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22.83% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 58: Visitantes inoportunos (II)

Chapter 58: Visitantes inoportunos (II)

Salgo por el pasadizo. Delante de mí está Pu Rong. No está muy contenta. No importa. Cuando salimos, nos esperan siete estudiantes. Como Bronceada había dicho, hay dos en la etapa nueve y dos en la ocho. La empujo hacia ellos.

–Podéis charlar con ella.

Es el trato que hemos hecho. Aunque no esperamos que lo cumplan. Por lo menos, los distraerá un rato.

–Pero mira a quién tenemos aquí. ¿No es la putita de Rong? Te echaba de menos– la saluda Ma Lie.

Con una mano le agarra la muñeca. Con la otra, un pecho. Con rudeza.

–Oh, sí, me acuerdo de esta zorra. Daba buenas mamadas– añade el otro en la etapa nueve, bajándose el pantalón. Supongo que los más fuertes van primero.

–No te olvides de nosotros– hacen lo mismo los de la ocho.

–Daros prisa. También queremos nuestro turno– protestan el resto, entre risas.

Aún de pie, la obligan a doblarse hacia delante. A meterse el miembro en la boca. Sus otras dos manos cogen los de la etapa ocho. Ma Lie le abre la ropa. Las piernas. Se frota contra ella. Y enseguida la penetra. No creo que estuviera del todo mojada. Son unos brutos.

–Ah, tan apretada como siempre. Echaba de menos tu coñito– exclama Ma Lie, despectivo.

Enseguida empieza a moverse violentamente dentro de ella. Le debe doler. Si es que no tiene alguna técnica para evitarlo. Yo estoy justo en la entrada del túnel. Como queriendo asegurarme de que puedo huir dentro. Mi etapa esta sellada en la siete. Aunque es un sello muy débil. Tiene la ventaja de que se puede romper rápidamente. La desventaja es que cuesta mantenerlo. Pero es ideal para este momento.

Con piedras de diferentes colores, marco la posición de los diferentes discípulos dentro de la Residencia. Para informar a las chicas de la situación exacta. Blanca para los de nueve. Negra para los de ocho. Otras para el resto. Una verde para Rong. Que está siendo follado con brutalidad.

–¡¡Aaah!! Eres buena con la lengua– exclama uno de ellos, corriéndose en su boca.

Ma Lie no tarda mucho más. No duran mucho. Empuja unas veces más dentro de ella, satisfecho. Mirándola con prepotencia.

–¿Ya me toca?– ríe otro de ellos, desde atrás. Pero pronto deja de reír.

–¡¡Aaaaaaarghhhh!!– grita de dolor el primero de la etapa nueve.

Song lo ha atravesado con la lanza. Yo me lanzo hacia Ma Lie, mientras Liang le dispara. Solo está en la etapa dos, pero es una buena distracción. La dejo con Pan Ning. Por si tiene que defenderla.

Las hermanas van a por los que están en la etapa siete. Ma Lang va con ellas. Shi y Rui a por los de la ocho. Con Wan no podemos contar. No sabe luchar. Y de Bronceada no nos fiamos.

Ma Lie, que se acaba de correr, recibe la punta de mi bastón en el rostro, con qi. Lo acabo de sacar del Almacén. Le rompo la nariz. Cae al suelo. El siguiente golpe es en su miembro. Uno de sus testículos explota. Debe de doler. Vuelvo a golpearle en la cabeza. Cae inconsciente. Está como yo, en la nueve. Pero lo he pillado totalmente por sorpresa. Y con los pantalones bajados.

 Song saca la lanza y la vuelve a clavar. Está una etapa por debajo, pero lo ha pillado por sorpresa. Totalmente indefenso. El primer ataque le ha atravesado la espalda, saliendo por el estómago. El segundo, la rodilla. No se podrá mover.

A los de la ocho, los pillan con la polla fuera de sus pantalones. A uno incluso con los ojos cerrados. Apenas tienen tiempo de reaccionar. Shi le ha cortado el miembro. Está retorciéndose en el suelo. Lo remata atravesándole el cuello. Nunca, nunca, nunca hacer enfadar a Shi.

