–¿Es tan difícil para ellos hablar con chicas?– pregunta Song sorprendida.
Bueno, su visión es la misma que la mía, la de un esclavo. Tampoco parece que Shi y Liang lo acaben de entender.
–Ni idea. Creo que para algunas chicas también. Pero en casa, para nosotros era normal jugar con chicos– afirma Yu.
–A mí no me miréis– desvía la mirada Wan.
–Bueno, ella no estaba interesada en chicos hasta Kong. Solo en plantas– se burla Yi.
Su prima le saca la lengua. Todos miramos a Ma Lang. Se sonroja. Parece incómoda.
–Bueno. Para mí nunca ha sido fácil, vale. ¡No hay nada malo en ser tímida!
Nos la quedamos mirando. Ella esconde el rostro en Liang, que la consuela. Creo que todos pensamos igual. Es adorable. Como sea, tampoco es problema nuestro. Solo era curiosidad.
–Pues yo no veo que sea tan difícil. Incluso el ir un poco más allá– interviene Shi, insinuándose, besándome.
–¡Eh! ¡No te adelantes!– protesta Song.
–Es culpa tuya por estar distraída– se ríe ella.
Lo peor de todo es que yo acabo siendo la víctima. ¿O quizás lo mejor?
—————
Cuatro días después me acabo de follar a Fen Huan, Pen, Ken, Bei Liu y Bi Lang. Me han tendido una trampa. No he podido ni querido escapar. Pero me vengaré. Supongo. Cuando están todas, Pen es más comedida. No humilla a su esclava. Sí se alía con Ken contra mí.
Estamos descansando. Todas apoyadas sobre mí de una forma u otra. Sus cuerpos desnudos son muy estimulantes. Comento casualmente lo del grupo de estudiantes.
–Oh. Pues hay también un grupo de chicas así. También las molestan para forzarlas a combatir. Son victorias fáciles– comenta Bei Liu.
–¿Te acuerdas cuando Fen Huan estaba hablando con una por un talismán? La tomaron por una de ellas y la retaron. Cada vez que me acuerdo de la paliza que le dio y sus caras, no puedo parar de reír– añade Bi Lang.
–Ja, ja. Fue Buenísimo– sigue Liu.
–¿Dices las empollonas? Deberían ser menos tímidas, más decididas– critica Fen Huan. Luego sonríe con cierto orgullo –. Aquella estúpida que me retó se creía la gran cosa. Incluso se burlaba de mí antes de empezar. Se lo buscó ella.
–¿Y no se podría ponerlos en contacto? Así podrían organizar peleas entre ellos– sugiere Pen.
–¿Quiénes?– pregunta Liu, que ha perdido totalmente el hilo de la conversación.
–El grupo de chicos y el de chicas– aclara Pen.
–Mmmm, incluso podrían formar parejas– añade Ken divertida.
–Eso sí sería entretenido– se suma pronto Lang.
–Je, je. Igual podríamos darles algunas lecciones– también apoya Liu.
Tendría que haber mantenido la boca cerrada. Ya me han metido en problemas. Pero no puedo negarme a esos ojos. Las cinco están de acuerdo. Suspiro. Me rindo. Ellas exclaman de alegría. Chocan sus manos. Sus pechos botan eróticamente. Cojo a Ken. Es la primera que tendrá que irse.
–Pero mi colaboración tiene un precio– la amenazo.
Ella sonríe y se tira a mis brazos. Era una broma. Se lo han tomado en serio. Las vuelvo a follar a las cinco.
—————
Las chicas encuentran la idea interesante. Dicen que si puedo ganar aliados tan fácilmente, mejor que mejor. Supongo que tienen razón, casi siempre la tienen. Así que, al día siguiente, me voy a verlos. Después de que dos pervertidas me anuncien que las chicas han aceptado.
Se han reído mientras lo explicaban. Al parecer, son igual de tímidas que ellos. Y el número es similar. Les ha costado convencerlas. Entre los combates fáciles y conocer a chicos. Nunca se me había ocurrido que había ese problema. O que yo estaría de por medio.
Consigo encontrar a uno. Le pido que reúna al resto para más tarde, que tengo algo que proponerles. Accede, aunque se queda con las ganas de saber más.
