Esta mañana Liang me besa un largo rato. No quiere dejarme ir. Tampoco hay para tanto. Solo estará un par de días fuera. En la habitación de cultivo. Estoy seguro de que conseguirá subir a la etapa uno. Su nivel de qi es más que suficiente.
Observo a Shi y Song mientras estoy copiando cuadernos. En el huerto de Shi empiezan a brotar algunas plantas. Me ha hecho crear algunos canales. Luego ha cavado otros más pequeños. Es extremadamente sexy trabajando desnuda. Sus pechos y culo rebotando. Sus partes totalmente expuestas. Song la ayuda en lo que puede. Le frustra no poder caminar con normalidad. Va mejorando, pero su pierna ha soldado mal. Sin un médico, la única posibilidad es subir al reino del Alma. Espero que funcione.
Rui se está bañando después de correr. Vuelve a masturbarse cuando lo hace. Y esta vez juega con su ano. Incluso llega a penetrarlo con un dedo, aunque no muy profundo. Es culpa mía, lo sé. Aunque no me siento culpable de hacer experimentos con ella.
Hoy Shi ha estado jugando con los pechos de Song mientras lo hacía con esta. Song se ha vengado lamiéndole el clítoris después. En serio, podrían comportarse. O mejor, no. A Rui la he follado como la primera vez, cuando la violé. Tenía que asegurarme que no había problemas.
–Ah, aaaah, entonces no lo quería… !HHAAAAHH! …reconocer. Haaaahhh. Qué me estaba… aaaaahh… corriendo.
Ha sido bastante excitante verla totalmente sometida. Cuando la he hecho besarme al despedirme, no me he olvidado de jugar con su ano. De despertar más su curiosidad. Su lujuria.
Después he ido a entregar un cargamento de madera y he seguido a Pen, que empezaba entonces. Se ha parado en un lugar apartado.
–¿Me esperabas?– le pregunto, provocándola.
–Solo quería saber si alguien me seguía– miente.
–Oh, lástima, ¿entonces no quieres nada de mí?
Ella me abraza por la espalda.
–Sabes que sí.
Me besa en el cuello. Me lame la oreja. Llevo sus manos a sus nalgas. Me giro y me besa. Le quito la ropa. Ella me quita la mía. Yo la sigo besando, mientras juego con su vagina y le provoco un orgasmo. Le hago alzar una pierna por encima de mi hombro. Penetro en su ahora expuesta vagina. No dejo de besarla. O ella no deja de besarme a mí. Sus abundantes pechos se restriegan contra mí mientras me muevo dentro de ella.
La ayudo un poco con el qi, expandiendo su contenedor. Está cerca de la etapa uno. Luego lleno el mío. Había vaciado un poco previamente practicando la "Armadura". Creo que ya la domino bastante bien en zonas concretas. Tengo que practicar para expandirla hasta cubrir todo el cuerpo.
La verdad es que ya no me es muy útil tener sexo con la mayoría de esclavas. Pero no puedo dejar de seguir haciéndolo. Ellas me piden sexo, lo quieren. Y es cierto que yo también, no puedo negarlo.
Es una posición bastante íntima y algo forzada. Por suerte, Pen es flexible. Monopolizo su boca. Entro y salgo de su vagina. Rozo su clítoris y se estremece cada vez que la penetro. Mis manos siguen en sus nalgas. Las suyas se apoya en mis hombros.
Su boca se aparta de la mía. No puede controlarse. Jadea entre orgasmos. Y gime en ellos. Yo también estoy al límite. Aunque la técnica me permite controlarlo, no quiere decir que quiera hacerlo. Me corro dentro de ella y le provoco otro orgasmo.
La ayudo a bajar la pierna y a sostenerse. Ella me da un último y largo beso. Son todas tan cariñosas. Tan maravillosas. Odio que las traten mal. Pero poco puedo hacer al respecto. A veces pienso en quedármelas todas. Pero la Residencia tiene un límite. Y causaría una conmoción. Dudo que pudiera escapar. La ayudo con la madera.
—————
Antes de volver a la habitación me acerco al trozo de suelo de Ai. No hemos hablado desde entonces. Me ha estado evitando. Liang me ha pedido que "hable" con ella.
–Hola Ai. ¿Puede venir un momento? Me gustaría que habláramos– la sorprendo.
Ella se gira y me mira. Su cara toma un color pálido.
