Esto no es bueno. Las chicas están preparadas y tensas. Las he avisado del peligro. Siendo más, quizás no que puedan con nosotros. Podemos amagar con atacar a Niu Fen. Tendrán que protegerlo. Pero lo único que lograremos será escapar con vida. Espero. Lo que no sé es que pasará si ellos hablan de lo que haya pasado. Les digo que se preparen.
Los guardaespaldas se acercan. Empuñan sus armas. Noto como sus qi se concentran. Probablemente, van a usar alguna habilidad.
Es cierto que han forzado su cultivación y es algo inestable. También es cierto que han tenido tiempo de sobras para perfeccionar sus técnicas. Sin esperanzas de mejorar su cultivación, es la mejor forma de hacerse más fuertes. Tampoco me extrañaría que fueran veteranos en este tipo de peleas. No como los estudiantes.
Les marco la situación a las chicas. Incluido el objetivo principal. Dos irán a por él. Forzando a uno de los guardaespaldas a protegerlo. El resto nos enfrentaremos al otro. Solo espero que no tenga algún artefacto que pueda protegerlo. O que el que está con él pueda alzar un escudo.
Saco el bastón. Me preparo imbuyendo qi. Poniéndome de lado. Para verlos a los dos. Cuando se acerquen un poco más, las llamaré. Espero que podamos sorprenderlos. Quizás una se pueda colar y cogerlo como rehén.
¿Y si le pasa algo a una de ellas? Aunque me han prohibido sobreprotegerlas, no puedo evitar pensarlo. Claro que si muero, no sé que les pasaría a ellas.
Se acercan un paso. Otro. Dos más y las llamo. Otro. Uno de los dos va a lanzar algo.
De repente, un aura poderosa nos rodea. Todos nos quedamos paralizados. Ellos parecen asustados. No tardan en aparecer unos estudiantes. El aura es la de uno de ellos. Es un estudiante de élite. Los otros tienen ropa de estudiantes internos.
–¿Qué sucede aquí? ¿No estaríais atacando a un estudiante de la secta?– les interpela con tono amenazante.
–¡No, no, claro que no! Solo charlábamos y le mostrábamos unas técnicas– asegura inmediatamente Nui Fen, haciendo varias reverencias.
Voy a desmentirle, pero me callo. Me ha llegado un mensaje del estudiante a la mente.
–Ten la boca cerrada. Tienen contactos en la secta. Es mejor dejarlo así, o todos tendríamos problemas.
Me da rabia. Entiendo que lo vamos a dejar escapar. A pesar de haber atentado contra un estudiante. Contra mí. De todas formas, saludo con respeto y agradecimiento al estudiante. Fuera o no su intención, me ha salvado la vida.
Sigue su camino y me ignora. La mayoría del resto también. Algunos me miran con superioridad. Quizás arrogancia. Otros se dedican a adular a quien me ha salvado.
Mis enemigos se han alejado en cuanto han podido. Yo hago lo propio. Sigo al grupo a cierta distancia. De vuelta a la secta. A mi cabaña.
Ya les he indicado a las chicas que todo había pasado. Parecen nerviosas. Así que las llamo en cuanto entro.
–¡Kong! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?
–¿Quién ha sido? ¿Estás herido?
–Estoy bien, por suerte. Ha sido Niu Fen…
Se muestran ofendidas, enfadadas, preocupadas y asustadas, aunque también aliviadas. Tampoco les hace mucha gracia lo del mapa. Decidimos ignorarlo. Como si no lo tuviéramos. Aunque pudiera ser valioso, no tenemos la fuerza para intentar obtenerlo. Intentar venderlo sería peligroso. Es mejor simplemente no meterse en problemas.
Luego me hablan de la esclava. Se llama Shun. La niña, Wei. Al parecer, el adolescente hijo de sus propietarios se "divertía" con ella. Sin que sus padres lo supieran. Pensaban que él era aún demasiado joven. Ella era su esclava, no se podía negar. Por ello, no le habían dado nada para evitar embarazos. Por ahorrar una miseria.