Rui ha apuñalado al otro en el costado cuando intentaba empuñar su arma. Este ha intentado apartarse. Pero no es fácil con los pantalones bajados. Quizás se ha movido lo suficiente para evitar ser herido en un punto vital. Pero ha tropezado. En el suelo y sangrando, está en demasiada desventaja. Cuando empuña la espada, ha perdido de vista a Rui. Está a su espalda. Esta vez le atraviesa el corazón. Con precisión, entre las costillas.

Las gemelas son quienes lo tienen más difícil. Estaban más lejos. Y estos no estaban en medio del sexo. Pero solo tienen que aguantar hasta que lleguemos los demás. Eso sería suficiente. Pero diría que no tienen esas intenciones.

Van cada una hacia uno. Sus ataque son bloqueados y retroceden. Las dos se vuelven, intercambiando adversarios. Confundidos, no saben de quién defenderse. Uno de ellos salta hacia atrás. El otro logra bloquear, pero ha perdido la iniciativa. Yi le ataca por el costado, atrayendo su atracción hacia allí. Yu está libre por un momento. Su adversario ha retrocedido. Así que apuñala al de su hermana por la espalda. Luego salta hacia el suyo.

La herida es grave. No sé si letal. Lo que es letal es la distracción que provoca. El que se vuelva un momento. Yi lo estaba esperando. Le atraviesa la mano con la que coge el arma. La espada cae al suelo. Le clava la otra daga en el cuello. Cae muerto. Yi va a apoyar a su hermana. Es un dos contra uno. Y no tarda en aparecer Rui.

Lang solo logra contener al otro. Su habilidad y experiencia no es muy alta. Se quedan mirando un rato. Sin atreverse ninguno de los dos a atacar. Esperando un error. Ella con sus dos espadas. Él con hacha y daga. A Lang ya le va bien retrasarlo.

Llega Shi cuando no han intercambiado ni un golpe. Contra las dos, no tiene nada que hacer. Shi ataca. La bloquea con dificultad. No ha usado ninguna habilidad. Solo la fuerza de su etapa, superior a su adversario. Lo mantiene bajo presión de su fuerza superior. Las armas entrecruzadas. Lang solo tiene que rematar desde el costado.

 El otro, cae ante las gemelas y Rui. Lleno de cortes. No está muerto. Aún. Pero tiene varios tendones cortados. No puede moverse.

Miro a Rong. Se ve extremadamente miserable. Supongo que debe sentirse humillada y enfadada. Aunque no sé si con ellos o con nosotros. Conmigo. Quizás con todos. Tendrá que aceptar que es una esclava. Que la podemos usar como queramos. Así hemos sido siempre los esclavos. Me acercó a ella y le doy un cuchillo.

–Puedes hacer con ellos lo que quieras– le doy la oportunidad desahogarse.

Ella me mira. Coge el cuchillo. Se gira hacia Ma Lie. Está en el suelo. Con la cabeza abierta. La pierna rota. Pero aún respira. Le clava el cuchillo justo bajo el hombro.

–¡¡Aaaaaarrgh!! ¡Zorra! ¡Te voy a…!– despierta de golpe.

Pero no solo está muy herido, sino que no le dejo moverse. Le rompo el brazo con el bastón. Sin poder defenderse, con qi y el brazo contra la roca, el hueso se parte con facilidad.

–¡Cabrón! ¡Muérete!– grita Rong.

Le clava varias veces el cuchillo. Al menos diez. Ninguna mortal. No inmediatamente. Lo mira mientras recobra el aliento. Luego una sonrisa cruel aparece en su rostro.

–¡Aaaaagh! ¡Nooo! ¡¡¡AAAaaaaaaaaaaggrrrh!!!

Ha llevado el cuchillo a su entrepierna. Le ha cortado el miembro. Ha tardado unos quince segundos en hacerlo. Lo deja allí, agonizando. Se levanta y se va hacia el otro en la etapa nueve. Aún respira. Aunque su estómago está agujereado. No vivirá mucho

Le corta el miembro a todos los que quedaban vivos. Dejándolos agonizar. Siento un sudor frío. Es una escena un tanto macabra. Shi se acerca y le coge el cuchillo con suavidad. No opone resistencia.

–Que se lave y descanse– le ordena a Ning.

Me mira. Las mando a las dos dentro. Aunque primero hago que Ning ponga una barrera más. Para que el olor a sangre no salga de la cueva. Al menos hasta que nos vayamos. Luego pondré otra para insonorizarnos del todo. No puede volver a pasar. También devuelvo a Rui. Solo queda uno. Agonizante. Song lo remata. Guardo los cuerpos. Sus pertenencias ya las revisarán mañana.

