Download App
29.01% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 74: Proscrito (IV)

Chapter 74: Proscrito (IV)

Está mañana no tenemos sexo. Han dicho que lo dejamos para luego. Me siento un tanto defraudado, pero tienen razón. Tenemos que darnos prisa. Malditas.

Ahora sé lo que estaban tramando. Y se están divirtiendo mucho. Demasiado.

–Ja, ja, esta pintura de labios te queda increíble– se burla Yi.

–Guau. Que tetas más blanditas– juguetea Song con los bultos que me han puesto bajo la ropa.

–Estate quieta– ríe Shi, hablándome como si fuera una mujer.

–¡Mi pelo te queda mejor que a mí!– intenta parecer impresionada Liang.

No parece importarle haberse cortado un poco el pelo. Ahora le llega a los hombros. Le queda bien. Aunque la prefiero con el pelo largo.

–Creo que me voy a hacer lesbiana– me besa Shi.

–Yo también– concuerda Yu.

Lang y Wan no dicen nada. Pero se lo están pasando en grande. Les cuesta mucho contener la risa. A veces no pueden.

Estoy maquillado. Con ropa de estudiante femenina. Incluso unos sostenes con no sé qué que han puesto de relleno. Llevo un velo. Y un pañuelo en la cabeza. La verdad es que no tengo mal aspecto. Misterioso. No me atrevería a decir que sexy.

–No te mires mucho. Te enamorarás de ti misma– ríe Yi.

–La verdad es que estás buena– coincide su hermana.

–Os estáis divirtiendo demasiado– me quejo.

Pero solo consigo sus risas. La verdad es que todos estamos nerviosos. Al menos, así aliviamos un poco de estrés. Por lo menos ellas.

—————

Salimos las gemelas y yo. Como si hubieran invitado a pasar a una amiga. Como si hubiéramos estado hablando. De paso, dará que pensar a los que la vigilan.

Hay más gente pasando cerca. No nos dedican más de una mirada. Cuando me voy, ellas hacen como que entran. Desaparecen al mismo tiempo que se cierra la barrera. Pero están dentro de la Residencia. He sido yo quien la ha cerrado.

Siento la mirada del que las vigila. Supongo que preguntándose quién soy. Que no le suena esa amiga. Nunca podría imaginarse que soy el esclavo que está fugado. Vestido como una estudiante.

Me oculto entre el río de estudiantes femeninas. Van a sus lecciones. Sus prácticas. A recoger o comprar píldoras. A buscar lugares para cultivar. A probarse a sí mismas en las diferentes formaciones. A buscar misiones. Es la hora más concurrida.

Paso junto a quien está vigilando la cabaña de Bei Liu, a lo lejos. Concuerda con la descripción de Yi. Dejo salir a Terror. Se oculta tras ella. Me acerco la cabaña.

–Cri, Cra– susurro.

Suena un poco ridículo. Pero funciona. Me han hecho practicarlo decenas de veces.

–¡Aaargh!– se oye un grito de dolor.

Todas se giran hacia el grito. Es la mujer que vigilaba. Que ahora está mirando hacia el suelo. Una rata la ha mordido. Yo entro en la cabaña sin que me vean. Liu me dio acceso hace tiempo. Confían demasiado en mí.

Terror entra al cabo de un momento. En un agujero mucho más pequeño en la barrera. Se la envío a las chicas. La reciben como a una heroína. Es la señal que todo ha ido bien.

–¿Quién eres tú?– pregunta la voz asustada y sorprendida de Bei Liu.

Supongo que cualquiera se sorprendería de que alguien pueda entrar en tu cabaña, atravesando la barrera. Una chica desconocida.

Sin darle tiempo a reaccionar, me acerco y le pongo la mano en la boca. También la inmovilizo.

–Te voy a soltar. No grites, ¿de acuerdo?

Ella asiente. La suelto. Se gira. Me mira confundida.

–¿Kong?

