Todo acerca de su apariencia hablaba de orden y control. Llevaba un traje negro perfectamente planchado que no mostraba ni una sola arruga a pesar de haber sido usado durante medio día.
Ni un solo cabello en su cabeza estaba fuera de lugar, todos sus movimientos eran lentos y calculados. Su expresión severa se veía reforzada por sus gafas de borde dorado que hacían que su mirada calculadora pareciera cruel en lugar de sabia.
—Tu gremio está haciendo un excelente trabajo, no veo por qué debería darle la bienvenida a este hombre en mi casa. Estoy seguro de que hay muchas habitaciones libres en los hoteles de la ciudad y que él puede permitirse pagar por sus comidas. —Krame solo hablaba con Friya, ignorando a todos los demás.
—Vaya, este tipo es tan tacaño como tú. —Solus pensó. Tanto ella como Lith se sorprendieron al ser tratados así. Era la segunda vez en un solo día que alguien lo menospreciaba.