—————

Entro mientras las chicas se lavan. Liang se queda conmigo. Lavándome. Pone especial énfasis en mi entrepierna. La miro como indignado. Acaba conmigo en la bañera. Más bien, en la cuba, donde follamos. Mientras las otras le explican a Wan lo sucedido. No sé con cuánto detalle. Tampoco me preocupa mucho. Estoy ocupado con la boca de Liang.

Está sentada sobre mí. Besándome. Agarro su culo. La ayudo a moverse arriba y abajo. Es tan delicada. Tan tierna. Tan apretada. Me sonríe cuando nos dejamos de besar. Se muerde el labio cuando el placer aumenta. Grita mi nombre cuando se corre. Cuando la lleno. Nos quedamos abrazados un rato. Pero el resto se está impacientando.

La devuelvo y llamo a Yu. Hoy toca una a una. Estaba haciendo pucheros. Le aprieto las mejillas antes de que pueda reaccionar.

–¡Kong!– exclama enojada.

Como una niña pequeña. Una niña algo crecida. Con un precioso culo redondeado. Y unos pechos deliciosos. Me gusta mordisquearlos. Como sus labios. Está sobre mí. Dándome la espalda. Casi recostada sobre mí. Pero sin llegar a tocarme con la espalda. Yo acaricio sus caderas. Ella se mueve y jadea. Yo también me muevo. Sincronizados.

–¡Espera Kong! ¡Aún no! ¡¡Ahhh!! ¡¡¡HAAAAAaaahhh!!! ¡¡Sí!! ¡¡Ahora!! ¡¡¡Aaaaaaahhh!!! ¡¡¡Vamos!!! ¡¡¡¡AAaaaaaaaaaaaaAAAHHHH!!!!

Cae sobre mí cuando la lleno. La abrazo. Aprovecho para acariciar sus pechos. Para besarla en el cuello. Disfrutamos de nuestra calidez un rato.

La siguiente es Lang. Aún es algo tímida. Sobre todo si está a solas conmigo. La pongo sobre la cama. Yo de pie fuera. Sus piernas abiertas. Que se acaban cerrando tras de mí. Sus manos en mi cuello. De vez en cuando me pide que la bese. Incluso me aguanta la mirada unos segundos antes de sonrojarse. Ha aceptado su situación muy rápido. Y no parece lamentarse.

Cada vez que empujo hasta el fondo, sus pechos rebotan lascivamente. Cada vez que la beso, se estremece. Cuando acabamos, me quedo un rato acariciándole el pelo castaño. Sus trenzas. Besando suavemente sus mejillas. Sus labios. Ella está roja. Pero no huye de mis caricias.

A Shi también la follo sobre la cama y yo fuera. Pero bocabajo. Bombeando dentro de ella. Atacando sus orejas y su cuello con mis dientes y mis labios.

–¡Ahh! Kong ¡Así! ¡¡Aaah!! ¡¡Dame fuerte!! ¡¡¡Aaaah!!!

De hecho, se ha puesto en esa posición cuando ha llegado. Mirándome sugerente. Moviendo su culo. La he azotado una par de veces como a una niña traviesa. Con suavidad. Luego he estado acariciándola hasta que se ha mojado lo suficiente.

–Entonces, di que eres mía– la provoco.

–¡¡Aaah!! ¡Soy tuya! ¡Por hoy!– responde, riendo y jadeando. Sé que me hará decir esas misma palabras otro día.

Tras el segundo orgasmo, empujo más lentamente. Con suavidad. Disfrutando de su interior. De su piel. De sus formas. La amo. Como a todas. Y un poco más. Me siento satisfecho cuando la lleno. Saboreo el tiempo que tenemos para estar abrazados.

A Yi la follo con su cabeza en el suelo. Sobre un cojín. Yo de pie. Sus piernas estiradas tras de mí. Su culo alzado. Ella inclinada. Quejándose y jadeando. Mirándome.

–¡Ah! ¡Kong! ¡Así es…! ¡¡¡¡AAAAAAAaaaahh!!!!