Ha reconocido la voz. Pero no me reconoce. Me quito el velo. Y el pañuelo, con la media peluca incluida.

–¡Kong!

Se tira en mis brazos. Me besa. La miro. No puedo evitar reírme de ella.

–¿Qué pasa?– me pregunta extrañada.

–Te he manchado de pintura de labios.

Ella se mira a un espejo. Se ríe. Se acerca. Me toca las tetas postizas. Curiosa. Sugerente.

–¿Cómo? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué?

Pero antes de que pueda responder, la barrera se abre. Alguien entra.

–Liu, otra vez estás tardando mucho. ¿Quién…?

Agarro y amordazo a la recién llegada.

–Nada de gritar, ¿de acuerdo?

Bi Lang asiente mirándome con los ojos muy abiertos.

–¿Kong? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estás vestido así?

—————

Les explico lo que pasó con Tan Bolin. Se deprimen. Veo que se sienten muy culpables. Me piden perdón. Lloran. Al final tengo que consolarlas.

–Está bien. Solo necesito que me escondáis unos días– les aseguro.

–¿Estarás bien?– se preocupa Lang.

–Cuando llegue al reino del Alma, podré dejar de ser un esclavo.

Me miran con los ojos muy abiertos. Aún húmedos. Parecen impresionadas.

–¿De verdad estás en la etapa nueve?– pregunta Liu, anonadada.

–Sí. Me falta poco para llegar al reino del Alma. Y tengo todo lo que necesito. Solo necesito unos pocos días más.

Me miran con los ojos muy abiertos. Igual no entienden que tenga esa confianza. No es tan fácil atravesar la barrera. Espero no tener problemas. 

––¡Increíble!— exclaman las dos, lanzándose a mis brazos.

Debí haberlo imaginado. Son muy inocentes. Pervertidas e inocentes. Y algo traviesas. Me han creído sin más.

–Sería mejor que os quedarais. Será menos de una semana. Así evitamos problemas– les pido.

–¿Somos tus prisioneras?– pregunta Liu, más sugerente que preocupada.

–¿Menos de una semana? No pasa nada si tardas más– se lamenta Lang.

–Me parece que no entendéis lo que significa ser mis prisioneras– las amenazo, con un tono que intenta ser malvado, apretándoles sus nalgas.

–¿¡Qué vas a hacernos!?– intenta parecer asustada Liu.

–¿No nos harán nada malo, verdad?– es igual de mala actriz Lang.

Las empujo contra la cama. Las desnudo poco a poco. Ellas me quitan la ropa entre risas. Creo que les ha gustado mucho mis tetas de pega. De repente, a traición, les ato las manos. Juntas las cuatro. Hacia arriba.

–¿¡Qué…!?– se sorprende Liu.

–Sois mis prisioneras. Así que es normal que os ate.

–Eso es… muy excitante– confiesa Lang, frotándose contra Liu.

–¡Ah! Lang, para. ¡Kong!

Las he puesto una encima de la otra. De cara. Liu debajo. Les abro las piernas. Y juego con los secretos que esconden.

Sus vaginas se contraen cuando las rozo con qi. Sus pechos están apretándose unos a otros. Los mueven. Rozándose entre ellos. Sus labios se juntan. Besándose lascivamente. Mueven sus culos insinuantes. Sus vaginas se humedecen mientras las excito. Gimen ahogadamente cuando alcanzo sus clítoris. Cuando se frotan entre ellas.

Se tensa Liu cuando la penetro. Sin dejar de jugar con Lang. Que acalla los gemidos de su amiga. Y los suyos propios. Pronto las cuerdas se sueltan. Solo las había enrollado. No les había hecho ni un nudo. Pero ellas no se separan. Juegan entre ellas. Se incitan las una a la otra. Como si fueran amantes.

Sé que son amigas. Pero que a veces se dan placer mutuamente. No llegan a ser amantes. Al menos, no actúan como tales. Solo que les gusta el sexo. O eso dicen.

