Download App
28.51% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 73: Proscrito (III)

Chapter 73: Proscrito (III)

Han pasado dos días más. Las noticias no son buenas.

–Han registrado las cabañas de Bei Liu y Bi Lang– informa Yi.

–Hemos hablado con ellas. Como preguntando por curiosidad. Ha salido tu nombre. Están preocupadas. Parecen sentirse culpables– añade Yu.

–Bueno, en parte lo son– señala Song, un tanto resentida con ellas.

La verdad es que, si no fuera por ellas, no estaría metidas en este lío. Claro que no lo han hecho con mala intención. Y es más culpable Fen Huan. Y, sobre todo, su novio y amigo. Si no se hubieran puesto celoso, no hubiera pasado nada. O si hubiera satisfecho mejor a su novia. Pero no sirve de nada mirar atrás.

–No te enfades con ellas. Estaban a punto de llorar– las defiende Yu.

Song lo deja estar. Incluso ella es débil cuando Yu mira con esos ojos tiernos.

–¿Registrarán más?– pregunta Shi.

–Está por ver. La gente está un poco nerviosa. No les gusta que entren en sus cabañas. Supongo que tienen cosas que esconder. Aunque solo busquen la presencia de más gente, siempre se puede descubrir algo más responde Yi.

–¿Volverán a registrar las de Bei Liu o Bi Lang?

–No, está prohibido. Ni siquiera los de control de esclavos pueden molestar dos veces a los estudiantes. Lo hemos preguntado. Aunque podrían tener a alguien vigilando– asegura Yu.

–Bien. Cuando salgáis, echad un vistazo. Es importante saber si las vigilan. Por un esclavo, no tendrán a nadie de reinos altos perdiendo el tiempo, así que no serán mucho mejores que los vuestros– sigue Shi.

No me han explicado que pretenden. Estoy un poco nervioso. Pero no me lo quieren decir. Mi castigo por ser un pervertido, dicen. Aunque no les ha molestado tanto cuando follábamos. Con más frecuencia de lo habitual. Y Song y Liang me están metiendo mano. Con la excusa de acariciar a Rayitas.

Me queda poco para poder subir. A veces se puede forzar. Pero en la última etapa del reino es peligroso. Tengo que llegar bien. No puedo dejar ninguna duda de ello. O podrían no aceptarlo.

Seguimos el día practicando. Hablando. Riendo. Follando. Abusando de mis esclavas. Bronceada ha cambiado un poco. Se ha vuelto menos reluctante. Más dedicada. Más complaciente. Parece que realmente quiere que la deje practicar la técnica. Veremos lo que dura. Su lealtad apenas ha cambiado. Pero hay signos de que podría hacerlo.

El problema es con Rong. Le he dicho que ayude. Que sea su asistente.

–¿¡Por qué tengo que ayudar a esa vaca gorda!?– se niega.

–¡Plaf!

La he abofeteado. Con fuerza. Lanzándola al suelo. A un par de metros.

–¿¡Como te atreves a insultarla!?– le grito, fuera de mí.

Casi no me reconozco. No suelo enfadarme. Por mucho que me insulten. Pero Wan es más delicada. Más tímida. Me niego a permitir que la trate así

Rong se duele. No es la primera vez que desobedece. Últimamente parecía que lo había entendido, pero ha vuelto otra vez. Se ha descubierto. Llamo a Rui.

–Ha desobedecido. Castígala– le ordeno.

Rui asiente. Las envío a las dos de vuelta. Lo primero que hace es pegarle una patada. Yo miro a Wan. Me mira con los ojos muy abiertos. Muy roja.

–¿Estás bien?– me acerco preocupado.

–S… Sí… Gracias– dice casi en un susurro.

Me la quedo mirando. Extrañado. Y más cuando toma la iniciativa de besarme. De sonreírme. Aún roja. Supongo que está avergonzada por algo.

–Gracias– susurra de nuevo.

Le acaricio la cabeza. Sin entender muy bien que sucede. Decido llamar a Ning. Es fácil de controlar.

–La ayudas en lo que te pida. Practica si no tienes nada que hacer. Más te vale hacerlo bien. O te quedas sin– la amenazo.

–Sí, amo. Ayudaré a ama Wan– responde muy seria.

Amenazarla sin sexo siempre es efectivo. Wan necesita algo de ayuda para machacar varias plantas. Son muchas. Y el proceso es sencillo. Cualquiera puede hacerlo. Incluso Ning.