Cuando lo descubrieron, decidieron venderla y enviarla lejos. Que nadie pudiera relacionarlos con el bebé. Tuvo suerte. Otros la hubieran hecho abortar. O incluso matado. Fueron relativamente benévolos. O codiciosos al querer venderlas.
El mercader le dejó dar a luz. Creía que podía sacar más dejándolas juntas. Se equivocó.
Cada día temía que la separan de su hija. Me dicen que nos está muy agradecida. Que está dispuesta a hacer lo que sea. Me hacen prometer que la trataré bien. ¿Quién se creen que soy? Se ríen cuando me quejo. Me han provocado queriendo.
–Si te portas bien, luego seré buena contigo– me promete Song.
Creo que lo del asta la ha conmovido. Aunque quizás no le sirva. Ha dicho que no está segura. Por desgracia, solo podemos unirla de forma un tanto precaria. No somos herreros. De todas formas, lo intentará.
–¡Yo también seré buena!– Se ofrece Liang, entre risas.
–¡Y yo!– sigue Yi.
–Yo… también– se añade Yu.
–¡Yo siempre soy buena!– exclama Shi.
Todas se ríen. Yo incluido. Ella protesta. Se hace la ofendida.
–Yo también– me susurra Lang al oído.
De todas formas, no la llamaré hasta que me digan. Sea hoy, mañana u otro día. No hay prisa. Mejor dejarla que se recupere. Ahora está durmiendo junto a su niña. Según las chicas, estaba agotada. Física y mentalmente.
—————
–Lo siento, me esperaban, no he podido darles esquinazo– se disculpa Ken cuando llega.
–¡No seas mala!– protesta Bi Lang.
–Teníamos que venir a recompensar a Kong por su trabajo– se defiende Bei Liu.
–¿No sería mejor que él nos recompensara por el nuestro?– sugiere Ken.
–Tú no estabas– le saca la lengua Bi Lang, vengándose.
–¡Os daba apoyo moral!– ríe Ken.
–Vosotras seguir discutiendo– se burla Liu, tirándose en mis brazos.
–¡Eh! ¡Traidora!– se queja Lang.
–Aprovechada…– ríe Ken.
Yo la cojo de la cintura. Alzo su vestido de una pieza. Sacándoselo por la cabeza. Dejándola en una fina lencería blanca. Semi transparente. Le beso la parte alta de su pecho. Ella arquea su cuerpo hacia atrás.
Mis manos pronto exploran la piel de otros dos preciosos cuerpos. Se han puesto a mis lados. Ellas me lamen el cuello. La oreja. Me soban el culo. Tientan mi entrepierna. Contrataco contra las suyas.
Cuando Ken está mojada, me vuelvo hacia ella. Ella siempre es la primera. Es la que más sufre. Y la primera que se tiene que ir.
Se deja caer sobre la cama. Estira los brazos hacia mí. Llamándome. Sus piernas abiertas. Esperándome.
La penetro despacio. Mirándola. Esperando su señal para ir más rápido o despacio. Ella me sonríe. Gira su cuerpo sobre el mío. Se pone encima. Me mira desafiante. Se muerde el labio y empieza a moverse. Ansiosa. Desesperada. Algo le ha pasado y no quiere decirlo. Supongo que sé el qué. Hay un estudiante en la etapa 4 que la está molestando.
Yo acaricio sus piernas mientras ella me cabalga. Puede oírse el sonido de nuestros cuerpos chocando. Sus pechos, de tamaño medio-grande, botan obscenamente.
–Pervertido. ¡Aaaaah! Deja de mirarme las tetas. ¡¡AAaaaaaahhhhHH!!– me acusa.
–Entonces, bésame– le sugiero.