Cuando se lo explico por la tarde, me miran con los ojos muy abiertos. Algunos quieren negarse. ¿Tienen miedo? ¿De interactuar con chicas? ¡Si algunos deben de tener más de veinte años! Los de la etapa 2 de Alma, quizás de 30. Por mucho que no lo parezca. O que hayan dedicado demasiado tiempo a su cultivación y estudios. Si no los convenzo, las chicas me mirarán mal.
–¿El otro día me preguntabais como tener éxito con las chicas y ahora no queréis ir? ¿De verdad? Nunca lo tendréis más fácil. Lo único que tenéis que hacer es acordar los combates. Quienes pierden y quienes ganan. Nada más.
–Pero… ¿Y si ellas preguntan algo?– pregunta asustado uno de ellos.
–Pues contestáis, no muerden…– le respondo algo incrédulo.
Ya sé que le dedican casi todo el tiempo a la cultivación y sus estudios. Pero esto es ridículo.
–Yo voy, pero solo si tú también vienes– me pide otro.
–Eso, no nos puedes dejar solos.
–Vendrás, ¿verdad?
¿Ahora soy su padre? ¿O su canguro? Suspiro. No me queda otro remedio. Si no, mis pervertidas no me lo perdonarán. Son las que más se han involucrado. Aunque también Fen Huan y Pen. A Ken le han prometido contarle todo. Parecían estar conspirando. Ellas sí dan miedo. Qué poco saben este grupo de inexpertos.
—————
Son dos días más hasta que organizan el encuentro. Ning ha vuelto a ir al burdel. Sigue cobrando más. Incluso ha tenido un cliente un poco decente, según ella. Aunque ninguno la ha hecho correrse de verdad. Ese ha durado siete minutos y medio. Lo ha cronometrado. Está haciendo una media del tiempo. Y un ranking. Parece que en colaboración con sus nuevas compañeras. Me siento un poco culpable por haberla dejado ir. Por ellas.
También le ha llegado una lesbiana. Les cobra un extra. Dice que prefiere tener una polla dentro. Ha hecho correrse a su cliente en tres minutos la primera vez. Al cabo de otros dos, le había dado tres orgasmos más. Lo cuenta como si nada. Parece encantada. He creado un monstruo. Al menos parece que no tengo que preocuparme de ella. Solo de que está deseando que la folle cuando vuelve.
Bei Liu, Ba Lang y Fen Huan están con el grupo de chicas. Pen mira desde cierta distancia. Han dicho que se repartían el trabajo. No sé qué quieren decir.
Mis pervertidas me saludan efusivamente. No se cortan en abrazarme. Les guiñan un ojo a las otras. Algunas enrojecen, avergonzadas. Algunos de los "míos" también.
Los dos grupos no se miran directamente. Me acerco a Fen Huan. Me sonríe levemente. Es más discreta.
–Creo que lo más fácil es que primero un grupo pierda todos, y luego el otro. Tendréis que mostrar algunas técnicas y un par de intercambios de golpes como mínimo. Hay una chica más, así que dos chicos tendrán que hacer un combate extra. ¿Alguna pregunta? ¿Estáis de acuerdo?– explica ella con autoridad.
Ellos no se atreven a mirarla a los ojos. Suspiro.
–¿Os parece bien?– les pregunto.
Ellos asienten. Parecen admirados de que pueda hablar con ella. O abrazarme a las otras. Solo uno se atreve a preguntar.
–¿Quién organiza los grupos?
Miro a Fen Huan. Ella se encoge de hombros y asiente. Parece que por su lado están igual.
–Ella y yo los haremos hoy– respondo.
Otro día ya veremos. Parecen aliviados. No es tan difícil…
Estamos en la Arena. En realidad hay varias "arenas", cada una con un supervisor. Anotan los combates, y se aseguran de que no haya muchas irregularidades. O accidentes.
Ocupamos dos. Fen Huan y yo vamos llamando a los combatientes. Bei Liu y Bi Lang se encargan de liarlos un poco.
–Tenemos un par de alquimistas. ¿Y tú?– me pregunta Liu en voz alta.
–Sí, tenemos, algunos.
–¿Quiénes?– insisten
Yo los señalo. Ella se acerca a ellos. Mientras, Lang habla con algunas chicas. Que niegan con la cabeza. Nerviosas. Ella se ríe.
–Así que sois alquimistas. ¿Las conocéis? Ellas también lo son. Seguramente habéis coincidido.
–Bueno… yo… no sé…– responde uno de ellos, tartamudeando.