—————

–A veces eres tonto– responde Yi, exasperada.

–Ji, ji. Es mono cuando es tan denso– se burla Yu.

–Bueno, quizás sea un poco adorable– le sigue su hermana la corriente.

–¿Me queréis decir qué pasa?– insisto.

Ellas se ríen. Las pellizco. Me muerden. Se vuelven a reír. Suspiro.

–Sabes como es nuestra prima. Siempre se han burlado de ella. La han tratado mal. Y de repente vas tú y…– empieza Yu.

–Y te la follas. Y le dices que está buena– interrumpe Yi, riendo.

–No seas tan bruta– se queja Yu.

–Pero es verdad– sigue riendo Yi.

–Bueno, un poco. Ains… La insultan y tú la defiendes. Incluso te enfadas por su bien. ¿Cómo creer que te ve?– explica Yu.

–Aparte de que te las follado– insiste Yi.

–Nosotras nos vamos a ver como están las cosas– arrastra Yu a su hermana.

Miro como se van. Las dos riéndose. De mí. Ya veo. Estaba avergonzada por eso. Quizás sí que a veces sea un poco denso. Bueno, al menos no es nada malo.

Veo que Ning trabaja bien con Wan. Al menos por ahora. Por suerte es algo puntual. Me preocupa tenerlas mucho tiempo juntas. Ning es un mala influencia. Una demasiado pervertida. No quiero que le ponga ideas raras en la cabeza. Por ahora, se comporta.

Rong está trabajando unas pieles. Con sus dos agujeros penetrados. Con signos de varios latigazos. Y varios golpes. Rui practica no muy lejos de ella. Dispuesta a volverla a castigar.

Rayitas esta enroscada sobre sí misma. Durmiendo. Terror también duerme. Justo en medio de ella. Es una escena realmente dulce. Dan ganas de abrazarlas. Quién diría que luego son tan traviesas.

Rayitas se está haciendo más fuerte. Y han conseguido que practique con su rayo. Antes hacía uno como mucho al día. Ahora hace dos, a veces.

Terror no parece tener ninguna habilidad especial. Pero es lista. Entiende bastante bien las instrucciones. Le han enseñado un montón de trucos inútiles. Como traerles un trozo de ropa. A veces rápidamente. A veces sigilosamente. O esconderse. A veces juegan al escondite con ella. La mandan a un lado u otro. En serio…

También ha aprendido los nombres de cada uno. Incluso el mío. Si le dicen que vaya a uno de nosotros, lo hace. Y le están enseñando las diferentes partes del cuerpo. Ya sabe lamer pies y piernas. Incluso han usado cadáveres para que los ataque. Los muerda. Han propuesto usar a Bronceada, si se porta mal. Eso es ser un poco malvado. Se reían. No sé si lo decían en serio.

Ahora estoy besando a Liang. Al principio solo estábamos hablando. Nos abrazábamos, pero nada más. En algún momento, mi mano se ha deslizado a su culo. Y la suya a mi entrepierna. No sé quién ha empezado. Y entonces nos hemos besado.

Supongo que sería más fácil si estuviera vestida. Si su piel morena no se rozara con la mía. Si sus pequeños pechos no fueran tan accesibles. Tan fácil de pinchar sus pezones.

Gime y alza la cabeza mientras le beso el cuello. Mientras mi dedo penetra su entrepierna. Pero, de repente, se levanta. Me da la espalda. Se sienta sobre mí. Mi miembro erecto rozando su vagina. Sus manos llevan las mías a sus suaves y pequeños montículos. Gira la cabeza. Aparta su cabello negro. Para que juegue con su cuello. Su oreja.

Me introduce dentro de ella. Se mueve con suavidad. Arriba y abajo. De lado. En círculos. Provocándome. Dándome placer.

Lleva mi mano a su boca. La chupa. Sugerente. Luego la lleva hasta su entrepierna. Pidiendo que la acaricie. Que le de placer. Lo hago mientras la otra juega con un pezón marrón oscuro. Mientras se gira buscando mis labios. Pidiéndome un beso. No puedo negarme.

Es extremadamente dulce. Sensual. Apasionada. No se detiene ni cuando entran las gemelas.

–Liang es siempre tan erótica…– alaba Yi.

–Yo también quiero así…– reconoce Yu.

–Envidiosa pervertida– se burla su hermana.