Ella sonríe. Se detiene un momento. Se inclina sobre mí. Sus labios se solapan a los míos. Mientras sus caderas reanudan su movimiento.
–¡¡Aaaah!! Liu quería que la follaras a cuatro patas. ¡Aaaaahh! Lang quería mimos ¡¡Aaaaaah!!– me susurra al oído entre gemido y gemido.
Su pelo rubio roza mis mejillas. Su lengua busca la mía con voracidad. Su ritmo aumenta a medida que se acerca el orgasmo. Buscando alcanzarlo cuanto antes. Y se acaba corriendo mientras me besa.
Me la quedo abrazando. Luego me giro poco a poco. Poniéndola a ella debajo. Me deja hacer. Me mira con pasión. Saciada un poco su desesperación.
Me empiezo a mover despacio en ella. Voy acelerando poco a poco. Jugando con sus pechos. Con sus pezones. Con su cabello. Besándola. En la boca. En el cuello.
Ella gime. Ahora algo más tranquila. Entregada a mí y al placer. Ojalá pudiera librarla de su sufrimiento. Quedármela. Al menos puedo hacerla disfrutar. Hacerla olvidar por un rato. Llevarla un par de veces más al orgasmo. Abrazarla después de llenarla.
–Gracias– me susurra –. Ahora más te vale atender a esas pervertidas, o se te tirarán encima.
Nos sonreímos. Ella mira hacia Liu. Yo asiento. La dejo y cojo a Bei Liu por sorpresa. La pongo a cuatro patas y la penetro. Ya estaba más que mojada.
–¡¡¡AAAAaaaahhhhHH!!! ¡Kong! ¡No seas…! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAaaahhhhHHHH!!!! ¡Ken, traidora! ¡¡¡AAAAAAaaaaaaaAAHHHH!!!
No le dejo quejarse. Embisto en ella una y otra vez. Con fuerza. Hasta el fondo. Ella gime apasionada. Ken ríe. Lang nos mira mientras se estruja el pecho. Desnuda. Se frota su entrepierna.
La cojo de su cola morada. Estiro con suavidad para que gire la cabeza. Lo suficiente para poder besarla. Penetrando su boca con mi lengua. La suya no se queda atrás. Su boca de abajo está siempre llena.
La agarro de las nalgas. Embistiéndola mientras ella esconde la cabeza en una almohada. ¿Cuándo se ha hecho con ella? Su vagina me aprieta. Busca su placer y el mío. Mis dedos quedan marcados en sus nalgas. Y el qi con ellos.
Entro y salgo de su cavidad sin cuartel. Freno un poco cuando se corre. Pero veo que puede aguantar más. Así que vuelvo a acelerar. Llevándola de nuevo al orgasmo. Llevándola al borde de la extenuación.
–Aaaah. Kong, Malo. Ken, chivata– se queja casi sin fuerzas cuando acabamos.
–Como si no lo hubieras disfrutado– se burla Ken.
Le acaricio un rato las nalgas. La espalda. Su cabello morado. La beso a media espalda. Luego voy a por Bi Lang.
Ella me recibe con un beso. Mis manos se mueven por su pecho con suavidad y qi. Por sus piernas. Por sus nalgas. Durante un rato, recorro su cuerpo poco a poco.
La penetro despacio. Con suavidad. Añadiendo un poco de qi a lo largo de cada penetración. Mientras mis manos siguen acariciándola. Y mis labios llenándola de besos.
–¡Aaaaah! Es cierto. Ken es una chivata. ¡AaaaaahH!– se queja sin mucha convicción.
–De nada. Sé que harías lo mismo por mí. Sabes, estás increíblemente erótica– se burla esta.
–¡Aaaah! Tonta ¡Aaaah!– se vuelve a quejar, antes de que la silencie con un largo beso.
–La verdad es que sí que lo es– añade Liu sin moverse.
