Aprovecho su momento de confusión al llamarla para quedarme mirándola. Sus sensuales piernas atraen mi mirada. Su entrepierna, mis deseos. Su mullido culo, el deseo de agarrarlo. Su esbelta figura, el de acariciarla. Sus insinuantes pechos, el de succionarlos, chuparlos y besarlos. Quiero recorrer ese cuello. Tener su pelo rubio entre mis dedos. Rozar esa nariz con la mía. Sellar esos labios con los míos. ¿Y qué decir de esos preciosos ojos verdes?
Sus labios dibujan una sonrisa algo traviesa. Sus ojos me miran acusadores.
–Pervertido– me censura Yu.
Solo puedo sonreír. Ella se acerca. Se sienta sobre mí. Sus brazos alrededor de mi cuello. Sus labios buscan los míos. Su cuerpo me empuja hacia la cama sobre la que estaba sentado. Ahora acostado. Con ella encima. Sin soltar mis labios durante un rato.
Me mira. Sonriendo satisfecha. Entonces reacciono. Sorprendiéndola. Rodando. Pasando a estar encima. Teniendo el control. Besándola. Se deja durante un rato. Luego ella recupera el control. Y lo vuelvo a recuperar yo. Y así unas cuantas veces. Riéndonos. Hasta que ella decide quedarse debajo.
Me empuja con sus pies hacia atrás. Tira las piernas hacia atrás. Dobladas sus rodillas. Cogiéndolas por estas con las manos. Totalmente expuestas sus partes más privadas. Está ligeramente sonrojada. Sin atreverse a pedir con palabras lo que ofrece con gestos.
Mis labios van hacia los suyos. No los de la boca, sino los que guardan su vagina. Mi lengua los saborea. Roza su clítoris. Amenaza con meterse en su agujero. Mis manos se mueven por sus nalgas y sus muslos. Acariciándolos. Disfrutando de su textura.
–¡Aaaaaaahh! ¡Konggg! ¡¡HHHHAAAaaaaahh!! ¡Sí! ¡¡Aaaaah!! ¡Así! ¡¡¡AAAAAAAaaaaahhhH!!!
Pronto empieza a mojarse. Puedo saborear sus jugos. Puedo notar que ahoga sus gemidos. Que se excita. Pero que también se avergüenza. Todavía. A pesar de que sabía que iba a pasar cuando me lo ha pedido sin palabras.
Estoy un rato más jugando con su entrepierna. Con cada rincón. Añadiendo qi. Llevándola al borde del orgasmo. Entonces, sin previo aviso, ataco sin cuartel a su clítoris
–¡¡¡¡HHHHHHHHHHHHAAAAAAAaaaaaaaaaaaahhhHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAAaaaaaaaaaaaaaahhhHH!!!! ¡¡¡¡¡HHHHHHHHHHHHAAAAAAAaaaaaaaaaaaaahhhHH!!!!! ¡¡¡¡AAAAaaaaaaaaaaaahhh!!!!
Su pecho sube y baja mientras recupera la respiración. Sus ojos me miran cuando me incorporo. Expectantes. El color sonrosado de sus mejillas la hace aún más adorable. Sus piernas se abren ligeramente para dejarme paso. Para darme la bienvenida.
Su vagina, totalmente expuesta, es fácilmente penetrada. Mi cuerpo empuja sus piernas hacia ella. Mi cabeza se cuela entre ellas. Mis hombros bajo sus rodillas. A la altura de sus hombros.
Me acerco a sus labios. Que me reciben con pasión. Sus manos ya no necesitan retener sus piernas. Así que buscan mi espalda. Mis codos se apoyan en la cama. Mis manos sostienen su cabeza. Acarician su pelo. Yo de rodillas. La penetro con delicadeza.
Nuestros cuerpos están pegados el uno al otro. Íntimos. Mi miembro llega fácilmente hasta el fondo. Del que entro y salgo poco a poco. Disfrutando de cada porción de su interior. De como frota contra ella, sin prisas.