–Sí… Claro…
Mi rango es superior, prácticamente está obligada. Me sigue a la habitación. Cuando cierro la puerta empieza a llorar.
–Lo siento… Yo no quería decírselo pero…
Debe creer que quiero castigarla. No estoy enfadado con ella. ¿Cómo podría? Ha sufrido mucho. Y le dio una paliza. Me acerco y la abrazo. Ella se sorprende. Llora más fuerte sobre mi pecho. Le acaricio la cabeza y la espalda. Con suavidad. Sin segundas intenciones. La dejo llorar. Me siento algo culpable. Tendría que haber hablado con ella antes. Intento ignorar sus enormes pechos apretándose contra mí.
Se ha calmado un poco. Me mira. Aún caen lágrimas de sus ojos, pero menos. Las limpio con mi dedo. Me besa apasionadamente. Yo muevo las manos hacia abajo, alcanzando sus glúteos, agarrándolos con fuerza, perversión y qi. Ella gime sorprendida. Va a volver a besarme, pero se detiene. Con sus manos se separa un poco de mí. No entiendo muy bien que sucede ahora.
–Si seguimos, Shu me mata. ¿Po…podemos llamarla?– me pide avergonzada.
–Claro, os espero.
Ella se gira. Para su sorpresa, la cojo por detrás. Agarro su enorme pecho con una mano. Lo aprieto y lo muevo. La otra mano llega a su entrepierna. Aplico un poco de qi. Noto su excitación.
–No tardes mucho– le susurro al oído.
La suelto. Ella me mira. Sonríe seductora. Se gira y sale corriendo. Me siento a esperarlas. Hago ver que medito. No tarda mucho en volver.
–¿Por qué tanta prisa? ¿A dónde vamos?– protesta Shu.
Abre la puerta y me ve. Entra y se tira encima de mí.
–¡Kong! ¡Te echaba de menos! La tonta de Ai tenía miedo de verte.
Ai está roja. Shu me besa. Estoy tumbado en el suelo desde que ha saltado sobre mí. Mis manos llegan a sus nalgas, buscan su vagina. Ella gime. Su empieza a humedecerse por abajo.
–Aaahh. Mira lo que haces…
De repente se levanta de golpe y se dirige hacia Ai, que está de pie mirándonos.
–¡Por eso tenías tanta prisa!– exclama Shu –Estás mojada, ¿verdad?
Ai intenta negarlo, pero Shu la ataca, quitándole la ropa. Acaban las dos en el suelo. Ai con las piernas abiertas, Shu triunfante mostrando la vagina húmeda de su amiga.
–¡Vamos! ¡No la hagas esperar!– ríe Shu.
Me acerco. Beso a Shu. La pellizco en las nalgas. Ella da un gritito. Me acerco a Ai por el lado. Cojo uno de sus enormes pecho con la mano. La otra mano se dirige a su entrepierna.
–Pues sí está mojada– digo, intentando parecer sorprendido.
–Los dos en contra mía– se queja Ai.
Muevo mi boca a su otro pecho y lo muerdo con suavidad. Ella gime. Shu está empezando a masturbarse, mirándonos. Estoy varios minutos atacando los pechos y la vagina de Ai. Ella solo gime. Sus manos apretadas contra el suelo. Ha tenido varios orgasmos cuando me incorporo. La miro a los ojos. Ella abre más las piernas, invitándome. Me recuesto sobre ella y la penetro. Gime. Su cuerpo se tensiona unos segundos.
Busco su boca. Nos besamos. Nuestras lenguas jugando la una con la otra. Cuando su respiración se hace demasiado intensa me incorporo. Disfruto del espectáculo de sus pechos rebotando cada vez que la penetro. De su rostro invadido por el placer. Shu se acerca y le succiona uno de los pezones. No deja de masturbarse. Le doy un cachete. Ella suelta a Ai y me mira, lasciva. La acaricio donde se ha producido el sonoro pero leve impacto. Luego bajo hasta su vagina. Ella aparta su mano y deja paso a la mía.
Mientras, Ai no deja de gemir. Ya no me mira. Sus ojos se dirigen al techo Su boca abierta. Su cuerpo ligeramente arqueado. Está abrumada por el placer continuo. Acelero un poco más con las dos. Llegan ambas al orgasmo. El de Ai mucho más intenso.