–Ah. Venid, a ver si las conocéis o no. Si no, es mejor presentaros. ¡Sois compañeros!– declara alegremente para su desmayo.
Casi los arrastra. Yo les digo que es mejor que le hagan caso. Ellos no saben dónde mirar. No lleva una ropa especialmente provocativa para ser ella. Es decir, muy sexy y ajustada. Más que cualquiera del grupo de chicas.
Entre Liu y Lang van trayendo de un grupo o de otro. Los fuerzan a hablar. A encontrar un tema de conversación. Lo creía imposible. Pero cuando acaban los combates, la mayoría están hablando entre ellos. Fen Huan también parece sorprendida. Y Pen también, que nos ha ayudado cuando lo hemos "ordenado".
Conversan un tanto torpemente. Con timidez. Pero al menos lo hacen. Quizás serán capaz de saludarse si se ven fuera de allí. La verdad es que no creía a mis pervertidas tan capaces. Con suerte, la próxima vez podrán quedar solos para los combates. Quizás soy muy optimista.
—————
Les estoy explicando a las chicas mis desventuras de hoy con los dos grupos. Lo encuentran bastante divertido. Los encuentran adorables de tan inocentes.
Todas están desnudas. Como siempre. Seductoras. Provocativas. Pero Yi va más allá. Está a cuatro patas. Jugando con Terror. Su precioso culo se mueve continuamente. Los labios apretados de su vagina parecen estar llamándome. Sus fuertes y estilizadas piernas son de lo más seductoras.
Se mueve demasiado. Apostaría que lo hace queriendo para provocarme. Sea así o no, lo ha conseguido.
La cojo de las nalgas. Mis labios se hunden en los suyos. No en los de la boca. Mi lengua los abre. Buscando en su caverna. Buscando su néctar. Mis manos acarician su redondez, a la vez que la apartan.
–¡¡Aaaaah!! ¡Kong! ¡No ataques de repente!– protesta con una voz demasiado excitada como para considerarla una queja.
–Eso te pasa por provocarlo. Llevas un buen rato mostrándole el culo– se burla Song.
–Yi es una pervertida– la censura Yu.
–Ja, ja. Tiene lo que quería– añade Shi.
Lo cierto es que no intenta apartarse. Que me deja lamerla. Sobarla. Explorarla. Excitarla. Saborear su néctar.
Cuando me aparto se queda muy quieta. Abre ligeramente las piernas. Esperando.
–Pervertida– la acuso.
–¡Tú más! ¡Vamos! ¡No me hagas esperar!– pide lujuriosa, ajena a las demás.
–Está realmente excitada…– murmura Liang.
–¡¡AaaaaaahhHHH!!–gime Yi cuando entro en ella.
La penetro despacio. Aprovecho para seguir acariciando sus nalgas. Su piel. Paso mis dedos con suavidad por la espalda. Añadiendo qi. Haciéndola estremecerse.
Aparto su pelo rubio para descubrir su cuello. Una de sus orejas. Planeando atacarlas luego. Mientras acaricio su mejilla.
–¡Aaaah! ¡No seas malo! ¡Más fuerte! ¡Aaaah!– suplica.
–Pervertida– la sigue criticando su hermana, aunque se está tocando.
Acelero. Hasta que llego a la velocidad adecuada. En la que ella gime con pasión. Las he follado suficiente para conocerlas. Para saber cuándo alcanzo el punto óptimo.
Me inclino para besar su pelo. La cojo de sus modestos pechos. Los masajeo. Disfruto de su tacto. De su suavidad y calidez. Paso sobre la peca de su pecho izquierdo. Estimulo sus pezones.
Tiene un cuerpo esbelto. Elegante. Que esconde músculos potentes. Una gran velocidad y reacción. Y que es altamente sensual.
Sus brazos ceden tras el primer orgasmo. Su cabeza se apoya sobre ellos. Inclinándose más. Rindiéndose a mí. A mis embestidas. Quedando su culo aún más expuesto. Dejándose ser dominada. Penetrada hasta el fondo.
Intenta ahogar sus gemidos, pero pronto se rinde. Le encanta que la folle por detrás. A cuatro patas. Aunque luego se avergonzará por su actitud delante de todas. No mucho. Ya se conocen. Ya se han visto muchas veces.
Tras el segundo orgasmo, la cojo de sus caderas. Acelero. Dejándome llevar. Disfrutando de su interior. Sin dejarla descansar.
