Lith quería evocar las imágenes de la gala en casa de Distar, cuando él y Phloria habían bailado en el techo con magia de gravedad.
Aún así, todos esos buenos recuerdos le dieron alegría al principio, luego el dolor de la pérdida, y finalmente todo se convirtió en culpa. No importa lo que todos dijeran o cuán astuto hubiera sido el plan de Thrud, Lith había matado a Phloria y nada podía cambiar ese hecho.
Cada vez que intentaba hablar, la culpa le apretaba la garganta y las lágrimas velaban sus ojos. Incluso respirar era difícil, sabiendo que estaba a punto de despedirse de Phloria y que una vez cerrado el ataúd, nunca más la vería.
Solus y Kamila estaban a ambos lados pero no dijeron nada.
Solus estaba perdida en su propio dolor y culpa, lamentando no haber estado allí con Lith durante la confrontación final y preguntándose si había algo que podría haber hecho.