La dejo jadeando, recuperando la respiración. Pero no suelto a Shu. Solo cuando parece que va a llegar al orgasmo lo hago. Va a quejarse, pero no le da tiempo. La penetro. Arrodillado detrás de ella. Está a cuatro patas, con la cabeza sobre el pecho de Ai. Se agarra a ellos a pesar de las quejas de su amiga. La embisto más intensamente que a Ai. Ahoga sus gemidos Succionando el pecho de esta. De vez en cuando le doy un cachete. Me lo ha pedido ella. Está sin fuerzas. Convulsiona intensamente cuando la lleno. Pierde el conocimiento. Se desploma sobre Ai.
Me acerco a Ai, que me mira. La hago ponerse a cuatro patas y la vuelvo a penetrar, con su masivos senos colgando. Los agarro. No puedo abarcarlos. Los masajeo. Juego con sus pezones. No dejo de penetrarla. La atraigo hacia mí. Se queda de rodillas. Beso su cuello. Entro y salgo de ella. Está totalmente rendida a mí. Su cuerpo ya no tiene fuerza. Se arquea. Su cabeza se apoya en mi hombro. Mi semen la llena.
La sujeto para que caiga despacio. La dejo junto a Shu. Sus cuerpos desnudos ya no ocultan sus muchas cicatrices. Los continuos castigos, muchas veces injustos. Comparado con ellas, Rui tiene incluso suerte. Y eso que sus acciones han sido bastante crueles e innecesarias. Si tenía alguna duda, desaparece.
–Son realmente enormes. No sé como su espalda aguanta– observa Shi a Ai.
–Las mías parece pequeñas en comparación– musita Song, arrodillada ante Ai, cogiéndose las suyas.
–¿Pequeñas? Déjame ver.
Antes de que pueda reaccionar, cojo a Song por detrás, agarrándola de sus senos. Juego también con su entrepierna. La acabo follando como a Ai, por detrás, arrodillada, sobando sus senos, saboreando su piel pecosa. Tampoco me contengo. Ahora que tengo la iniciativa, la aprovecho. Las protestas de Song han quedado en gemidos. Acaba perdiendo el conocimiento.
–Muy intenso– declara Shi de pronto, junto a Song, de rodillas, piernas semiabiertas, insinuándose –. ¿Quieres comprobar si las mías son demasiado pequeñas?
Acepto su invitación. Su vagina está ya lubricada. Sus senos llenan justo mis manos. Es fácil juguetear con sus pezones. Cuando la penetro es ella misma la que pide más. La que pide que la lleve más allá del límite. La que se acaba desplomando con una sonrisa de satisfacción.
Me las quedo mirando un rato. A las cuatro. Las cicatrices de Shi y Song están despareciendo poco a poco. Al menos las físicas. Luego llamo a Rui. Me hace una felación mientras yo sigo contemplando el "paisaje". Me he asegurado que todas duerman.
La hago sentarse sobre mí. Le ordeno que sea ella quien se mueva. Acelera casi de inicio. Yo la tengo agarrada de sus glúteos con una mano. La otra está todo el rato acariciando su ano por fuera. Pongo más qi allí que en ningún sitio. A diferencia que a las otras, no el suficiente para que se desmaye. Le hago darme un beso cuando acabamos. Antes de devolverla le doy un pequeño artilugio. Venía con la Residencia. No es el único.
–Le pones qi, haces que absorba agua y lo metes por el ano. Luego dejas salir el agua para limpiártelo. Si quieres que te lo haga por el culo, úsalo antes.
Se lo doy sin esperar respuesta. Ella tampoco sabe muy bien que decir. Cuando la envío de vuelta se lo queda un rato mirando. Se toca el ano algunas veces. Incluso coloca su adquisición ante él. Al final se duerme.
Mientras, he movido a Ai y Shu a la cama. Y he devuelto a Shi y Song a las suyas. Antes las he besado en la frente, no sé muy bien por qué. Me apetecía hacerlo.
Me despierto antes de la campanada. Mi miembro está entre las enorme tetas de Ai. La punta en la boca de Shu, donde me corro. Me miran las dos con rostro travieso justo cuando suena la campanada. Se levantan y se van corriendo, riéndose. Sonrío. No saldrán impunes.
Antes de desayunar se me acerca Sai.
–¿Tienes tiempo está noche? Necesitaría que me hicieras un favor.
–Sí, claro.
Se despide con una sonrisa. ¿Cómo voy a negarme? Si quisiera podría ordenarlo.
