Capítulo 2
El espejo le devolvió una figura desaliñada, lo normal cuando es lo primero que haces tras levantarte. Su pelo parecía el lugar de pelea de dos gatos que se odiaran mucho.
—Realmente creo que debería ir a otro lugar —se lamentó—. No quiero verlo de nuevo. ¡Pero no puedo faltar al trabajo, y es demasiado tarde para pedir un cambio de turno! ¿Qué hago?
Sintió que le retumbaba el corazón, hasta que decidió mirar fijamente a la cara del otro lado. Su propia expresión de susto debió hacerla entrar en razón. Todavía no estaba tan loca como para ponerse a evadir a la gente, otra vez.
(Hey, hey, tranquilicemos un poco esta mente tuya, y analicemos. Por un lado, no quiero verle en persona. Por otro, la curiosidad es algo que no puedo evitar, y como dicen, la curiosidad mató al gato —pensó, suspirando—. Y aceptemos algo. La primera vez que lo viste, te diste cuenta de que se había puesto muuuy guapo. ¿Qué más habrá hecho? ¿Habrá cambiado en algo? ¿Habrá mejorado su vida? ¿La habrá empeorado en algún aspecto? Desde luego, no tanto como la mía —sonrió un poco—. Pero, a pesar de todo, creo que lo más sano será tratar de evitarlo...)
Pero...no. Pensó un poquito más, con el fin de tomar la mejor decisión posible. Si todo iba bien, sería su oportunidad de oro. Desperdiciarla sería casi un crimen.
(Pero ¿Qué hacer? ¿O qué decir?)
—¿Saori, ya estás levantada? ¡Porque no lo parece! ¡Vé de una vez al baño y baja a desayunar!
El vozarrón de su madre le provocó un sobresalto. ¿Podría dejar de controlarla alguna vez?
El reflejo de Saori le regresó una mirada de fastidio.
(Tienes razón, mamá. Estoy demorando. Y estoy demorando porque estoy malditamente nerviosa... Tan nerviosa que no me está permitiendo pensar con claridad, así que...voy a enderezarme, sacudirme, y hacer de cuenta como si nada hubiese pasado. Y voy a respirar profundo, a sonreír, y a seguir, como si sentir esto por dentro fuera de lo más normal. Como todos los días)
Sentía los músculos como nudos de marinero: trabados de una forma que ni siquiera entendía bien, casi innecesariamente complicada.
(Oh, por Dios, que analogía más rara)
Resumiendo: tenía una contractura de campeonato.
Bueno, una tarea más para el ibuprofeno que se tomaría con el café. Pero lo importante ahora, era concentrarse en esa postura de perdedora y esa mirada, mezcla de insomne con condenado a muerte. Comenzaría por erguirse, echar los hombros hacia atrás, y levantar el mentón. Sí, la pose parecía altanera, pero resulta que tenía memoria muscular para esa postura. Tres inspiraciones largas, tres expiraciones hechas como si saborearas el aire. Sintió la confianza en sí misma volver, como una pequeña y fugaz oleada. Suficiente para todo el día.
O tal vez sólo para un momento. Fijó su mirada en el piso, pensativa.
(A él no le gustaría charlar conmigo en serio, vamos...sólo me dio un poco de ánimo el otro día...nada del otro mundo, nada que cambie mi vida. ¿Estoy siendo muy egoísta pensando en eso?)
—No puedo dejar de verlo... —se dijo, mientras mordía su labio inferior hasta dejarse marca. Confundida, trató de tomarse un respiro de su charla mental.
Se miró una última vez al espejo, con un poco más de confianza fingida. La voz de su madre volvía a la carga, esta vez en un tono mucho más molesto. Saori, por fin, se tocó las comisuras de la boca con los índices, forzándose a mantener esa mueca parecida a una sonrisa. Cerró los ojos.
—Voy a intentarlo. Tal vez no sea tan terrible como creía.
El desayuno transcurrió sin inconvenientes. Su madre, como siempre, interrogándola sobre cuándo iba a echarse un novio, insistiendo para que comiera más, preguntando si había tomado las pastillas, recordándole que pusiera a tender la ropa que estaba en el lavarropas al volver del super...Saori se limitaba a decir frases cortas para salir del paso, monosílabos, y al final, los típicos "ajá". Su vieja no parecía ni feliz ni molesta por ello.
De todas maneras, cuando regresara del trabajo, Saori sabía que se encontraría con las infaltables notitas de papel amarillo pegadas a la heladera. Benditos post-it. Algún día tendría que pararse frente a ella, brazos en jarra, y decirle:
"Mamá, mi problema es de ansiedad, no de memoria... ¿sabes?"
Tomó una barrita de cereales y una manzana bastante madura, más que suficiente para engullir durante un descanso. También añadió unos chicles, para matar un poco las ganas de fumar. "Una de las ventajas de comer poco —pensó— es que nunca debes preocuparte porque el uniforme de repente empiece a quedarte demasiado apretado. Pero ya me gustaría poder llevarlo tan ajustado como Cecile...aunque eso no viene por el lado de su barriga"
(¿Qué diablos hacía pensando en esas cosas a las seis y cuarto de la mañana?)
La mañana estaba calurosa, así que decidió ponerse algo fresco en vez de enfundarse los pantalones y la camisa de trabajo, hechos en una tela tan sintética que hasta le causaba picazón. Poniendo su mejor cara de éxito, agarró su mochila, y salió de su casa para encontrarse con el destino. El camino era el mismo. Su playlist de Spotify, igual. Una selección de temas para levantarse el ánimo, que incluían Liability de Lorde, Higher de Rihannna, The night we met de Lord Huron, y la infaltable Everybody Hurts de REM. De alguna manera, los contrarios se anulaban, y escuchar canciones como esas la ponía de buen humor, como si no fuera la única por ahí dando pena ajena.
Sé que resulta sospechoso recurrir a atenuantes antes de contar lo que pasó, pero que conste que Saori no iba escuchando sus temas....motivadores a todo volumen. De todas maneras, resulta difícil escuchar el sonido de una moto eléctrica hasta que estás muy cerca de ella.
—¿Qué caraj...?
Weekly Power Status
-- Power
Ranking 
-- Power
stone