—Dioses, soñé con este momento durante años. Hice planes y preparativos, y sin embargo, todo salió terriblemente mal. Ni siquiera puedo pedirles una explicación sin empeorar las cosas.
—Será mejor que empiece a comer también. Al menos nada puede arruinar el sabor de mi primera comida con mi familia. —Sin embargo, Solus volvió a equivocarse.
Su brazo se negó a levantarse y cuando puso más energía en él, su mano derecha se disparó como una bala, perforando un agujero en la mesa y esparciendo su comida por todas partes.
El sonido de los platos rompiéndose y de los cubiertos tintineando en el suelo fue la gota que colmó el vaso.
—Lo siento mucho. —Empezó a llorar incontrolablemente, casi cayendo de su silla—. El día apenas ha comenzado y ya lo he arruinado. Ojalá no hubiera recuperado este estúpido trozo de carne.