Quinientas personas estaban de pie en silencio en el magnífico gran salón del antiguo castillo. Los rayos del sol caían a través de las altas ventanas, haciendo que el aire pareciera brillante y efervescente.
No quedaba rastro de la terrible matanza que había ocurrido en este salón hace solo unas semanas. Los cuerpos fueron arrastrados, la sangre lavada de los pisos de mármol.
Pero el recuerdo permanecía.
En los escalones que conducían a un hermoso trono de mármol blanco, se sentaba una joven mujer con cabello plateado. Su rostro de marfil estaba distante y sus claros ojos grises eran serenos y pesados. Cientos de personas la miraban, esperando en silencio a que su señora hablara.
Finalmente, Estrella Cambiante suspiró. Un momento después, su voz resonó en la sala del trono, llegando lejos y amplio: