La desaparición de Mao Zhan parece haber aterrorizado al grupo de violadores. No se atreven a salir de la seguridad de las instalaciones de la secta. Sospechan de las gemelas. Los he visto a menudo rondando su cabaña. Y varios esclavos me han hablado sobre ellos.
Por ahora no planeamos actuar. Jin Shuo se ha encerrado cultivando. El resto tienen una cultivación demasiado alta. Por ahora. Les seguimos observando. Si tenemos una oportunidad, atacaremos. Tarde o temprano morirán. Estamos todos decididos.
Las gemelas han aprendido a ocultar su reino. Pero no ocultan que han llegado a la etapa cuatro.Ni la hostilidad hacia sus violadores. Ellos saben que, de alguna forma, han sido ellas. Pero no pueden hacerles nada. Ni denunciarlo. Siguen esperando una oportunidad, pero ellas tampoco salen de la zona segura. Al menos eso les hacemos creer. Cuando piensan que están cultivando en su cabaña, están conmigo.
Sigo copiando manuales. Ahora domino perfectamente las técnicas. Me gustaría probar con los de más nivel, pero se supone que mi etapa es la uno.
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Ya ha pasado una semana desde la ejecución y estoy cerca de la etapa seis. Creo que la alcanzaré en unos días. Ahora mismo he llegado a un lugar junto a un recodo de un pequeño río. Se supone que he de cortar madera. Cuando voy a llamarlas, me encuentro que están conspirando contra mí. Están las cuatro sentadas alrededor de un dibujo mal hecho. Pero no hay duda que me representa a mí. Están señalando varias partes de mi cuerpo. En especial mi entrepierna. Y riendo. No hay duda que se están burlando de mí. Saben que las estoy viendo. O que las veré. Merecen una lección.
Decido tomarme una pequeña venganza. Me quito la ropa y entro a un recodo del río que forma una especie de laguna. Las invoco y caen al agua. No puedo parar de reírme. No siquiera cuando me miran. Sé que he cometido un grave error. Ha valido la pena. Creo.
Me han hundido en el agua como ocho veces. Y me han salpicado otras tantas. Se están divirtiendo a mi costa. Supongo que me lo merezco. A pesar de todo, no me arrepiento. Verlas jugar y reír es refrescante. Aunque yo sea la víctima.
Song se acerca y se me abraza al cuello.
–Hoy te has portado especialmente mal. Mereces un castigo.
Parecía que me iba a besar, pero me muerde en el hombro. Su pierna mala se extiende en el agua. La otra envuelve mi espalda. Su abundantes pechos flotan en el agua. Sus pezones me rozan. No hacen falta palabras para saber lo que quiere.
La beso. Le acarició el culo. La espalda pecosa. Es fácil sostenerla en el agua. No tardo en penetrarla. Las otras tres se están persiguiendo y salpicando. A veces alguna cae al agua. Song me muerde el labio inferior. Luego el superior. Finalmente me besa de nuevo. Una de sus manos revuelve mi cabello mojado.
Chapoteamos en el agua mientras nos besamos. Mientras entro y salgo de ella. Mientras su cuerpo sube y bajo en mis brazos. Mientras ella se estremece una y otra vez.
Nos quedamos abrazados un rato mientras recuperamos la respiración. Ella llena de mí. Luego se deja caer. Se queda flotando. Sus pechos sobresalen del agua. Sus ojos que me miran. Sus labios me sonríen.
De repente, se impulsa con el pie en mi estómago y se aleja de mí. Ríe mientras señala a mi espalda. Allí están las otras tres. Me dan la espalda. Alzan sus culos insinuantes dentro del agua. Sus rostros están girados, mirándome. Una se muerde el labio inferior. La otra pasa la lengua en los suyos. La otra aprieta ambos labios entre sí.
Me acerco. Acaricio sus nalgas. Con Yu llegó más allá. Gime sorprendida. Me aseguro que esté a punto antes de hacerle separar un poco más las piernas. La penetro. Una y otra vez. Nuestros movimientos generan ondas en el agua. Por mucho que quiera ser brusco, soy más suave de lo normal. El agua no me deja ir más allá.