Mis labios se unen y se separan continuamente de los suyos. Nuestras lenguas se entrelazan. Se despiden. Se vuelven a entrelazar. Sus manos recorren mi costado con delicadeza. Las mías juegan con su cabello rubio.
Disfrutamos el uno del otro. Sin prisa. No queriendo que acabe nunca. Llevándonos poco a poco al orgasmo. Los dos juntos. Sincronizados. Podemos sentir como el otro está casi en el límite. Como ella tiembla. Como yo la lleno.
No dice nada cuando acabamos. Solo me sonríe. Me vuelve a besar. Se acurruca a mi lado. Hunde la cabeza en mi pecho. Me abraza. La abrazo. Poco a poco se duerme. Como si fuera un ángel. Un ángel realmente hermoso.
Yo me quedo despierto un rato más. Mirando a Song. Ha estado caminando. Sin forzar. Al menos cumple su palabra. Se para al cabo de un rato. Parece que le duele. No sería raro. Se sienta. Supongo que pasa qi. No parece preocupada. Decide irse a dormir. Mirándola y sintiendo a Yu, mis ojos se van cerrando.
—————
Hay unos preciosos ojos verdes cuando despierto. Mirándome. Llenos de lujuria. Está gimiendo. Noto mi miembro dentro de algo húmedo. Dentro de ella. Su cuerpo acostado encima del mío. Se mueve hacia delante y atrás. Frotando todo su cuerpo contra el mío. Puedo sentir especialmente sus pechos. Presionándome tentadores.
–Buenos días, pervertida– la saludo.
Ella se muerde el labio. Sonríe.
–Buenos días, mi amor. Sabía que te gustaría despertarte así– me saluda.
Creo que le ha costado todo su valor decir esas palabras. Está adorablemente roja. Le avergüenza más que estar follándome.
Oculta su sonrojo besándome. Sin dejar de moverse. Despacio. En cierta forma, haciendo lo que yo hacía ayer. No puedo resistirme. Ni quiero. Aunque sí puedo mover mis manos. A lo largo de su suave espalda. En su culo. En su pelo, atado en una cola.
Como ayer, tenemos sexo despacio. Delicioso. Íntimo. Y con algún mordisco en mi hombro. Ayer no le di opción.
Me enseña los dientes amenazante. Traviesa. Me hace reír.
–Te quiero– le digo.
Ella me muerde. Ocultando su rostro. No se esperaba mi ataque. Luego me besa apasionada. Y empieza a acelerar. Poco a poco. Cada vez más excitada. Hasta que toda ella tiembla. Hasta que yo me uno a ella.
Se queda encima durante varios minutos. Hasta que decide incorporarse. Va a decir algo. Pero la ataco por detrás. Cogiendo sus pechos. Jugando con ellos.
–¡Aah! ¡Kong! ¡Pervertido!– protesta.
–Hoy no me has dejado cogerlos. Y ayer casi no pude. Los echaba de menos– me defiendo.
–Tonto…
Pero se deja manosear un rato. Y besarla en el cuello. Estamos cerca de volver a follar. La acabo penetrando por detrás. Esta vez somos más salvajes. Más apasionados. Y nos preparamos para recibir a las demás.
A su hermana, le ata las manos a la espalda. La azota mientras yo me la follo por detrás. A cuatro patas. Aunque no lo hace muy fuerte. Quizás un poco más cuando esta la amenaza. Y gruñe. Pero está muy mojada. Incluso se mueve si bajo el ritmo. Pidiendo más.
A Wan, Liang y Lang las tratamos bastante bien. También con las manos atadas a la espalda. Sentadas sobre mí. Besándonos. A veces Yi juega con sus pechos. O les da una palmada en el culo. Pero muy suave.
Yu es algo tímida. Sin embargo, eso no significa que no vaya a vengarse. Así que también ata dos las manos a la espalda a las otras. Y las tumba bocarriba. No sin interesarse por cómo está Song. Una sonrisa es la respuesta.
Se niegan a abrir las piernas. Así que las fuerzo. Tampoco es que hayan opuesto mucha resistencia ninguna de las dos. Luego las penetro. De rodillas. Levantando sus caderas a mi altura. Sus cuerpos totalmente expuestos.