Lang quiere quejarse. Pero está demasiado ocupada con mis besos, mis caricias y mis embestidas. La voy llevando suavemente al orgasmo. Dejo que vaya creciendo el placer en ella. Hasta que su cuerpo entero tiembla.
Nos quedamos mirando. Me sonríe. Mueve los labios para pedirme que se lo haga ahora más rápido. Asiento.
–Yo también quiero el próximo día– comenta Ken.
–Supongo que no está mal de vez en cuando– le responde Liu.
Lang les saca la lengua. Después las ignora. Mientras vuelvo a embestir. A follarla. Con un poco más de intensidad. Haciéndola gemir a cada embestida. Sin besarla por ahora. Mirándola fijamente. Ella devolviéndome la mirada. Nos sonreímos.
Cuando se acerca el orgasmo, me besa. Nuestros cuerpos se acercan más. Se frotan el uno contra el otro. Puedo sentir sus modestos pechos pinchándome. Su calor mezclándose con el mío. Saborear su sudor cuando beso su cuello. Su saliva cuando es el turno de sus labios. Su interior a cada momento. Que acabo llenando.
—————
Nos quedamos un rato hablando. O tirándonos almohadas. Lang ha empezado. Quería dar a Liu, pero me ha alcanzado a mí. Yo me he vuelto, pero he dado a Ken. Y Ken se ha reído y ha ido directamente a por Liu.
Finalmente, Ken se tiene que ir. Besa sensualmente a sus amigas. Luego a mí. Más largo y húmedo.
–No es justo. Tienes preferencias por Kong– bromea Liu.
–Es más guapo– argumenta Ken con una sonrisa.
–Eso es verdad– está de acuerdo Lang.
Yo solo me encojo de hombros. Un poco triste de verla marchar. Cuando sale, me giro hacia sus amigas.
–Contadme todos los detalles.
Parte ya lo sabía. Pero no todo. Al parecer, el estudiante la asalta cuando va a por agua. Ella no puede hacer nada para evitarlo. Están preocupadas. Aunque intente esconderlo, Ken no está bien. Se siente frustrada y humillada. Ahora que tenían una esperanza de estar tranquilas, este ha decidido molestarla.
No se van hasta que les aseguro que no haré nada peligroso. Aunque puede que les esté mintiendo. Lo comento con las chicas.
–Adolescente engreído que abusa de esclavas. Los odio– gruñe Song.
–¿Qué podemos hacer?– pregunta Yu.
–¿Qué tal lo que hablamos el otro día?– sugiere Shi.
–¿No será excesivo? No queremos que haya investigaciones– pregunta Liang.
–Bueno, tampoco tenemos que llegar hasta el final. Solo asustarlo– sonríe Song con malicia.
–Será divertido– añade Yi.
–Ayudaré en lo que pueda– se ofrece Lang.
–¿Y exactamente, qué es lo que hablasteis?– pregunto, sintiéndome un tanto marginado.
Ellas se ríen. Tardan un rato en confesar. He tenido que recurrir a las cosquillas. Por suerte, no se han unido en mi contra.
Podría funcionar. No es muy peligroso, y no debería tener consecuencias. Y es un poco malvado. Bastante. Siempre lo digo. Mejor no hacerlas enfadar.
A Shun la dejamos descansar. Se ha levantado varias veces para dar de mamar a Wei. La primera ha llorado. ¿Quizás no se lo creía? Ahora duerme con una sonrisa en sus labios. De alguna forma, se siente bien verlas así.
Por su parte, las chicas se muestran muy sumisas. Muy complacientes. "Se portan bien," han dicho. No es que me vaya a quejar.
Incluso Wan se ha acabado uniendo. Me pregunta día sí día no cuando subiré. Quiere estar en Alma. Está ansiosa por hacer píldoras. Aún tendrá que esperar. Calculo que un año. Quizás algo menos.
