En algún lugar desconocido, en territorio inexplorado, se podía ver una nave espacial de última generación flotando en el espacio. Uno pensaría que a bordo habría una tripulación de alto nivel y muy coordinada, pero encargado de proteger la gran nave, que podía albergar a unas dos mil personas, había un solo hombre.
O un joven adulto, llamado Peter. Había pasado un tiempo desde que los demás lo habían dejado para cuidar de la nave y él podía decir con seguridad que no había problemas. Al menos con la nave en sí, porque había un gran problema consigo mismo. Era el hecho de que estaba aburrido.
Se seleccionó a Peter como el candidato ideal por varias razones. Las principales eran que nunca necesitaba dormir. Si hubiera algún enemigo acercándose en cualquier momento del día, él sería capaz de detectarlo.