Los abundantes pechos de Song abrumadores mientras se mueven. Los de Shi, más delicados, más sutiles, hermosos. Puedo contemplarlos. Y como Yu juega con ellos. Como pellizca sus pezones. Vengándose. Aunque no va tan lejos como fue Song. Que parece especialmente ardiente. Que simplemente se deja follar. Disfrutando de ser penetrada. Sin las aflicciones que hasta ahora la habían acompañado.
–Son unas pervertidas las dos– se queja Yu, aunque riendo.
No puedo sino darle la razón. Aunque tampoco estamos libres de culpa.
—————
A diferencia de su hermana. Me ayuda a vestirme sin bromas. Pegándose a mí. Abrazándome. Haciéndome besarla varias veces.
Hoy solo puedo copiar dos de siete. No había más disponibles. Eso son 70000 puntos más. Para un total de 105.163. Los manuales son baratos. Supongo que quieren que podamos estudiarlos. Y porque son prestados. Las armas cuestan bastante más. No son armas de mortales. Necesitaré más para el bastón. Bastante más.
No tengo prisa para coger otros manuales. Estoy ocupado con el de cultivación de cuerpo. Y debería practicar más con otros. En especial "Corriente de qi".
Así que no me entretengo más y salgo de la pagoda del conocimiento. Donde están los manuales. Y donde los copiamos. Aunque estamos en zonas separadas.
En cuanto salgo, una fruta madura pasa junto a mí. Estampándose contra la pared. Manchándola.
–Ja, ja. Has fallado.
–¡Mierda!
–Pierdes la apuesta.
Es el grupo de matones del otro día. Es la tercera vez. Las dos primeras nos encontramos por casualidad. Esta parece que me estaban esperando. No puedo seguir ignorándolos. Voy hacia ellos. Tampoco es que haya peligro. Aquí no podemos pelear.
–Antes era un esclavo y tenía que aguantar. Ahora no. No quiero hacer enemigos, pero no temo hacerlos. Así que decidme, ¿queréis serlo?
Lo digo con el tono más serio y amenazante del que soy capaz. No estoy seguro de si realmente lo parece. Me miran sorprendidos. Diría que incluso intimidados. Pero pronto se recomponen.
No es de extrañar. Es el estar en un grupo. El ser un gallito en el grupo. El apoyarse. El aprovechar el número para intimidar a otros. El temer quedar mal con el resto. He sido testigo muchas veces como esclavo. Incluso lo he sufrido. Pronto empiezan a bravuconear.
–¿Te crees que te tenemos miedo?
–Esclavo de mierda. Espera a que te pillemos fuera.
–Ja, ja. ¿Enemigos? ¿Quién te crees que eres?
Se animan los unos a los otros. Era lo esperado. Pero necesitaba que lo dijeran. Que quedara claro. Si no, no sabrán el porqué. Espero que aprendan la lección. Suspiro.
–Vosotros lo habéis querido– los amenazo, dándoles la espalda y alejándome de lugar.
Los oigo amenazarme desde lejos. Veremos si mañana están igual. Sé quiénes son cada uno de ellos. Antes de ir a la copistería, he obtenido esa información. La red de información de esclavos es muy eficiente.
La ropa limpia está ordenada por cabañas. Así, es fácil de distribuir en paquetes. Todas debidamente etiquetadas. No me cuesta mucho colarme. Vestido de esclavo. Ocultando el rostro. Nadie me presta mucha atención.
Dado que sé quiénes son y dónde viven, me resulta fácil localizar sus ropas. Al menos, los que tienen ropa limpia para ser entregada hoy. Me quedo vigilando. Mientras Shi y Song aplican una sustancia que ha mezclado Wan. Por dentro de las ropas. En especial en su ropa interior. Las oigo reírse. Sin duda, les divierte.
Salgo por una puerta lateral. Y me vuelvo a cambiar rápidamente de ropa.
—————
Follo a Rui, Ning y Rong como me he follado a Yi. De cuatro patas. Manos atadas a la espalda. Pero más rudo. Luego cambio posición con Ning y Rong. Para retocar sus caras. Los cambios empiezan a ser apreciables. No les quedan mal.