El ritmo al que acumulo el qi "concentrado" me daría para algo así. Podía ir más rápido si exprimiera a Fen Huan. O si tuviera a alguien más en la etapa 2. Pero no puedo quejarme. Lo normal serían unos 10 años. No obstante, no sé que pasará en el momento de cambiar de etapa. Si será tan fácil como hasta ahora.
A Guo Hai la he subido a 8. Estaba emocionada. No se lo creía. Puedo apreciar la diferencia entre sus nuevos meridianos y los antiguos. Y eso que los he ido mejorando.
Los de las chicas están cada vez mejor. Eso dicen. Las gemelas están entusiasmadas. No se olvidan de su venganza. No obstante, aún es pronto. Además, su enemigo, nuestro enemigo, está recluido. Quizás suba de etapa. No importa. Lo alcanzaremos y superaremos.
De vez en cuando, escriben a sus padres. Están un poco marginados en la familia. Ellas son su esperanza. Al parecer, tuvieron un accidente que comprometió su cultivación. Las gemelas sospechan. Sobre todo después de leer la carta de su tío. La que encontramos cuando registramos la habitación de su fallecida prima.
Le han enviado algo en clave para una de sus tías. La madre de Wan. Esperan que lo entienda. Al menos que dude de la muerte de su hija. Aún no se lo han dicho. De hecho, han decidido actuar como si no supieran nada. Como si no tuvieran contacto con sus primas. Hasta que les pregunten, que lo harán. Cuanto más se retrase, más tardarán en llegar los problemas.
Después de subirla de nivel, compruebo sus pechos. Su textura. Su esponjosidad. La dureza de sus pezones. Sin olvidar un poco de qi. Disfruta cuando lo hago. Está especialmente satisfecha de los cambios en sus pechos. Aunque aún falta para completarlos.
Me levanto un poco. Me quedo de rodillas. Ella tumbada de cara a mí. Levanto su culo para que llegue a la altura adecuada. Sus piernas medio cerradas a mi espalda. Sus manos hacia arriba, como rindiéndose. Su cabello sobre la cama. Embisto en ella sin contemplaciones. Disfrutando de su vagina. Del frotar de mi miembro contra sus paredes.
La follo para mi propio placer. Al fin y al cabo, es mi esclava. Puedo disfrutar de su interior. De sus pechos rebotando. De sus nalgas firmes. Aunque también la llevo al orgasmo.
Me gusta como me aprieta cuando se corre. No me detengo. Sostengo su orgasmo. Disfrutando de su estrechez. De sus gemidos desesperados de placer.
Eyaculo en su interior. Vuelvo a empujar y eyacular. Y otra vez. Y otra. Luego salgo de ella. La dejo caer. Se queda tumbada. Jadeando. Exhausta. Su boca abierta, salivando. Su lengua medio fuera.
–A…mo…– susurra con pasión.
Miro hacia el lado. Ning y Rui me devuelve la mirada. Acostadas. Expectantes. Mojadas. Puede que Bronceada también.
Me acerco a Rui. Abre las piernas. Sin dejar de mirarme. Levanta las caderas. Pidiéndome silenciosamente que también abuse de ella. Así que eso acabo haciendo con las tres.
No estoy seguro si Bronceada lo disfruta tanto como las otras. Aunque no parece que lo odie. Lo más importante, yo sí disfruto de todas ellas. De dominarlas. De violar sus agujeros una y otra vez. De empotrarlas contra la cama. De llenarlas mientras convulsionan de placer.
—————
Las chicas me miman por la noche. Song ni siquiera se queja cuando le estrujo los pechos sin parar. Arrodillada frente a mí. Su cuerpo alzado. Dándome la espalda. Yo arrodillado también. Cogiéndole los pechos y besando su cuello. Shi y Liang me están besando y acariciando a cada lado. Ma Lang desde atrás. Luego se van turnando.