Pronto llego también al orgasmo. Su precioso cuerpo sudado convulsiona. Apretándome. Acelerando mi eyaculación. Haciendo que la acabe de llenar.
Cuando alzo los ojos, me encuentro que el resto están jugando con Terror. En círculo. A cuatro patas. Moviendo el culo. Provocándome.
–Aaaah… Pervertidas envidiosas– las acusa Yi con voz débil.
Yo admiro el espectáculo. Luego paso al enorme culo de Wan. Que oculta el rostro. Pero no puedo ocultar sus gemidos. Su cuerpo voluptuoso no deja de vibrar. De rebotar sus pechos. Sus nalgas. Sus carnes.
En comparación, Liang es más delicada. Pero no menos apasionada. Incluso se mueve ella a ratos. Pidiendo más.
Song está a su lado. Sus pechos piden que los estruje mientras la follo.
Shi marca el ritmo hasta el primer orgasmo. Después se deja llevar. Me deja que la embista. Que disfrute de su interior y de su exterior. Me encanta sentirla entre mis manos. Estar dentro de ella. Besar su piel, ahora tan suave. Sentir que es mía y yo soy suyo.
Ma Lang está empapada cuando llego a ella. Su sabor es dulce. Su cuerpo explosivo. Su interior apretado, placentero. Sus gemidos apasionados.
Yu tiene que soportar las críticas de su hermana. Vengándose. Pero eso no le impide gemir y disfrutar. Aunque intenta ahogarlos un poco.
–La culpa ha sido de Terror– proclama Liang.
–Sin duda. Es una rata pervertida– coincide Song.
–Claro. Todas vosotras tan puras e inocentes– digo yo sarcásticamente.
Se miran. He hablado de más. Se tiran sobre mí. No puedo escapar. Me hacen cosquillas entre risas.
–Ja, ja. Lo retiro. Ja, ja– me rindo.
Liang aún se ríe cuando se queda conmigo. Cuando he devuelto a las demás.
–Eso te pasa por hablar de más– se burla de mí.
–Como si fuera mentira– me quejo.
Ella se ríe. Me besa. Se recuesta sobre mí.
Es relajante tenerla conmigo. Oírla hablar de las cosas sencillas del día. De Rayitas y Terror. De sus prácticas. Del resto de chicas. Y un poco vergonzoso cuando me dice lo orgullosa que está de mí. Lo mucho que me quiere. Decírselo yo también. Cuando me da un último largo y dulce beso de buenas noches.
No tarda en dormirse. En general, a los esclavos nunca nos ha costado. A no ser que queramos mantenernos despiertos un poco más. Por ejemplo, para disfrutar del aroma del pelo de tu amada. De su plácida respiración. Del calor y roce de su cuerpo. Nunca me canso de tenerlas junto a mí.
A la mañana siguiente, volvemos a interrogar a Guo Hai. Hoy es el día mensual del mercado de esclavos. Y ella lo conoce bastante bien. Se ofrece a guiarnos, pero es demasiado arriesgado. Si bien su lealtad es más que suficiente, cualquier accidente sería nefasto. No podemos arriesgarnos a que la descubran.
El plan es sencillo. Yo voy a dar una vuelta para ver la situación. A un estudiante no lo molestarán. Luego me cambio de ropas, oculto el rostro y entro. Shi y Song también entrarán. Iremos ligeramente separados, pero no muy lejos.
Varios estudiantes bajan también a la ciudad. Probablemente ninguno irá a comprar esclavos. Ni siquiera a verlos. De la secta, probablemente solo los encargados de la gestión de esclavos. Puede que alguno de la sección del Placer.
Viene mucha gente de los alrededores, así que se monta una pequeña feria. Con puestos de comida. Ventas de diferentes objetos y plantas. Incluso hay una zona de intercambio directo. Cualquiera puede ponerse con una manta y mostrar lo que tenga.
Mucha gente va a ver si encuentra alguna ganga. Siempre hay armas u otros objetos que alguien ha encontrado. O robado. Algunos no han sido identificados. Así que su dueño no conoce su verdadero valor. O dice que no lo conoce. Puede fácilmente haber objetos que parezcan valiosos. Con una traza de qi puesta artificialmente, con más o menos sutileza. Aunque también pueden ser reales.
Una estafa o una ganga. Es un riesgo, pero siempre hay a quien le gusta jugar.