La cocina está más vigilada. Cuesta colarse. Pero luego los esclavos reparten la comida. Ellos solos.
Rui está vestida de estudiante. Con un velo. Y choca con el esclavo que lleva el carro. Y se hace la enojada. Acusándole a él de haberla golpeado. Se le da bien. No es su primera vez. El esclavo suspira aliviado cuando se va. Otros le hubieran dado un paliza. O al menos unos cuantos golpes. Solo ha sido un susto para él.
No sabe que las dos "estudiantes" que estaban charlando al lado del carro eran Shi y Song. No han dudado en ofrecerse voluntarias. Y en añadir algo a algunos platos concretos.
Repetimos la operación con otros dos. No creo que mañana vea a mis "amigos". Solo debería durarles un día, pero será doloroso.
—————
Vuelvo a practicar la técnica "Cuerpo Yin Yang". Creo que lo tengo dominado. Así que pruebo a aplicar Yang. Casi todo se pierde. Pues no estaba tan dominado.
Decido ir poco a poco. Una fibra cada vez. Es muy lento así. Pero al menos puedo controlarlo. Y ver dónde está el problema.
También miro de reojo a Song. Algo preocupado. Está empezando a correr. Aunque suave. Luego practica una técnica de lanza. No sé que ha pasado. De repente, ha caído al suelo. Está llorando. La traigo. Asustado.
–¡Song! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?
He entrado en pánico. Ella alza su rostro. Sus preciosos ojos verdes me miran. Húmedos de sus lágrimas.
–¿Kong? ¿Por qué me has llamado? ¿Qué pasa?– me pregunta, extrañada.
–¿Es… Estás bien?
–Claro. ¿Por qué no iba a estarlo?
Se seca las lágrimas. Parpadea varias veces. Parece extrañada de verdad.
–Pero… Te has caído. Y estabas llorando… ¿De verdad estás bien?
Me mira un momento. Hasta que de repente sonríe. Y se tira sobre mí. Empujándome contra el suelo. Inmovilizándome. Sin que yo me resista. No entiendo nada.
–Así que me estabas espiando– me acusa seductoramente.
Está desnuda. Como casi siempre. Su cuerpo es realmente erótico. Pero primero, quiero entender qué pasa.
–Estaba preocupado…– me defiendo.
De repente, me besa. Con mucha suavidad. Sigo sin saber qué pasa. Pero supongo que está bien. Y su sonrisa es realmente radiante.
–Cuando he probado una técnica básica de lanza, todo era mucho más fácil. Lo que antes me desesperaba, ahora salía fluido. Me he emocionado. De sentir que estoy curada. Que puedo ayudar como todas– confiesa.
Respiro aliviado. Se me escapa una sonrisa. Ella me vuelve a besar. Sus manos se meten entre mi ropa. Es muy hábil. Pronto estoy desnudo. Ella encima de mí. Mirándome traviesa.
–Ya que me has llamado, deberíamos aprovechar.
No puedo negarme. No tarde en montarme. Agachada sobre mí. Su cuerpo en perpendicular al mío. Usando sus dos piernas para subir y bajar salvajemente.
–¡¡Aaaaaah!! ¡Antes no podía hacerlo así! ¡¡¡HHHHAAAaaaaahhh!!!
–Pervertida– la acuso.
–¡Tú más! ¡¡¡Aaaaaaaaah!!!
No llego a sus pechos. Así que me conformo con mirarlos. Rebotando lascivamente. Y con su culo. Al que acaricio en toda su extensión. Mientras ella me viola salvajemente. Se oye perfectamente mi miembro entrar y salir de ella. Aunque aún más sus gemidos. Incluso los míos.
No le absorbo qi. Es un poco pronto. Pero si compruebo de nuevo su pierna. Y la hago correrse. Y la lleno de mí. Y nos quedamos abrazados. Besándonos. Acariciándonos. Haciéndonos cosquillas. Pellizcándonos. Riendo.