Dejo a Liu y entro en Lang. Uso los dedos con Liu. Voy intercambiando. Penetrándolas alternativamente. Llevándolas a la vez al orgasmo. Luego me centro en Liu.

–Que no grite. Las prisioneras no pueden gritar– le ordeno a Lang.

Me hace caso. Juega con la boca de Liu. Con sus Labios. Está aprovechando la oportunidad para molestar a su amiga. Mientras yo la penetro. La cojo de sus muslos. Está inmovilizada. Aunque tampoco intenta liberarse. Se le nota que disfruta.

Su vagina se contrae de nuevo. Otra vez rozando más fuerte mi miembro. Finalmente rompe su resistencia. La lleno de mí.

Embisto unas veces más. Disfrutando de su cuerpo ya rendido. Hasta que salgo de ella.

–Ahora puedes vengarte de Lang.

–¡Kong! ¡Traidor! ¡MMMMmmmm!– intenta quejarse esta, pero su amiga la silencia.

No tardo en estar de nuevo erecto. En penetrarla. Tampoco hace ningún intento de escaparse. Agarro su culo mientras embisto en ella. Mientras su amiga la sujeta. Mientras ella está totalmente sometida al placer.

Bajo por sus piernas. Recorriéndolas con lujuria. Acariciándolas. Haciendo que se estremezcan. Vuelvo a su culo. Subo por su espalda. Sobándola en toda su extensión. Bajo por el costado. Llego a sus pechos. Unidos a los de Liu. Esta gime de la sorpresa cuando el qi la recorre.

Lang está rendida al placer. Su cuerpo casi inerte. Dejándose hacer. Dejándose follar. Tocar. Besar. Sintiendo cada embestida. Grita de placer cuando Liu la suelta. Pero pronto la vuelve a atrapar.

Me gusta la sensación de dominarlas también con mi fuerza. Ahora que no tengo que esconder mi qi. De estrujar su culo. De inyectar qi hasta el borde del dolor. Sin traspasarlo. Dándole más placer. Llevándola una y otra vez al límite. Notándole estremecerse. Convulsionar con fuerza cuando la lleno de mí.

Se separan. Me acerco para besarlas. Para manosear un pecho de cada una. Me responden con pasión. Pero también con cansancio.

–Ah. Tus prisioneras necesitan descansar– suplica Lang.

–Siéntete como en casa. Déjame dormir un poco– añade Liu.

Aparte de pervertidas, son algo perezosas. Por eso les cuesta subir de nivel. Pero me está bien. Me aseguro que se queden dormidas. Que no despierten por un buen rato. Y llamo a las chicas.

–¡Nosotras preocupadas y tu divirtiéndote!– me acusa Song.

–Tenía que asegurarme que durmieran– me defiendo.

–Claro, claro– la apoya Shi, con sarcasmo.

La miro. Durante unos segundos me aguanta la mirada. Luego no puede aguantar la risa.

–Ja, ja, ja. Se lo ha creído– se burla.

–A veces es tan inocente. Tan mona– interviene Liang.

Me acerco a Shi. La cojo del culo. Me acerco a ella. Ella me rodea el cuello con sus brazos. Con una amplia sonrisa. Está feliz que haya salido todo bien. De momento.

–Empótrame contra la pared– me sugiere, sugerente.

Se sostiene en sus brazos. Alza sus piernas para rodear mi cintura. Sus labios atacan los míos. Su espalda choca contra la pared. Sus manos acarician mi espalda. Las mías sus muslos y su culo.

No tarda en estar mojada. En ser penetrada. En moverse en sincronía conmigo. En disfrutar. En hacerme disfrutar. Su vagina me deja entrar. Lubricada. Luego me aprieta. Dificultándome la salida. Provocativa.

Sus pezones erectos rozan continuamente mi piel. Recibiendo algo de qi. A veces se aprietan contra mí. Noto entonces la suavidad de sus modestos pechos. Sensuales.