Camino entre los puestos de comida. Compro bastantes de varios tipos. Es fácil pensar que es un recado. Por supuesto, son para mí y las chicas. Puedo permitirme un pequeño gasto. Es una sensación curiosa. No es en absoluto desagradable
–¡Tú! ¡Eres tú! ¡Me tendiste una trampa!– me acusa alguien de repente.
Oh, vaya. Lo conozco. Es mi "viejo amigo". El estudiante al que realmente le tendí una trampa. Al que expulsaron de la secta por ello. Y el prometido de Guo Hai.
En otro tiempo, hubiera sido un problema. Ahora yo soy un estudiante. Además de que mi cultivación es más alta. Y no puede saber con seguridad lo de la trampa. Supongo.
La gente nos está mirando. Ha armado un pequeño escándalo. Además, sé que es relativamente famoso dentro de la ciudad. El heredero de una familia adinerada. Pero la secta es mucho más poderosa. No puede tocarme. La secta tomaría represalias muy serias. No por mí, sino por lo que representaría atacar a un estudiante impunemente.
No sé muy bien qué hacer. Decido ignorarlo. Como esos estudiantes que parecen que están por encima del bien y del mal. Ponerme a discutir con él no me llevaría a nada bueno.
Lo miro un momento. Luego aparto la mirada y sigo mi camino. Como quien ha visto una hormiga.
–¡Cómo te atreves a ignorarme! ¡Sucio esclavo!– exclama.
–Señorito, cálmese. No puede hacer eso aquí– le interpela uno de sus acompañantes.
Veo de reojo que lo está cogiendo. Los estudiantes tenemos prohibido luchar en la ciudad. Al menos, no podemos empezar una pelea. Pero, si nos atacan, podemos incluso matarlos. Lástima que lo hayan cogido. Habría acabado con un problema.
Su cultivación es baja, pero no la de sus acompañantes. Tiene el aspecto de un hombre de unos cincuenta años. Está en la 3 de Alma. No parece no muy sólida. Si no, no tendría sentido que se hubiera quedado fuera de la secta.
Hay cultivadores sin esperanzas de subir. Quizás han estado en la secta, pero han sido expulsados. Lo más común es por no avanzar suficientemente rápido. Por falta de talento. Fuera de la secta, es más difícil subir. El qi es menos denso. Los recursos, peores.
No es difícil que fuercen uno o dos etapas, pero el precio es alto. No volver a subir nunca más. Por tener una base inestable, al usar únicamente píldoras. Normalmente, no de la mejor calidad. Si pudieran acceder a píldoras de alta calidad, también podrían tener recursos útiles. No estarían así.
Del otro, no estoy seguro. Estaba un poco más atrás. Sigo mi camino sin mirarlos. Pero uso Detectar qi para tenerlos controlados. No me siguen. Al menos, no de cerca.
Sigo caminando. Mirando. Comprando. Buscando un buen sitio para cambiarme de ropa. Para ocultar mi rostro. Para asegurarme de que no me sigan. Para llamarlas.
Disimulo mirando un puesto con varias armas usadas. No los veo. ¿Realmente me han dejado estar? Eso espero. Mmm. Esta lanza tiene buena pinta, al menos el mango, el asta.
–¿Puedo probarla?– pregunto.
–Claro– me responde la mercader, con una sonrisa.
Es una mujer de mediana edad. Sin cultivación. Su confianza me dice que no es nueva en el negocio. Cojo la lanza. No sé mucho de ellas. Pero sí algo de bastones. Si bien el asta de la lanza es más delgada que un bastón, puedo notar que no es de mala calidad. Creo que podría ser de nivel Alma. El qi circula bien. Mejor que las otras lanzas que Song me ha hecho probar.
La punta, sin embargo, parece extraña. O está rota, o no pertenece a esta lanza. Quizás la han puesto con la esperanza de engañar a alguien. Aunque no es muy elaborado si hasta yo me he dado cuenta. Quizás se rompió cuando su dueño la perdió. O cuando le mataron.
–El palo no parece en muy mal estado. Me podría servir como recambio. La punta no me interesa. Te doy 10 oros por él– ofrezco.
–¿¡10 oros!? ¡Era la lanza de un gran guerrero en la etapa siete del reino del Alma! ¡Vale lo menos 20.000!– exclama ella.
