La Marquesa mantuvo la calma a pesar de las amenazas de Lith e hizo que él recapacitara.
—¿Cómo sabe ella sobre nuestra conversación con la Reina? ¿No es simplemente una Marquesa? —Mientras Lith caía en la furia, Solus buscaba consuelo en la lógica fría.
Sin embargo, ella tampoco le fue mejor, ya que su cerebro se negó a encontrar respuestas. Odiaba su propia incapacidad para cerrar los ojos ante el horror a su alrededor y sus sentidos que captaban el más mínimo detalle de las heridas en el cuerpo de Lark.
Solus habría querido llorar, pero no tenía lágrimas. Solus habría querido gritar, pero no tenía boca. La única forma que tenía de expresar sus sentimientos era a través de Lith, pero él ya estaba cargado con más de lo que podía soportar.
—Lo siento mucho, Lith, pero solo hay un número limitado de armaduras de Fortaleza Real y no tienes idea de cuántas de esas cartas hemos recibido. —Mirim le mostró la suya junto con una lista que contenía varios nombres.