Ella alza su cuerpo. Mis manos dejan sus nalgas y van hasta sus pechos. Una llega hasta su barbilla. Chupa mis dedos con su boca. La beso en el cuello. La muerdo ligeramente mientras se corre. Mientras me corro dentro de ella.
Cuando nos separamos me mira con la boca abierta, respirando por ella. Me sonríe tímidamente. No sé en qué está pensando, pero ha enrojecido. De golpe se sumerge y bucea hasta Song. Se esconde detrás de ella.
Shi y Yi nos estaban mirando. Se vuelven a dar la espalda. Me acerco a Shi.
–¿Te has estado masturbando mientras nos mirabas?
He visto como movía su mano bajo el agua. Y no ha parado incluso cuando sabía que la miraba.
–¿Por qué no entras y lo compruebas?– responde sugerente.
La penetro sin esperar más. Mi miembro se desliza en su interior. Está apretado pero lubricado.
–¡¡Hhhaaaaaahhh!!
Inmediatamente empiezo a moverme. Agarro sus caderas y empujo con la fuerza que me permite el agua. Ella es algo más baja que yo. Su cuerpo se alza en el agua. Abre más las piernas mientras flota. Yo la muevo a voluntad. Ella gime y se mantiene a flote como puede. Se hunde un poco tras el primer orgasmo, pero vuelve a salir enseguida. Iba a parar, pero continuo. Está bien.
Cuando nos corremos los dos, ella espera a recuperar el aliento. Se vuelve y se acerca a mí. Inesperadamente usa su pierna para apartar la mía. Y sus brazos para hacerme caer y hundirme en el agua. Cuando salgo, me encuentro con su rostro riendo.
–¡Así aprenderás!
Intento alcanzarla, pero ella se lanza agua y se aleja hasta Yu y Song. Supongo que no puedo ir tras ella. Las tres se ríen. Me vuelvo hacia Yi.
–Sé un poco más suave– me pide, mostrándome su culo.
Parece que las tres han llegado a algún tipo de trato mientras follaba con Song. Me acerco a ella y acaricio sus nalgas. Su espalda. Su estómago. La penetro despacio. También la levanto. Flota. La atraigo hacia mí. La cojo de sus modestos pechos. Le muerdo la oreja con suavidad mientras la hago correrse. No paro. Ni al segundo orgasmo. Ni en el tercero.
Solo cuando acabamos me detengo. La sostengo en mis brazos mientras respira pesadamente. Mientras sigo acariciando sus pezones. De repente estoy de nuevo bajo el agua. Ni me he dado cuenta cuando me ha desestabilizado y hundido. Cuando emerjo, están las cuatro juntas, riéndose de mí.
–Es hora de volver– dice una.
–Está noche recibirás tu merecido– amenaza la otra.
No me queda más remedio que devolverlas. Si intento acercarme, me salpican o me hunden. La verdad es que ha sido divertido. Diferente. Especial. Como si todos fuéramos libres.
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Rui cae también en el agua, hundiéndose. Cuando su cabeza sale, me mira confundida. La cojo y la acerco a mí. La hago flotar de espaldas. La penetro. Ya estaba mojada. Se había estado masturbando antes de llamarla. Ella flota. Sus pechos se cubren de agua en cada embestida. A veces se hunde su rostro. No traga agua, así que puedo seguir. Sus piernas están abiertas. Sus rodillas dobladas. Apretadas a mí.
Poco a poco se va acostumbrando. Ya no se hunde. Solo gime. Tiene otro orgasmo. Está excitada. Incluso más de lo normal. Aprieto fuerte en sus nalgas. Marco mis dedos en ella. Me muevo más rápido. El agua salpica alrededor. Sus manos está bajo su cabeza. Nos corremos.
La hago incorporarse y besarme. Ella obedece. Aprieta su cuerpo contra el mío.
–Alguien se acerca– le digo.
Ella se detiene. Mira alrededor. De repente está de nuevo en la Residencia. Quito la protección insonora. Las muevo a todas junto a las armas. Es la señal para que estén preparadas, por si acaso. Se visten y las cogen. Parecen nerviosas. Yo también lo estoy. Se acercan cinco personas.