Parece que hay que regatear. No tengo mucha experiencia. Lo he visto algunas veces. Y algo he practicado en el mercadillo junto a la secta. Parece que al menos hay margen para intentarlo. Además, realmente no quiero la lanza entera.
Song se hizo con la lanza de aquel cultivador. El que encontramos su esqueleto. Pero solo la punta estaba en buenas condiciones. No hemos encontrado ningún asta de calidad. Tenemos de otras lanzas, pero no vale la pena romperlas. El resultado final sería mediocre.
Con ésta, quizás pueda hacer algo. Al menos intentarlo. No es tan fácil unirlos. No basta con que estén juntos. El qi tiene que circular por el asta y la punta fluidamente. Pero no tengo ninguna seguridad. Así que no puedo tirar el dinero.
–Quizás lo era, pero ya no. El qi no circula por la punta. O esta rota, o no es de la lanza. Como recambio, quizás me pueda servir. Así que no puedo ofrecer más 15.
Subo muy poco. Es un regateo muy agresivo cuando ella ha dicho 20.000. Pero no quiero ofrecer más. Por ese precio, le diré a Song que le eche un vistazo luego. Por si cree que vale la pena. Si nadie la ha comprado.
–¿De verdad está rota?– me pregunta.
Es extraño que un mercader haga esa pregunta. Claro que no tiene forma de comprobarlo, a no ser que se lo pida a alguien.
–El qi no llega a la punta. Para que veas que no quiero engañarte, puedes quitársela y venderme solo el palo. Cualquiera que la quiera comprar, lo notará enseguida– le aseguro.
Ella tiene una mirada de derrota. ¿Realmente no lo sabía?
–El otro dijo lo mismo. Mierda. Podía haber sido una buena oportunidad… Está bien, te vendo el palo. 50 oros. Ni uno menos. No me puedo permitir perder dinero. No bajaré más.
Realmente no es como los regates habituales. 50 oros me parece más que aceptable. Y un arma completa cuesta en la secta un millón de puntos. Serían 10.000 oros como mínimo, probablemente más. Supongo que la ha debido comprar conociendo el origen. Aunque no sabiendo su estado.
Me quedo pensando un momento. En realidad no lo estoy haciendo. Ya lo he decidido. Seguramente será imposible encajarla perfectamente. Si lo hace parcialmente, es una buena compra.
La punta que encontramos es más poderosa que las que he visto de otras lanzas en Alma. Si la consigue montar medianamente decente, tendrá una buena arma. Mucho menos que la original, pero más que suficiente por ahora. Por 50 oros, vale la pena intentarlo. En el futuro, ya buscaremos una opción mejor. Si conseguimos consultar con un herrero sin levantar sospechas.
–Bien, 50 oros– acepto finalmente.
Ella coge el dinero resignada. Se queda la punta de la lanza. Supongo que para asegurarse de que no miento. No me hubiera molestado quedármela, pero no puedo justificar pedírsela o intentar comprarla.
Dejo el asta en el almacén. En la zona de Song. Luego se lo digo.
Echo un vistazo a otras armas, pero no tengo confianza en mi criterio. Además, por ahora no necesitamos nuevas. No iría mal tener mejores, pero no es imprescindible. Otro día, que lo miren ellas.
—————
Encuentro un callejón adecuado. Me meto en él. Al cabo de un rato sale Shi por donde yo he entrado. Y Song un poco después. Después de besarme cuando le he contado lo de la lanza.
–Gracias por pensar en mí– me ha dicho antes de un corto pero profundo beso en los labios.
Yo salgo un rato después. Llevo ropas oscuras. Mi rostro tapado. Como muchos de los que están por aquí. Era una de las razones por las que he dado un paseo. Para asegurarme de no llamar mucho la atención.
Hay un cartel y dos hombres en la entrada. "10 oros de depósito. Se descuentan al comprar. Se devuelve la mitad al salir." Bueno, ya lo sabíamos. Suponiendo que encuentre a una esclava adecuada, estamos tirando 10 oros. Las chicas también tiene que pagar. Les devolverán 5 a cada una. Es un mal menor. Prefiero que estén conmigo.
Pago y entro. Ellas lo han hecho un poco antes. Nuestras miradas se cruzan un instante. Ellas van delante.
Hay niños, hombres, mujeres, e incluso ancianos. Ver los niños me devuelve el borroso recuerdo de cuando me compraron. No es agradable. No sé qué pensarán ellas.