—————
Shi y Song han decidido ayudarme a cortar leña. Aún tengo acumulada, pero "por si acaso". Shi corta ramas y árboles, desnuda. Mientras, Song la mira, sostenida por mí y penetrada por detrás. Shi se queja de que no la dejamos concentrarse. Aunque también dice que Song desnuda, llena de mi semen y totalmente rendida al placer, es muy erótica.
Luego es Song la que se queja, cortando a trozos más pequeños la leña, sentada, desnuda. Shi la "vigila" desde el suelo, a cuatro patas. Yo semiagachado. Con una pierna que pasa sobre ella. La otra con la rodilla en el suelo, entre sus piernas. Ella apoyada en sus codos. Mi mano acariciando su espalda, su cuello. Cuando llega al clímax, Song también se burla de ella.
Cuando llamo a Bang Rui, se la ve algo nerviosa.
–Lo… he limpiado. El …ano– anuncia.
Me hace una felación, masturbándose usando ano y vagina. Luego la pongo a cuatro patas, de pie. Sus codos tocando el suelo. Su culo expuesto. Penetro su vagina, empujando con energía. Con mis dedos voy recogiendo los fluidos que salen de ella y llevándolos hasta su ano, metiéndolos en su interior. Lo lubrico y juego con él, mientras ella gime de placer.
Finalmente saco mi miembro y toco su ano con él. Ella se tensa, y yo vuelvo a penetrar por sorpresa su vagina hasta el fondo. Se corre. Cuando aún se está recuperando, lo vuelvo a sacar y penetro un poco su ano. Voy empujando poco a poco. Añadiendo qi, tanto para excitarla aún más como para no dañarla. Tal y como estaba descrito en el cuaderno,
Cuando toda la longitud de mi miembro está en su interior, ella se permite respirar. Luego lo saco poco a poco. Es estrecho. La sensación es diferente. No hay un final. La vuelvo a penetrar despacio. No sé hasta cuánto puedo forzar. Ella gime. En algún momento se adivina un poco de dolor. Pero, sobre todo, placer.
Voy acelerando, hasta que me parece que no debería ir más allá. Que podría desgarrar su conducto. Le estoy un rato dando por el culo. Penetro también su vagina con los dedos. Hasta que los dos llegamos al clímax.
Después de correrme en su interior, y de que recuperemos el aliento, la hago besarme. Su culo gotea mi semen.
–¿Cómo ha sido?– le pregunto.
–Ha dolido un poco. Pero valía la pena. ¿Lo volveremos a hacer?– me pregunta. Casi suplicando.
–Cuando quiera volverlo a hacer, te lo daré. Te limpias de inmediato para mí.
Ella asiente, totalmente sumisa. Luego la hago limpiarme el miembro con la boca. Cada vez lo hace mejor. A punto estoy de volverla a follar. Pero no hay bastante tiempo. La envío de vuelta y recojo la leña que han reunido Shi y Song. Recordarlas cortando leñas desnudas me obliga a concentrarme en bajar la erección.
Era una prueba para ella. Y también para mí. Pero el recuerdo del pasado no me ha afectado. Eso significa que el sufrimiento de haber sido sodomizado cuando era niño sigue escondido dentro de mí. De alguna forma, no lo asocio a hacerlo yo. También es cierto que ella no gritaba de dolor, sino de placer.
Hoy he visto algo extraño. Dos estudiantes, gemelas, han pasado cerca. Las he detectado con qi. Su etapa no es muy alta. Igual que la mía. Al cabo de un rato ha aparecido un estudiante. Etapa cuatro. Creo que las seguía. Como sea, no es asunto mío. No me han visto. Mejor me aseguro de estar lejos.
—————
Por la noche, llamo a la habitación de Sai. Cuando entro, están ella y sus dos hermanas. Es de las pocas esclavas que tiene familia real. Son de la etapa uno, mientras que Sai de la dos. Tienen bastante parecido. Se sabe que las ha estado protegiendo cuanto ha podido. Aunque no puede evitar que, de vez en cuando, los estudiantes abusen de ellas.
No es la primera vez que las veo, pero hoy están diferentes. Como muchas esclavas, normalmente llevan una especie de maquillaje para hacerlas parecer más feas y sucias. Ahora no lo llevan. Son bastante atractivas. Me miran fijamente, con curiosidad. Sai se acerca y me besa. Pretendía un beso corto. Pero no la dejo ir. Tampoco se resiste. Cuando la suelto, me mira, pasándose la lengua por los labios.