–A ella la puedes poner a cuatro patas– contrataca Yu.

Liang no les hace caso. Ni me deja que yo lo haga. Lo cual no significa que más tarde no tome represalias. La última vez, estuvo lamiendo el clítoris de Yi mientras yo la follaba.

Su lengua busca la mía. Incluso cuando me separo un poco. Sus manos cubren las mías. Las acarician con delicadeza. Sus movimientos son suaves. Pero no se detienen. Mis manos son igualmente dulces. No puedo negarme a lo que me pide. El qi lo más suave y sutil. Llevándola al orgasmo muy poco a poco. Alargando el placer. El disfrutar el uno del otro.

Cuando la lleno, su orgasmo es fuerte y largo. Sin dejar de besarme. Sin dejar de moverse. Hasta al cabo de un rato. Llena de mí. Se levanta. Se vuelve. Y me da un largo y apasionado beso.

Las gemelas nos están mirando. Se han callado. Así que deben estar un poco excitadas. O mucho. Liang se vuelve. Les sonríe. Les hace una señal para que se acerquen.

Las dirige a ellas y a mí para que me las folle despacio. Como a ella. Las pellizca cuando quieren acelerar. Cuando se impacientan. O juega con sus pechos. Con su clítoris.

Primero Yi la ayuda contra Yu, obediente. Luego Yu se venga de su hermana. Liang se venga de las dos. Yo he disfrutado y llenado a las tres. Penetrándolas lenta y dulcemente. Acariciándolas sensualmente. Siendo mimado por las tres más de una vez. Mimándolas yo a ellas. Seduciéndolas. Siendo seducido.

Nos quedamos un rato abrazados. Sé que las gemelas tienen noticias. Pero no deben de ser urgentes. Así que disfrutamos de nosotros. De nuestro calor.

—————

–Mañana empezarán a registrar las cabañas. Llegarán aquí por la tarde, o pasado mañana a primera hora– anuncia Yi.

–Fen Huan, Bi Lang y Bei Liu tienen vigilancia. Una persona cada una. Etapa siete de Génesis– informa Yu.

–Entonces, mañana por la mañana. A la hora de más tráfico– sentencia Shi.

–¿El qué?– pregunto.

Ellas me miran. No me gusta cómo sonríen. No me van a decir nada hasta mañana. Confío en ellas. Pero sé que no me va a gustar.

—————

Como siempre, me cuesta un poco conseguir que Ning se calme. Ni un solo orgasmo. Ni una caricia. Nada hasta que acabemos. He sido firme. Aunque me ha costado no reírme antes sus mejillas infladas.

Cuando se ha centrado, no hemos tardado mucho en conseguir que llegara a la etapa ocho.

–Bien hecho. Tu premio.

Y como se lo digo, cojo con fuerza sus pechos. Empujo hasta el fondo. Añado bastante qi. Le provoco un orgasmo intenso y repentino. Puede que doloroso para algunas. Pero ella lo disfruta.

Empujo sus piernas. Hasta que están sobre su cabeza. Sigue tumbada. Totalmente expuesta. A mi merced. Le muerdo los tobillos. La penetro una y otra vez. El sonido húmedo de su vagina al recibirme es perfectamente audible. Sus gemidos, obscenos. Indecentes. Salvajes.

También me apodero a veces de sus labios. De su boca. Me recibe con lujuria. Sus pezones están duros. Su cuerpo totalmente dócil ante mis embestidas. Rendido a mí. Temblando. Apretando mi miembro una y otra vez. Pierde la conciencia cuando la lleno. Satisfecha. La lengua fuera. Sudando. Toda ella emana lujuria.

Rong se extraña cuando le doy las órdenes. Y más se sorprende cuando sube a siete. Por primera vez, noto algo de admiración en su lealtad. No es mucho, pero está allí. Hay desconcierto en su mirada. Incredulidad.

–¿Cómo?– pregunta.

Es cierto que lo había oído. Pero supongo que no se lo había acabado de creer.

–Eso no importa. Lo has hecho bien. Como premio te dejo elegir como quieres que te folle.

No sé interpretar su mirada. Hay algo de odio. Pero no sé qué más.

–Así mismo– dice, con aparente indiferencia.

Lo he prometido. Así que me la follo con ella estirada en la cama. Mirándome. La beso hasta el fondo. Le guste o no. Soy rudo penetrándola. Su castigo sigue en pie. Así que no le dejo correrse. E incluso le causo algo de dolor. La uso para satisfacerme. 