Hombres y mujeres atractivos son más caros. También quienes están sanos. Exóticos. Musculosos. Tienen algún oficio. Los que tienen cultivación están en otra zona. Hay que pagar una tarifa mayor. No nos interesa.
Si tienen un talento o físico excepcional, van a subasta. Esos seguro que se venden. El resto de esclavos son simplemente mercancía. Se puede negociar. Intentar que no te timen.
No están expuestos en ningún orden concreto. Como en los estantes, cada vendedor expone su mercancía. Algunos más limpios que otros. Algunos los visten. Otros muestran su mercancía desnuda. Algunos están atados con cadenas. A otros esclavos simplemente los retiene el miedo. Y saber que intentar cualquier cosa sería una muy mala decisión.
No puedo dejar de sentir empatía. No hace tanto era como ellos. Fui vendido como ellos. Y podía haberlo sido otra vez en cualquier momento. Pero así es como funciona el mundo.
—————
Hemos recorrido tres cuartas partes del recinto. No hemos encontrado nada que nos interesa. Había un par que lo parecían. Tras examinar sus pechos, han visto que no lo eran. Supongo que no es tan fácil encontrar una esclava en lactancia. A los esclavos no se les suele dejar tener hijos. A excepción de si están en una granja de esclavos. Entonces, les obligan a tenerlos. Los pocos que he conocido que han estado, no solían querer hablar de ello.
Veo entonces que Shi se para. Poco después lo hace Song. Se quedan mirando algo. Tardo un rato en llegar. Antes de ello, se giran una tras otra. Hay una mirada suplicante en sus ojos. Aunque solo me miran un instante. Es raro, nunca piden nada. Algo les ha afectado.
Ya veo. Hay una esclava con una niña. Claramente está en lactancia. Las veo mirar a la niña y a mí. No quieren separarlas. Es evidente la mirada desesperada de la madre. Sabe que no puede hacer nada. Que las van a separar.
Sería muy raro el caso de que alguien comprara a las dos. Aunque seguramente es lo que busca el mercader. Jugar con los sentimientos de alguien de buen corazón. Seguro que le intentaría sacar cuanto pudiera. Es ambicioso, y probablemente inexperto. Los mercaderes de esclavos no suelen meterse en ese tipo de líos. Gente así probablemente ni siquiera entraría al mercado. No recuerdo haber visto u oído de ninguno.
No puedo dejar de odiarlo. Recuerdo perfectamente un caso. Seguro que ellas también. Una esclava que compraron. Le habían quitado a su niño. Y vendido aparte. No pudo suicidarse porque los esclavos tienen un sello que lo impide. Pero consiguió tener un accidente. Era muy desgraciada. Más de lo normal. Por mucho que la intentaron animar.
Suspiro. Aunque sea un problema, no puedo negarme a sus miradas. Aunque no sé si será posible. Paso junto a Shi.
–Voy a ver si puedo llevar a la niña. Compra a la madre. Pero regatea. Sabes lo deprimidas que puede estar. Úsalo.
Asiente sin mirarme. Puede que no necesite mi consejo. Es lo más probable. Puedo adivinar su sonrisa. Cuando sigo, se mueve hacia Song. Supongo que le contará el plan. O tramarán algo más.
Llego hasta la esclava. Cojo la niña. La esclava me mira suplicante. Reticente a dejarla ir. Pero no puede negarse. Los compradores siempre podemos inspeccionar la mercancía. Si se daña, se paga al mercader.
La niña está desnuda. Por eso sabía que era una niña. Llora al alejarse de su madre. Yo la alzo. Le doy la vuelta. Ignorando su llanto. Por mucho que no sea inmune a él. Debe parecer que lo soy.
Circulo qi. Como cuando doy placer. Pero mucho más suave. Como una caricia. Quiero que se tranquilice. Que me vea como alguien en quien confiar. Si no puedo llevármela a la Residencia, no podemos hacer nada. No nos podemos ocupar de un bebé. Por ahora, no siento que pueda.
Mientras, Shi se acerca para explorar su parte del plan. Si no podemos llevarla, al menos intentaremos que nadie quiera comprarlos. Darles un poco más de tiempo juntas.
Paragraph comment
Paragraph comment feature is now on the Web! Move mouse over any paragraph and click the icon to add your comment.
Also, you can always turn it off/on in Settings.
GOT IT