Voy hacia la orilla, donde está la ropa y el hacha. Antes llegan unas figuras. Son cinco estudiantes femeninas. Miran mis ropas. Parecen que habían estado discutiendo.
–¿Qué haces en el agua?– me pregunta una de ellas. Su cabello es verdoso. Lleva una coleta a cada lado. Parece estar masticando algo.
–Estaba bañándome.
–¡Oh! ¿Los esclavos también se bañan?– dice otra con desdén.
No le respondo. No espera respuesta. Su pelo es blanco. Con un brillo azulado. Es liso y le llega más allá de los hombros. Su piel es muy clara, casi blanca. Sus pechos son abundantes. Lleva una sombrilla. Sus ojos azules me miran con desdén. He visto esa mirada muchas veces.
–Sal del agua– me ordena otra, con algo de excitación en su voz.
Está al lado de la primera. Estas dos están separadas un poco de las otras tres. Parecen formar dos grupos. Su pelo es morado. Con una sola cola a un lado. También parece morder algo. Como su compañera, llevan las sus ropas de discípula muy ajustadas. Abiertas por arriba, mostrando su escote. Las otras tres llevan las ropas más sueltas, menos sugerentes. Más puritanas.
–Vamos, Bei Liu, está desnudo– protesta la de pelo blanco.
–Por eso Pan Ning, quiero verlo mejor– ríe Liu.
–¡Bei Liu! ¡Compórtate!– exige Ning.
–No seas tan estrecha. ¿Qué hay de malo en ver un cuerpo atractivo?
–¡Bi Lang! ¿Tú también?– gruñe Ning.
–¿Por qué no? Es atractivo.
–Malditas perras en celo. ¿¡Y tú que miras, desgraciado esclavo pervertido!?
No entiendo nada. Solo la miraba porque estaba hablando.Vuelvo mi mirada hacia Lang y Liu, que parecen estar disfrutando con esto.
–Es normal, tienes un cuerpo bonito. No sé por qué lo escondes. Deberías usarlo y disfrutar más de la vida– la provoca Liu, con claro tono de burla.
–Vámonos. Estas dos no entrarán en razón. Mejor no perdemos más tiempo con ellas.
Pan Ning se marcha, no sin antes mirar a las otras dos y a mí. Su mirada asusta. Dos estudiantes más la siguen. Parece ser su líder. No han dicho nada, excepto darle la razón con la cabeza.
–¿De verdad querían convencernos de ser puritanas y estrechas?
–Eso me temo. Y tú, ¿qué haces aún en el agua? ¿No te he dicho que salgas?– exige Liu.
No parece enfadada. Más bien a la expectativa. Y divertida. Salgo del agua. Estoy completamente desnudo. Las dos me miran. Lang se acerca y me acaricia el pecho con un dedo.
–¿Como te llamas?– me pregunta.
–Kong.
–Oh, ¿eres ese Kong? ¿Del que hablan las esclavas? Dicen que eres bueno en la cama– pregunta Liu.
–No… sé…
Me temo que alguna esclava ha hablado de más. Eso no es bueno. Me pone en problemas.
–Creo que tendremos que comprobarlo– sugiere Lang, lascivamente.
Se acerca más a mí. Coge mi miembro con la mano. Lo acaricia. Pone sus labios en mi oído.
–Házmelo. Soy tuya durante un rato. Fóllame.
Me quedo inmóvil un par de segundos. Eso es algo que sí que no esperaba. No de una estudiante. Tampoco tengo otro remedio. La agarro del culo y la levanto. Intento besarla, pero aparta la cara. La beso en el cuello.
–¡Haah!– se sorprende.
He aplicado un poco de qi. Debe de haber sentido un pequeño escalofrío. Me agacho. La tumbo en el suelo. Le saco la banda de tela que hace de cinturón. Ella me mira. Se relame los labios. Abro sus ropas. Su piel es morena, toda ella. La única explicación es que tome el sol desnuda. Lleva unas bragas negras de tela fina. Con bordados. Y un sujetador del mismo color a juego. Se transparentan.