Me lengua se entrelaza con la suya. Tras un orgasmo, nos detenemos un instante. Separamos nuestros labios. Nuestras frentes pegadas. Nuestros alientos entremezclándose. Su cabello negro pegado a su frente. Nos miramos. Sus ojos azules son preciosos. Me miran con deseo. Con lujuria. Con amor. O es lo que creo ver en ellos. Lo que siento cuando la miro.

–Te quiero– le susurro.

Me acalla con otro beso. Apasionado. No le hacen falta palabras. Vuelvo a empujar en ella. Contra la pared. Esta vez se deja hacer. Se deja penetrar. Aunque su vagina sigue incitándome. Y sus manos. Y sus labios. Y su lengua. Y el cabello que me acaricia los hombros. Y sus pechos que se aprietan de nuevo.

Adoro el tacto de su piel. Adoro el contacto directo. Adoro su olor. Su pasión. Su interior. Me corro en ella con pasión. Con qi. Acompañándola. Uniéndonos en el placer.

La dejo caer poco a poco. Me besa una última vez. Me susurra. Me guiña el ojo. Me vuelvo de repente. Rápido. Como un depredador. Capturando a mi presa por sorpresa. Su cabello es anaranjado. Sus tetas imponentes. Su piel pecosa. Sus ojos verdes. Su piel clara.

–¡Ah!– exclama, sorprendida.

Intenta volverse y escapar. Pero es demasiado tarde para ella. Ha caído en mis garras. La cojo desde atrás. Mis brazos en su cintura. Beso sus nalgas pecosas.

–Te he cogido. Eres mía– sentencio.

–¡Eso ha sido a traición! ¡Shi! ¡Me las pagarás!

–Lo estaré esperando– ríe ella.

El resto nos miran. Wan está especialmente roja después de follarme a Shi. Ni me he dado cuenta de que estaba allí. Miro a las gemelas de reojo. Niegan con la cabeza. Riendo. Así que la dejo allí. Como si no me hubiera dado cuenta.

Atraigo a Song hacia mí. Levantándole el culo. Mis manos se acercan a sus pechos. Mi lengua recorre su espalda. Haciéndola temblar. Llega hasta su cuello.

Su cabello se desparrama sobre el suelo. Sus brazos hacen de cojín para su cabeza. Mi miembro acaricia su entrada. Por fuera.

–Eres una presa preciosa– le susurro.

–Aaaaah. Malo… Aaaaah Deja mis pezones… ¡Aaaaaah! Ni se te ocurra pellizcarlos…– me sugiere en su prohibición.

Hago lo que me pide. Los pellizco. Gime. Cada vez más excitada. Froto su entrada. Cada vez más rápido. Provocándola. Mi lengua juega con su oreja. Mis manos disfrutan de sus pechos.

–Te quiero.

–¡Aaaaah! Déjate de tonterías y métela ¡¡Aaaaah!!

Diga lo que diga, se ha puesto roja. La obedezco. La penetro. Hasta el fondo de una vez. Se tensa. Gime. Salgo y vuelvo a entrar. Una y otra vez. Disfrutando de su piel pecosa. Incitándola. Susurrando en su oído. Escuchando sus quejas. Sus gemidos cada vez más apasionados. Disfrutando del roce de su piel. De su textura.

Juego mucho con sus pechos. Pero también recorro su espalda. Su estómago. Su culo. Sus piernas largas y sensuales. La acaricio. Estrujo. Pellizco. Usando el conocimiento que tengo de su cuerpo. Y a veces explorando cosas nuevas.

Se acaba desplomando en el suelo. Llena de mí. Yo encima de ella.

–¡Aaaah! Kong. Malo ¡Aaaaah! Te quiero ¡Aaaaahh!– me susurra.

Llevo la mano a su rostro. Para que lo gire. Para que me mire con sus ojos verdes. Para que me bese. Dulce y apasionadamente.

