos contenernos. Han empezado con besos. Y al poco tenía a Ma Lang contra el árbol. Penetrándola desde atrás. Agarrándola de las caderas. Sus pechos balanceándose seductoramente.
Yu me tiene abrazado. Yo de pie. Sus piernas en mi cintura. Su espalda contra un árbol. Apasionada.
A Song de lado contra un árbol. Una pierna en el suelo. La otra sobre mi hombro. Sus ojos verdes mirándome con pasión. Su nariz pecosa la hace aún más deseable, si es eso posible. Sus pechos lujuriosos no dejan de rebotar.
Wan ha dejado de buscar hierbas para reclamar ser follada. De pie. Su espalda doblada hacia abajo. Apoyada con las manos en el suelo. Yo agarrando sus nalgas. Estrujándolas. Penetrándola. Ella gimiendo sin control. A pesar de que están las demás mirando. E incluso comentando.
Shi de pie. Yo también de pie detrás de ella. Follándola despacio al principio. Acariciándole suavemente sus modestos pechos. Ella con sus manos hacia atrás. Acariciando mi cabello. Acaba siendo más intenso. Ella me agarra con fuerza del pelo mientras gime. Mientras yo estrujo sus pechos. Mientras acelero en su interior.
A Yi con las manos contra el árbol. De espaldas. Mostrándome su culo. Con los ojos cerrados mientras gime. Más que balancearse, sus pechos vibran. Seductores. Ella está disfrutando. O eso dice su hermana. Lo que le va a costar una venganza en un futuro próximo.
Con Liang es de pie. Los dos. Cara a cara. Ella contra un árbol. Sus labios reclamados por mí. Los de arriba y los de abajo. Sus manos envolviéndome. Acariciándome. Con avidez. Las mías disfrutando de su delicada piel.
—————
Las devuelvo a todas. Ellas pueden descansar. Yo tengo que volver caminado. Se han reído de mí cuando me he quejado. Aunque antes decido llamar a Guo Hai.
–¿Dónde… estamos?– pregunta, asustada.
–En el bosque de la secta. No hagas ruido, alguien podría oírnos– le aviso.
En realidad nadie nos puede oír. Y tengo controlado que nadie se acerque. Ella parece un poco asustada. Además de que está desnuda. Me mira sin saber qué hacer.
–Ponte contra el árbol. Apoya las manos. Así. Levanta más el culo. Abre un poco las piernas. Y no hagas ruido– le ordeno.
Jugueteo un poco con su cuerpo. Está algo inquieta por estar afuera. Y excitada. No tarda en mojarse.
–¡MMMMmmmm!– ahoga un gemido cuando la penetro.
–Estás más apretada de lo normal– le susurro.
–¡¡Mmmm!! ¡No puedo evitarlo! ¡Mmmmm!– exclama entre susurros.
No es que me moleste. Además, ya lo imaginaba. Es un tanto exhibicionista. Aunque lo niegue, le gusta hacerlo en público.
No puedo dejar de pensar que me estoy follando a la hija de un comerciante rico. A la novia de ese estudiante estúpido. A una heredera mimada. Sometida. Desnuda. En medio del bosque. A mi merced. Ella totalmente excitada. Abandonándose a mis embestidos.
La penetro una y otra vez desde atrás. Estrujo sus pechos. Sus nalgas. Que rebotan en cada embestida. A veces la cojo del pelo. Dominándola. Dejando claro que es mía. Haciéndola llegar al orgasmo. Hasta que no puede sostenerse sus piernas.
Entonces la empujo contra el árbol. Acelero. Siento come el placer se agolpa en mí. Me corro dentro de ella. Satisfecho del servicio de mi esclava exhibicionista. La dejo caer. Llena de mí. Jadeando.
La devuelvo. Regreso a la cabaña. Ya follaré a las otras tres luego. Hay una esclava que llegará pronto. No quiero hacerla esperar. No se merecen que las haga esperar.
El resto del tiempo sufren abuso. Las explotan. Viven en condiciones muy pobres. Al menos, cuando están conmigo, quiero que sean felices. Tratarlas como seres humanos. Como reinas.
Cuando entra a la cabaña y me sonríe, es evidente hasta que punto vale la pena. Cuando se tira sobre mí y me besa, no queda la menor duda.
He estado de disfrutando de mis esclavas. Las he empotrado contra la cama. De cara o de espaldas. Y bombeado en ellas a placer. Hasta dejarlas sin aliento. Rui y Ning repetían "Amo" una y otra vez. Bronceada mordía la almohada. Mientras llenaba su vagina primero y su culo después.
