Vorden llevó al Grupo Maldito al lugar de almacenamiento subterráneo que se encontraba debajo del castillo. Sorprendentemente, las bestias que solían ser ruidosas mientras se baja por el ascensor permanecían en silencio.
Al bajar, nadie más estaba presente en ese momento, lo cual Vorden consideró algo bueno, porque esperaba explicar las cosas a los otros tres antes de que reaccionaran al ver a cierta persona sin cabeza.
Cuando caminaban por los oscuros túneles, pasaron por varias celdas grandes que solían tener bestias dentro de ellas, pero en cambio estaban llenas de otras cosas.
—¡Vaya, son todos esos cristales de bestia? ¿No dijo Sam que Hilston no guardaba ninguno en su almacén? —preguntó Fex, asombrado no solo por la cantidad de ellos sino también por la calidad. La verdad es que Sam también tenía curiosidad al respecto. Él solo había dicho a los demás lo que le habían contado.