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6.22% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 15: Íntimo

Chapter 15: Íntimo

Ayer fue un día complicado y está claro que me ha afectado. Incluso Liang me preguntó si estaba bien. Luego vio los moratones y se asustó. Me costó calmarla, asegurándole que no eran nada. De hecho es la verdad. Internamente no hay ningún problema. Creo que la convencí cuando tuve sexo con ella con normalidad. Quizás un poco más intenso, para demostrarle que era verdad.

En el taller todo va bien, como siempre. Hace tiempo que he recopilado todos los cuadernos que habían, pero aún los mantengo ordenados. De alguna forma, he conseguido hacerme el responsable del almacén de descartes. Así puedo decidir cuáles se queman cuando llega el momento de vaciarlo un poco. Y comprobar cuando llegan nuevos si puedo conseguir uno completo.

También estoy recopilando algunos cuadernos incompletos por el final. Aquellos que les falta la parte de reinos altos. Si algún día llego a esos reinos, ya me preocuparé de ello. Por ahora, pueden ser útiles.

Los cuadernos recogidos están al alcance de Shi y Song. Sé los dejé por si querían mirárselos. Song eligió, "Puño del tigre", no es que me sorprendiera. Y Shi "Danza de la garza", que se basa en esquivar, en agilidad. Ninguna de las dos lo practica mucho. Conservar qi es importante para ir subiendo. Solo si les sobra. Si saben que lo van a recuperar a tiempo para nuestras "sesiones".

Cuando salgo y compruebo las siguientes tareas, se me hace un nudo en el estómago. No es que no me lo esperara. Voy al control de esclavos. A diferencia de la otra vez, hay varios esclavos esperando. Y algunos estudiantes y sirvientes en otras salas. Me intereso por lo que está sucediendo. Quiero saber qué es lo que se dice de lo que pasó. Qué es lo que sabe.

Me entero que han desaparecido dos estudiantes. Que algo se descubrió en el "Jardín esmeralda". Hay rumores de violencia, celos, asesinatos, fugas, amores prohibidos… Pero no se sabe mucho más. Los que han entrado no vuelven por el mismo sitio, así que no nos pueden decir nada. Intento calmarme.

El "Jardín Esmeralda" es un lugar al lado de un riachuelo, con muchas flores de color verde. Muchos estudiantes suelen ir allí por la mañana. Entonces, el sol genera un efecto de luz bastante íntimo, romántico. O eso dicen. Es el lugar al que llevamos a Bang Rui y donde dejamos las "pistas".

Finalmente me toca. Me levanto y me encuentro frente a dos sirvientes y un maestro. Es un maestro de bajo rango. Eso es bueno. Le dan la importancia mínima, y no más. El problema es que no puedo mentir.

–Nombre.

–Kong.

–¿Estuviste cortando leña ayer por la tarde?

–Así es.

–¿Viste a los estudiantes Bang Rui o Jiang Shang?

–Sí.

Levantan la cabeza y me miran. Supongo que no tenían muchos testigos hasta ahora. Luego vuelven a mirar sus papeles.

–Cuéntanos dónde y cuándo los vistes.

–Unos veinte minutos después de empezar mi turno. Estaba cortando leña. A unos doscientos metros de la piedra roja. En dirección al Laberinto. Apareció Jiang Shang. Me buscaba. Me golpeó. Estaba enfadado porque una esclava había dicho que el sexo conmigo era mejor que con él. Por suerte no golpeo lo suficientemente fuerte para causar daño grave, solo dolor. Al poco de desaparecer, vino Bang Rui. Buscaba a Jiang Shang. Le dije lo que sabía. Supongo que los dos acabarían en el "Jardín Esmeralda".

Bien, les he explicado la historia que había preparado. Con todas las verdades escogidas. Escondiendo el resto. Saltando en el tiempo cuando era conveniente. Intentando crear una historia falsa, pero diciendo la verdad.

–¿Alguna información más que puedas dar de los estudiantes?– pregunta el maestro, tras un breve silencio.