Acabo disfrutando de los delicados pechos de Liang. De los modestos de Shi. De los también voluminosos de Lang. De todas sus vaginas. De sus besos. De sus caricias,
Yi y Yu hacen lo mismo mientras me follo a su prima. Ella de lado sobre la cama. Estaba muy avergonzada. Sobre todo cuando me han hecho una felación entre las tres. Ahora ya se ha dejado ir.
Con Yu, follamos abrazados. Ella sentada sobre mí. A Yi, de rodillas. Como antes a Song y a las demás. Luego, acabo durmiendo con las siete. Que me despiertan a la mañana siguiente. Jugando conmigo.
Unas con mi miembro. Otras besándome en los labios, las orejas o el cuello. Otras lamen mi pecho. Muerden mis pezones. Juegan con mis dedos.
No me dan opción a protestar. Aunque tampoco tengo nada de que quejarme. Excepto algún mordisco. Lang me mete en su interior. Me cabalga rápido. Las otras la apremian. Y lo mismo le pasa a cada uno de ellas.
Todas acaban llenas de mí. Después de haber hecho lo que han querido conmigo.
––––¡¡Buenos días!!–––– me saludan a la vez al acabar.
No puedo sino sonreír. Besarlas una a una. Y aprovechar para manosearlas un poco ahora que puedo.
—————
Ken irá a por agua a media mañana. Tengo tiempo de copiar tres páginas. De follar a Rui, Ning, Hai y Rong. Tengo algo de prisa. Así que las pongo a cuatro patas sobre la cama. Las follo una tras otra. Sin perderme el espectáculo de sus culos esperando. Mojados. O llenos. Unos más apasionados que otros.
Luego salgo al bosque. Dejo a las chicas vigilando mientras voy a buscar a Ken. No voy a decir que no me preocupe. No saber qué hacen. Que les pueda pasar algo. Pero no puedo sobre protegerlas. Más que nada, porque no me dejan.
–¡Kong! ¿Qué haces aquí?– se sorprende Ken.
–Estaba dando un paseo, y pensé en pasar a ver como estabas– le aseguro.
–Sabes, mientes muy mal– me dice mientras me da un beso en los labios –. No deberías preocuparte por mí.
–Bueno, si me ve contigo, quizás se lo piense la próxima vez. No hace falta que diga o haga nada– sugiero.
Ella va a protestar, pero cambia de idea. Me sonríe. Me encanta esa sonrisa. Me vuelve a besar.
–¿Me puedes ayudar a llevar el agua para ganar un poco de tiempo?– me pide.
–Claro. ¿Para qué necesitas ganar tiempo?– le pregunto, haciéndome el inocente.
Ella ríe. Me vuelve a besar. Me empuja contra un árbol. Y allí acabamos follando. Puede que no le tocara, pero no es que eso importe ahora. Ahora lo que importan son sus labios. Su cuerpo restregándose al mío. Sus movimientos apasionados de caderas. Sus nalgas agarradas por mis manos. Llenándolas. Sus pechos aplastándose contra mi cuerpo. Su pelo rubio a veces entre mis dedos.
Nos quedamos mirando después. Mis ojos se desvían a la peca junto a su labio. Resulta atrayente. Luego recorren el resto de su cuerpo. Al que mis dedos siguen acariciando durante un buen rato.
–Estos momentos hacen que valga la pena– susurra –. Pero ya es hora de irse.
No le dejo levantarse hasta que me da un largo y húmedo beso. Luego, va a entregar el primer cargamento de agua. No hay ni rastro del estudiante. ¿Vendrá más tarde? ¿Hoy está ocupado? ¿O las chicas han tenido éxito en su plan? Al menos podrían haberme dicho qué pretendían.
Por suerte, sé que están bien. Llevan un rato siguiéndonos. Me giro.
–Dejad de esconderos ya…– las llamo.