No puedo besarla ni jugar con sus pechos. Pero si con sus nalgas. Mirarla a sus ojos verdes. Ver como su cuerpo vibra. Su pelo rubio desparramado por el suelo. Sus mejillas sonrojadas del placer. Quizás algo de vergüenza.

Luego nos quedamos sentados. Abrazados. Ella sobre mí. Yo prometiéndole no contarle nada a su hermana. Son adorables.

Song contra la cama. Yo sobre ella. Con las piernas presionadas contra su cuerpo hasta las rodillas. Disfrutando de sus pechos grandes y pecosos. De sus labios juguetones. De esos ojos adorables. De esa sonrisa traviesa. Me muerde el labio cuando me despisto. Me lame la oreja. Se mueve a veces a mi compás. Aprieta a ratos su interior, buscando causarme placer. Sorprenderme.

La miro y me encuentro con el profundo verde de sus ojos. No puedo evitar besarla de nuevo. Mis labios se encuentran con los suyos a medio camino. Esta vez soy yo quien le muerde.

–Malo. Rencoroso– ríe, antes de que su lengua encuentre la mía.

Cuando nos corremos, nos quedamos mirándonos un rato. Su pelo pelirrojo está pegado a su rostro por el sudor. Es preciosa. Nos quedamos abrazados. Hasta que es hora de llamar al resto. Liang y Yi duermen conmigo. Hoy las gemelas están enfadadas, así que se han separado. Algo habitual.

Tenemos que descansar. Mañana comienza el viaje de vuelta. Por territorio inexplorado.


Chapter 59: Últimos días de libertad

Mientras me follo a Bronceada, Rui ve a un grupo pasar delante de las cuevas. Hubiera ido a ver, pero estaba ocupado. De pie. Follándola por detrás. Sus rodillas ligeramente dobladas. Su cuerpo inclinado hacia abajo. Sus brazos hacia atrás. La cojo de las muñecas. Penetrándola. Dominándola. Cada vez que empujo, estiro de sus muñecas. Sus firmes nalgas vibran con el impacto. Sus piernas tiemblan. No sé si podrán sostenerla mucho tiempo.

Me corro en ella. Cae al suelo. Jadeando. La devuelvo. Me acerco a Rui. Están ya lejos. Sus siluetas apenas se ven. Rui está agachada. De rodillas. Asomándose solo ligeramente. Desnuda.

–No te mueves ni hagas ruido– me acerco por detrás.

La llevo hasta el orgasmo con mis dedos. Sin que pueda gritar. Luego la penetro. Por detrás. De rodillas. Ella se muerde un dedo. Su respiración acelerada. Pero sin hacer ruido. Obediente. Resulta excitante entrar y salir de ella en esa situación. Por lo mojada que está, no solo yo lo estoy.

—————

Las bestias mágicas en esta zona son de menor nivel. Quizás se debe a que está más cerca del campamento. A que las han cazado mucho. O eligieron el lugar del campamento por eso. Pero eso no significa que el peligro sea menor, sino todo lo contrario. Hay demasiados estudiantes circulando por la zona.

Todos los grupos actúan con precaución. Hay varios escondidos. Preparados para emboscar a los recién llegados. A los que vienen cargados del fruto de semanas de trabajo. Si se rinden, les cogen parte de lo que han conseguido. Supongo que para darles la oportunidad. Para no forzar el enfrentamiento. Aunque puedan ganarlo, saldrían heridos. Quizás tendrían bajas. Entonces, quizás, no podrían continuar extorsionando.

La mayoría, aunque furiosos, aceptan. Es mejor perder parte que perderlo todo. Incluso sus vidas. Pero ahora hay dos grupo peleando. Como sea, no es asunto nuestro. Lo que necesitamos es pasar sin que nos vean. No podemos arriesgarnos a llamar la atención.

Estoy con las chicas en lo alto de una colina. Desde allí, podemos ver la zona. Aunque no los distingamos demasiado bien por la distancia, podemos ver puntos que se mueven. Otros que salen de sus escondites. Algunos que se mezclan, peleándose.

Han pasado tres días desde que dejamos las cuevas. Cada vez aparecen más grupos. A medida que se acerca el plazo de volver. De hecho, nos hemos encontrado con un par antes de llegar.