Un sudor frío recorre mi espalda. Estoy obligado a dar más información que pueda ser relevante, si la sé. Y no puedo mentir. Me quedó un momento en blanco y el sello empieza a quemarme. Si cuento lo que pasó ayer, estoy muerto. Y no puedo quedarme callado.

–Jiang Shang es un estudiante violento, al menos con los esclavos– empiezo finalmente. Describirlos es lo único que se me ocurre –. No solo me pegó a mí, sino que hace unos días envió a esa esclava a la enfermería por decirle que el sexo con él no era tan bueno.

Me miran un momento. Parece que es información que desconocían. Normal, nadie se preocupa por los esclavos. Y los estudiantes pueden hacer lo que les venga en gana mientras cumplan las normas. Eso sí, matar a otros estudiantes en el interior de la secta y fuera de los duelos controlados está prohibido. Y castigado severamente.

–Bang Rui es celosa y violenta. Quiso matar a Shi, una esclava, porque Jiang Shang tuvo sexo con ella. La esclava huyó, creo que no se sabe dónde. Le dio una paliza de muerte a otra esclava, Song, por la misma razón. Al parecer Jiang Shang es su prometido o algo así, y no soporta que tenga sexo con esclavas.

Se miran y yo mantengo silencio.

–Tiene sentido– se dicen entre ellos. Yo aguanto la respiración.

–Si, cuadra. Se encuentran, se pelean, la viola, la mata queriendo o sin querer. Luego huye, escondiendo el cadáver. Con esas personalidades, cobra sentido.

Lo dicen como si no estuviera allí. A nadie le importa lo que piense un esclavo. Es justo la historia que montó Shi. Ella es realmente increíble. Pero aún no estoy fuera de peligro.

–Bien, acerca de tu encuentro con Bang Rui…– empieza uno de los sirvientes.

Lo miro con unos ojos que no muestran el miedo que siento. Si me obligan decir una palabra más, estoy perdido.

–Na, déjalo. Ya tenemos una explicación coherente. Cuanto antes acabemos, mejor– le interrumpe el maestro. Luego me mira a mí –. Vuelve al trabajo. Diles a los que esperan que se vayan también.

Hago una reverencia y salgo. Solo cuando cierro la puerta tras de mí me permito respirar aliviado. Estoy temblando.

Les digo al resto que ya pueden irse. Por supuesto, cuento lo que se ha dicho ahí adentro. Sirvientes y esclavos me escuchan interesados. Rumores y chismes es de lo poco que tenemos para entretenernos. Pronto esa "verdad" circulará por toda la secta. Eso despejará dudas. Seguramente habrá recompensa por la cabeza de Jiang Shang. Estoy salvado. Creo.

—————

Song y Shi estaban más animadas cuando les he contado que todo ha salido bien, aunque estaban un poco raras. Lo he hecho con las dos sentado. Ellas también sentadas conmigo. Abrazados. Con muchos besos. La otra me abrazaba la espalda. Muy íntimo. Aunque rápido. Hoy no teníamos mucho tiempo.

Cuando vuelvo de cortar leña, me cruzo con dos estudiantes en la segunda etapa del reino del Génesis.

–Eh, sucio esclavo, ni te acerques– dice una de ellas con desprecio.

–Dan asco– añade la otra.

Entrego la madera y voy tras de ellas. Tengo tiempo antes de entregar el siguiente lote. Pronto detecto sus qis. Están en la etapa dos. Estoy furioso. Pienso reducirlas y violarlas. Así aprenderán. Luego las haré someterse a mí.

Las sigo un poco más hasta que me detengo. ¿Qué estoy haciendo? Esto solo me traería problemas. Intento calmarme. Después de un rato aún estoy furioso. Tengo el impulso de ir otra vez buscarlas. Pero tengo que entregar la madera. Luego vuelvo a la habitación. Liang está esperando.

–Hola– me saluda tímidamente.