Luego miro al resto. Se han apartado. Detrás de la cama. Moviéndola para poder rodearla. Para poder escapar de mí. Me miran riendo. Incluso Ma Lang y Bei Wan. Si quieren jugar, jugaremos.


Chapter 75: Refugio (I)

Me acerco a ellas. No muy rápido. Shi y Song nos miran. Riendo. Abrazándose. Animándome a mí o a ellas. Ellas corren riendo alrededor de la cama. Damos un par de vueltas. Hasta que las gemelas empujan a Wan. Que cae en mis brazos.

Ella las mira sorprendida. Ellas se ríen. Le guiñan un ojo. Ella me mira. Está roja. Siendo sujetada por mí. La miro. Mis labios rozan su oreja.

–¿Quieres continuar? Sé que no te gusta que te miren– le doy la opción de dejarlo para luego, de esconderse.

–Contra la pared. Como a Shi. Si no, yo… ¡Iiiiihh!

Grita sorprendida cuando levanto sus piernas. Cuando doy unos pasos y la apoyo contra la pared. Sus abundantes nalgas Pegadas a ellas. Sus enormes pechos a mí. Sus labios silenciados por los míos.

Restriego mi cuerpo contra el suyo. Aplasto sus carnes. Invado su boca. Juego con sus nalgas. Mi miembro busca la entrada. Se frota con ella. Sus manos me abrazan después de la sorpresa inicial. Su lengua intenta contratacar. Pero se detiene de golpe cuando la penetro. Se estremece por un instante.

Pronto se cuerpo se acomoda a mis embestidas. Sus enormes tetas siguen basculando, aún apretadas a mí. Mis manos no son suficientes para estrujar todo su culo.

Suelto sus labios cuando se corre. Cuando todo su cuerpo se estremece. Dejándola respirar. Recuperar el aliento.

–Estás muy ardiente para tener a todas mirándote– la provoco.

–No me lo recuerdes– me susurra bajando la mirada. Enrojeciendo.

–Está preciosa cuando te avergüenzas. Eres adorable. Te quiero.

No es falso. Quizás no es tan cercana como las otras. Pero se ha ganado un lugar en mi corazón.

Su rojo aumenta. No se atreve a mirarme. Así que la vuelvo a embestir. Vuelvo a reclamar sus labios. Su cuerpo. Dentro y fuera. Ella actúa con más timidez. Aunque pronto se deja llevar. Por el placer. Por los besos. Por nuestros cuerpos restregándose.

La dejo caer poco a poco después de llenarla. De llevarla al límite. Está jadeando. Pero no me suelta. Me arrastra con ella. Lleva mi cabeza junto a la suya.

–Yo… también… te quiero– me confiesa.

Después de decírselo, he ido sintiendo como su lealtad cambiaba. Más profunda. Más íntima. Hasta ahora. Puedo sentir que sus palabras son reales. Que está completamente roja.

–Me alegra oírtelo decir– le sonrío. Y luego nos damos un largo y apasionado beso. 

Se me ocurre algo. Así que vuelvo a susurrarle.

–¿Me ayudas con tus primas? ¿No quieres vengarte un poco de ellas?

Me mira. Asiente. Pocas veces he visto esa sonrisa traviesa. Planeamos un poco más. Nos besamos. Me vuelvo hacia ellas. Que habían estado comentando sobre nosotros. Sobre todo sobre Wan.

Las gemelas sonríen más que nadie. Están contentas por Wan. Si bien no saben todo, se la ve feliz. Lo que tampoco saben es que son la siguiente presa. Huyen riendo. Hasta que la pierna de Yi es atrapada por Wan.

–Aaah. ¡Traidora!

–Traición con traición se paga– le responde Wan.

Yi no tiene tiempo de decir más. La cojo por detrás. La empujo contra Wan. Está la coge. Sujetando su cabeza con sus brazos. Bajo sus pechos. Yo la sujeto por detrás. No tardo en penetrarla. En disfrutar de su interior. De sus nalgas.