Recorro su piel con rudeza. Cojo sus pechos. Los pellizco. También sus pezones. O sus nalgas. Ella grita por el dolor y el placer mezclados. Por el clímax que no llega. La lleno y la envío de vuelta. Le prohíbo masturbarse. Está frustrada. Le cuesta bastante dormirse.

Por la noche, me quedo durmiendo con Song. Acomodado en sus mullidos pechos. Y con Shi. Acomodada en mi estómago. Después de haberme ordeñado las dos un par de veces cada una. Dominándome y siendo dominadas.

Parece mentira que ahora sus rostros parezcan tan inocentes. Tan puros.

–Deja de mirarnos y duerme– me clava Shi los dientes.

–¿Cómo voy a dormir si me muerdes?

Ella se ríe. Me vuelve a morder.

–Queréis callaros. Quiero dormir– protesta Song.

Nos reímos. Mordemos a Song. Nos pellizca. Pero no tardamos mucho más en dormirnos. Al menos yo. Supongo que ellas también.


Chapter 74: Proscrito (IV)

Está mañana no tenemos sexo. Han dicho que lo dejamos para luego. Me siento un tanto defraudado, pero tienen razón. Tenemos que darnos prisa. Malditas.

Ahora sé lo que estaban tramando. Y se están divirtiendo mucho. Demasiado.

–Ja, ja, esta pintura de labios te queda increíble– se burla Yi.

–Guau. Que tetas más blanditas– juguetea Song con los bultos que me han puesto bajo la ropa.

–Estate quieta– ríe Shi, hablándome como si fuera una mujer.

–¡Mi pelo te queda mejor que a mí!– intenta parecer impresionada Liang.

No parece importarle haberse cortado un poco el pelo. Ahora le llega a los hombros. Le queda bien. Aunque la prefiero con el pelo largo.

–Creo que me voy a hacer lesbiana– me besa Shi.

–Yo también– concuerda Yu.

Lang y Wan no dicen nada. Pero se lo están pasando en grande. Les cuesta mucho contener la risa. A veces no pueden.

Estoy maquillado. Con ropa de estudiante femenina. Incluso unos sostenes con no sé qué que han puesto de relleno. Llevo un velo. Y un pañuelo en la cabeza. La verdad es que no tengo mal aspecto. Misterioso. No me atrevería a decir que sexy.

–No te mires mucho. Te enamorarás de ti misma– ríe Yi.

–La verdad es que estás buena– coincide su hermana.

–Os estáis divirtiendo demasiado– me quejo.

Pero solo consigo sus risas. La verdad es que todos estamos nerviosos. Al menos, así aliviamos un poco de estrés. Por lo menos ellas.

—————

Salimos las gemelas y yo. Como si hubieran invitado a pasar a una amiga. Como si hubiéramos estado hablando. De paso, dará que pensar a los que la vigilan.

Hay más gente pasando cerca. No nos dedican más de una mirada. Cuando me voy, ellas hacen como que entran. Desaparecen al mismo tiempo que se cierra la barrera. Pero están dentro de la Residencia. He sido yo quien la ha cerrado.

Siento la mirada del que las vigila. Supongo que preguntándose quién soy. Que no le suena esa amiga. Nunca podría imaginarse que soy el esclavo que está fugado. Vestido como una estudiante.

Me oculto entre el río de estudiantes femeninas. Van a sus lecciones. Sus prácticas. A recoger o comprar píldoras. A buscar lugares para cultivar. A probarse a sí mismas en las diferentes formaciones. A buscar misiones. Es la hora más concurrida.

Paso junto a quien está vigilando la cabaña de Bei Liu, a lo lejos. Concuerda con la descripción de Yi. Dejo salir a Terror. Se oculta tras ella. Me acerco la cabaña.

–Cri, Cra– susurro.

Suena un poco ridículo. Pero funciona. Me han hecho practicarlo decenas de veces.

–¡Aaargh!– se oye un grito de dolor.

Todas se giran hacia el grito. Es la mujer que vigilaba. Que ahora está mirando hacia el suelo. Una rata la ha mordido. Yo entro en la cabaña sin que me vean. Liu me dio acceso hace tiempo. Confían demasiado en mí.

Terror entra al cabo de un momento. En un agujero mucho más pequeño en la barrera. Se la envío a las chicas. La reciben como a una heroína. Es la señal que todo ha ido bien.