–¿Nos lo harás a las tres? ¿O al menos a ellas dos? ¿Con suavidad? Nunca han tenido sexo que no fuera doloroso. Quieren experimentarlo, pero les da un poco de miedo– me susurra.
–Entonces, ¿no sería mejor que lo vieran primero?
No le dejo responder. La cojo en brazos y la llevo a la cama. Tienen una cama de verdad. Beneficios que tiene Sai por estar en la etapa dos. La tumbo boca arriba. Nos besamos durante bastante rato. Sus hermanas nos miran. Va abriendo sus piernas. Me acomodo entre ellas, sin dejar de besarla. De acariciarla. De sentir sus caricias. De quitarle la ropa poco a poco.
La penetro. Despacio. Con Suavidad. Con qi. Ella cruza sus piernas en mi espalda. Salgo y entro despacio, con mimo. Ella gime entre beso y beso. Sus generosos pechos se aprietan contra mí. Su estómago contra el mío. La hago correrse unas cinco veces.Al final, la dejo acostada, jadeando y exhausta. Sus ojos brillan cuando me miran. Luego mira hacia sus hermanas.
Me incorporo y llamo a una de ellas. Es más morena que su hermana mayor. Ligeramente más alta. Está algo nerviosa. La hago sentarse sobre mí. La beso. La excitación del beso la sorprende. Es su primer beso con qi. Le sacó la túnica por su cabeza. Sus pechos quedan a la vista. Son ligeramente más pequeños que los de Sai. Le chupo uno de ellos y lanza un gritito.
La acuesto junto a su hermana. La mira por un momento, pero enseguida reclamo su atención. La beso. Estoy sobre ella, como con su hermana. Soy también dulce. Lento. Poco a poco va abriendo las piernas. Poco a poco se va humedeciendo. Poco a poco pasa de aceptar mis besos a pedirlos. A darlos ella. La penetro despacio, cuando me lo suplica. Se corre en ese mismo momento.
–¿Estás bien?– le pregunto.
–Sí. Ahh. No duele. Se siente bien. Aaaaah.
Me muevo dentro de ella despacio. Con qi. Con besos. Al cabo de un rato cruza las piernas en mi espalda. Como su hermana. Ella la mira y le acaricia la cabeza. La otra nos mira desde la distancia, excitada.
Gime una y otra vez, cada vez más rápido. Hasta que no puede más y la hago correrse una última vez. Luego miro a su otra hermana. Ella se quita la ropa y se acerca. A diferencia de sus hermanas, su pelo, entre rubio y castaño, está cogido en una coleta. Su pecho es el más abundante de las tres, un poco más que Sai.
Se acuesta junto a su hermana sin que yo le diga nada. Me mira con deseo, apremiándome. Me acerco y la beso como a sus hermanas. Como con ellas, jugueteo un rato con su boca. Luego la penetro. Se deja llevar. Tiene orgasmo tras orgasmo. Hasta que acaba exhausta, jadeando.
Cuando acabo, la hermana morena se acerca y me besa en la mejilla.
–Ha sido fantástico.
–Haaaaah sido aaaaah increíble. Sai no mentía aaaah– dice la otra.
–No hemos acabado– las interrumpo, amenazante.
Voy junto a Sai y la hago ponerse a cuatro patas. No se resiste. Aprieta su rostro sobre la almohada. Aún está mojada. La penetro por detrás. Esta vez con intensidad. Cada vez que se corre es evidente. Por sus espasmos y sus gemidos ahogados. Esta vez me corro dentro de ella. Se desploma, pero no pierde el conocimiento. Por algo está en la etapa dos. Me giro hacia sus hermanas.
–¿Alguna quiere probar?
Se miran. La morena es más rápida. Se ofrece a mí, a cuatro patas. Me acerco por detrás. Palmeo sus nalgas con ambas manos. Emite un gemido seductor de protesta. La penetro. Empiezo despacio. Sai sé que no tiene ningún problema, pero no sé mucho de sus hermanas. Voy acelerando poco a poco. Ahora es bastante intenso. Está disfrutando. Sus gemidos, aunque ahogados por la almohada, no dejan de escucharse. También me corro dentro de ella. Pierde el conocimiento, abrumada por el placer.
Miro a la última. Se pone a cuatro patas sin necesidad de decir nada. Mueve el culo, insinuándose.
