Han pasado dos días. No ha sucedido nada extraño. No he vuelto a ver a aquel estudiante. Igual no era conmigo con quien estaba enfadado. Simplemente pasaba por allí.
Sai está durmiendo. Llena de mí. Dejo que Rui me limpie después de haberla follado de pie. Contra la pared. Como a Ning. A Rong y Bronceada las he hecho cabalgarme. Obligarlas a servirme.
Están bastante obedientes. Aunque no han mejorado mucho en su lealtad. Me tienen miedo. Y odio. Bronceada más. Pero ha aprendido a obedecer.
Me vuelvo a poner la túnica. No suelo hacerlo antes de recibir a las chicas. Pero hoy es diferente. Pongo mesas y sillas. Y llamo a todas menos a las gemelas. Ellas están esperando, nerviosas. Creen que se van a dar una sorpresa la una a la otra. No saben que el resto hemos estado conspirando contra ellas.
Las chicas han conseguido hacer algo parecido a un pastel. Yo he trabajado en la cocina estos días. Es fácil hacerse con ingredientes allí. No los tienen muy controlados. ¿Qué esclavo va a robar harina que no puede cocinar por sí mismo?
No ha sido fácil. La cocina es un lugar muy perseguido. Muy requerido por los esclavos. Se pueden comer las sobras. Pero entre favores y algo de antelación, lo he conseguido.
A escondidas, Yi le ha estado haciendo un collar a su hermana con una piedra que encontró. Y Yu unos pendientes. Es su cumpleaños. El de las dos. Han comprado algunos materiales con puntos. Separándose la una de la otra con cualquier excusa para hacer las compras a escondidas. Y fabricándolos a escondidas. Junto a lo que recogieron duran la expedición.
Las chicas han ayudado a las dos. Sin que las gemelas supieran que también ayudaban a la otra. Se han divertido bastante. En especial Bai Wan. Creo que es la que más ha disfrutado de poder conspirar contra sus primas.
Estamos todos sentados. Con bebidas, pastel y algo más de comida que he conseguido obtener, tenía guardada o las chicas han preparado. Llamo entonces a las gemelas. Cada una a un lado de la mesa.
–¿¡Qué es esto!?– se sorprende Yi.
–¿Qué pasa?– pregunta Yu.
–––¡Feliz cumpleaños!––– gritamos todos.
Tardan unos segundos en reaccionar. En avergonzarse. En sonreír.
–¡Malditos! ¡Habéis estado preparándolo a escondidas!– nos acusa Yi, casi con lágrimas en los ojos.
–Gra… Gracias– llora Yu.
Las hacemos sentar a la mesa. Entre risas. Y abrazos. Pronto se calman. Y exigen explicaciones. De cómo lo hemos hecho. De cómo hemos conspirado contra ellas. Sin que se dieran cuenta. A sus espaldas.
Entre burlas, les vamos contando. Entre exclamaciones de sorpresa. Algunas amenazas amistosas. Bromeando. Abrazos. Besos. Conmigo, un poco más apasionados. Y muchas risas.
El pastel está delicioso. Al menos desde el punto de vista de un esclavo. No sé si las gemelas o Wan piensan igual. Parecen disfrutarlo. Hay mucho amor puesto en él. Aunque fuera una piedra, nos lo comeríamos entre risas.Y, la verdad, está muy suave. Y dulce.
Todas han ayudado con una u otra cosa. Excepto las gemelas, claro. Yo no he podido ayudar en cocinar, pero sí en reunir ingredientes. Y algunas herramientas.
Estoy al frente de la mesa. Cada una de las gemelas a un lado. Me acerco a Yu. Le beso y lamo la mejilla. Tenía un poco de crema. Se sonroja. Se gira. Me besa en los labios por unos segundos.
Vuelvo a sentarme. Noto un extraño silencio. Miro alrededor. Todas me están mirando. Todas con crema en la mejilla. Eso sí que no lo esperaba. Se ríen. Supongo que de la cara que he debido poner.
–Más te vale empezar– ríe también Yu.