Mis manos suben desde sus muslos. Ella se estremece con las caricias. Cuando llego al sujetador, me lo quedo mirando. No sé como quitárselo. Ella se ríe. Saca los brazos de las mangas. Los pone por detrás y lo desabrocha. Luego se lo quita. Sus pechos quedan al descubierto. Son algo más pequeños de lo que parecían. El sujetador los realzaba. Acaricio uno de ellos. Con el pulgar juego con su pezón y aplico qi. La otra mano sube por el costado.
–¡Haaaaah! ¡Eres bueno…! ¡HAaah!– gime ella, dejándome hacer.
Mi boca llega a su otro pezón. La mano que subía baja ahora. Llega a su cadera. Luego a su entrepierna. Se mete entre sus bragas. Acaricio sobre su clítoris. Ella empieza a gemir más y más fuerte. Hasta que tiene un orgasmo
–¡¡HAAaaaahh!! ¡¡¡AaaaaaaaAAH!!! ¡¡Eres realmente bueno!! ¡Aaaaah! Creía que exageraban. ¡Hah! ¡¡Métemela…!!
Le bajo las bragas y se las quito. Están mojadas. Ella abre las piernas. Me meto entre ellas y la miro.
–Date prisa…– se queja sensualmente.
La penetro. Me muevo en su interior mientras ella gime. Mientras le acaricio uno de sus pechos. Mientras le beso el cuello. La mantengo al borde del orgasmo durante un rato. Nos corremos los dos
–¡¡¡¡HHHHAAAAAAAAAAAAaaaaaaahhhh!!!
No he querido provocarle más orgasmos. Ni llevarla al límite del placer. Mejor no llamar aún más la atención. Ella se me queda mirando mientras recupera el aliento.
–Ha sido algo rápido, pero intenso. No ha estado mal. Igual tendremos que repetirlo otro día– ríe Lang.
–Decían que podías hacerlo más de una vez. Házmelo a mí– me llama Liu.
Está de pie. Desnuda. Una mano acariciándose el pecho. La otra en la entrepierna. Se gira. Pone las manos contra un árbol.
–Házmelo fuerte. Ya estoy mojada– se ofrece.
Me acerco a ella y le acaricio el culo. Mi miembro recupera la erección. Puedo controlarlo.
–Oh, parece que sí que puede– ríe Lang desde el suelo.
–¡¡HAaaah!!– gime Liu.
La acabo de penetrar hasta el fondo. Desde atrás. Me muevo dentro y fuera con fuerza. Sin darle tregua. Liu gime. Jadea.
–¡Qué salvaje!– alaba Lang, con lujuria.
–¡¡AAAaaaaah!! ¡Arf! ¡¡¡HHHHAAAAaaaaaaHHHhhhh!!!– sigue gimiendo Liu.
Mis movimientos y el qi aceleran. Finalmente ella se estremece violentamente, llegando al orgasmo. Yo dentro de ella
–¡¡¡¡HHHHAAAAAAAAAAAAaaaaaaahhhh!!!
Se deja caer. La sostengo. Llega al suelo poco a poco. Recupera la respiración.
–¡Aah! Mis piernas… Ha sido increíble. ¡Tenemos que repetirlo!
No es que me moleste. Pero son estudiantes. Me temo problemas. Pero poco puedo hacer. Al cabo de un rato se han vestido. Yo también. He empezado a cortar madera. Para disimular.
–Espero no haberte entretenido mucho. ¿Necesitas ayuda? No quiero que te castiguen por nuestra culpa– se ofrece Liu.
–Déjame el hacha. Puedo cortar más rápido– se ofrece también Lang
–Es una hacha para la etapa uno. Podrías romperla si la usas con toda tu fuerza. No pasa nada. Aún tengo tiempo.
A diferencia de otros estudiantes, parecen que no son malas personas. Solo algo pervertidas. Al menos no me tratan como basura. Como a un objeto. Bueno, quizás sí como un objeto sexual.
–Vale. Nos vemos otro día– se despide Liu.
–Hasta otra– sigue Lang.