Verla tan alegre es algo maravilloso. Nunca la había visto así. Antes era una esclava. Y después, siempre había tenido la pierna deformada. Siempre había algo que la ensombrecía. Ya no.
Nos hacen confesar mientras todo. Se ríen. Sé que están alegres por ella. Lo cual no significa que vayan a perder la oportunidad. Así que tendré que ir llamando al resto. Para una "sesión" extra. Song no ha protestado. Ella hubiera sido la primera en exigirlo. Y parece satisfecha por ser la primera.
Con Shi, comparto mis experiencias con la técnica. Dice que después me pedirá un poco de Yang para probar. Vuelve a decirlo muy sensual. El resto dicen que también "quieren Yang", riendo.
Song y las gemelas están interesadas. De hecho, han estado mirando el cuaderno. Liang algo menos. Wan simplemente lo ignora. No es alquimia. Y Ma lang parece indecisa.
Si va bien, también podría añadir a Rui. Dependerá del yin disponible. Han insistido una vez más que primero yo. Que soy el que está "afuera". No digo que no tengan razón. Pero me hace sentir algo culpable. De todas formas, es pronto.
Por ahora, he conseguido añadir Yang a una fibra de un músculo. Pero perdiendo bastante por el camino. Shi sugiere que estoy usando demasiado qi. Que tendría que extenderlo más. Con más suavidad. Más flexible. Y añadir el Yang más lentamente.
Creo que voy avanzando. Quizás más despacio de lo que esperaba. Cuando logre dominar una fibra, aún me quedara mucho camino por recorrer. Se dice que hay técnicas que se tarda años en dominarlas. No creo que sea el caso. Yo diría que en unas semanas. Al menos, siento como va avanzando el dominio.
—————
Mientras estoy practicando, alguien llama. Es la hora a la que suelen venir las esclavas. Pero hoy no le tocaba a ninguna. Lo he comprobado. Mmmm. Es Fen Huan. Hay alguien detrás de ella. ¿Pen?
Abro. Las dejo pasar. Pen no dice nada. Parece un tanto confundida. Me pregunta con la mirada qué está pasando. Fen Huan abre y cierra la boca un par de veces.
–He… He venido con la esclava… Pen… Como me dijiste– dice finalmente.
Se la ve sumisa ante mí. ¿Quizás temerosa? Bien, mejor así. Aún tiene que cumplir su castigo. Las chicas aseguraron que no pondría problemas. Que estaban casi seguras de ello. Me preocupa el "casi". Empecemos y a ver cómo va.
–Desnúdate y ponte de rodillas– le ordeno a Fen Huan.
Bien, no opone resistencia. Ante la mirada sorprendida de Pen, lo hace. Su cuerpo totalmente expuesto. Ella mirándome desde abajo. Expectante.
–Mientras estemos aquí, la llamarás ama Pen. A mi amo Kong. Empezarás pidiéndole perdón. Luego recibirás tu castigo.
La miro. No parece tener intención de oponerse. De hecho, la siento totalmente entregada. Me resulta un tanto sorprendente. Casi como con Rui y Ning. Aunque con ellas costó más trabajo.
–Ama Pen. Lamento lo que hice. Por favor, perdóname– pide.
No hay duda en su voz. Ni segundas intenciones. Parece sincera. Y Pen no sabe qué decir. Tiene los ojos muy abiertos. Mirándonos a ella y a mí alternativamente.
Saco un látigo. Uno de los estudiantes que eliminamos lo tenía. No sé cuál. Dejo que lo vea.
–Ahora vas a recibir tu castigo. ¿Entendido?– anuncio.
–Sí, amo Kong.
Su voz tiembla un poco. ¿De miedo? ¿Por qué me da la sensación de que es de anticipación? Como sea, le doy unos pocos de latigazos en la espalda. No con mucha fuerza. Pero tampoco suavidad. Puedo ver la marca que dejan. Nada que no se pueda curar circulando qi.
–¡Aah! ¡Aah! ¡Ah!– grita de dolor. ¿Y de placer?