Siempre es igual de tímida. Por alguna razón hoy me molesta. Me acerco a ella y la cojo bruscamente. La beso con la misma brusquedad. Le agarro el culo y se lo aprieto con algo de fuerza. La dejo de besar, decidido a tirarla sobre la cama y penetrarla sin más espera. En mi mente está la idea de darle una lección, de someterla. Aunque no el porqué.

–¿Estás bien?– me pregunta ella sin quejarse, antes de que la empuje, mirándome con ojos preocupados.

Me quedo en blanco unos segundos, mirándola, mirando mi reflejo en sus ojos. No me gusta lo que veo. La abrazo, con suavidad. Acerco su cuerpo al mío.

–¿Kong?

–Solo déjame abrazarte un rato, ¿vale?– le pido con voz quebrada.

No dice nada más. Me devuelve el abrazo, con suavidad. Siempre es tímida. Servicial. Dulce. En ocasiones algo salvaje en el sexo, pero solo en ocasiones. Me siento fatal. Ahora empiezo a entender. Me he dejado llevar por la "sensación de dominio". Lo advertía el cuaderno. No puedo dejar que vuelva a pasar. Hay que dejar que salga cuando es necesario, pero no dejarse dominar pero ella. Eso es lo que dice. Ahora empiezo a entenderlo. He estado cerca de cometer varias estupideces. Libero de mi abrazo a Liang.

–¿Estás bien? ¿Te he hecho daño?– le pregunto, inquieto.

Ella niega con la cabeza, preocupada. Yo le sonrío. Solo entonces ella sonríe. La vuelvo a besar. Suavemente. Con mimo. Le quito la ropa despacio. La acaricio con dulzura. Aplico qi poco a poco. Le doy placer con cuidado. Acaricio sus mejillas, su cuello, sus hombros. Bajo por el brazo hasta sus dedos, que entrecruzo con los míos. Vuelvo a besarla con ternura.

Ella me mira, al principio extrañada. Luego se deja seducir poco a poco por el placer. Por la pasión. Cuando suelto sus dos manos sigo por su espalda. Recorro ambos lados, acariciándola con cuidado. Ella hace lo mismo con la mía. En sus besos, en su lengua, hay ahora pasión.

Me inclino sobre ella poco a poco, hasta que su espalda está contra el colchón de paja. Dejo entonces sus labios y bajó por su mentón. Mis manos van acariciando su contorno mientras mis labios llegan, haciendo paradas, hasta su pequeño pecho. Beso alrededor, en espiral. Voy llegando hasta su aureola marrón oscura. Hasta su pezón del mismo color. Lo succiono y muerdo ligeramente. Ella gime. Lo suelto y ataco su otro pecho de la misma forma. Ella respira cada vez más rápido. Tiene un pequeño orgasmo cuando muerdo su otro pezón.

Bajo poco a poco. Sigo besando su piel. Rodeo su ombligo despacio, acercándome. Llego hasta él. Lo penetro con lengua y qi. Ella se estremece. Ahoga sus gemidos. Sigo bajando. Mis manos acarician el contorno de sus caderas. Mi lengua llega a la abertura de su vagina. Sus piernas abiertas. Sus rodillas dobladas. Paso por encima de donde se esconde su clítoris. Parezco ignorarlo, pero imbuyo qi.

–¡MMmmmmmMhh! Hazme… aaaaaaah… tuya… aaaAAAMMMMMMMH– me suplica.

Dejo su vagina y subo hasta ella. La miro a los ojos.

–¿Toda mía?– le pregunto. Solo estoy jugando con ella.

Ella estira sus brazos y me atrae hacia sus labios. Me besa. Nuestras lenguas se entrelazan. Nuestras salivas se mezclan. Me separo levemente cuando me suelta. La miro a los ojos de nuevo. Ella me mira fijamente, con la boca entreabierta.

–Aaaaaah. Toda tuya. Aaaaah. hazlo. Por favor– me suplica, con sus brazos aún alrededor de mi cuello.