Ambas lo hacen mirando mi entrepierna. Suspiro. Para mi sorpresa, me besan una en cada mejilla. Cuando se van me detengo y recojo las ramas que he cortado. Se la dejo a Rui para que acabe de cortarla en trozos más pequeños. Me voy a entregar la que tengo guardada. Tengo tiempo, pero tampoco me sobra. Voy practicando Sonido de la Sombra. Tengo algo más de qi gracias a ellas. No las he ayudado. Quizás la próxima vez.
Han pasado cuatro días desde el encuentro en el río. No he vuelto a ver a Liu y Lang. Pero sé que han preguntado por mí. También sé que Liang ha abroncado a algunas esclavas por hablar de mí. Creo que Shu y Ai también. Espero que sirva de algo. No quiero más problemas.
Estoy en una de las salas de prácticas. Me ocupo, con otros esclavos, de mantenerla en funcionamiento. Limpiamos aquí y allá. Cambiamos los muñecos de entrenamiento cuando se rompen. Llevamos agua o lo que haga falta a los estudiantes. Mi objetivo es acercarme a un grupo de cuatro. Están un poco apartados.
Estoy recogiendo los trozos de un poste. Alguien ha usado una habilidad de demasiado nivel para el poste. Hay trocitos por todos lados. Incluso cerca del grupo.
–No han salido en el último mes. Es imposible pillarlas– oigo decir a Mao Xuo.
–¿Crees que fueron realmente ellas? Acaban de subir a cuatro, no sé si serían capaces– interviene Jin Shuo.
Parece asustado. Está en la etapa tres. Es el objetivo más asequible. Por eso nunca sale.
–¿Quién si no? Mejor que vayas con cuidado hasta que las cacemos. Van a desear haber muerto en su día– amenaza Jia Xu.
–Joder. Ni siquiera puedo follarme a una esclava. Es difícil pillarlas dentro, y casi no tengo puntos– se queja Jin Sho.
–Ja, ja, ja. Ya te enviaremos una un día de estos– ríe Jia Xia.
Está en el reino del Alma y debe tener bastante puntos de contribución. Es el objetivo más difícil. Pero le llegará su día. Lo hemos prometido.
–¿No podemos tenderles una trampa de alguna forma? ¿Quizás Xuan…?– pregunta Jin Shuo, pero Jia Xu le hace callar.
Yo disimulo y sigo recogiendo. Por suerte, nadie tiene en cuenta a un esclavo. Pero, por si acaso, me voy alejando. Mejor no tentar la suerte.
Sigo con mi trabajo hasta que un esclavo me habla.
–Parece que hay una estudiante mirándote. Ves con cuidado.
Me giro. Espero ver a Bei Lu o Bi Lang. Pero no. Es Pan Ning. Trago saliva. Me vuelvo a girar. Me concentro en mi trabajo. Prefiero no saber nada de ella. Ni siquiera me doy cuenta de que se acerca a mí. Hasta que está demasiado cerca.
–¡Maldita escoria! ¡Me estabas mirando con pensamientos pervertidos!
Solo puedo pensar que está loca. Obsesionada. Activo Armadura Interior. Justo a tiempo para recibir una patada en el estómago.
–¡Agh!
Duele. Si no es por la armadura hubiera sido grave. Y no puedo deshacer el sello aquí. Me da otra patada mientras estoy en el suelo. Y otra. No sé como voy a escapar.
–¡Pan Ning! ¿¡Qué estas haciendo!?– dice de pronto una voz.
–Ese esclavo… es… estaba…– tartamudea.
–No me importa. ¿Va a hacer tú su trabajo? Si hay algún problema, yo me encargo. Para algo soy el responsable del área. Tú, el esclavo de pelo verde, lleva al esclavo a la enfermería. Haz que manden a otro y vuelve rápido. Si alguien más vuelve a interrumpir, lo expulsaré. Pan Ning, tendrás que pagar puntos de contribución por el esclavo sustituto.
Entreveo que Ning está furiosa y aprieta los dientes. Pero solo puede obedecer. No es más que una estudiante en la etapa cuatro. Maldita sea. Duele. ¿Cómo ha podido pasar esto?
