—¿Qué diablos? —Lith y el Primer Vampiro pensaron al unísono pero por razones completamente diferentes.
El primero porque las palabras de Solus no tenían sentido y el segundo porque sus propias formaciones mágicas se negaban a obedecer sus órdenes.
Los arreglos eran solo hechizos permanentes sin personalidad ni voluntad propia, sin embargo, Vladion podía sentir su desprecio lanzado en su cara mientras lo desafiaban una y otra vez.
—¿Alguien usó Magia Prohibida para convertir mi propia ciudad en un objeto maldito? —Pensó mientras un escalofrío recorría su espina dorsal. Si el campo de arreglos realmente hubiera cobrado vida, no se podría prever el daño que podrían causar.
El grupo solo tenía que seguir el eco de los desesperados gritos para descubrir que la Segunda Academia de Vida había sido atacada. Era el lugar donde los muertos vivientes recién convertidos aprendían a alimentarse de sus víctimas sin matarlas.