El suelo está un poco mojado. No es de sudor. Y no se ha meado. ¿En serio se está mojando? ¿Hasta este punto llega?
–Pen, azótala tú.
Reacciona cuando la llamo. Estaba como congelada. Sin saber muy bien que pensar. Me mira asustada.
–¡No puedo hacer eso, Kong! ¡Una esclava no puede pegar a una estudiante!– se niega, aterrada.
–Dale permiso para castigarte– le ordeno a la condenada, azotándola una vez más.
–¡Ah! Ama Pen. Castígame. Hazme lo que quieras. Pégame. Insúltame.
Si un esclavo le hace algo a un estudiante, puede ser incluso ejecutado. Pero no si le da permiso.
Pen duda. Al final coge el látigo. Y lo blande hacia Fen Huan. Indecisa. Apenas la roza.
–Desahógate por todo lo que te hizo. No tengas miedo. Yo estoy contigo– le aseguro, abrazándola por la espalda.
La segunda vez lo hace un poco más fuerte. Y luego más. A la quinta la está azotando con toda su rabia. Dejando las marcas del látigo en la piel. Aunque no muy profundas. Al fin y al cabo, Fen Huan está en la etapa dos de Alma. Aunque no está usando qi para protegerse. Solo grita entre dolor y placer. ¿O tal vez gime?
–Maldita zorra. ¿¡Por qué tenías que pegarme sin motivo!? ¿¡No sufrimos ya bastante los esclavos!? ¿¡Crees que no nos duele!?– le grita Pen entre lágrimas, dejándose finalmente llevar.
La azota una y otra vez. Hasta que casi se desploma. Agotada. Habiendo liberado toda su ira.
–Lo… Lo siento– oigo decir a Fen Huan, casi en un murmullo, entre gemidos de dolor y placer.
Me sorprende la culpa en su voz. Incluso hay lágrimas. Y no son del castigo. ¿Quizás se ha dado cuenta de que los esclavos también somos seres humanos?
Cojo a Pen en brazos. Está sollozando. Se abraza a mí. La dejo en la cama. Me quedo junto a ella hasta que se calma. Le limpio las lágrimas con mis dedos.
De repente, me empuja. Se pone sobre mí. Me besa. Se quita la túnica de esclava. Sus abundantes pechos vibran al hacerlo. Luego va a por mi ropa. Me medio desviste.
–¿Puedo ordenarle?– me susurra al oído.
–Hazlo.
–Tú. Ven aquí y hazle una felación.
Me sorprende la orden. El cambio en Pen. El ser capaz de hacerlo. No me opongo. Es una situación extraña. Y excitante. Fen Huan parece incluso entusiasmada. Se pone mi miembro en la boca. Y empieza a devorarlo con su lengua. Con sus labios. Haciendo que entre y salga por ellos.
Mientras, Pen me besa. Juego con sus pechos. Frota su entrepierna contra mí. Ligeramente por encima de mi miembro. Noto que se va mojando. Que gotea sobre mí.
Separa sus labios y me mira. Con deseo. Se gira.
–Tú. Méteme su polla dentro– le ordena a su esclava temporal.
La boca de Fen Huan sale de mí. Puedo notar su mano. Y como lleva mi miembro dentro de una húmeda cueva. Obediente.
–¡Aaaaaaah!– gime Pen cuando la penetro.
Inmediatamente, se mueve hacia atrás. Haciendo que llegue hasta lo más profundo de su interior. Que su vagina me engulla en toda su extensión.
–Tú. Ponte de pie allí. Míranos. Puedes masturbarte– ordena de nuevo Pen.
La verdad es que estoy sorprendido. Cualquiera diría que lo ha hecho siempre. Que está acostumbrada a mandar. Que la esclava es la estudiante y la estudiante la esclava. Siempre me ha parecido que le gustaba dominar. Parece que más de lo que creía.
Pen mueve sus caderas arriba y abajo. Se acerca y aleja de mí. Con pasión. La única razón por la que sus pechos no rebotan son mis manos. Los tengo agarrados. Sobándolos. Añadiendo qi a estos y sus pezones. Mulléndolos.