–Le encanta que se lo hagan así– informo a Wan.

–¡¡Aaah!! ¡Kong! ¡Tonto! ¡¡AAAAAAaaahhhH!! ¡No digas nada! ¡¡¡AAAAAAAaaahhh!!!– protesta Yi.

–¿No es adorable?

Wan ríe. Aunque también se está excitando. Nunca había tenido tan cerca a alguien siendo follada. Ya es una de nosotros. Aunque está avergonzada.

Los gemidos ahogados de Yi demuestran que está disfrutando. Se agarra a su prima. Yo empujo por detrás. Cojo sus pechos. Le pido un beso a Wan. Me lo da con timidez. Y sigo embistiendo a Yi. Le agarro el pelo. Haciendo que alce su cabeza un momento. Que podamos oír sus gemidos.

Muerde el pecho de Wan. No muy fuerte. Esta grita sorprendida. Yo me río. Azoto a Yi. Muy suavemente. Pero empujo con más fuerza. Haciéndole esconderse de nuevo sobre Wan.

Agotada y llena de mí, se queda apoyada en su prima. Jadeando. Su pelo acariciado con cariño. Me dijeron que de niñas eran muy cercanas. Que luego se alejaron un poco. Parece que se han vuelto a acercar.

Me acerco a las que faltan. Están dispuestas a volver a correr.

–Entregadme a Yu o asumid las consecuencias– las amenazo, intentando parecer serio.

Liang y Ma Lang se miran. Y empujan a Yu hacia mí, riendo.

–¡Traidoras!– las acusa.

Pero de nada le sirve. Está en mis brazos. Atrapada. De espaldas a mí. La agarro de la cintura. Y de un pecho. De la cintura bajo a su entrepierna. Saboreo también su oreja. Ella gime suavemente.

La cojo de los tobillos. Alzándolos por encima de mis caderas. Abriéndole las piernas Sus brazos estirados. Apoyados en la cama. Yo de pie. Detrás de ella. La penetro. Puedo ver como mi miembro entra y sale de ella. Lubricado por sus fluidos. Su pelo rubio cayendo. Sus gemidos perfectamente audibles.

Al segundo orgasmo, sus brazos pierden fuerzas. Se deja caer. Su cabeza sobre la cama. Yo sigo detrás. Empujando en ella. Disfrutando de ella.

–Que sensual es Yu– oigo a Liang. Entre otras.

La miro. Le sonrío. Amenazante. Ella se ríe. Se relame los labios. Insinuante. Ya la cogeré. Por ahora, acabo con Yu. Llenándola, llevándola al límite. Haciéndola gemir con fuerza. Con pasión.

Me siento a su lado. Besándola y mimándola un poco. No tarda en llegar Yi. Acariciando con ternura a su hermana.

–Sois realmente preciosas. Me enamoraría otra vez si no lo estuviera ya.

–Tonto.

–Ahora dices eso.

Se quejan. Pero me besan las dos con ternura. Quizás hoy estoy un poco sentimental. Pero son todas adorables. Ya no sé que haría sin ellas.

Al rato, me levanto y me pongo a perseguirlas. Liang es más ágil. Ma Lang se queda un poco atrás. Las chicas la animan. Y se ríen de mí.

–¡No!

–¡Suéltala!

–¡No puedes hacer eso!

Son algunos de sus gritos cuando la cojo.

Ella me mira. Sus ojos claros parecen brillar. Sus labios me piden un beso. Se lo doy. La cojo en brazos. La dejo sobre una mesa. Cara a mí. Sus brazos apoyados contra la superficie. Sus pies en vertical hacia arriba. Apoyados en mis hombros. Me cuelo entre ellos para besarla.

Mis manos en su espalda. En su culo. En su pecho. Mi miembro rozando su entrada. Hasta que está preparada para mí. Para recibirme. Para engullirme. Para frotarme cada vez que la penetro.

–Eres mi sirvienta preferida– la halago entre beso y beso.