–¿Quién eres tú?– pregunta la voz asustada y sorprendida de Bei Liu.

Supongo que cualquiera se sorprendería de que alguien pueda entrar en tu cabaña, atravesando la barrera. Una chica desconocida.

Sin darle tiempo a reaccionar, me acerco y le pongo la mano en la boca. También la inmovilizo.

–Te voy a soltar. No grites, ¿de acuerdo?

Ella asiente. La suelto. Se gira. Me mira confundida.

–¿Kong?

Ha reconocido la voz. Pero no me reconoce. Me quito el velo. Y el pañuelo, con la media peluca incluida.

–¡Kong!

Se tira en mis brazos. Me besa. La miro. No puedo evitar reírme de ella.

–¿Qué pasa?– me pregunta extrañada.

–Te he manchado de pintura de labios.

Ella se mira a un espejo. Se ríe. Se acerca. Me toca las tetas postizas. Curiosa. Sugerente.

–¿Cómo? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué?

Pero antes de que pueda responder, la barrera se abre. Alguien entra.

–Liu, otra vez estás tardando mucho. ¿Quién…?

Agarro y amordazo a la recién llegada.

–Nada de gritar, ¿de acuerdo?

Bi Lang asiente mirándome con los ojos muy abiertos.

–¿Kong? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estás vestido así?

—————

Les explico lo que pasó con Tan Bolin. Se deprimen. Veo que se sienten muy culpables. Me piden perdón. Lloran. Al final tengo que consolarlas.

–Está bien. Solo necesito que me escondáis unos días– les aseguro.

–¿Estarás bien?– se preocupa Lang.

–Cuando llegue al reino del Alma, podré dejar de ser un esclavo.

Me miran con los ojos muy abiertos. Aún húmedos. Parecen impresionadas.

–¿De verdad estás en la etapa nueve?– pregunta Liu, anonadada.

–Sí. Me falta poco para llegar al reino del Alma. Y tengo todo lo que necesito. Solo necesito unos pocos días más.

Me miran con los ojos muy abiertos. Igual no entienden que tenga esa confianza. No es tan fácil atravesar la barrera. Espero no tener problemas. 

––¡Increíble!— exclaman las dos, lanzándose a mis brazos.

Debí haberlo imaginado. Son muy inocentes. Pervertidas e inocentes. Y algo traviesas. Me han creído sin más.

–Sería mejor que os quedarais. Será menos de una semana. Así evitamos problemas– les pido.

–¿Somos tus prisioneras?– pregunta Liu, más sugerente que preocupada.

–¿Menos de una semana? No pasa nada si tardas más– se lamenta Lang.

–Me parece que no entendéis lo que significa ser mis prisioneras– las amenazo, con un tono que intenta ser malvado, apretándoles sus nalgas.

–¿¡Qué vas a hacernos!?– intenta parecer asustada Liu.

–¿No nos harán nada malo, verdad?– es igual de mala actriz Lang.

Las empujo contra la cama. Las desnudo poco a poco. Ellas me quitan la ropa entre risas. Creo que les ha gustado mucho mis tetas de pega. De repente, a traición, les ato las manos. Juntas las cuatro. Hacia arriba.

–¿¡Qué…!?– se sorprende Liu.

–Sois mis prisioneras. Así que es normal que os ate.

–Eso es… muy excitante– confiesa Lang, frotándose contra Liu.

–¡Ah! Lang, para. ¡Kong!

Las he puesto una encima de la otra. De cara. Liu debajo. Les abro las piernas. Y juego con los secretos que esconden.

Sus vaginas se contraen cuando las rozo con qi. Sus pechos están apretándose unos a otros. Los mueven. Rozándose entre ellos. Sus labios se juntan. Besándose lascivamente. Mueven sus culos insinuantes. Sus vaginas se humedecen mientras las excito. Gimen ahogadamente cuando alcanzo sus clítoris. Cuando se frotan entre ellas.

Se tensa Liu cuando la penetro. Sin dejar de jugar con Lang. Que acalla los gemidos de su amiga. Y los suyos propios. Pronto las cuerdas se sueltan. Solo las había enrollado. No les había hecho ni un nudo. Pero ellas no se separan. Juegan entre ellas. Se incitan las una a la otra. Como si fueran amantes.

Sé que son amigas. Pero que a veces se dan placer mutuamente. No llegan a ser amantes. Al menos, no actúan como tales. Solo que les gusta el sexo. O eso dicen.