—————
–Nada roto. Varias contusiones. Descansa hoy. Durante una semana trabajos físicos menores. Puedes irte– me echa la enfermera, con indiferencia.
La verdad es que estoy mejor de lo que parece. La Armadura Interior me ha protegido. Hay varios moratones que me hacen parecer peor de lo que estoy. De hecho, estando en la etapa seis, podría curarme más rápido. Pero Liang sospecharía.
La verdad es que estoy frustrado y furioso. No tiene sentido. Debo de haberme metido en medio de algún problema de Pan Ning con Bei Liu y Bi Lang. Espero que acabe aquí.
Llego a la habitación, pasando por el almacén casi vacío. Es raro verlo así. Pero claro, están todos trabajando. Tengo unas horas de descanso. Aprovecho para llamarlas y hablar de lo que he escuchado. Aunque tiene que esperar. No he podido ocultarles mi estado. Mis moratones.
–Esa zorra lo va a pagar– masculla Shi.
–No le va a quedar ni un hueso entero– amenaza Yi.
–Dejádmela que la haga sufrir poco a poco– gruñe Song.
–No se lo perdonaré– se enfada tímidamente Yu.
Dan algo de miedo. Aunque también resulta reconfortante que se preocupen por mí. Que están enfadadas por mí. Me cuesta un rato calmarlas. Aunque sé que no se les ha olvidado. Al final acaban bromeando a mi costa. Soy su víctima favorita.
–Tendremos que posponer los planes para hoy. Habrá que tratarlo con suavidad. Como una delicada florecita. Ya lo torturaremos otro día– empieza Song.
–Es una pena. Yo que lo quería oír gritar– le sigue Shi.
–Oh vamos, dejad de meteros conmigo– me quejo.
Todas se ríen. Pero vuelven a ponerse serias cuando hablo de lo que he logrado escuchar. Bai Yi y Bai Yu están pálidas.
–¿Xuan…? ¿Será Bai Xuan?– tiembla Yu.
–No… creo… Espero… que no…– intenta negar Yi.
Pero no están muy convencidas. Bai Xuan es de su familia. Una prima cercana, algo mayor que ellas. Está en la etapa siete. Dicen que siempre las ha tratado bien. No sabemos si es ella. Ni qué relación tiene. Pero lo investigaremos. Han decidido torturar al próximo hasta que lo suelte todo. Cuando están enfadas dan miedo.
–Si reservan a una esclava para Jin Sho, podemos atacarlo– propone Yu.
–Solo tenemos que sustituirla. Cuando nos deje entrar, lo reducimos y torturamos– sigue Yi.
–Mejor que vosotras tengáis coartada. Yo me encargo– interviene Shi.
–Pero es nuestro problema. No os podemos poner en peligro– protesta Yi.
–Ahora es el de todos. Es la opción más segura– se niega Song.
–Kong podría estar cortando leña al otro lado. Así puede acercarse si hace falta– sigue Shi.
–Pero…– intenta protestar Yu, sin éxito.
–Sí, por si acaso tengo que huir y esconderme– sigue Shi, interrumpiéndola e ignorándola.
–Mierda de pierna. Si no, podría ayudarte– se queja Song –. Si hace falta, podemos usar a Rui.
Lo ha dicho sin ningún tipo de compasión. La sigue odiando por lo que le hizo. Yo no me opongo a nada de lo que dicen. Me preocupa que se expongan demasiado. Pero sé que no me van a dejar protegerlas. Luego pasamos unas horas hablando. Riendo. Planeando el futuro. Conversando sobre artes marciales.
No solemos tener tanto tiempo para simplemente estar juntos, sin nada más que hacer. Por la noche, normalmente no se quedan demasiado. Para que descanse. Y ahora no es buen momento para tener sexo. No ha pasado suficiente tiempo desde el último. No podría expandirles del todo los contenedores. Y estoy algo contusionado.