–La única– me reprocha dulcemente.

–No por ello te quiero menos– le confieso, volviéndola a besar.

Se detiene un momento. Rígida. Sus ojos se humedecen.

–¿Estás bien?– me preocupo.

Ella sonríe. Acerca sus labios. Hay mucha pasión en el beso. Es reluctante a separarse. Su lengua me persigue. La saliva tarda en separarnos.

–Hazme toda tuya. Te quiero. Te quiero. Te quiero– confiesa casi con desesperación.

No puedo sino volver a besarla. Con ternura. La penetro despacio. Hasta el fondo. La acaricio con mimo. Disfruto de ella lentamente. Con dulzura. Saboreándola. Llevándola lentamente al orgasmo. Llevándome ella a mí.

Luego nos quedamos un rato abrazados. Ignorando los comentarios. Bueno, no tanto. Estamos los dos un poco rojos.

–Liang te está esperando– me dice al final, aunque no parece querer dejarme marchar.

La beso una vez más antes de dejarla ir. Las chicas se acercan a ella. Molestándola. Abrazándola. Aunque las gemelas pronto vuelven a su prima. Quieren hacerle confesar todo. Mejor no me meto.

—————

–¿Cuánto más hasta que la pilles?– se queja Song.

Llevamos un rato dando vueltas alrededor de la cama. Ahora estamos frente a frente. Las manos sobre la cama. Que nos separa. Nos miramos. Riendo. Es divertido jugar como niños de vez en cuando. Y verla correr desnuda es muy sensual. La sonrisa la hace irresistible.

–Hasta que alguien me ayude– río.

–¡Eso sería hacer trampa! ¡EEeeh!– protesta.

Alguien la ha cogido por la espalda.

–No deberías haberme empujado. Lo mereces por traidora– la acusa Yu.

–No. ¡Déjame! ¿¡Acaso no sabes qué va a hacerme!?– se muestra Liang asustada. Casi es convincente.

–Lo que llevas rato deseando– ríe Shi, a unos metros.

–Seguro que estabas pensando en tropezar– se burla Song.

Veo que se sonroja ligeramente. Así que eso pensaba.

Me acerco a ella. Despacio. No intenta huir. Librarse de Yu. Que la empuja hacia mí. Riendo.

La cojo del culo. Ella me abraza. Me besa.

–Te quiero– me susurra.

–Y yo a ti– le respondo, besándola de nuevo. Acariciando su pelo recortado para mí.

Luego le doy la vuelta y la pongo sobre la cama.

–Así que Yu era sensual. Veamos que tal tú– le propongo.

Sabe que si dice algo cambiamos. Todas lo saben.

–Yo mucho más sensual– presume.

–¡Ni lo sueñes!– protesta Yu. Las demás ríen.

La verdad es que no sé quien es más sensual. No sabría decidirme. Las dos son muy dulces. Yu algo más tímida y traviesa. Liang más servicial. Si tuviera que elegir, las elijo a las dos. Sin pensármelo.

Disfruto de entrar y salir de ella. Del tacto de su piel. De oírla disfrutar. De su vagina apretada. De llenarla de mí.

Después, estamos todos un rato charlando. Recostados unos sobre otros. Discutiendo cómo actuar después. Si deberíamos salir. Pero es difícil. Están vigilando la cabaña.

Las devuelvo cuando las anfitrionas se empiezan a despertar. No tardamos en acabar follando. En volverse a dormir. Comer, dormir y follar. Nada de cultivar. No me extraña que les cueste avanzar. Aunque ahora casi están en cinco. Gracias a mí. Debería intentar ayudarlas a subir. No tendría que ser difícil. Se creen cuanto les digo.

Por ahora, traigo a Rui y Ning. Me las follo contra la pared. Como a Shi y Wan. Pero más rudo. Y analmente.

—————

Por la tarde, Liu y Lang comparten la comida conmigo. Lang ha salido a echar un vistazo y recoger también su comida. Les toca algo menos, pero no parece importarles. Más bien se las ve alegres.

Tampoco les importa saltarse lecciones o prácticas. Digamos que no es la primera vez. Pero no se saltan que las folle después de comer.

–¿Por qué no pruebas a abrir los meridianos? Solo probar, no te preocupes mucho– le sugiero a Lang.

–¡¡Aaahh!! ¿Ahora? ¡¡¡Aaaaahh!!! ¡¡Aaah!!

Me la estoy follando. Liu nos mira. Masturbándose. Esperando su turno.

–¿Por qué no? Me moveré despacio un rato. Ahora no estás estresada

–¡¡Aaaahh!! ¡Va..le! ¡¡¡AAAaaaah!!!– acepta.

En serio, son demasiado manipulables. Demasiado fáciles de engañar. Noto como lleva el qi a los dieciséis meridianos. No muy convencida. Noto como se sorprende como resulta fácil. No sabe que la estoy ayudando. Sumando mi qi.

No voy a subirlas de etapa. Eso sería demasiado. Pero si a abrir al camino. A dejarlo listo. A facilitarles que lo hagan ellas. A dejarlos medio abiertos.

–¡Aaaah! Sí ¡Podré hacerlo! ¡Aaaaaaah! ¡HHHAAAAaaaahhh!

Después de follarla hasta casi la extenuación, repito la operación con Liu. Con el mismo resultado. Y me las vuelve a follar. A cuatro patas. Hasta que se desmayan del placer.

–Lo están disfrutando– las mira Shi.

–Es el alquiler por el refugio– ríe Song.

Las dos se acurrucan junto a mí. Mientras charlamos. Mientras me cuentan que han hecho confesar a Ma Lang y Bei Wan. Entre risas. Me besan. Me dan las gracias por ser dulce con ellas. Me hacen sonrojar. Para luego burlarse de mí.

Las aprieto contra mí. Las beso en la frente. Les digo que las quiero.

–Eso es un buen contrataque– alaba Shi, besándome.

–Un golpe bajo– critica Song, que también me besa.

Nos pasamos el rato simplemente disfrutando de la compañía. Juntos. Íntimamente. Más tarde ya volveremos a follar todos. A aumentar nuestro cultivación. A acercarnos a nuestro objetivo. A disfrutar del sexo. Bueno, quizás Rong y Bronceada no tanto. Pero yo sí disfruto de ellas.

Wan, después de la pasión de esta mañana, se muestra muy tímida a hacerlo delante de todas. Pero las gemelas no le permiten esconderse. Ma Lang está especialmente dulce. Me ataca con Liang, en lo que sería una sobredosis de azúcar. Luego lo quemo violando a Rui y Ning.

Shi y Song se muestran muy sensuales y provocativas. Y Dominantes. Me tengo que rendir ante ellas.

Aprovechando la situación, las gemelas también me cabalgan. Aunque no lo reconozcan, les gusta hacerlo a la vez. Una en mi boca y otra en mi miembro. Abrazándose. Incluso llegan a besarse.

Me duermo pensando que falta un día menos. Aunque no está mal la situación actual, hay demasiados riesgos. Podrían descubrirme en cualquier momento. El peligro acecha.


Load failed, please RETRY

Weekly Power Status

Batch unlock chapters

Table of Contents

Display Options

Background

Font

Size

Chapter comments

Write a review Reading Status: C74
Fail to post. Please try again
  • Writing Quality
  • Stability of Updates
  • Story Development
  • Character Design
  • World Background

The total score 0.0

Review posted successfully! Read more reviews
Vote with Power Stone
Rank 200+ Power Ranking
Stone 55 Power Stone
Report inappropriate content
error Tip

Report abuse

Paragraph comments

Login

tip Paragraph comment

Paragraph comment feature is now on the Web! Move mouse over any paragraph and click the icon to add your comment.

Also, you can always turn it off/on in Settings.

GOT IT