Dejo a Liu y entro en Lang. Uso los dedos con Liu. Voy intercambiando. Penetrándolas alternativamente. Llevándolas a la vez al orgasmo. Luego me centro en Liu.

–Que no grite. Las prisioneras no pueden gritar– le ordeno a Lang.

Me hace caso. Juega con la boca de Liu. Con sus Labios. Está aprovechando la oportunidad para molestar a su amiga. Mientras yo la penetro. La cojo de sus muslos. Está inmovilizada. Aunque tampoco intenta liberarse. Se le nota que disfruta.

Su vagina se contrae de nuevo. Otra vez rozando más fuerte mi miembro. Finalmente rompe su resistencia. La lleno de mí.

Embisto unas veces más. Disfrutando de su cuerpo ya rendido. Hasta que salgo de ella.

–Ahora puedes vengarte de Lang.

–¡Kong! ¡Traidor! ¡MMMMmmmm!– intenta quejarse esta, pero su amiga la silencia.

No tardo en estar de nuevo erecto. En penetrarla. Tampoco hace ningún intento de escaparse. Agarro su culo mientras embisto en ella. Mientras su amiga la sujeta. Mientras ella está totalmente sometida al placer.

Bajo por sus piernas. Recorriéndolas con lujuria. Acariciándolas. Haciendo que se estremezcan. Vuelvo a su culo. Subo por su espalda. Sobándola en toda su extensión. Bajo por el costado. Llego a sus pechos. Unidos a los de Liu. Esta gime de la sorpresa cuando el qi la recorre.

Lang está rendida al placer. Su cuerpo casi inerte. Dejándose hacer. Dejándose follar. Tocar. Besar. Sintiendo cada embestida. Grita de placer cuando Liu la suelta. Pero pronto la vuelve a atrapar.

Me gusta la sensación de dominarlas también con mi fuerza. Ahora que no tengo que esconder mi qi. De estrujar su culo. De inyectar qi hasta el borde del dolor. Sin traspasarlo. Dándole más placer. Llevándola una y otra vez al límite. Notándole estremecerse. Convulsionar con fuerza cuando la lleno de mí.

Se separan. Me acerco para besarlas. Para manosear un pecho de cada una. Me responden con pasión. Pero también con cansancio.

–Ah. Tus prisioneras necesitan descansar– suplica Lang.

–Siéntete como en casa. Déjame dormir un poco– añade Liu.

Aparte de pervertidas, son algo perezosas. Por eso les cuesta subir de nivel. Pero me está bien. Me aseguro que se queden dormidas. Que no despierten por un buen rato. Y llamo a las chicas.

–¡Nosotras preocupadas y tu divirtiéndote!– me acusa Song.

–Tenía que asegurarme que durmieran– me defiendo.

–Claro, claro– la apoya Shi, con sarcasmo.

La miro. Durante unos segundos me aguanta la mirada. Luego no puede aguantar la risa.

–Ja, ja, ja. Se lo ha creído– se burla.

–A veces es tan inocente. Tan mona– interviene Liang.

Me acerco a Shi. La cojo del culo. Me acerco a ella. Ella me rodea el cuello con sus brazos. Con una amplia sonrisa. Está feliz que haya salido todo bien. De momento.

–Empótrame contra la pared– me sugiere, sugerente.

Se sostiene en sus brazos. Alza sus piernas para rodear mi cintura. Sus labios atacan los míos. Su espalda choca contra la pared. Sus manos acarician mi espalda. Las mías sus muslos y su culo.

No tarda en estar mojada. En ser penetrada. En moverse en sincronía conmigo. En disfrutar. En hacerme disfrutar. Su vagina me deja entrar. Lubricada. Luego me aprieta. Dificultándome la salida. Provocativa.

Sus pezones erectos rozan continuamente mi piel. Recibiendo algo de qi. A veces se aprietan contra mí. Noto entonces la suavidad de sus modestos pechos. Sensuales.

Me lengua se entrelaza con la suya. Tras un orgasmo, nos detenemos un instante. Separamos nuestros labios. Nuestras frentes pegadas. Nuestros alientos entremezclándose. Su cabello negro pegado a su frente. Nos miramos. Sus ojos azules son preciosos. Me miran con deseo. Con lujuria. Con amor. O es lo que creo ver en ellos. Lo que siento cuando la miro.

–Te quiero– le susurro.

