Una hora más tarde...
El padre de Benjamín estaba visiblemente angustiado, su rostro surcado de dolor mientras sujetaba su pecho adolorido. Los problemas estomacales y los episodios de vómito habían multiplicado su agonía, y gemía suavemente, sintiendo la sensación de ardor dentro de él.
—Mi pecho... está ardiendo —se frotaba el pecho incómodamente.
Benjamín permanecía al lado de su padre, sus ojos llenos de remordimiento y tristeza. Sabía que sus acciones, al cambiar la medicación de su padre anteriormente, habían contribuido a su estado actual. Fue una elección difícil, tomada con la intención de sacar a su padre de la casa y ponerlo a salvo, pero pesaba mucho en su conciencia ver a su padre sufrir.
—Estarás bien —le aseguró—. Te llevaré al hospital.
Sin embargo, la respuesta de su padre fue desalentadora, llena de resignación y miedo. —No te dejarán sacarme de aquí. Moriré. Este es el final, Ben. No sobreviviré mucho tiempo. Deberías huir de aquí e ir a la policía.