Resulta agradable poder perder el tiempo ociosamente con ellas. Acostado. Sintiendo sus cuerpos apoyados en el mío. En la parte sin moratones. Acariciando apaciblemente sus cabellos. La piel de sus brazos. Dejando que ellas me mimen también a mí. Sonriéndonos. Besándonos. Jugueteando.
Supongo que esto es normal para los que son libres. Para un esclavo como yo, es un lujo. Aunque acaba cuando empiezan a llegar los esclavos. Las mando de vuelta. Al cabo de no mucho entra Liang. Está casi sin aliento. Parece asustada.
–¿Está bien? Me han dicho que te han llevado a la enfermería. ¿Qué ha pasado?
–Tranquila, estoy bien. No tengo nada roto.
–¿De… De verdad?
Me hace quitarme la ropa. Se asusta al ver los moratones. Son peores de lo normal. Es excepcional que no tenga nada roto. Claro que usaba Armadura Interior. Y en realidad estoy en la etapa seis. Aunque lo oculte, mi cuerpo es algo más resistente.
Hoy no tenemos sexo. Decide cuidarme. Casi llora varias veces. Ha estado muy preocupada desde que se ha enterado. Se duerme abrazada a mí.
Luego las cuatro me hacen acostarme. Me cabalgan con suavidad. Se ríen de mí. Pero sé que están preocupadas. Por mucho que se burlen, me lo hacen con mucha suavidad. Muy lentamente. Mimándome. Incluso los enormes pechos pecosos de Song apenas rebotan. Pero puedo disfrutar de ellos en mis manos. Los masajeo a conciencia. Y los de Shi. O los de las gemelas.
Recibo muchos besos. Entro y salgo de ellas con suavidad. Gimen también más suave. Sin jadear demasiado. Es un sexo más pausado. Relajante. Sensual. Y no deja de ser placentero. Para todos. Solo me duele cuando me pellizcan. Supongo que, aún convaleciente, es peligroso decir según que. A pesar de eso, hoy ha sido muy íntimo. De alguna forma, estamos todos un poco más cercanos.
Incluso dejo a Rui que me lo haga despacio. Que me sirva con la boca. Con la vagina. Aunque le pellizco sus pezones varias veces. No vaya a ser que se acomode. También me ha preguntado en más de una ocasión si quería que matara a Ning. O que la descuartizara a trocitos pequeñitos. Está furiosa. Al parecer su amo es sagrado para ello. Está totalmente adiestrada.
—————
Han pasado cuatro días desde que me golpeó. He acabado de abrir meridianos para llegar a seis.
–¡Haaaah! Felicidades. Aaahh– me felicita Yu, que está sentada sobre mí, siendo penetrada.
–Hay que celebrarlo
–¡Iiiih!–exclama cuando me tiro hacia ella y se queda tumbada en el suelo.
La beso y embisto. Mientras acaricio su suave piel. Sus senos. Disfruto de su lengua con la mía. De su cavidad a la que penetro una y otra vez. Que tiembla cada vez que tiene un orgasmo. Y más violentamente en el último.
–¡Haaaaah! No vale por sorpresa… ¡Haaa!– se queja mientras jadea en el suelo, recuperándose.
–Nosotras también queremos– se escucha una voz detrás. Es Song
Shi, Shong y Yi se han tumbado boca arriba. Las he follado hace un momento. Pero estaba concentrado en obtener su qi y abrir los meridianos. No están satisfechas.
–Exigimos el mismo trato que a Yu– demanda Yi.
–Y lo queremos ya– ríe Shi.
Me acerco a ellas. Las follo una a una. Besándolas. Disfrutando de su piel. De sus labios. De sus vaginas. De sus senos. De sus culos. De sus lenguas. De sus gemidos. De sus caricias. De dominarlas. De ser dominado. De amarlas. De ser amado. Nos quedamos los cinco tumbados un rato, mirando el cielo. Hasta que detecto una presencia.
–Alguien se acerca– les digo en voz baja.
Ellas vuelven. Se preparan por si acaso. También Rui. Me escondo entre los arbustos. Es Pan Ning. Parece estar buscando algo. Lleva una espada en el cinto. Se vuelve hacia mí. Maldita sea.