–¡¡¡¡HHHHAAAAAaaaahhhHHH!!!! ¡No me pellizques…! ¡¡¡AAAAAAAaaaaahhhhHH!!!
Pen se corre mientras Huan nos mira. Chorreando. Mordiéndose el labio de placer. Una mano en su entrepierna. Penetrándose. Ansiosa. La otra juega con su pecho. Apretándolo con fuerza. Sin dejar de mirarnos. Mientras Pen me folla. Y yo la manoseo. Nos besamos con pasión. Mientras la lleno. Mientras llega de nuevo al clímax.
–Chúpasela otra vez– le ordena cuando recupera la respiración.
Pen no deja de abrazarme. De mirarme. Con una pasión que nunca había visto en ella. Entonces se levanta. La coge del pelo. Y la empuja contra la cama.
La cultivación de Fen Huan es inmensamente superior a la de Pen. Pero no se resiste. Obedece. Resulta un tanto incomprensible.
–Las piernas para arriba. Ábrelas– le ordena.
–Sí, ama Pen– responde Huan.
Quizás lo he provocado. Y aun así me cuesta creer lo que veo. Además, no siento que la devoción hacia mí haya disminuido. O que me odie. Más bien, que es más sumisa. Y la de Pen, más fuerte.
–Follátela– me dice.
Su tono es autoritario. Pero su mirada suplicante. Me acerco y cojo a Fen Huan por los tobillos. Directamente la penetro. Con fuerza. Hasta el fondo.
–¡¡Aaaaaaaaaaaahh!!– gime ella, con lujuria.
Lo follo con brusquedad. Parece disfrutarlo.
–¡¡¡Hhhhhaaaahhh!!! ¡Asiiiií! ¡¡AAAAAAaaaaaaaAAHHHH!!
–¡Plaf!
De repente, Pen la abofeteado.
–¿Te acuerdas de lo que me hiciste, sin motivo?
–¡Aaaah! Sí… ¡¡Aaaah!! Huan merece un castigo…– responde sumisa.
–¿Huan? ¡No eres más que una perra! ¡Perra Huan! ¡Plaf!– exclama Pen. Hay un poco de ira en su voz.
–¡¡Aaaahh!! Perra Huan se portó mal… ¡¡HHHAaaaaahhh!! Castígame… Ama Pen… ¡¡Aaaaah!!– se somete entre gemidos de placer y dolor.
–¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf!
Pen la abofetea una y otra vez. El daño real es bajo. La diferencia de cultivación es grande. Pero debe doler. Tiene la cara roja.
–¿Y te acuerdas lo que le hiciste a mis pechos? ¿Estirándolos y apretándolos?– sigue Pen desahogándose.
Es una pena. Me gustaba verlos rebotar mientras la follaba. Ahora Pen ha cogido sus dos pechos. Pellizcándolos con fuerza. Incluso inflamándose sus pezones.
–¡¡¡¡HHHHHHHHAAAAAAAAAaaaaa!!!! Perra Huan no lo hará más… ¡¡¡AAAAAaaaaaahhhh!!!
Sorprendentemente, se corre. No he podido controlarlo. Quizás no estaba lo suficientemente atento. El dolor la ha hecho llegar al orgasmo. Su nivel de masoquismo es mayor del que creía.
–No es lo único que hiciste. Así que vas a tener que compensar el dolor con placer. Vamos. Chupa.
Pen se pone sobre el rostro de Huan. Y pronto empieza a gemir.
–Vamos perra. Chupa más arriba. Ahí. ¡Aaaah! No te corras hasta que yo lo haga.
Pen también empieza a gemir. Mientras yo penetro a Huan una y otra vez. Sin compasión. Resulta excitante.
Esta lame la entrepierna de Pen. Cuando Pen se corre, me corro en Fen Huan. Embisto en ella varias veces más. Llenándola. Llevándola también al orgasmo.
Pen está doblada hacia delante. Decido aprovechar. Su posición y que está mojada. La penetro por sorpresa.
–¡¡¡Aaaahhh!!! ¡Kong! ¡Espera! ¡¡¡¡¡HHHHHHAAAAAaaaaahhhHHH!!!!!