Así que, una a una, limpio la crema con mis labios. Y me relamo con los suyos. Ma Lang está algo tímida. Bai Wan completamente roja. Todas mirándola. Al final la aplauden. Lo que la hace ponerse más roja.
Paso junto a Yi al volver a mi sitio. Me coge de la ropa. Me susurra al oído.
–Dámelo.
Sin que su hermana lo vea, pongo en sus manos una pequeña caja, envuelta para regalo. Me siento. Yu me mira. Creo que quiere pedirme lo mismo. Pero hago ver que no me doy cuenta. Parece querer protestar, pero su hermana llama su atención.
–Felicidades, Yu– le dice, acercándole el regalo.
Su cara de sorpresa es adorable. Realmente no lo esperaba. Y eso que ella misma también lo ha hecho. Y que son gemelas. La abre y descubre un bonito collar. Quizás no es excepcional. Tampoco soy un experto. Pero está hecho a mano por su hermana. Sé que puede darse cuenta cuando lo coge en sus manos. Se levanta para abrazar a su hermana. Se le escapan algunas lágrimas.
Antes de volver, se acerca a mí.
–Pónmelo– me pide.
Me da la espalda mientras le pongo el collar. Y lo ato por detrás. El cierre es delicado. Hecho manualmente por Yi. No es una experta. Pero lo ha hecho con paciencia y dedicación. Mientras, las manos de Yu están a su espalda. Pidiéndome que le de su regalo.
–Estás preciosa– le digo, besándole en la mejilla.
Ella se sonroja ligeramente. Me sonríe. Sin dejar de sonreír, se vuelve hacia su hermana.
–Felicidades Yi.
Está tan sorprendida como Yu. ¿De verdad tampoco esperaba que su hermana hiciera lo mismo? Todos nos reímos. Wan se lo está pasando en grande. A mí me toca ponerle los pendientes. Besarla. Decirle lo preciosa que está. Está radiante.
Todas las felicitan de nuevo. Y alaban los regalos. Son sencillos y únicos. Las gemelas se vuelven a abrazar. Ya se pelearán más tarde. Quizás mañana.
De repente, todas se miran. Luego me miran a mí. Me temo lo peor. Y no me equivoco. No tardan en inmovilizarme. En decirme que merecen un premio por su esfuerzo. En follarme. Algunas medio vestidas. Otras se quitan la ropa.
Las gemelas están especialmente dulces. Desnudas. Solo vestidas con su regalo. Cabalgándome una sobre la entrepierna y la otra sobre mi boca. Mi lengua juega con su vagina. Su clítoris. Mi miembro penetro a la otra. Luego se turnan. Quizás acaben teniendo más atención que el resto, pero nadie se va a quejar. Al fin y al cabo, es su cumpleaños.
Me aseguro de que lo disfruten. De llevarlas al límite una y otra vez. De que se corran a la vez, abrazadas. Me gustaría abrazarlas también, pero me han atado.
Shi, Song y Liang me hacen una felación entre las tres. Imposible resistirse. Luego me besan dos mientras la otra se sienta sobre mí. Me acarician. Mirándome. La otra con sus pechos rebotando. Los modestos de Shi. Los aún más modestos de Liang. Los abundantes de Song.
Ninguna de ellas parece sentirse culpable por atarme. Liang me trata algo más dulce. Song y Shi se ríen más de mí. Las amenazo varias veces con represalias. No son amenazas infundadas. Pero no parece que les de mucho miedo. Más bien me sonríen sugerentes. Seductoras. Provocativas.
Ma Lang me cabalga sin dejar de besarme. Casi pidiendo perdón. Pero pienso vengarme de ella igualmente. Y lo sabe. Puedo que incluso lo desee.
Luego se van y me dejan atado. A solas con Wan. Saben que aún no se atreve a hacerlo delante de todas.
–Lo siento. No puedo soltarte– se disculpa.
–No te preocupes. Lo entiendo. Espero que tú también entiendas que tendrá consecuencias– la amenazo, sin poder evitar reírme.
Ella abre la boca para decir algo. Pero se calla. Aunque sonríe. Traviesa. Parece que va ganando confianza.