Me acalla con otro beso. Apasionado. No le hacen falta palabras. Vuelvo a empujar en ella. Contra la pared. Esta vez se deja hacer. Se deja penetrar. Aunque su vagina sigue incitándome. Y sus manos. Y sus labios. Y su lengua. Y el cabello que me acaricia los hombros. Y sus pechos que se aprietan de nuevo.

Adoro el tacto de su piel. Adoro el contacto directo. Adoro su olor. Su pasión. Su interior. Me corro en ella con pasión. Con qi. Acompañándola. Uniéndonos en el placer.

La dejo caer poco a poco. Me besa una última vez. Me susurra. Me guiña el ojo. Me vuelvo de repente. Rápido. Como un depredador. Capturando a mi presa por sorpresa. Su cabello es anaranjado. Sus tetas imponentes. Su piel pecosa. Sus ojos verdes. Su piel clara.

–¡Ah!– exclama, sorprendida.

Intenta volverse y escapar. Pero es demasiado tarde para ella. Ha caído en mis garras. La cojo desde atrás. Mis brazos en su cintura. Beso sus nalgas pecosas.

–Te he cogido. Eres mía– sentencio.

–¡Eso ha sido a traición! ¡Shi! ¡Me las pagarás!

–Lo estaré esperando– ríe ella.

El resto nos miran. Wan está especialmente roja después de follarme a Shi. Ni me he dado cuenta de que estaba allí. Miro a las gemelas de reojo. Niegan con la cabeza. Riendo. Así que la dejo allí. Como si no me hubiera dado cuenta.

Atraigo a Song hacia mí. Levantándole el culo. Mis manos se acercan a sus pechos. Mi lengua recorre su espalda. Haciéndola temblar. Llega hasta su cuello.

Su cabello se desparrama sobre el suelo. Sus brazos hacen de cojín para su cabeza. Mi miembro acaricia su entrada. Por fuera.

–Eres una presa preciosa– le susurro.

–Aaaaah. Malo… Aaaaah Deja mis pezones… ¡Aaaaaah! Ni se te ocurra pellizcarlos…– me sugiere en su prohibición.

Hago lo que me pide. Los pellizco. Gime. Cada vez más excitada. Froto su entrada. Cada vez más rápido. Provocándola. Mi lengua juega con su oreja. Mis manos disfrutan de sus pechos.

–Te quiero.

–¡Aaaaah! Déjate de tonterías y métela ¡¡Aaaaah!!

Diga lo que diga, se ha puesto roja. La obedezco. La penetro. Hasta el fondo de una vez. Se tensa. Gime. Salgo y vuelvo a entrar. Una y otra vez. Disfrutando de su piel pecosa. Incitándola. Susurrando en su oído. Escuchando sus quejas. Sus gemidos cada vez más apasionados. Disfrutando del roce de su piel. De su textura.

Juego mucho con sus pechos. Pero también recorro su espalda. Su estómago. Su culo. Sus piernas largas y sensuales. La acaricio. Estrujo. Pellizco. Usando el conocimiento que tengo de su cuerpo. Y a veces explorando cosas nuevas.

Se acaba desplomando en el suelo. Llena de mí. Yo encima de ella.

–¡Aaaah! Kong. Malo ¡Aaaaah! Te quiero ¡Aaaaahh!– me susurra.

Llevo la mano a su rostro. Para que lo gire. Para que me mire con sus ojos verdes. Para que me bese. Dulce y apasionadamente.

Luego miro al resto. Se han apartado. Detrás de la cama. Moviéndola para poder rodearla. Para poder escapar de mí. Me miran riendo. Incluso Ma Lang y Bei Wan. Si quieren jugar, jugaremos.


Load failed, please RETRY

Weekly Power Status

Batch unlock chapters

Table of Contents

Display Options

Background

Font

Size

Chapter comments

Write a review Reading Status: C73
Fail to post. Please try again
  • Writing Quality
  • Stability of Updates
  • Story Development
  • Character Design
  • World Background

The total score 0.0

Review posted successfully! Read more reviews
Vote with Power Stone
Rank 200+ Power Ranking
Stone 9 Power Stone
Report inappropriate content
error Tip

Report abuse

Paragraph comments

Login

tip Paragraph comment

Paragraph comment feature is now on the Web! Move mouse over any paragraph and click the icon to add your comment.

Also, you can always turn it off/on in Settings.

GOT IT