La conversación de Jeanne y Mónica fue interrumpida.
Miguel dijo —Es hora de irnos.
Mónica miró a Jeanne con reluctancia.
Jeanne asintió —Está bien, no le hagas las cosas demasiado difíciles a Miguel.
Los ojos de Mónica se enrojecieron de nuevo.
Jeanne no tenía palabras para esta chica tonta, pero no podía negar que estaba conmovida —dijo— No te preocupes, puedo cuidar de mí misma.
Mónica mordió su labio como si no quisiera irse así nomás.
—Mónica, Miguel tuvo problemas para dejarte verme —recordó Jeanne.
Mónica lo sabía, pero dijo —Entonces vendré a verte de nuevo cuando tenga la oportunidad.
—No hace falta.
—Saldré de este lugar por mi cuenta.
Sin embargo, Jeanne solo asintió —Está bien.
Mónica aún siguió a Miguel y se fue.
Cuando se fue, sus ojos estaban extremadamente rojos.
Temía que le sucediera algo a Jeanne.
Mónica siguió a Miguel hasta la entrada del centro de detención.
Vio a Melodía y a Eden.
La expresión de Mónica cambió de inmediato.