Pensando que esta noche las chicas me harán hacer bondad, me he traído también a Rong. Inmediatamente, me he puesto a frotar su vagina. Con qi. Hasta que ha estado mojada. La he penetrado de golpe. Cogiendo sus manos. Inmovilizándola. Follándola. Haciéndola disfrutar, quiera o no.
—————
Las chicas me hacen traer a la nueva esclava. Me mira por unos instantes. Luego se arrodilla.
–Mi señor. Gracias por permitirme estar con mi hija– me agradece.
Pongo un dedo en su barbilla. La hago mirarme.
–Me llamo Kong. No tienes que arrodillarte– le aseguro lo más suavemente que soy capaz.
–Pero…
–Si hace falta, es una orden– me reafirmo.
Ella asiente. Las chicas me miran con aprobación.
–Ya se lo hemos dicho, pero no nos hacía caso– se burla Song.
–Pero señora Song yo… ¡Ay!– quiere defenderse Shun, antes de recibir un pequeño pellizco.
–¿¡Qué te había dicho!?
–Vale, vale, solo Song– se duele del costado.
Las otras se ríen. Parece que se llevan bien.
Oh. Se ha despertado la niña. Está llorando. La traigo a mis brazos. Se calma con un poco de qi.
–¿Cómo lo haces?– me pregunta, asombrada.
–Un poco de qi. Te enseñaré cuando llegues a la etapa uno– le aseguro.
–¡A mí puedes enseñarme ahora!– pide Liang.
–¡Y a mí!
–¡Y a mí!
Al final, me veo obligado a hacer una pequeña sesión de qi para bebes. Para sorpresa de la madre, la niña parece incluso disfrutarlo. No es muy diferente a usar qi para placer. Y las chicas ya lo empezaban a hacer.
Shun está muy atenta a las explicaciones. Y a la niña. A quien se llevan las chicas al cabo de un rato. Nos dejan a los dos solos.
–Mi señor Kong, puedes hacerme lo que quieras. Soy tuya. Te lo debo todo– vuelva a arrodillarse.
Yo la cojo de ambas mejillas. Pellizcándolas. Sin mucha presión. La hago mirarme.
–Sin señor y sin arrodillarse. ¿Queda claro?– demando.
Ella asiente. Incapaz de resistirse. Con su cara un tanto graciosa al ser estirada.
–Sí señ… Sí Kong.
–Mejor. Ven, acércate. Empecemos con un beso– le sugiero.
–Yo nunca. No sé sí…– se muestra preocupada.
–Solo tienes que hacer lo mismo que yo. Ven– insisto, sonriendo.
Ella se acerca. Nerviosa. Unimos nuestros labios. Se tensa cuando mi legua invade su boca. Pero no se resiste. Tímidamente mueve la suya. Se estremece cuando añado qi. La suelto. La miro. Respira un poco más fuerte. Sus ojos muy abiertos.
–No tengas miedo de usar tu lengua. No te preocupes, solo hazlo.
Ella asiente. Estamos un rato besándonos. Hasta que pierde el miedo. Hasta que empieza a soltarse. A dejarse llevar. No dejo de acariciar su espalda con suavidad.
Me separo. Nos miramos. Su lengua medio fuera. Hasta que se da cuenta y la esconde. Un poco avergonzada, se limpia la boca de saliva. No puedo evitar reírme. Ella aparta la mirada. Parece que ha perdido un poco el miedo.
–Déjame verte– le pido.
Ella se quita la túnica. No lleva ropa interior. Sus pechos son de buen tamaño, quizás como los de Lang. Y parecen más… llenos. Sus pezones son más oscuros que los de las chicas. No sé si es ella o porque dan leche. Sus piernas muy juntas, guardando lo que esconden. Son anchas.
Sus ojos anaranjados me miran. Su cabello es rojo. Hace juego con la mata que cubre sugerente su entrepierna. Su piel es ligeramente más oscura de lo habitual. Con varias cicatrices. Quizás no es natural de esta zona. O alguno de sus padres. Es también algo pecosa. Sobre todo alrededor de la nariz. Aunque menos que Song.
–Eres preciosa– la adulo, acercándome de nuevo.
Acaricio su mejilla. La vuelvo a besar. Mi mano llega hasta su pecho. Lo acaricio. Lo tanteo. Busco los puntos de qi. Ella gime. Se estremece. Parece que es muy sensible allí.
Dejo sus labios. Los míos bajan por el cuello. Sobre sus pechos. Hasta sus pezones. Los chupo. Los succiono. El sabor de la leche es curioso. Pero tampoco quiero dejar sin a la niña. Ella se ha corrido. No me mira, avergonzada. Yo sonrío.
Juego con sus pechos un poco más. Con mi boca y mis manos. La otra llega hasta sus nalgas. Se tensa por unos instantes.
Mi boca baja por su estómago. Poco a poco. Añadiendo qi. Excitándola un poco más.
Jugueteo con su ombligo. Bajo poco a poco hasta su entrepierna. Algo reticente, deja que las separe. Está al borde del orgasmo otra vez. Ataco su clítoris. Se corre.
–Estás muy mojada– observo.
–Yo… Lo siento… No…– se disculpa, asustada de nuevo.
–No hay nada que sentir. Me preocuparía si no lo estuvieras– le aseguro.
No sé cuánto ha sufrido antes para que tenga que disculparse por algo así. Parece que bastante.
Saboreo su vagina. Sus fluidos. Jugueteo con sus clítoris. Acaricio sus nalgas. Hasta que tiene su tercer orgasmo.
Me incorporo y la miro. Me devuelve la mirada, jadeando. Con los ojos algo llorosos. Parece incrédula.
–¡Aaah…! Yo nunca. Ellas lo habían explicado, pero no lo creía. ¡Aaah…! Es tan increíble– admite.
–Ahora voy a entrar. ¿Estás lista?– le pregunto.
Ella asiente. Aprieta los dientes. Parece que espera dolor. Con razón me han pedido las chicas varias veces que sea muy suave. Sin duda, ha sufrido mucho.
–¡Aaaah!– gime de placer cuando la penetro.
–¿Cómo estás?
–Bien, no duele como otras veces. Se siente bien– asegura, sorprendida.
–¿Cómo de bien? ¿Podrías describirlo?– la provoco un poco mientras empiezo a moverme despacio.
–¡Aaaaah! La señ… Song me ha advertido… ¡Aaaaah! Que no contestara si eras…
–¿Malo?– termino la frase con una sonrisa traviesa.
Ella asiente. Respirando. Gimiendo. Mirándome. Hay un poco de pasión. También incertidumbre.
–Lo haré despacio. Si quieres que vaya más rápido lo dices. O si quieres que pare. ¿De acuerdo?
Vuelve a asentir, ¿incrédula?. Me acerco a ella. La beso. Cojo uno de sus sensibles pechos. Mientras entro y salgo de ella con dulzura. No la suelto hasta que se vuelve a correr. Me paro. Me la quedo mirando. Hasta que se recupera.
–Deberías llegar a la etapa uno en poco más de dos semanas. Tienes un poco dañada la muñeca. Te debe de doler. Ahora te la curaré. Estate quieta– le ordeno.
Ella asiente. Me mira sorprendida. Parece que eso no se lo habían dicho. La follo muy despacio. Con un poco de qi. Lo suficiente para excitarla. Pero no para llevarla al orgasmo. Me detengo al cabo de un rato.
–Dime como está. Ya no debería doler– aseguro.
Ella la mueve un poco incrédula. Luego la fuerza más. Me mira con los ojos muy abiertos.
–¿Cómo…?– pregunta asombrada.
–Eso da igual ahora. Dime si hay algo más que tengas mal. Por pequeño que sea. No hay motivo para que te duela.
Ella señala una parte el cuello. El dedo meñique. Su rodilla. Menos el dedo, todas las había visto. Son golpes o torceduras. Ha sido maltratada. Por suerte, son fáciles de curar. Apenas pasar qi por la inflamación y algunas reparaciones menores usando su yin.
–Gracias. Por ser tan bueno conmigo. Es… increíble– dice casi llorando.
Recojo las lágrimas con mis dedos. La miro. La beso. La vuelvo a mirar.
–No hacen faltan las gracias. Ahora eres una de mis chicas. Tenemos que acabar lo que tenemos a medias– le digo, penetrándola de nuevo.
Ella gime y se arquea. Yo no me detengo. Hasta el fondo con suavidad. Con qi. Tira la cabeza hacia atrás. Gime.
–¡¡Aaaaaah!! Es tan diferente ¡Aaaaaah! Era solo dolor y ahora… ¡¡¡AAAAAAaaaaahhHHH!!!
–No seas tímida. Puedes usar tus manos conmigo. Puede decirme cómo lo quieres. El sexo es cosa de dos– le susurro. En la oreja.
Luego la beso. Mi lengua hasta su paladar. Mis manos jugando con su pecho. Ha salido un poco de leche. Mi miembro penetrándola. Sus manos me acarician la espalda con timidez. Aunque acaban apretándome contra ella.
–¡¡¡Aaaaaaaah!!! ¡¡Así!! Es tan… ¡¡AAaaaaaahh!! ¡Más rápido…!– me pide finalmente.
Y eso hago. Acelero poco a poco. Hasta que noto que es suficiente. No dejo de besarla. De manosearla. De recrearme es sus formas. Con suavidad. Con qi.