Acaba montándome. Sus enormes tetas rebotando. Su barriga apretada contra mí cuando me besa. Sus carnes tiemblan cuando se mueve. Y mañana pienso estrujar ese culo que ahora se esconde tras ella. Puede que incluso lo golpee. Aunque no sé muy bien como reaccionaría.
Luego se acaba durmiendo junto a mí. Está muy roja cuando se acurruca en mi pecho. Cuando le beso la frente. Pero acaba durmiéndose plácidamente. Aún estoy un rato con ella antes de devolverla.
Me acomodo junto a Sai. Aprovecho para acariciar sus llenos pero no enormes pechos. Antes he vuelto a comprobar que su qi tiene algo especial. Es como si reflejara el mío. Le he preguntado. Me ha dicho algo parecido. Aunque no le ha dado mucha importancia. ¿De qué le puede servir a una esclava?
—————
Hoy me he despertado pronto. Antes que Sai. Está acostada de lado. Aprovecho para acariciarla. Para besarla en el cuello. Para estrujar su culo. Para acariciar su pelo castaño.
–Mmmm. Aaaah– gime entre sueños
Se va incluso humedeciendo. Voy añadiendo qi. Subiendo la intensidad.
–¡¡Aaaahh!! ¡Kong! ¡Aaaahh! ¿¡Qué haces!?– se despierta, sorprendida y confundida.
–Despertarte– la beso en el cuello.
–¡Aaaahhhh! Pues tendrás que hacer más… ¡¡Aaah!! …si quieres despertarme– me dice sugerente.
No se mueve. Me deja hacer. Solo reacciona cuando llego a sus labios. Devolviéndome el beso. Cuando colabora en separar su pierna. En alzarla. En dejarme penetrarla. Los dos de lado.
Su mano acaricia mi brazo. Mi mano llega hasta su pecho. Mis labios y lengua juegan con su cuello y oreja. Con su hombro. Ella gimiendo. Llena de mi miembro. Entrando y saliendo de ella.
No es tan apretada como las chicas. Aunque pudiera, no tiene ninguna razón para provocarlo. Cuando más la dejen en paz, mejor para ella. Eso hace que no me vea tan presionado. Que no tenga que concentrarme tanto en no eyacular. Pero no por ello deja de ser deliciosa. No es comparable a las chicas, pero es sensual. Erótica. Y siempre ha sido buena conmigo. Y, por qué negarlo, me gusta follarla. Penetrarla. Abrazarla. Sobarla. Mimarla. Besarla. Llenarla de mi semen. Hacerla llegar al orgasmo. Oírla gemir.
–¡Aaaahh! No me importaría despertarme siempre así. Aaaah– confiesa, besándome.
Nos quedamos un rato abrazados. Es agradable sentir el calor de su cuerpo. Su tacto. Su olor. La suavidad de sus pechos.
–¡Aah! ¡Para! Tenemos que levantarnos…– me detiene Sai, reticente.
—————
Voy de nuevo todos los días por la mañana a copiar cuadernos. No es un problema. Pero sí el que vuelva a estar pedido. Esta vez es un estudiante. Al menos no es ese Bolin. Pero me tiene preocupado. Y no tengo tiempo de averiguar quién es o qué quiere. Por si acaso. Los planes del otro día siguen en pie.
Pero, antes, tengo que subir a Ma Lang. Le sorprende que sea tan fácil. Aunque seguramente ya se lo habían dicho. Ella ha subido siete etapas por sí misma. Y la octava ha sido un momento. Casi sin esfuerzo. Aunque el esfuerzo lo hace a continuación.
Por supuesto, es imprescindible comprobar su resistencia en la etapa ocho. Así que disfruto de su interior. De sus apetitosos pechos. De sus totalmente fervientes besos. Puedo notar que está un poco más devota a mí de después de subir. Aunque no mucho. Ya lo era bastante.
Excepcionalmente, ella me abraza y me besa. Me pide estar un poco más así. Juntos. Sin dejar de besarme durante un buen rato. Supongo que subir de nivel es la confirmación que le faltaba. Que no está por detrás de las demás. Que no es relegada. O considerada de nivel inferior.