Al ver que solo éramos dos, el primero quiso acercarse. No creo que tuvieran buenas intenciones. Salí corriendo tras enviar a Yu de vuelta. No hace falta que corramos dos. Y así podía informar. Que estuvieran preparadas. Supongo que podríamos habernos enfrentado a ellos. Eran más débiles que nosotros. Pero no hubiéramos ganado mucho. Y corríamos el riesgo de atraer más atención. Los perdí con cierta facilidad. Había varios solo en la siete. Habrían tenido que separarse para intentar seguirme.

El segundo grupo era mucho más peligroso. Al menos tres en nueve. Puede que más. Por suerte, simplemente me ignoraron. No sé si no eran de los que robaban a otros. O simplemente no creían que valiera la pena. Siguieron su camino. Nosotros nos alejamos. No hay peligro de que me reconozcan. Iba con el rostro tapado.

Estamos cerca del campamento. A menos de un día de distancia. Quedan tres para llegar. Así que decidimos quedarnos aquí, alejados del valle. Solo por ahí se puede volver. O dar un gran rodeo. No solo no tenemos tiempo, sino que la situación no debe de ser muy diferente al otro lado. Observaremos mientras descansamos. Mientras disfrutamos de los últimos días de libertad.

–Uno de los grupos asaltantes está en problemas– afirma Liang.

Tiene la mejor vista de todos. Quizás tiene que ver con su afinidad con el arco. Agarra el extremo de una larga cuerda. Al final de ella, está Rayitas. Jugando alrededor. Si se escapa, estaría en peligro.

–¿Ese tiene el pelo verde? Quizás era el grupo que nos encontramos. Era bastante fuerte– afirma Shi.

–Hay una estudiante con el pelo azul oscuro. Y uno con un raro naranja– informa Liang.

–Pues sí, deben de ser ellos. Creo que los que han intentado emboscarlos han ido más allá de sus posibilidades– digo yo.

Aunque no puedo verlos. Estoy acostado. Mi cabeza sobre las piernas de Song. No puedo quitar los ojos de sus enormes pechos. Y ella lo sabe. Ya me ha llamado pervertido tres veces.

Simplemente estar allí, acostado y charlando. Ojalá pudiera detener el tiempo. Terror está con Rayitas. Inexplicablemente, han acabado llevándose bien. Incluso duermen juntas. Mejor. Así no tenemos que preocuparnos de que se la coma.

Las gemelas están con Wan. Asegurándose de que no se aleje mucho. Pierde la noción de todo cuando está buscando plantas. Lang está preparando algo de comer con Shi. Si tienen que cocer, van a la Residencia. Mejor que no haya humo. Es un buena zona para esconderse. Descubriremos a cualquiera que se acerque. Y las bestias de la zona son comparables a la etapa cuatro, como mucho.

Lo más sorprendente es que Rayitas ha cazado un ave cuyo poder sería el de la etapa dos. Es solo un cachorro, pero le ganó en fuerza. Es cierto que un ave es más débil que un animal terrestre. Y que la cogió por sorpresa en tierra. Pero tenemos la sensación de que se está haciendo fuerte muy rápido. Liang dice que es más fuerte que ella. Compiten estirando de una cuerda. Y no es un perro. Necesitamos aprender más sobre bestias mágicas.

Algunos grupos han tenido suerte de pasar después de que los asaltantes fueran expulsados. O quizás los han matado. Pero los mismos u otros han aparecido al cabo de un rato.

—————

Ahora tengo a las gemelas sobre la cama. Yi acostada sobre las piernas de su hermana. Mientras la penetro. Mientras abrimos sus meridianos. Lo estaban deseando. Odian quedarse atrás.

–Házmelo fuerte– me pide, una vez hemos terminado.

–Pervertida– se burla Yu.

–Ya veremos quien es pervertida luego– protesta Yi.

–Ahora es ahora y luego es luego. Y ahora eres pervertida– ríe Yu.

–Maldita… ¡¡Aaaaahhh!! ¡¡Kong!! ¡No empieces sin avisar! ¡¡¡Aaaaaaaahhh!!! ¡¡HHhhaaahh!!

–¿Quieres que pare?

–¡¡Aaaaah!! ¡¡Nooo!! ¡¡¡HHaaaAAHH!!!

–Pervertida– sigue burlándose Yu.