Me sorprende su tono de voz, totalmente entregado. Pero, sobre todo, el vínculo que se ha establecido. Se ha sometido a mí voluntariamente. Sin ni siquiera proponérmelo. Puedo llevármela cuando quiera. Por desgracia, no puedo hacerlo por ahora.

La beso otra vez. Y mientras la estoy besando la penetro. Despacio. Mis besos solo paran ocasionalmente, para dejarla respirar. No dejo de entrar y salir de ella. Muy suavemente. Tiene un orgasmo. Luego otro.

–Maaás– me pide en un descanso de su lengua, de sus labios.

Le hago caso. Voy acelerando poco a poco. No dejo de besarla. De acariciar sus mejillas, su pelo. Poco a poco los orgasmos se intensifican y se acortan el tiempo entre ellos. Su respiración y su corazón también se acelera. Sus besos se hacen más intensos. Su lengua se tensa a cada orgasmo. Su vagina me aprieta. Finalmente libero mi placer, y el suyo alcanza el clímax. Estoy un rato más dentro de ella. Quieto. Sin dejar de besarla.

Cuando al fin la suelto, ella me mira. Me sonríe. Se sonroja y se esconde en mi pecho. Es muy linda. Me sorprende que pueda aguantar el día a día, los abusos. Abrazo su cabeza. Con suavidad. Poco a poco se va durmiendo. La dejo un rato así. Sintiendo su calor. Ella necesitaba esto. Yo necesitaba esto. Shi y Song también. Dejo dormir a Liang y convoco solo a Shi. Song se queda mirando alrededor de su habitación. Parece algo molesta. Luego me disculpo.

–¿Y Song?– pregunta Shi extrañada.

–Song luego. Ahora tú y yo.

Ella me mira sorprendida. Acepta mi suave beso. Me sonríe y atraviesa mi alma. Soy dulce con ella como lo he sido con Liang. No tengo prisa. La acaricio y beso todo el cuerpo. Luego estoy jugando un rato con su vagina y con su clítoris hasta que me pide que la penetre. Lo hago también despacio. No acelero hasta que ella lo pide. Cuando acabamos me mira. Me vuelve a sonreír. La abrazo y se acurruca contra mí. La dejo dormirse encima de mí. Al cabo de un rato la devuelvo a su cama, con dolor en el corazón. Me traigo a Song.

–¿Qué está pasando? ¿Y Shi?– pregunta ella. Está molesta.

–Durmiendo. Ahora estamos solos tú y yo.

Le sonrío. La beso. Ella se resiste solo un instante. Cuando la suelto quiere protestar. La vuelvo a besar. A la tercera solo me mira. Sonríe al fin. Esta vez me besa ella. Soy igual de suave, igual de lento, sin ninguna prisa. No me lo puedo permitir todos los días. Me iré a dormir tarde. Y también necesito descansar. Pero hoy será un día especial.

La beso en el cuerpo con suavidad. Me entretengo un poco más en sus pechos. Son más grandes. Cuando estoy empezando a jugar con su agujero me exige que la penetre. La miro y sonrío. Sigo jugando con ella. Al final me lo pide por favor. Me mira con los mofletes hinchados por un momento. Pero pronto me atrae y me besa. Con pasión. Se detiene un instante cuando la penetro y se corre. Luego me sigue besando.

Cuando el placer la supera, soy yo quien la beso. Sin parar. Ni arriba ni abajo. Siento sus senos claramente bajo mi pecho. Son blanditos. Y noto sus pezones. Cuando se corre me abraza con fuerza. Cuando recupera el aliento me mira y vuelve a sonreír.

–Hoy casi no has sido malo.

La vuelvo a besar. Se acomoda conmigo. Se acaba durmiendo. Tardo un rato en enviarla a la cama. Me tumbo y abrazo a Liang. Ojalá pudiera dormir abrazando a todas.

Al día siguiente las dos se "vengan". Son ellas las que me hacen el amor dulcemente y despacio. No me dejan protestar. Una a una. Incluso Liang por la noche. Totalmente roja durante un buen rato. Me veo incapaz de no "someterme" a ella.


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