Al principio, tenía que ser la sirviente de las chicas. Pero ya es una más. Aunque parece que le gusta hacer de sirvienta. Más que luchar. Lástima que, por ahora, no podemos prescindir de ella.
Es la primera vez que pide mimos. Que me sonríe así. Tan íntimamente. Parece feliz. Lo que la hace más preciosa que nunca. Cuando tengo que devolverla, no puedo evitar darle un largo y último beso.
Y parece que es muy fácil de leer. Al cabo de un rato está sonrojada. Rodeada de las chicas. Que la están interrogando. Creo que ha empezado cuando han visto que no dejaba de sonreír. Supongo que no le ha quedado más remedio que confesar todo. Liang la abraza. Song también, pero sin dejar de reírse.
No sé cómo, acaban todas abrazadas. Hablando de algo. Por desgracia, tengo que interrumpirlas al cabo de un rato. He llegado frente a la cabaña de los que me han alquilado. Tienen que estar preparadas.
Se abre la puerta y me recibe un estudiante que no conozco. Me hace pasar. Tengo que concentrarme para mantener mi sello. Puede romperse en cualquier momento. Y recuperar toda mi cultivación. Es una precaución necesaria.
Veo que hay otro estudiante dentro. Es el que me encontré el otro día. El que me miraba enfadado.
–Me llamo Tan Bolin. ¿Sabes quien soy?– me pregunta. Su tono de voz es hostil.
No estoy seguro del apellido. Pero el nombre es el del novio de Fen Huan. Y no creo que sea casualidad. Parece que, esta vez sí, me he metido en un problema serio.
Tan Bolin está en la etapa ocho. Su amigo en la siete. Debería poder con los dos. Aunque espero que no sea necesario. Llamar a las chicas es la última opción. Si eso sucede, tendríamos que matarlos. Entonces, todo será aún más difícil.
–No, lo siento. ¿Debería saberlo?– finjo ignorancia.
–Soy el novio de Fen Huan. ¿Te suena?– sigue. Hay ira en su voz.
Su amigo está detrás. De momento no me atacan. Pero podrían hacerlo en cualquier momento. Mi mayor ventaja es que creen que estoy en la etapa uno. Si solo quieren pegarme, igual pueda resistirlo con Armadura Interior.
No puedo negarlo. Sé que me vio salir de su cabaña. No sé si podré engañarlo un poco.
–Sí. La amiga de Bei Liu y Bi Lang. ¿En que puedo ayudarte?– pregunto sin mostrar emociones. O eso intento.
–¿Qué hiciste el otro día en su cabaña?– me interroga.
–Lo lamento. Me está prohibido dar esa información. Igual que lo que pase aquí. Excepto si me preguntan rangos superiores.
No me gusta su cara cuando le informo. Intento parecer calmado. Como quien no sabe de qué va esto. Pero no tiene buena pinta. Y menos cuando coge un cuchillo.
–Puedes decirlo por las buenas. O empezaré a cortarte los dedos hasta que hables. Quizás sea mejor empezar con tu polla– amenaza. Es difícil no percibir la ira en su voz.
–Si me haces daño, tendrás que pagar por lo que no pueda trabajar– le informo, en un último intento de disuadirlo.
–Cógelo. Que no se mueva– le ordena a su amigo.
Este da un paso hacia mí. No creo que sea un farol. Ni puedo arriesgarme. Así que dejo de contener el sello. Libero toda mi cultivación. No creo que lo puedan percibir. A este nivel no es fácil verlo. A no ser que te inspeccionan con sentido espiritual. No emitimos casi qi. Excepto cuando ejecutamos habilidades.
Su amigo recibe un codazo. Saco el bastón y golpeo a Tan Bolin con el arma en el estómago. Mientras se duele, me vuelvo y hago caer a su amigo. Y luego a Tan Bolin. No están acostumbrados a luchar. Acaban los dos en el suelo. Doloridos. Asustados. Les ato las piernas y las manos. Luego los ato juntos. Y en a la cama. También los amordazo.
