Una vez que Lucy entró en la sala VIP donde Aurora iba a atenderlos, recogió su bolso y se dirigió hacia la puerta, pero antes de que pudiera salir, Tom entró.
—¿A dónde vas? —preguntó Tom, y Lucy se volvió hacia él, su cara enrojecida y sus ojos grises aún ardiendo de ira.
—A casa. Ya terminé aquí. Me voy a casa —declaró Lucy simplemente.
—Pero aún no hemos recibido el masaje y cuida…
—¿Parezco estar de humor para eso en este momento? Quizás deberías haber pensado en eso cuidadosamente antes de traerme aquí sin informarme sobre nada —espetó Lucy enojada.
—¿Pensé que ya habíamos resuelto eso? —Tom preguntó, y Lucy lo fulminó con la mirada.
—¿Lo hicimos? Porque lo último que recuerdo es que salías por esa puerta enfurecido como si no tuviera derecho a negarme a seguir un plan del que no me informaste —siseó Lucy.