Traigo de vuelta a Yi y Yu. Ya se han vestido. Aunque están algo sudadas. Me aparto un poco. Ellas aparecen ante Ning.
–¡Ah! Hola. Solo eres tú. Nos habías asustado– miente Yi.
–Hola Yu. ¿O Yi?
–Soy Yi.
–Yo soy Yu
Las gemelas se presentan con una sonrisa traviesa. Esconden sus verdaderos sentimientos. Puedo ver como, por detrás, aprietan los puños.
–¿Habéis visto un es esclavo por aquí?
–¿Un esclavo? Puede. Igual era el que hemos visto hace un rato. Iba hacía allí– responde Yi, señalando en una dirección que la aleja de nosotros. –¿Para qué lo buscas?
–Eh… No, para nada. Es desagradable. No quiero verlo– responde Ning, algo indecisa –. Bueno, nos vemos.
Se marcha en otra dirección, no en la que han indicado. Supongo que es para disimular. Puede que, cuando se aleje lo suficiente, vaya en esa dirección.
–Maldita zorra. Deberíamos haberla cortado a trocitos aquí mismo– masculla Yi.
–No podemos. Kong está aquí y lo interrogarían– interviene Yu.
–Lo sé, lo sé
–Gracias– les digo a las dos, abrazándolas de la cintura y dándole un beso en la mejilla a cada una.
Ellas se sonrojan un poco. Pero pronto Yi se vuelve con el rostro serio.
–Eso no ha acabado, ¿sabes? Vamos a tener que tomar medidas.
Yu asiente, está de acuerdo. Yo suspiro. Es un problema grave. Dejaremos pasar unos días más. Pero si no se tranquiliza, tendremos que actuar. Supongo que ya no soy un esclavo pasivo que asume su suerte. Solo que la mayoría no lo saben. Aun así me siento frustrado. Lo pago con Rui. Acaba exhausta.
—————
Liang me ha dado de alta hace un par de días. Aunque solo tenemos sexo muy suave. Ayer se soltó un poco más. Pero tiene miedo de hacerme daño. Me gustaría decirle que no estoy tan mal. Con las otras cuatro no hay ese problema. Intenté hacerlas creer que estaba aún convaleciente el segundo día. No pude engañarlas. Y sufrí por haberlo intentado. Aunque, a pesar de ello, a día de hoy siguen siendo cuidadosas. Creo que hasta que no se vayan los morados, no las convenceré del todo de que estoy bien.
Esta noche, cuando llego a la habitación, me encuentro con que Liang con rostro preocupado. También están Shu y Ai. Parecen ansiosas
–La estudiante Pan Ning quiere matarte– me dice casi llorando, abrazándome.
–El maestro de copia está retrasando un manual que quería. Por haber herido a uno de sus esclavos ayudantes. Pero en lugar de calmarla, se ha enfurecido. La han visto ir hecha una furia hacia el bosque. Teníamos miedo que te encontrara y…– explica Shu.
–Ya veo. Tendré que intentar estar unos días en trabajos más seguros.
–¡Te ayudaremos!– exclama Ai, dando un pequeño saltito. Sus grandes pechos rebotan obscenamente.
–Sí, podemos intercambiar trabajos si hace falta. Sai y sus hermanas han dicho que ayudarían– asegura Shu.
–Y Ken. O…– añade Liang una larga lista.
La verdad es que su preocupación me llega al corazón. Y la de todos los esclavos. Nos solemos ayudar. Aun así, es reconfortante.
–Entonces, supongo que os tendré que agradecer adecuadamente– las provoco.
–Más te vale– dice Liang, enrojeciéndose un poco mientras le quito la túnica.
No tardan en oírse gemidos en la habitación. Aunque ninguna de las tres me deja ser demasiado brusco. De hecho, Shu y Ai se han asustado un poco al ver mis moratones. Por mucho que les haya asegurado que estoy bien.
Solo follo bruscamente a Rui, cuando he acabado con las siete. Con su cabeza hundida en los enormes pechos de la durmiente Ai. La penetro por detrás. Azotándola por haberse desmayado antes. Totalmente obsceno. Si Ai se entera, me mata.
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