La llevo dos veces más al orgasmo antes de llenarla. Luego me quedo a su lado. Acariciándola. Abrazándola. Hasta que se recupera. Le cuesta un poco. Es mortal todavía. He tenido que ir con mucho cuidado.
–Gracias– me mira y me agradece.
–Gracias a ti. Ha sido delicioso– le aseguro. No miento. Ella sonríe.
–Deberías sonreír más. Estás preciosa cuando lo haces– le aseguro.
Ella se sonroja. Oculta el rostro en mi pecho.
–¿Esto todos los días? ¿Dos veces?– susurra sin moverse, intentando ocultar la pasión en su voz.
–A no ser que no quieras– le doy la opción
–¡Ah! ¡No! ¡Digo sí! Yo…
Me río. La beso. Esta vez me lo devuelve con más pasión. Puedo sentir como nuestra conexión ha cambiado. A mejor. No es como las chicas. Pero se acerca.
Al cabo de un rato, ella se incorpora un poco. Me mira algo nerviosa. Supongo que quiere decir algo y no se atreve. Probablemente Shi tenía razón. Sonrío. Me traigo a Wei. Yu se sorprende al verla desaparecer de sus brazos. Se encoge de hombros. Sonríe. Y se pone a cuchichear con las demás.
Le entrego a su hija con delicadeza. Ella la coge con suavidad. Gime cuando la niña chupa su pezón.
–¡Aaahh! Está muy sensible– se queja.
–Ahora dirás que es culpa mía…– me hago el inocente.
Ella me mira durante un instante sin reaccionar. Luego se ríe muy bajo.
–Toda– me acusa en un susurro casi inaudible.
Es buena señal que sea capaz de hacerlo. Me acerco. La beso con suavidad en los labios. Mientras acaricio a la niña. Las abrazo. Son adorables.
Cuando las devuelvo, las chicas la reciben con abrazos. Y le roban la niña entre risas. No me cabe duda de que la están interrogando.
Por suerte, he pasado la prueba. Lo sé cuando llamo a Shi y me besa. Me abraza.
–Te has portado bien. Me han hecho prometer que no haríamos nada. Solo abrázame– me pide.
Se duerme en mis brazos. Y yo en los suyos.
—————
Los días siguientes nos dedicamos a cultivar, follar, entrenar. También comprar algunas hierbas para Wan. Y unas armas de entrenamiento. Hemos comprado armas malas en el mercadillo. Les hemos quitado el filo. Y añadido algunos arreglos. Mi bastón es blandito en los extremos.
No ha pasado nada especialmente relevante en esta semana. Liang ha subido a la cuatro. Wan a la ocho. Ha intentado forzar para hacer una píldora. Le ha faltado qi. Es un poco impaciente. No sé que haría a una velocidad normal.
Shun se ha adaptado bastante bien. Es muy entregada. Le excita que juegue con sus pechos. Luego se queja cuando da de comer a Wei. También es muy obediente. De momento. Las chicas la están poco a poco corrompiendo. Como a Lang.
La niña es adorable. No sé muy bien que haremos cuando crezca. Bueno, ya lo veremos. Aún queda tiempo.
Song ha acabado de arreglar su lanza. Ha conseguido unir la punta que encontramos en la cueva con el asta que compré. Ha quedado mejor de lo que esperaba. No es perfecta, pero suficiente para su etapa. Ahora me la está enseñando.
–¿Qué opinas?– me pregunta.
Yo la cojo y circulo qi. Como bastón, estaría bien. Quizás un poco delgado. El qi hacia la punta está algo bloqueado, pero llega. Podía ser mejor, pero no está mal. Por ahora, le debería servir.
Lo pongo un poco al límite. Forzando el qi. Me da la sensación de que lo he abierto un poco más. Que va mejor. Pero no estoy seguro. No es mucho. Quizás solo lo imagino. Lo cierto es que no puedo replicar esa sensación.
–No está mal. Te debería ir mejor que la otra. Quizás algún día podamos conseguir que un profesional le eche un vistazo. No estoy seguro, porque no puedo repetirlo, pero diría que ha mejorado un poco la circulación. Lo raro es que no puedo repetirlo– le cuento mis sensaciones.
–Es curioso. Ellas han dicho algo parecido. Todas. Y a mí me parece también que ha mejorado. Lo extraño es que solo lo hayáis podido hacer una vez– coge el arma extrañada.
Sin duda es un fenómeno curioso. No sé a quién le podría preguntar. Buscaría en la biblioteca, pero los de fabricación de armas están restringidos a los de esa profesión.
Paragraph comment
Paragraph comment feature is now on the Web! Move mouse over any paragraph and click the icon to add your comment.
Also, you can always turn it off/on in Settings.
GOT IT