–Sé duro desde el principio– pide con pasión.
Le hago caso. Ha estado mirando a su hermana. Incluso ha jugado con su pecho. Sai se venga de parte de la hermana inconsciente. No me canso del placer de penetrarlas. De acariciar sus cuerpos. Desde sus piernas hasta sus mejillas. De jugar con sus pechos. Con sus nalgas. Del contacto y calidez de su piel. Sé que en parte es culpa de la técnica. Y en parte de mí. Si no, nunca la hubiera "heredado".
Se desploma como su hermana tras el último orgasmo, rellena de mi esencia. Sai me atrae hacia ella.
–Gracias. Quédate a dormir esta noche.
No puedo negarme. Tampoco quiero. Me quedo un rato en su abrazo, hasta que se duerme. Luego me aseguro de mantenerlas dormidas antes de llamar a Shi y Song. Me obligan a relatar los detalles. Luego se miran y sonríen traviesas. Acabo trayendo sus propias camas y haciéndoselo como a las hermanas. Las cinco durmiendo son adorables.
Devuelvo a Shi, Song y sus camas. Me traigo a Rui. Me la follo con su cuerpo sobre la parte baja de la cama. Sus piernas por fuera, abiertas. Es una posición de absoluta sumisión a mí.
Me dejo llevar, penetrándola sin parar, sin pausa. Me ha dicho que tiene el ano un poco dolorido, así que lo dejo estar. Pero no mi siguiente experimento. Le pego en sus nalgas una y otra vez, a la vez que la penetro. Están rojas. Aplico qi en cada golpe, dándole placer y dolor al mismo tiempo. Cuando me corro en ella se desmaya. He sido un poco salvaje.
Espero un poco y le aplico qi para que despierte. Para que me dé un beso. Le aprieto sus doloridas nalgas con mis manos. Le aplico también qi para unir dolor y placer.
–¿Qué se siente ahí detrás?– le pregunto.
–Aaaah. Duele. Y se siente bien. Aaaah.
–Te has desmayado. Mereces un castigo– le digo, poniéndola sobre mis rodillas y golpeándola de nuevo
–Si, amo. Castígame. Aaaah.
Le hago morder un trapo. Luego la sacudo durante un rato. Tiene un orgasmo. De alguna forma he tenido una erección. Así que la tiro sobre la cama y la vuelvo a penetrar. Estirada boca abajo. Con mucha intensidad. Me corro en su interior en apenas un minuto. Luego la envío de vuelta sin decir nada más. Curiosamente, el vínculo se ha reforzado. Responde demasiado bien a los estímulos Estoy empezando a pensar que ya de por sí era un tanto pervertida.
Ella duerme hoy boca abajo. Debe estar bastante dolorida. Aunque no hay nada grave. Circulando el qi se aliviará pronto.
Vuelvo a abrazar a Sai y me duermo, después de practicar un rato más una nueva técnica. Se llama "el Sonido de la Sombra". Se trata de crear una capa de qi alrededor para ahogar el sonido. Con el suficiente control, incluso el de las hojas que pisas. No puede escapar de la detección de qi. Nada puede escapar de ella. Aunque sí se la puede engañar. O camuflarse en otro qi. Eso lo enseña esta técnica. Pero esa parte precisa un reino más alto.
—————
Cuando despierto aún no ha sonado la campana. La hermana rubia está sobre mí, cabalgándome.
–Lo siento, no pude evitarlo– ríe y miente Sai.
–¿Cuánto tiempo tenemos?– pregunto mientras llevo mis manos a sus caderas.
–Una media hora.
–Eso son menos diez minutos cada una– amenazo.
Sai y su hermana morena se acercan y me besan. Muevo mis manos a las caderas de la rubia. El espectáculo de sus pechos moviéndose es excitante. Lo acaba siendo el de las tres. Cuando suena la campana y salen de la habitación, aún tienen mi semen en su interior. Es el "castigo" por su travesura.
La rubia ha dicho que hablaría con Liang para "invitarnos" alguna otra vez. Ya veo. Así que esto también ha sido en parte culpa de Liang. Cuando vuelva la "castigaré" debidamente. La echo un poco de menos. Solo han sido dos días.
Paragraph comment
Paragraph comment feature is now on the Web! Move mouse over any paragraph and click the icon to add your comment.
Also, you can always turn it off/on in Settings.
GOT IT