Podría matarlos. Pero, de hacerlo, se sabría. Tendría problemas incluso siendo estudiante. Unas pocas contusiones no serán un problema. Me pongo enfrente del amigo de Tan Bolin. Debe de ser el dueño de la casa.
–Si no quieres morir, dame acceso a la barrera– le exijo, con el cuchillo en su cuello.
No se resiste. Está aterrado. Supongo que no ha salido nunca. Que no se ha enfrentado a peligros fuera. Una cosa es abusar de un esclavo, y la otra tener el frío metal de un cuchillo en la piel. Me da lo que pido. Luego hago que pierdan el conocimiento. Me llevo el cuchillo como souvenir. No quiero perder el tiempo buscando otras cosas. Cuanto antes me vaya, mejor.
Antes de hacerlo, decido vengarme. La verdad es que estoy bastante enfadado con ellos. Tenía que subir al reino del Alma pronto. Solo necesitaba unos pocos días más. Sin mayores problemas. Y estaba yendo bien. Han tenido que fastidiarlo. Ponerlo todo en peligro. Así que lleno un recipiente con la droga afrodisíaca. Se irá evaporando poco a poco. Cuando despierten, les habrá afectado. Estarán atados y calientes. Espero que sufran un poco.
Salgo de la cabaña. No hay nada raro en ello. Algo habitual en un esclavo. Me muevo entre la residencia de estudiantes. La conozco bastante bien. He pasado por ella cientos de veces. Elijo las zonas con menos gente. Salgo de la masculina y me acerco a la femenina.
Llego cerca de mi destino. Mierda. Hay alguien vigilando la cabaña. No es la primera vez. Les envío un mensaje a las gemelas. La piedra acordada. Saben lo que tienen que hacer. Cuando paso por delante de su cabaña, abro la barrera. Y las traigo justo en la salida. Debe de parecer que acaban de salir. Yo paso de largo.
Ellas caminan sin prisa. Charlando. Pasan por delante del que está vigilando. Al cabo de un rato, las sigue. Yo doy una vuelta. Me aseguro de que no hay nadie más. Y entro en la cabaña. Aquí estaré seguro. Por ahora. Pero no sé si me buscarán.
Evidentemente, no podía volver con el resto de esclavos como si nada hubiera pasado. En cuando se despierten y den el aviso, estaré expuesto. Y si no despiertan, es probable que alguien los busque. Y que me pregunten a mí. Que me interroguen. Así que esta es la opción menos peligrosa. O es lo que creemos.
Llamo al resto de las chicas. Están nerviosas. Solo saben que he llamado a las gemelas. Lo que significa que algo ha salido mal. Les explico todo.
–¿Cuanto días te quedan?– pregunta Shi preocupada, aunque ya sabe la respuesta.
–Sobre una semana– respondo.
–Esperemos que no te busquen aquí– casi reza Liang.
Queda poco. Y después aún hay peligro. Incertidumbre. Pero no podemos sino asumir nuestra situación. En parte, es más tranquilo estar aquí. Solo que terriblemente arriesgado. Terriblemente peligroso. Pero no será hasta mañana. Nadie debería echarme de menos hasta que no me presente al siguiente turno de trabajo. O hasta que ellos despierten y consigan desatarse. Y bajar su más que probable erección.
Ai, Shu y el resto se van a preocupar bastante. Lo lamento. Pero no podemos avisarlas. Sería un gran estupidez.
Al cabo de un rato, vuelven las gemelas de su paseo.
–¿Qué ha pasado?– pregunta Yu.
No tardamos en ponerlas al día. Ellas ahora son la pieza más importante. Tienen que reunir información para que podamos actuar. Para saber si me buscan y dónde. Y sin salir de la zona segura. Sin ponerse en peligro.
–Bueno, al menos tenemos a Kong para nosotras solas– me abraza Yi.
–Eso es verlo por el lado positivo– la mira Song.
–Y aprovecharse– protesta Yu, también abrazándome.
–Yo también quiero– ríe Shi, tirándose sobre nosotros.
Al final, acabamos unos encima de otros. Menos Lang y Wan, que no se han atrevido. Nos miran entre incrédulas y envidiosas. No podemos sino reír. Hay que reconocer que Yi ha conseguido animarnos. Aunque ha acabado enterrada. Menos que yo.