Le gusta dominar. Pero eso no quiere decir que no pueda dominarla. La tengo a cuatro patas. Su precioso culo vibrando a cada embestida.
–Sirve a tu ama. Chúpala mientras la follo.
Huan lo hace. Obediente. Además que ya estaba bien posicionada.
–¡HHHAaaaaaaahh! ¡Kong! ¡¡¡¡AAaaaaaaaahh!!!! ¡Malo! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!
Pen se deja ir del todo. Gimiendo. Totalmente derrotada por el placer. La agarro por las caderas. Entro y salgo de ella. Su rostro se desploma sobre la cama. Su cuerpo tiembla violentamente a cada orgasmo. Apretándome. Amenazándome con llevarme con ella. Y lo consigue al tercero.
La abrazo un rato. Mientras ella protesta. Más seductora que enfadada.
–Suerte que no tengo nada más. Casi no puedo caminar. ¡Aaah! ¡No te aproveches!– protesta, mientras la ayudo a vestirse.
Es totalmente accidental que roce su pecho. Que se lo coja. Que lo masajee. Que agarre su culo. Que la bese. Un accidente tras otro. Luego tiene que marcharse. El tiempo que la podía pedir era limitado. Tiene que volver. Anda con las piernas un poco abiertas.
Fen Huan me está mirando. Desnuda. Sobre la cama.
–Ven. Entra allí. De pie. Así. Date la vuelta. Abre un poco las piernas– le ordeno.
Está en la bañera. De pie.
–Te voy a limpiar el culo. Por dentro. No te muevas.
–¿El… El culo? ¿Para qué?– pregunta, algo asustada.
–Aún no ha acabado tu castigo. Te voy a follar por ahí– le explico.
–¿¡Por el culo!? ¿Vas a meter tú… en…? Yo nunca…
–Sí. Ahora inclínate. Apóyate en el borde.
No sé si está asustada o expectante. Obedece. Mostrándome su culo. No noto que su lealtad baje. Más bien, su sumisión sube.
–¡Ah! Está fría. Entra. ¡Ah! Ahora sale. ¡Aaaahh!
Le he metido el aparato por el culo. No sé como se llama. Pero ayudar a inyectar agua. Lo hago tres veces. Hasta que sale totalmente clara. Dejo el agua sucia en la Residencia. Y la hago ir a la cama. Tumbarse bocabajo. Con el culo un poco elevado. Se estremece con el contacto del lubricante. Me pongo encima de ella. La penetro.
–¡¡Aaaaaaaahh!! Está dentro de mi culo… ¡¡¡HHHAAaAAAAAHHH!!! ¡Muy adentro! ¡¡HHHHHHAAAAAAHHH!! Duele…. ¡¡¡AAAAAAAAAhhhhhHH!!! ¡Es increíble!
Parece que le gusta. Así que voy acelerando. Hasta que la estoy follando salvajemente. Sus manos apretadas contra la sábana. Su boca, mordiéndola. Mi miembro, entrando y saliendo de ella. Disfrutando de su estrechez. De su total sumisión.
Le hago circular qi para curarse mientras me la follo. Como excusa. Para que no se extrañe cuando le falte. Y le hago prometer que nunca le hará nada a Pen. Otra vez. Estoy seguro de que no miente.
La llevo al orgasmo una y otra vez. Sin parar. Hasta que se desmaya. La sigo follando. Y ahora absorbo su qi. Satisfaciendo también mis instintos más primarios. De dominarla. De subyugarla. De penetrarla. De marcarla con mi semen también en este agujero.
Me pide un beso cuando se va. No le he dado ninguno. Creo que está preocupada por que no la haya perdonado. Quizás teme que la odie. Le acabo metiendo la lengua hasta la garganta. Y le prometo que intentaré ir a verla en el torneo. Parece aliviada. Espero que se comporte a partir de ahora. No le perdonaré si le vuelve a hacer algo a Pen.
Más capítulos en mi patreon "lordescritor" (https://www.patreon.com/lordescritor)
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