"La expresión de Cristóbal se suavizó. Entendió su vacilación e inquietud. Recordó las innumerables veces que Abigail había sido trasladada al hospital y las innumerables noches sin dormir.
Los problemas de salud de Abigail habían proyectado una larga sombra sobre sus vidas, y cada visita al hospital había socavado su espíritu. Cristóbal conocía demasiado bien la aversión que había desarrollado por la palabra «hospital».
Cristóbal tampoco quería verla enferma. Mirando a Abigail, no pudo evitar sentir una sensación de impotencia.
Quería llevarla lejos de toda la tensión y la carga de trabajo para sumergirse en el abrazo de la naturaleza y disfrutar de la serenidad de la naturaleza. Habían esperado dar paseos perezosos junto al río, hacer picnics bajo el cielo azul claro y pasar las noches mirando las estrellas. Pero el destino había intervenido una vez más, destrozando sus idílicos planes.