—————
Las gemelas duermen la primera noche conmigo. Con la excusa de que es su cabaña y su cama. Y con la complicidad del resto. Debe de ser el primer día que hemos tenido sexo sin ningún tipo de prisa. Sin tener que ir a ningún sitio el día siguiente.
Debería haber sido dulce y relajado. Pero también era el momento perfecto para mi venganza. Que estemos en problemas no significa que no pueda tomarme mi revancha. Y quizás nos ayude a relajarnos un poco.
Con la ayuda de Ning y Rui hemos puesto cuatro cuerdas. Luego las he probado con ellas. Estaban inmovilizadas. Con las manos y piernas abiertas. Sin tocar al suelo. Rui mirando al techo. Ning al suelo. Sus vaginas a la altura adecuada para que las penetrara sin dificultad. Además de que las cuerdas me dan margen para moverlas.
Ning gemía excitada. Rui algo menos exagerada. A las dos las he penetrado analmente. No sé que me excita más. Si ver el culo y penetrarla por atrás. O ver sus tetas y rostro mientras las follo. Siempre atadas y abiertas.
A Rong la he atado boca arriba. Y a Bronceada la he puesto encima. Bocabajo. Pecho contra pecho. Cara contra cara. Follándolas alternativamente. Haciéndolas besarse. Con lengua. Quería probar si las cuerdas aguantaban. Es una buena excusa para engañarme a mí mismo.
Luego las he ido llamando una a una. Shi la primera. De haber algún problema, me avisaría. No se ha resistido mientras la ataba. Ha preferido bocarriba. A veces bombeaba dentro de ella. Otras la movía. Dada su cultivación, el roce de las cuerdas no es problema. Aunque casi se cae cuando la desato. Después de varios orgasmos, atada y llena de mí, sus piernas no le respondían.
La he estado abrazando un rato. Y la he acabado follando de nuevo. Esta vez con delicadeza. En la cama. Besándonos. Hoy tenemos tiempo.
A Liang le ha tocado bocabajo. Ha sido muy sumisa. Shi me provocaba. Ella solo gemía. Y gritaba mi nombre.
También nos hemos quedado abrazados un rato después. Y me ha acabado cabalgando en la cama. Despacio. Suavemente. Con mucha dulzura. Hoy tenemos sesión doble de sexo.
Con Song, Liang me ha ayudado al principio. Tenía miedo de hacerle daño en la pierna. Pero no es tan delicada. Está soldada. Ese es el problema. Mal soldada. Y no puede caminar bien. Pero sí ser atada. Y follada. Con sus pechos rebotando. Con ella quejándose sin parar. Más seductora que enfadada.
Así que lo hemos hecho de nuevo. Otra vez atada. Después de darle la vuelta. Esta vez jugando mucho con sus pechos. Y azotándola por portarse mal. La he devuelto después de un largo y húmedo beso. Y haciéndole prometer que volveríamos a repetirlo.
Lang se ha asustado un poco al principio. Igual pensaba que había hecho algo mal.
–Es tu turno de ser castigada por lo de ayer. Como a las otras. Así que más te vale portarte bien. Al resto le ha gustado– le susurro.
Así que al final se ha calmado. Ha preferido bocabajo. Y ha disfrutado como ninguna. Cuando se lo he dicho, se negaba a mirarme a los ojos. Han hecho falta varios abrazos y besos para que lo hiciera. Estaba tan adorable que también la he vuelto a follar. Abrazados en la cama. A veces yo arriba. Otras ellas. Ha estado muy intensa. Muy activa. Y se ha vuelto a avergonzar luego. He tenido que prometerle varias veces que no diré nada. Claro que, me temo, que ella acabará confesando. Son muy persuasivas.
Con Wan ha sido parecido. Pero también la he convencido diciendo que a las demás les ha gustado. Prometiéndole soltarle si me lo pedía. Bocarriba. No me lo ha pedido. Como mucho pedía más.
–Mmmm, no me he acordado que tenía que azotarte también como castigo– le he dicho mientras la abrazaba tras follarla.