Ellas aparecen. Sacándome la lengua. Riendo. Orgullosas. Resulta extraño verlas a todas vestidas. Se quitan los velos para besarme. Es evidente que ha ido bien. Lo que sea que hayan hecho.
–¿Y bien?– reclamo mi explicación.
Se ríen. Suspiro. Se ríen más. Finalmente, Liang tiene piedad de mí.
–Esa basura estaba escondido, esperando a Ken. Nos hemos acercado como grupo. Song ha dicho: "Oh, mira, un estudiante de los tiernos. Es mi tipo". Ja, ja. Nos ha costado no reírnos– explica –. Casi estropeamos el plan.
–El muy idiota creía que estaba flirteando con él. Se ha atrevido a mirarme de arriba a abajo. Incluso sonreía. Casi me daría pena, si no me diera asco– sigue Song –. Cuando Shi ha dicho: "Deberíamos ir a un lugar más discreto", se le caía la baba.
–Ja, ja. Me ha seguido como un corderito. Ni siquiera cuando le hemos inmovilizado y empezado a quitar la ropa, se ha dado cuenta de que no era lo que creía– sigue Shi.
¿Quitarle la ropa? Las miro intrigado. ¿Qué es lo que han hecho?
–Oh, vuelve Ken. Luego seguimos– interrumpe Liang.
Entran todas. Me han dejado a medias. Se cambian de ropa. Parece que no se han olvidado. No me voy a poder escapar. No sé si desearlo o temerlo.
Ken me besa. Otro largo beso con lengua. Lleno las enormes jarras con agua supuestamente del anillo. Se va. Las llamo de nuevo.
–¿Por dónde íbamos? Ah, sí, lo estábamos desnudando. Se le veía tan excitado. Ja, ja. No veas la cara que ha puesto cuando ha visto a Song con el consolador atado a la cintura. Parecía que se había muerto alguien. Ha tartamudeado diciendo: "¿Qué… Qué vais a hacer!" Ha hecho intención de querer irse, pero Yu y yo lo teníamos bien sujeto– sigue Yi.
Es curioso. Diría que se han puesto de acuerdo para explicar cada una de ellas una parte de la historia. Ahora sigue Yu.
–"¿No es evidente? Va a darte por culo" ha dicho justo después Liang, muy seria. No creo que él se haya dado cuenta, pero se estaba aguantando la risa. Bueno, creo que todas
–No sabes lo que costaba aguantarse– me dice Liang –. No paraba de suplicar cuando lo hemos puesto contra una piedra, como si lo fuéramos a sodomizar de verdad. Se lo hubiera merecido. Lástima que solo queríamos asustarlo.
Resulta sorprendente oír decir eso a la siempre amable Liang. Pero no tanto si se sabe lo que ha sufrido. Lo que han sufrido todas las esclavas. Lo que aún sufren algunas. Y él era el culpable de que sufriera Ken.
–Es… Estaba forcejeando todo el rato. Pa… Parecía realmente asustado, fuera de sí– sigue Lang, siempre algo más insegura –. Entonces Yu ha dicho: "Viene alguien". Ha puesto una voz muy graciosa.
–Sí. Je, je. Deberías pedirle que lo repitiera– la provoca Yi.
–¡No le hagas caso! No podía usar mi voz natural, podrían reconocerme…– se defiende esta, inflando las mejillas –. Y la voz de Yi tampoco ha sido mejor.
No puedo sino sonreír ante ellas. No estoy seguro si ante el plan. Por una parte, parece original y efectivo. Por otra, me dan un poco de miedo.
–Sí, ja, ja. "Será mejor que nos vayamos" ha dicho con voz ronca. Casi parecía un hombre. Ja, ja– añade Song.
–Pues no veas la cara que ponía Song justo después. Estaba roja de aguantarse la risa, y no era la única. Casi no puede decir lo de: "Mierda, ahora que iba a empezar"– contrataca Yi
–Ja, ja. Era tan gracioso. Con sus pantalones bajados y su pene diminuto. Siempre son los acomplejados los más crueles.
Song ha empezado riendo. La última frase tenía rabia. Si fuera por ella, igual ese estudiante no habría salido con vida. O habiendo perdido una pequeña parte de sí.
–Luego ha intervenido Shi con: "Bueno, otra vez será. Vuelve a venir por aquí, te estaremos esperando". Él ha salido corriendo. Tropezando. Con los pantalones aún medio bajados. Sin mirar atrás. Ha sido muy cómico– interviene Liang.
–No creo que vuelva– se encoge Shi de hombros.
–Si lo hace, tendremos que ser más extremas– amenaza Yi.
–Vuelve Ken otra vez– nos interrumpe Liang de nuevo.
Así que las vuelvo a enviar a la Residencia. Tenía razón en pensar que dan miedo. Pero sin duda, era un buen plan. Lo han debido de asustar de verdad. El estudiante en la etapa cuatro. Varias de ellas en la nueve. No me extrañaría que se quedara encerrado un tiempo. Aterrado. No creo que se lo cuente a nadie.
–¿No ha venido?– me pregunta Ken.
–No lo he visto– le respondo.
Ella asiente. Me vuelve a besar. Se queda apoyada en mí. Abrazándome. Yo la envuelvo en mis brazos durante un rato. Son unos minutos de paz. No fáciles de encontrar para los esclavos. Sintiendo nuestra calidez. Escuchando nuestra respiración. Nuestros latidos. La brisa del bosque al mover las hojas. Al acariciar nuestros rostros. El cantar de algunos pájaros. Hasta que se tiene que marchar.
Lleno las jarras. Nos besamos. La ayudo a levantarlas y equilibrarlas. Y la veo marcharse.
Suspiro cuando se pierde en la secta. Yo me adentro en el bosque. Tengo que encontrar un buen sitio. O no me lo perdonarán. Están deseando practicar conmigo. "Entrenarme", dicen. Abusar de mí, pienso yo.
–¿Qué os parece aquí?– les pregunto tras llamarlas.
–Servirá– asiente Shi.
–Yo voy primera– anuncia Song.
No sé si lo han decidido así o simplemente lo han sorteado. No importa. Ella saca la lanza. Yo saco el bastón, el "legendario". Debo usarlo siempre que pueda. Siempre que sea con gente de confianza. Para circular mi qi por él. Para reforzar el "vínculo".
Veo a Shi preparando sus espadas. A Liang con el arco. No estoy seguro qué va a hacer. Las gemelas me miran. Yi me enseña los dientes y juega con la daga. Amenazadora. Traviesa. Yu me da ánimos. Adorable. Lang con sus espadas también está preparada. Nerviosa. Wan… La hemos sacado a "tomar aire". Está inspeccionando los alrededores en busca de plantas, hongos o lo que sea. No encontrará mucho por aquí. Supongo que está bien si se divierte.
A Shun la he dejado dentro. Está en la cama. Despierta. Mirando a su niña. Acariciando su cabecita. Sonriendo. Con lágrimas en los ojos. Supongo que no es un buen momento para llamarla.
–Son diez minutos. Kong limitado a Génesis. Song, no lo canses demasiado– se ríe Shi.
–Si pierdes, esta noche mando yo– me amenaza Song.
–Si gano, ¿mando yo?– quiero asegurarme. Se pone más interesante.
–No vas a ganar– me reta.
–Oh, ya veremos– acepto el reto.
Tampoco tengo mucho que perder. Ni ella. Pero está claro que los dos queremos ganar. Los dos estamos circulando qi por nuestras armas.
–Empieza, ¡YA!– anuncia Shi.
Paragraph comment
Paragraph comment feature is now on the Web! Move mouse over any paragraph and click the icon to add your comment.
Also, you can always turn it off/on in Settings.
GOT IT