Realmente es excitante. Follarla mientras otra igual nos mira. Las dos desnudas. Con sus preciosos pechos redondeados. Sus profundos ojos verdes. Su pelo rubio. Yi en una cola. Yu en dos. Las otras las han peinado hoy así. Entre risas. Wan incluida. Para que sea más fácil distinguirlas. Se han dejado hacer. Al menos por hoy.

La última vez, se intercambiaron los peinados para reírse de ellas. Aunque solo consiguieron engañarlas unos segundos. No son exactamente iguales. Aparte de las pecas en sus pechos, Yu tiene una cerca de su ojo derecho. Yi bajo su nariz. Además de que hay sutiles diferencias en la forma de moverse.

Yu me besa mientras me follo a su hermana. Con lascivia. Cojo su pecho y el de su hermana a la vez. El tacto es parecido. Y la forma. Igual de esponjosos.

–¿Ya te has corrido?– dice Yu, separándose un momento de mis labios.

–¡Ah! ¡¡Aaah!! ¡¡Aahh!! ¡Kong es malo! ¡Aah!

–¿Malo? ¡Ahora verás!

La cojo de su cintura y empiezo a embestir con fuerza. Profundamente. Hasta dentro. Su espada se arquea. Sus pechos tiemblan. Yu ríe mientras su hermana gime. Le acaricia el pelo con suavidad. Le besa la frente cuando se corre por última vez.

–Pervertida– le susurra.

–Ah. Aaah. Aaah. Tu turno… Ah.

Se intercambian posiciones cuando Yi se recupera.

–Oh, ¿ya está mojada?– observo.

–No tenía que decirlo…– se queja Yu.

–Pervertida– ríe Yi.

Yu le saca la lengua. Yo entro en ella. Abrimos sus meridianos. Luego me mira suplicante. No quiere decirlo. Le sonrío. La beso. Luego empiezo a embestir. Con fuerza. Mientras ella gime. Y me regala una sonrisa.

–Consientes demasiado a esta pervertida– se queja Yi.

Su hermana le vuelve a sacar la lengua, entre gemido y gemido.

–Con que esas tenemos– amenaza Yi.

Agarra los pechos a su hermana. Pellizca sus pezones.

–¡Ah! No seas mala ¡Aaah!– protesta Yu.

Pero poco puede hacer para evitarlo. Solo pensar en su venganza. Ahora mismo está demasiado ocupada. Siendo invadida por el placer. Me encanta follármelas juntas. Son adorables. Y eróticas. Y apretadas. Y se quieren mucho. Y yo a ellas.

Cuando acabamos, Yi se queda acariciando la cabeza de su hermana. Solo cuando se ha recuperado vuelve a burlarse de ella. Están siendo muy ruidosas. Así que las cojo por sorpresa. Consigo empujarlas contra la cama. Bocabajo. Las penetro a las dos. A cada una con una mano.

–¡Ah! ¡No! ¡Kong! ¡Nos portaremos bien!– promete Yi.

–¡Ha sido culpa de Yi!– acusa Yu a su hermana.

–Habéis sido malas. Merecéis un castigo– me niego.

Lo cierto es que podrían escaparse si quisieran. Y no tienen porque mover sus culos tanto.

–¡Aaaah! ¡Aaah! ¡Me chivaré a Song! ¡Aah!– amenaza una.

–¡Yo a Shi! ¡¡¡HAaaaaah!!! ¡¡Aaaah!!– amenaza la otra.

–Ah, ya veo. Así que os vais a chivar.

Añado más qi y acelero. Están al borde del orgasmo. Las mantengo así un rato.

–¡¡¡Aaaahh!!! ¡No, no diré nada! ¡Más! ¡Aaaaah! ¡No me dejes así! ¡¡Aaah!!– se rinde Yi.

–¡¡¡HhhaaaahhH!!! ¡Por favor Kong! ¡Seré buena!– se rinde también Yu.

––¡¡AAAAAAAAaaaaaaaaahhhHHH!! ¡¡¡HHHHHHHAAAAAAaaaaAAAAHHH!!!–- se corren las dos.

Las dejo un rato allí. Acariciando su culo. Su espalda. Con suavidad. De repente, se giran y se tiran sobre mí.

–Habrá consecuencias– amenaza Yi, después de besarme.

–Espera con ansias nuestra venganza– ríe Yu, tras meterme la lengua hasta la garganta.