–¿Eso no duele?– me ha preguntado entre interesada y preocupada.
–¿Quieres probarlo? Siempre podemos parar– le aseguro.
Así que, a cuatro patas, la he follado por detrás. Primero la he azotado suavemente. He ido subiendo hasta que se ha quejado. Siempre añadía qi. Ha tenido un orgasmo bastante fuerte. Y también me ha hecho prometer no decir nada. Estaba muy seria. Puede que no consigan sonsacarle nada. No estoy seguro.
A las gemelas las he puesto una sobre otra. Como a Rong y Bronceada. Después de follarlas, las he puesto igual, cambiando posiciones.
Me han pellizcado unas cuantas veces en la cama cuando hemos ido a dormir. Aunque me han dado más besos. Lo peor es que han insinuado que les he dado ideas. Empiezo a arrepentirme.
—————
Me despierto abrazado a Yi y Yu. Aún están durmiendo. Son unas dormilonas. Las beso alternativamente. No despiertan.
Luego empiezo a jugar con sus pechos. Sus pezones. No despiertan.
Bajo hasta sus entrepiernas. Acaricio sus suaves vellos púbicos. Luego sus vaginas. Sus clítoris. Se van mojando poco a poco. Gimen entre sueños. Sigo jugando con ellas.
–¡Aaahh! ¡Kong! ¡¡¡Aaaaahhh!!!
Yi es la primera en despertar. Antes de que pueda reaccionar, la silencio con un beso. La abrazo. Ella me recibe. Con sus húmedos labios. Abre las piernas. También me abraza, Sus manos recorren mi espalda.
No tardo en penetrarla. En disfrutar de su interior. En luchar lengua contra lengua. Sus caderas contra las mías. Su vagina contra mi miembro. Ella apretándome. Yo penetrándola. Yo buscando sus puntos débiles. Ella los míos. Cada vez son más hábiles. Más peligrosas. Me corro en ella. Ella gime de placer.
Nos quedamos abrazados un rato. Cuando me giro, unos ojos verdes me están mirando.
–Me has dejado a medias– protesta.
Yi me empuja riendo hacia su hermana. Que me recibe en sus brazos. Que se pone encima de mí. Mueve su pelvis sobre mi miembro. Incitándolo. Provocándolo. Humedeciéndose ella también.
Al mismo tiempo, acerca sus labios. Tentándome. Pero los separa cuando me acerco. Jugando. Estrujo su pecho como represalia. Añado qi. Ella gime. Me reta con la mirada. Se vuelve a acercar. Me esquiva. Y me muerde el hombro.
Se ríe cuando me quejo. Y me acalla con un beso. Mientras lo hace, me introduce dentro de ella.
–Está hoy muy crecida– comenta su hermana.
Yu le saca la lengua. Luego se mueve sobre mí. Cada vez más rápido. A veces me besa. A veces me tienta. La muerdo una vez, como venganza. Estrujo su culo. Sus pechos. A veces los acaricio con suavidad.
Ella sigue acelerando. Llegando a su orgasmo. Incitando el mío. Colapsa sobre mí cuando la lleno.
–Buenos días– me susurra al oído.
–Buenos días, Mordisquitos– la provoco.
Y, como debería haber imaginado, me muerde. La miro haciéndome el enfadado. Y recibo otro mordisco. Esta vez es Yi.
–¡Dos contra uno es trampa!– protesto.
––Te aguantas— ríen las dos a la vez.
Al final, acabo lleno de pequeños mordiscos. Y a ellas riendo, satisfechas de su victoria. Es fácil dominarlas cuando pelean entre ellas. Cuando se ponen de acuerdo, tengo las de perder. Aunque, a pesar de los mordiscos, no puedo dejar de reír.
Se visten y se van a dar una vuelta. A ver como están las cosas. Espero que estén tranquilas. Necesito, por lo menos, unos pocos días más.
You may also Like
Paragraph comment
Paragraph comment feature is now on the Web! Move mouse over any paragraph and click the icon to add your comment.
Also, you can always turn it off/on in Settings.
GOT IT