Nos reímos los tres. Aunque sé que lo de la venganza es en serio. Lo que no sé es si será solas o con ayuda. Lo estaré esperando.

—————

Las únicas que faltan por llegar a ocho son Ning y Lang. No cuento a Rong. Que sigue igual. No sé si le ha afectado que la usara como cebo. Que dejara que se la follaran entre cuatro. Pero no se nota. Tampoco hay cambios en su lealtad. Supongo que era imposible que fuera a mejor. Al menos, no ha ido a peor.

Sin embargo, ayer la saqué para confirmar el camino. Había un grupo de estudiantes más abajo. Intentó escapar. No sabía que lo habíamos preparado. Que queríamos saber si nos podíamos fiar de ella. Las chicas la interceptaron a medio camino. Recibirá su castigo.

Con Bronceada, no lo hemos intentado. Sabemos perfectamente que no podemos fiarnos. Veremos como evoluciona con el tiempo. Solo queda un día antes de que tengamos que irnos. Antes de perder mi libertad.

Las chicas llevan desde que llegamos casi sin entrar a la Residencia. Menos Wan. Que entra con sus plantas. Y sale para comer o charlar. Y casi no entrenan. Ni yo. Tan solo disfrutamos de estos últimos días de libertad.

No obstante, tenemos que estar vigilantes. No es como cuando estábamos en el jardín. Y debemos evitar hacer demasiado ruido. Aunque, con una barrera, hemos hecho algunas peleas de entrenamiento. Si limito mi poder al suyo, Shi es la más fuerte. Song está en clara desventaja por su pierna. Pero, si estrechamos la zona de combate, es muy peligrosa.

Si luchamos en parejas, las gemelas son imbatibles. Solas, están en desventaja. Usan dagas, y el alcance es corto. Es más apropiado para ataques por sorpresa. Aunque, con las habilidades correctas, pueden ser letales en enfrentamientos abiertos. Claro que no en el reino del Génesis.

Ma Lang está un poco por detrás del resto. No le gusta mucho pelear. Es su primera vez en esta expedición, más allá de un poco de entrenamiento.

Liang no compite. Ni aunque bajemos a dos. Su fuerte es el arco. Aunque está aprendiendo a usar una espada para defenderse. A rango tiene ventaja. Pero de cerca es vulnerable. Claro que Rayitas la defiende.

La tigresa y la ratona están empezando a entender algunas órdenes. Sobre todo la de "ven a comer". Aún no nos atrevemos a dejarlas sueltas. Las dos son demasiado juguetonas. Ahora que ha perdido el miedo, Terror ha demostrado ser curiosa y traviesa. ¿Quizás también sea una cría?

Ver hacerse de noche resulta un tanto triste. Todos nos quedamos mirando el sol desaparecer. Es el último día. Luego nos vamos a dormir. Ya ha habido sexo antes. Y mañana queremos madrugar. No podemos llegar tarde. No sabemos si se habrán ido los que tienden emboscadas. Confiamos en que dejarán pasar a un esclavo sin nada que ofrecer. Y no muy agradable de tener cerca.

Aunque, no por ello dejamos de estar preocupados. Quizás por ello, el sexo ha sido hoy muy tierno. Las seis conmigo. Acariciándome. Montándome con suavidad una tras otra. Besándome. Me sentía como un rey. Me han consentido y mimado mucho. Duele pensar que mañana volveré a ser un esclavo. Cuando ya he probado la libertad.

Aunque con las esclavas no ha sido tan tierno. Bronceada sigue rebelde, así que la he follado haciéndome que me mirara a los ojos. Sobre la cama. Ligeramente de costado. Yo de pie. Una de sus piernas hacia el suelo. La otra levantada, agarrada por mí. Sobre mi hombro. Contemplando todo su cuerpo desnudo. Manoseándolo a mi voluntad. Haciéndola correrse cuando más quería resistirse.

A Ning la he obligado a montarme. A ir despacio. Ha sido divertido. Le costaba contenerse. A Rui de pie. Abrazada a mí. Sus pies en mi trasero. Su espalda contra la pared. Empujando contra ella cada vez que embestía. Totalmente sometida a mí. En cuerpo y alma.

—————

–Alguien viene. Al menos cuatro– nos despierta Song

Tardo unos segundos en reaccionar. También las gemelas. Estamos adormilados. Parece que nuestra última noche no va a ser tranquila.


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